Jaime Sánchez Lihón
1. Un ciudadano chuco
así lo hizo
Anoche
escribí las páginas que te estoy adjuntando, y lo hice básicamente para
recuperar mi calma interior y apaciguar mi sistema nervioso, luego de
culminar con resultados exitosos la reparación de una avería de un ducto
de la planta de cemento, en un plan arriesgado pero que era de vital
importancia ejecutar para el funcionamiento de la fábrica donde trabajo.
En
verdad estábamos en la mira de la ciudadanía, pues el estado de West
Virginia dio un ultimátum a la empresa para arreglar este problema, de
lo contrario la consecuencia inmediata era el cierre de la industria
hasta que esté solucionado este problema.
Planeé
este trabajo con calma pero no calculé el hecho de que la fuerza
laboral no tiene la misma capacidad que yo siempre espero. Así es que
cuando se hizo el primer intento, el contingente que operaba no eran
buenos mecánicos, aunque sí le era familiar el trabajo a gran altura. El
segundo contingente en cambio era de buenos mecánicos pero se ponían
nerviosos al trabajar a gran altura y les tomaba más tiempo reaccionar.
Pero,
además, casi todos son fumadores y eso les impide subir y bajar en
escalera vertical de manera veloz. Yo estuve todo el tiempo con ellos y
los animaba a moverse de manera normal pues a esa elevación es difícil
actuar con facilidad. Miras hacia abajo y te da vértigo. Pero mi
filosofía es que se lidera con el ejemplo.
Hay
dos e-mails de los dos jefes de la planta, donde me envían sus
felicitaciones por acabar con éxito este proyecto, y que los adjunto al
final. Un artículo oficial va a aparecer en el periódico de la compañía y
se divulgará a nivel mundial la operación que hemos realizado. En todas
las instalaciones de ESSROC se sabrá de esta exitosa hazaña y servirá
de ejemplo en otras industrias.
Allí
alguien con toda razón y basados en su experiencia, calcularán que es
casi imposible ejecutar un proyecto de la envergadura que aquí hemos
dado cabal y acertado cumplimiento. Entonces dirán: lee ahí cómo Jaime
Sánchez Lihón ejecutó una tarea que era prácticamente inconcebible. Un ciudadano chuco sí lo hizo, y lo volvería a hacer si es necesario.
2. Se adopta
la decisión
Comencé
la semana del 24 al 28 de septiembre del presente año 2012 con dolor en
el alma, pues un proyecto que debería de haber sido terminado el día
sábado 15 de septiembre no pudo llegar a feliz término debido a factores
que no fueron tomados en cuenta con la debida anticipación, como son:
preparación de material y experiencia en esta clase de trabajos, que se
deben llevar a cabo con las personas escogidas y preparadas para su
plena ejecución. La historia se sintetiza del siguiente modo:
Comencé
a brindar mis servicios en la planta de cemento ESSROC el mes de marzo
del 2012. Fui informado con precisión que el trabajo no era para estar
de paseo, sino más bien que iba a requerir de mucho esfuerzo y
sacrificio. Pero ahora que escribo estas líneas sé que las situaciones
son más difíciles que cualquier previsión. Hay en la planta muchas
tareas que requieren de mucho financiamiento para poder arreglarlas, y
en estos momentos no están disponibles las partidas de dinero
suficiente.
La
falla ha consistido en un forado en un ducto de 6 metros de diámetro y
que se eleva a una altura de 150 metros. En ese ducto la abertura era en
una parte inaccesible, que pronto llegó a ser de conocimiento público
de la población por la emisión de polvo y humo que se distingue desde la
ciudad, a tal punto que el estado de West Virginia dio un plazo a la
planta para que sea reparado ese desperfecto, bajo amenaza de ser
clausurada.
Esta
falla mecánica estaba ya en la planta antes de mi llegada. Cuando
ingresé a laborar allí, este asunto formó parte de mi responsabilidad,
pero no había manera de repararlo ya que no
había presupuesto y se lo dejó a un lado. El problema se fue agravando
pues empezó a ser un atentado contra el medio ambiente y llegó el
momento en que el ingeniero que tiene a su cargo dicho campo profesional
tuvo que reportar esta falla al gobierno de la localidad como es la
norma que rige aquí en Estados Unidos de Norteamérica.
