Danilo Sánchez
Lihón
“Dulcinea del
Toboso es la más hermosa mujer
del mundo, y
yo el más desdichado caballero
de la tierra,
y no es bien que mi flaqueza defraude
esta verdad. ¡Aprieta, caballero, la lanza!
El Quijote
1.
En cada
recodo
Definí mi vocación por la
poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a finales de la década
del 60, al fragor de las batallas y los sueños que en aquel tiempo se erigían.
Aún puedo reconocerme en el
Patio de los Naranjos en la Casona de
San Marcos en el Patio Universitario, yo un muchacho de apenas 16 años, casi un
niño. Siendo que aún tenía en mis mejillas el bozo a membrillo y el color
sonrosado de los aires de mi tierra, como el silencio y asombro por lo hondo que
es mi pueblo Santiago de Chuco donde nací, me crie y donde vivo realmente.
Porque yo tengo dos vidas,
esta de afuera que me gusta solo porque están ustedes y otra de adentro en
donde estoy en mi infancia y en cada recodo, camino, muro y terrado de mi
pueblo.
Siendo así ingresé a San
Marcos en una época de conmociones, de promesas y proclamas incendiarias, época
de sueños insoslayables pero también de escaseces y penurias que se las vivía
hasta como si fuera una gloria de las cuales también podíamos ufanarnos.
2.
Vuelta
de
la esquina
La literatura y la poesía,
en el aliento de aquella coyuntura tenían por supuesto que consagrar su alma y
cuerpo a la revolución mundial, transformar la historia, incendiar las praderas
y encender las grandes hogueras que purifiquen el “hoy” en aras del mañana.
Fueron jornadas de
manifiestos y pronunciamientos en donde creíamos que los cambios estaban a la
vuelta de la esquina y en donde la poesía entonces en nuestra imaginación era
un arma contundente.
Era un corcel de fuego en
la batalla para construir la patria irredenta que nunca habíamos tenido, para
cambiar las viejas estructuras sociales anquilosadas; ambiente en el cual el
poeta no podía sentirse menos que un profeta, un mesías o un libertador.
Aun así, creo que en la
juventud la poesía mata. Ya en edad madura o adulta la poesía salva. A mí me
salva de muchas cosas. Para todo trance difícil está la poesía. Pero de joven
ella nos arroja al suelo, nos despeña, nos sumerge en sus líquenes o en sus
aguas profundas.
3.
¿Quién
no?
Sin embargo, cada quien se
consideraba el elegido de los dioses y nadie nos preparó piadosamente para el
desengaño; aunque algunos sí fueron elegidos al menos por algunas muchachas
hechizadas por aquellas figuras demacradas, obsesionadas e ingenuamente
sobrenaturales, imagen que perseguía y era pegadiza a los poetas de aquel
entonces.
Vivíamos intensamente esa
época haciendo que la universidad abarcara también las playas, los caminos
polvorientos, las plazas sonámbulas, los mercados pueblerinos, porque nuestras
aulas eran todos esos lugares en donde pasábamos las horas deambulando y
discutiendo sobre lo útil y lo vano de esta vida.
En ese contexto, ¿quién no
se sintió atraído por la sensualidad de publicar un libro, siquiera una
plaqueta? ¿Quién no se ufanó ante un auditorio lleno de amigos famélicos,
blandiendo alguna idea osada y, por supuesto, descabellada sobre el arte y la
literatura?
¿Quién no trazó insomne su
poética, pese a no estar seguro siquiera de haber escrito un verso completo? De
allí que coincida con aquel aserto que se ha dicho de mi poesía, cuál es que
ella supo desentrañar el misterio del amor inocente.
4.
Cada
quién
Con Víctor Bueno, hijo del
poeta Leoncio Bueno, Eduardo Urdanivia, Antonio González Montes y Manuel
González Pumachayco organizamos, a través del Centro de Estudiantes de
Literatura, recitales que concitaron el interés y la asistencia de estudiantes
también obsesionados por perfilar la gran obra literaria y que venían
procedentes incluso de otras universidades.
Aquel ciclo de recitales se
presentaba cada viernes en el Pabellón de Letras de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, y en él leyeron sus primeras creaciones muchos poetas que
recién dieron a conocer su obra en aquellos fastos. Algunos de ellos
constituyen ahora voces mayores de la poesía peruana y otros muy jóvenes, sus
nombres y sus libros han adquirido dimensiones de leyenda porque murieron.
