Danilo Sánchez Lihón
Veo aquellos que han muerto
por la buena causa en cualquier parte.
La simiente es escasa y, no obstante,
la cosecha no se agotará nunca.
Walt Witman
De la Puente es en la historia peruana
lo que fue Santos Atahualpa y Túpac Amaru,
caudillos de una vieja campaña de liberación
nacional. El fracaso de la guerrilla de De la Puente
es más aparente que real. Su lucha se efectuaba
en el campo físico de la batalla y en la conciencia
y la memoria de aquellos por quienes combatía.
La derrota militar nada quitó a la segunda tarea.
Quizá sí le añadió el mérito del sacrificio…
Difíciles y complicadas serán las rutas peruanas
del futuro, pero de alguna manera todas ellas
tendrán en De la Puente un hito moral común.
Pablo Macera
1. Morir
contigo
El
día anterior a su muerte interceptaron a un enlace que había ido a la
capital de la provincia a comprar y traer medicamentos urgentes para el
ataque de asma y para la gastritis que él padecía y ahora lo tenía
postrado. Porque él marchó a la montaña a izar la bandera de la
dignidad, enfermo del cuerpo, pero como nunca pletórico en el alma
Esas
dos dolencias habían recrudecido en el campamento general de Mesa
Pelada en el valle de La Convención del Departamento del Cuzco desde
donde emitiera su proclama insurreccional para acabar con el orden
insano e inaugurar una patria socialista y hermosa como lo habían tenido
los Incas.
El
Servicio de Inteligencia del Ejército quienes habían tenido cursos de
preparación exhaustivos en la Escuela de las Américas para develar
movimientos subversivos en América Latina, y conociendo que Luis de la
Puente padecía de estos males, había tendido una red de espionaje en las
dos únicas farmacias existentes en el pueblo de Quillabamba.
Capturado
este contacto y luego torturado dio informes sobre el emplazamiento de
la guerrilla, el mismo que fue rodeado por una compañía que portaba
armas pesadas como también helicópteros artillados.
2. No
lo dejó solo
Entonces
bombardearon los lugares en donde se tenían almacenes de armas y
alimentos. Los insurgentes se parapetaron en un aserradero. A los
hombres que estaban desperdigados en diferentes posiciones entonces les
ordena:
– Escapen. Salgan, váyanse. Cada quien busque salir vivo y proseguir la lucha.
E igual hizo con su comando, al decirles:
– Es más importante para la revolución que ustedes vivan a que estén muertos. Así que todos, ¡dispérsense!
Quienes
lo rodeaban y estaban con él se quedaron, pues su respuesta escueta el
permanecer a su lado. Al instarlos nuevamente a marcharse fue su
contestación:
– Hemos decidido morir contigo.
Y con el murieron entre otros Pablo Escobar, Rubén Tupayachi, Edmundo Cusquén.
También junto a él estaba, y no lo dejó solo, Carlos Valderrama, estudiante santiaguino que se inmoló a su lado.
3. Vive
en la bandera
Sin embargo, Luis de la Puente Uceda vive ahora de múltiples formas:
En Cuba hay muchos hospitales, plazas y centros educativos que llevan su nombre.
Vive
en el corazón del pueblo que lo saluda, lo canta y guarda memoria
imperecedera de él, como si fuera un mesías. Y en lo que sí es: un héroe
popular.
Vive en los partidos políticos socialistas y de inspiración libertaria que se forjaron a partir de su pensamiento y su lucha.
Vive
incluso en el APRA, que, desde dentro, en la juventud de los militantes
inconformes, entresacan su nombre en sus noches de vigilia para
repensar los principios tan distorsionados y venidos a menos en esos
vaivenes y avatares que ha dado esa agrupación política.
Vive en los fogonazos de justicia social que se alcanzaron después de su inmolación.
Vive
en la casa y en la chacra del campesino que ahora es propietario,
gracias a que él alzara e izara en lo más alto la bandera de la Reforma
Agraria en el Perú.