Entonces
se hizo de esta falla mecánica una emergencia. El ingeniero
ambientalista amenazó con dejar la planta y salió un artículo en el
periódico local denunciando este desacato al medio ambiente.
3. Esta tarea se desarrollaba
a unos 100 metros de altura
Durante
el tiempo que yo llevo en la empresa doy diariamente una vuelta
revisando la infraestructura y buscando soluciones a los problemas que
son difíciles de solucionar, pues las cosas comunes son para los
mecánicos que no pueden ir más allá de lo normal. Entonces
yo tenía ya un plan en mi mente de cómo solucionar este grave asunto.
Había un estimado en la planta de que esta reparación costaría no menos
de 120,000 dólares.
El
ingeniero ambiental me preguntó si podía solucionar el problema y yo le
aseguré que sí tenía la solución. En una reunión a nivel de gerentes
corporativos, el ingeniero hizo saber que yo tenía un plan y que
costaría mucho menos de lo que habían calculado antes.
Fui
contactado por el CO de la compañía en el mismo momento en que la
reunión se desarrollaba. Y directamente me preguntó: ¿puedes hacerlo?
Así es, le respondí. ¿Cuánto costará? fue lo que inmediatamente indagó.
Calculé: por los andamios 25,000 dólares, el contratista 5,000, y el
material 4,000. Lo que daba un total de 34 mil dólares. Una vez que les
di el presupuesto, me plantearon: ¿Y cuándo puedes comenzar? Mi
respuesta fue: de inmediato.
Así
fue que comencé la coordinación con la compañía de andamios y que por
motivos de condiciones de trabajo tienen mano de obra de personal
latino. El capataz es un puertorriqueño de unos 58 años quien me
interrogó de cómo sería realizada esta operación. Le di mi idea y se
quedó maravillado por lo ingenioso del modo cómo lo había concebido.
Al
inicio de la faena Sergio estaba enfadado porque el ingeniero de
seguridad le exigió ropas de protección y elementos no usuales para
ellos, como máscaras en caso que se produjese una fuga de material que
es de una temperatura de 1000 grados Farenheigh.
Esta
tarea se desarrollaba a unos 100 metros de altura y, como repito, con
el peligro potencial de una fuga de material de calor ardiente. Para
contrarrestar este peligro, doté de radios al contingente de
trabajadores para ser avisados en caso de peligro si este era inminente.
Los de la torre de control ayudaron mucho con esta tarea.
El
viernes a las 5 de la tarde, el andamiaje se terminó de armar y
estábamos listos para entrar en la segunda etapa que era la fase más
laboriosa, de sumo peligro y de mucha precisión pues el trabajo era a
gran altitud y de difícil acceso al lugar.
4. Asumí
toda la responsabilidad
El
horno y el molino de cemento tuvieron que parar y me encomendaron
proceder con el trabajo. Iniciamos las operaciones con Sergio Rodríguez a
quien expliqué minuciosamente cómo procederíamos en la reparación y
pareció entender todo lo que había qué hacer. Por lo demás su gente está
acostumbrada a trabajar en altura.
Me
puse al frente y avanzamos considerablemente, y todo ya estaba bien
encarrilado. Teniendo la confianza de que todo saldría como lo habíamos
previsto. Entonces tomé la decisión de ir a mi casa, a 3 horas de
distancia de la planta, con la confianza plena de que Sergio y su gente
culminarían eficazmente la obra. Les gusta además a los contratistas
trabajar sábados y domingos pues cobran sobre tiempo.
El
día sábado temprano le hice una llamada a Sergio y me contestó que
estaba en plena brega. Pero sentí en su voz un poco de malestar. Le
pregunté si estaba todo bien y me dijo que sí, pero me quedé con mala
espina.
En
mi casa estaban reunidos mis hermanos quienes vinieron a saludarme por
mi cumpleaños y tuve que dejarlos, pues me dirigí a la planta manejando a
más de lo que está permitido.