Es el caso de Juan Ojeda y
María Márquez, quienes por primera vez se dieron a conocer en esos eventos no
exentos de gloria, y ambos se suicidaron, o sus muertes no fueron totalmente
esclarecidas, aunque en ambos casos sus vidas tuvieran trazos estremecedores y
rasgos trágicos. Después vinieron años confusos, en donde cada quien fue
atrapado por sus propios fantasmas, ganado o arrojado por el trajín del trabajo
social y hasta político.
5.
Ciudad
inexorable
Ahora bien, los primeros
poemas que un hombre escribe, que nunca publica, y guarda para siempre en sus
cajones aunque el olvido los desaparezca, son generalmente poemas de amor. Yo
pisé también esas brasas, como seguramente muchos de ustedes, compensando mi
timidez de alcanzar a la mujer amada.
La sustituía con la
escritura de largos y sentidos poemas que ahora se amarillan entre otros
recuerdos entrañables y que algún día desempolvaré y releeré cuando esté ya muy
viejo.
Leer, escribir y comentar
poesía era lo que hacíamos en las madrugadas neblinosas por las calles de Lima,
o por las playas de Chilca, adonde nos arrojaban los ómnibus interprovinciales,
o en los bares y cafeterías de mala muerte de las barriadas de esta ciudad
inexorable.
Pero nos obsesionaba
también la situación del país, la historia del Perú, el destino del pueblo, el
cambio y la transformación total de las estructuras sociales.
6.
Necesario
recuento
He publicado muchos libros
en diversos géneros literarios, pero el último vinculado a la poesía es un arte
poética titulado “Otro mundo es posible”, y como tal tiene para mí el carácter
de una cábala, de un amuleto y de un exorcismo. He aquí la nómina completa:
1. Las actas, Ed. Piélago, 1969.
2. Scorpius, Ed. Arte Reda, 1971.
3. Canto de acllas, Ed. Gárgola, 1972.
4. Cantiga de dos ciervos del bosque, Ed. INLEC.
1976
5. Crío una mosca, Ed. Gárgola, 1981.
6. Ciudad irreal, Ed. Universidad Nacional Agraria
La Molina, 1992.
7. De tripas corazón, Ed. INLEC, 1998.
8. Acción de gracias, Ed. Biblioteca Nacional del
Perú, 2000.
9. Para vivir en otra eternidad, Ed. INLEC, 2007.
10 Cantar Chuco. Ed. Capulí, 2009
11. El brillo de tu ausencia. Ed. Capulí, 2011.
12. El hombre y su ángel. Ed. Capulí, 2012.
13. Alhelí. Ed. Capulí, 2013
14. Otro mundo es posible.
Arte poética. Ed. Capulí, 2014
Fundé y dirigí además la
Colección Gárgola de Poesía; como edité una antología de poetas de mi tierra,
titulada Santiago, tierra de poetas.
7.
Vista
para
el ciego
¿Qué es la poesía? ¿Y qué
significa para mí escribir poesía? Escribo poesía cuando la emoción ha
rebalsado sus límites y se desborda el vaso de agua. Cuando estoy expuesto a
emociones y contenidos esenciales.
Con la poesía siento que el
ser humano deja su condición mortal y se hace eterno en las palabras, que
nuestra condición efímera y los padecimientos que afligen a la condición humana
se salvan con la significación de un verso o de un poema.
Siento que la poesía es
salvadora, alivia, cura, repara, consuela. No es flagelo sino el bálsamo, y que
con ella nos curamos los seres. Sustituye al ser que nos hace falta, y que
ahora no está. Es un grito de auxilio, es buscar ser protegidos cuando estamos
cayendo al abismo.
Es ella la que abre
puertas, derriba muros, penetra hasta la intimidad más honda y secreta de los
seres humanos.
¿Y qué es lo que yo
anhelaría más de mi poesía? Íntimamente, ¡y ojalá! quisiera que ella fuera pies
para el cojo, oídos para el sordo y vista para el ciego. Y que solucione los
males colectivos haciendo posible que el bien la verdad y la belleza se
impongan sobre la faz de la tierra.
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El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
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CONVOCATORIA