4. Soplo
de viento
Luis
de la Puente Uceda es representante del mundo agrario, de la devoción
por la Pacha Mama. La tierra fue su desvelo constante.
En nadie encontramos tan claro y tan prístino en su devoción por lo que fue la cultura andina y el Tahuantinsuyo.
En
nadie encontraremos filiación más auténtica por lo que es Santiago de
Chuco y su religiosidad, su folclore, su música y su comunidad.
Su desempeño no solo fue el de un guerrillero o el de un hombre de acción, sino que es un hombre completo e íntegro.
Es un ideólogo con una claridad total en sus análisis, conceptos y doctrina de lo que había qué hacer.
Pero
más aún, se trata de un organizador ceñido y preciso, de un intelectual
cabal, de un orador de fuste, de un maestro, un pedagogo y un guía.
De allí que ahora sea un hombre de leyenda, un mito, con aureola incluso de un ser venerable.
El recuerdo de Luis de la Puente es un huracán, un soplo de viento que cada día no cesa y se expande.
5. Mazorcas
y flores
Ahora
los campesinos del valle de la Convención identifican toda esta zona de
bosques y cordilleras como Ucedachay, es decir Tierra Uceda,
mencionándolo con su segundo apellido que lo encuentran más mágico y
telúrico.
Y
se le reza, se le recuerda para que caigan las lluvias y el agua,
fructifique la tierra en espigas, en mazorcas y en flores para que haga
buen tiempo.
Se
lo considera como un maestro, un guía, un precursor y un ser bueno.
Aquí es amado por su vida, por su identificación con el campesino.
Se
hacen varias peregrinaciones anuales a su tumba simbólica que ellos han
erigido y en su nombre se formulan las más caras promesas.
Y es que nacen pocos seres como él. Y eso es un milagro. Héroe y revolucionario íntegro.
De conducta intachable, de gran fortaleza moral, generosidad y lucidez intelectual.
Paradigma de amigo, padre y esposo, con la conducta incólume de un hombre verdadero.
6. Ejemplo
y consigna
Pese
a que actuó dentro de la legalidad y de acuerdo a las convenciones de
Berna y Ginebra se perpetró con él una masacre y un asesinato.
De
esta gesta miremos por un lado su pureza, su corrección y dignidad de
combatiente, de soldado de la liberación de su pueblo de la injusticia y
del ostracismo.
Y miremos también hacia el otro lado, al sistema contra el cual él se enfrenta con manos y conciencia límpidas.
Fue capturado, encostalado y luego ejecutado.
Al
igual que a Túpac Amaru su cabeza fue cercenada, haciéndola rodar por
la tierra y al igual que al cacique de Tungasuca se cercenaron sus
miembros que fueron enterrados en distintos parajes.
¿No
se siente aquí acaso la entraña malévola, salvaje y crapulosa del
sistema? Pero su sangre derramada es generosa y de alborada.
Porque su vida, como la vida de nuestros héroes es un ejemplo y una consigna; como su muerte es para los otros una afrenta.
7. Ya va
a venir el día
Hay muertos que son invencibles, que los jóvenes los encuentran cualquier día por los caminos y en ellos vuelven a encarnarse.
Hay muertos que avisan a los combatientes cuál es la hora de levantarse y de echarse a los caminos.
Hay
muertos que estarán vivos eternamente en las montañas y en el corazón
del pueblo que los tiene presente cuando se trata de erigir la dignidad y
la patria soñada.
Caben
en homenaje a él estos versos de César Vallejo, a quien él amó, admiró y
recitó en las noches de Santiago de Chuco y por todos los caminos por
donde él anduvo y sique andando:
Ya va a venir el día, ponte el alma...
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.
Ya va a venir el día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas...
Ya va a venir el día, ponte el sol.
Por
todo eso, ¡viva gloriosamente Luis de la Puente Uceda!, porque nos da
razones, motivos, fuerza e inspiración acerca de por qué vivir y por qué
luchar.
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