Cuando
llegué recibí la llamada del gerente de operaciones quién me informaba
que el horno y el molino de cemento estarían en operación a más tardar a
las 7 de la noche. ¿Estará listo el proyecto para entonces? ¡Claro!, le
dije, más que suficiente tiempo.
Cuando
llegué a la planta Sergio no era la persona que conozco. Estaba en
crisis, traumado y vociferaba a su gente. Me di cuenta que no había
seguido mis instrucciones y que si no se cambiaba la estrategia no se
culminaría satisfactoriamente. Fue imposible hacerle cambiar de actitud y
menos intentar que otra vez reiniciáramos las labores.
Allí
me di cuenta que me había equivocado al encomendarle esta tarea, pues
su gente es buena para los andamios pero no para lo que implica hacer
ingeniería mecánica. Di por concluido su contrato y comuniqué al gerente
de operaciones, asumiendo toda la responsabilidad de este fracaso, que
este proyecto de reparación por el momento había concluido.
5. El peligro
de cierre de la planta
La
obra quedaba suspendida. Mi orgullo chuco se fue al suelo pues afirmé y
prometí que estaría terminada la reparación antes de las 7 de la noche.
La planta nuevamente se encendió y contemplarla en actividad era como
ver desaparecer y esfumarse algo en lo cual se había puesto tanta
expectativa.
Pero
era mejor asumir el fracaso antes de seguir exponiendo a este
contingente de trabajadores a aquel tormento en el cual habían estado
sumidos. Cuando tomé esta decisión los trabajadores de Sergio me
agradecieron, pues estaban frustrados y cansados por el estrés vivido a
más de 100 metros de altura, expuestos a milímetros de la succión ya
que, pese a que la planta esté apagada, permanece vigente la amenaza por
la inercia de la materia física.
El
día lunes en la mañana informé a todos los supervisores de que estaba
listo a intentar de nuevo el desafío con el contratista adecuado y con
las experiencias que había sacado del intento del día sábado. Lo
dramático es que ahora íbamos a trabajar con la fábrica funcionando y
expuestos a todos los peligros del mundo, y yo delante de todos ellos.
El
peligro más amenazador era que al acercarnos apenas un milímetro más de
lo debido en el andamio fuéramos tragados como pajitas por el ducto. Y
no ser encontrados ni como polvo en todo el inmenso mecanismo de la
fábrica. Pero nadie asumiría lo que había que hacer si es que yo no
estaba adelante, actuando y dando el ejemplo.
La
cubierta que queríamos colocar allí bastaba un error para que fuera
succionada y solo teníamos acceso hasta cierta posición, el resto era
operar a través de cuerdas y con un piloto que diseñé especialmente para
el caso pues seguí un curso de alta especialización de diseño de
computadoras para el funcionamiento de máquinas, operación que hacía
posible el paso de la cobertura por el diámetro del ducto. En realidad
esta es una tarea para artistas mecánicos consumados.
El
jefe de producción me llamó el día miércoles a las 10 de la mañana y me
rogó intentar hacer este trabajo lo más pronto posible pues la
permanencia de la planta en West Virginia se hacía difícil cada día,
pero también porque la abertura en el ducto ponía en aprietos al sistema
productivo.
Le
prometí intentarlo el día martes de la semana próxima pues tendría
alertas a todas las secciones para que en el caso de una emergencia
actuáramos con la celeridad del caso; e implementando las medidas más
convenientes en caso de alguna tragedia.
El
día viernes la planta fue notificada por el estado de West Virginia que
tenía plazo de 7 días para reparar el boquerón en el ducto. Todas las
miradas se tornaron hacia mí. Desde entonces o era el salvador o era el
villano en esta historia luctuosa en la cual yo era totalmente inocente.
El día lunes preparamos todos los materiales pero faltaba un detalle en
el equipocual es que la cubierta que íbamos a poner tenía que ser
remachada para ser más resistente a las fuerzas de succión y de empuje
que se desarrollan en el ducto.
6. Tuve que morder mi orgullo
de nuevo
Llegó
el día martes, y la herramienta que serviría para remachar el material
no llegaba, a pesar que se pagó pasaje aéreo. Recién arribó a la una de
la tarde, pero entonces el proyecto estaba retrasado y los ánimos otra
vez decaídos. Llamé al contratista y ya estaba alterado, pues había
tenido que afrontar el reclamo de todos sus subalternos, como del
gerente de producción, y en fin, el pobre me contestó mal y hasta me
cortó el teléfono.
Al
final del día me reuní con mi jefe, el gerente de operaciones y subimos
al lugar donde estaba la avería. Allí me reclamó por los resultados de
la jornada anterior, para lo cual la planta se detuvo. Y, a pesar que le
explicaba las razones y problemas que habíamos tenido que afrontar, se
puso furioso. Le rogué calmarse y se enfureció más aún,
Entonces,
en un arranque de no sé qué, me puse a su nivel y nos reprochamos cosas
duras e hirientes, a 100 metros de altura. Éramos dos sombras o
pigmentos minúsculos parados en un andamio en donde solo cabía rezar y
pedirle a Dios perdón por nuestras culpas, pero esta vez a gritos nos
reprochábamos hechos mundanos. Vi a mi jefe temblando y le rogué de
nuevo calmarse. Y nos dispersamos. Me tomó tiempo a mí serenarme pero
aun no olvido su actitud anti profesional y prepotente.
El
día siguiente empezamos el trabajo y estuve mano a mano con el
contingente de mecánicos que lidiábamos en esa lucha feroz,
bamboleándonos todo el tiempo en el vacío. No me gusta exponer a la
gente y yo mirar de lejos sino más bien me quedo tranquilo si yo
comparto sus ganas de exponer su humanidad al peligro.
Cuando
vi que el trabajo estaba yendo bien y sin problemas le comuniqué al
capataz que tenía que ir al médico por una fuerte dolencia surgida en
ese momento, y que tenía que buscar alguna manera de aplacarla. Y que me
avise de cualquier impase.
Cuando
volví a la planta tuve un recibimiento caluroso, pues se veía desde el
piso que todo estaba bien y me animé a decir que el proyecto estaba
concluido, pues el capataz no me hizo saber de ningún inconveniente. Me
fui a una reunión de supervisores y otra vez allí me agradecieron y
felicitaron efusivamente por lo que veían que era un éxito total.
Tuve
una llamada de urgencia del capataz que no atendí porque en las
reuniones no debemos contestar llamadas, así que la ignoré. Cuando
terminó la reunión, me esperaba el capataz en la puerta para decirme que
no podían terminar el trabajo. Cuando fui a supervisar me di con la
ingrata sorpresa de que se habían dejado vencer por las fuerzas de
succión del ducto.
Le
reproché al contratista que le había advertido mucho de que se
encontraría con ese problema, pero ya no había nada qué hacer pues no
había garantía de trabajar con seguridad en las sombras de la noche,
pues la luz del día ya nos había abandonado. Tuve que morder mi orgullo
de nuevo y asimilar el castigo. Desde
abajo se veía bien pero informé a todos que el trabajo no estaba
concluido y que habíamos fallado de nuevo.
7. Recién entonces entregué el informe
de trabajo concluido
Desde
entonces no pude estar tranquilo ni conciliar el sueño. Que si de
dormir se trata debo decir que no pude dormir ni un solo instante esa
noche. Al día siguiente atacamos de nuevo el problema, frescos y con
ganas de vencer en esta ocasión, de una vez y definitivamente. Teníamos
que imponernos a todos los avatares que se presentaran. Y luego de mucho
trajín, esfuerzos, alientos y desalientos y de trabajo penoso y
tesonero pudimos culminar con esta misión que nosotros mismos nos
habíamos impuesto.
Recién
entonces entregué el informe de trabajo concluido, dando garantías de
que estaba culminado completamente. Entonces pasé de ser villano, a de
nuevo y otra vez, ser el héroe de la jornada. Hoy día sábado que estoy
escribiendo esta historia, todavía estoy descargando mis nervios y
relajando mis músculos y emociones.
Cuando
tuve el problema con el gerente de operaciones me hice la promesa de
dejar este trabajo pues no creo que pueda volver a alternar con este
señor, porque su actitud no es la de un supervisor cabal. El buen
profesional tiene que asegurar un ambiente de cordialidad y de seguridad
en el centro de trabajo.
Justo
ese mismo día recibí la llamada de una compañía que me está dando la
oportunidad de trabajar para ellos. Debo decir, eso sí, de que mi
educación católica recibida en el Seminario de San Carlos y San Marcelo
de Trujillo me aconseja que una decisión no se debe tomar en caliente,
ni en un momento de ofuscación, así que me estoy relajando y esta nota
la hago para que de alguna manera se me calmen los nervios y vuelva la
tranquilidad a mi alma.
Como
corolario de esta actuación se propalará en el periódico de la compañía
el mensaje de que sí se puede hacer un proyecto con no mucho dinero
pero con esfuerzo ingenio y trabajo de grupo.
No
es mi intención ser famoso pero sí creo que debo de ser reconocido y
este trabajo debe ser difundido porque no creo que se haya hecho antes
en el mundo una proeza como esta, pues laboro hace muchos años en
fábricas de cemento y he tenido que supervisar instalaciones en los
cinco continentes. He integrado junto a ingenieros norteamericanos
misiones de alta especialización en Arabia, la India, Pakistán, Rusia,
como en las principales plantas de cementos de mi país, el Perú.
8. Agradecer a Dios
por lo que nos permite hacer
Me
siento mejor ahora que he escribo esta nota y sólo prometo seguir
siendo humilde, condescendiente y comprometido con la gente que expone
su vida y se esfuerza por hacer posible que los proyectos como estos
alcancen su plena realización.
Los
mecánicos son más jóvenes que yo, pero fuman mucho y en las subidas y
bajadas de los andamios se quedan sin respiración, pero en esta
oportunidad pusieron mucho empeño, coraje y compañerismo.
Nuevamente
quedó comprobado que si trabajamos unidos con mutua estima y
responsabilidad vamos a vencer cualquier dificultad. Asimismo, siempre
dan resultados favorables la unión y la confianza en lo que deseamos
realizar.
Pero
he aquí algunas notas de felicitación. Las recibí con satisfacción ya
que pude ser el instrumento para que mi compañía siguiera funcionando,
dando la seguridad a los trabajadores y la satisfacción a nuestro estado
de Virginia.
Una
de ellas es inclusive del jefe con el cual discutí como dos pigmentos
en la cúspide de una torre bamboleante en donde no cabe sino agradecer a
Dios por lo que él nos dispensa y nos permite hacer de bien en este
maravilloso universo:
From: PUPPO Gennaro
Sent: Thursday, September 27, 2012 10:05 PM
To: SANCHEZ Milton
Cc: FARINA Nicola; BELLAGAMBA Bruno; SLAVOV Radoslav; KEES Jim; BLASE Brad;
DICKINSON David; ALT Chad; FERRARIO Carlo; CRUZ Sonny; CROWLEY Keith; HEVENER
Mark
Subject: Re: Conditioning tower expansion joint
I don't know guys if you realize what you all got accomplished, that was not
easy. Safety Creativity, dedication, team work servicing one goal, don't stop
the kiln.
This was great
Sent from my iPhone
Never give in, never, never, never, never, never give in
On Sep 27, 2012, at 6:11 PM, "SANCHEZ Milton" Milton.Sanchez@essroc.com> wrote:
Nick
Here the result of our efforts. Thanks to the control room operators, Sonny,
Carlo, Radoslav for making sure the RM and kiln system was safe for the crew
that performed the job.
Let’s wait to see if the expansion joint take care of the dusting hazardous.
Up to now I have seen the clothing working in and out of the duct gap.
See you tomorrow.
Y
han sido muchas las felicitaciones orales, espontáneas y, las más de
las veces, bastando con la mirada del trabajador humilde cuando uno
transita por los pasillos o sale por alguna puerta, donde se puede ver
sus miradas agradecidas, por seguir teniendo un puesto de trabajo
seguro, y de cómo nos agradecen con los ojos dulces o con el gesto de
llevarse la mano a sus cascos, bendiciéndonos por lo que hacemos también
por ellos.