LECCIÓN
DE
VIDA
Danilo Sánchez Lihón
1. Educación
desarrollo y formación
– A ver, usted. –Inquiere el maestro Emilio Barrantes,
profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, desarrollando su clase matutina del curso de Pedagogía.
– ¿Yo, profesor?
– Sí, usted. Háganos una breve síntesis y comentario
del debate existente en la pedagogía actual y que explicamos en la clase
anterior.
– Manifestó usted, doctor, que la discusión
actualmente candente en la educación es entenderla o bien como desarrollo o
bien como formación. Expuso que es desarrollo porque ella debe surgir desde el
interior del alma del niño y hacia afuera de él; mientras que la formación acentúa
influir desde el exterior y hasta guiarse por un estereo...
– Un estereotipo. Muy bien. Continúe.
– Sí. Mi comentario al respecto es que la educación la
comparo al cultivo de un campo en donde el niño es la semilla que puesta en
tierra sabe lo que es, pero que requiere del
influjo del medio exterior; que ocurre cuando la comunidad orienta,
enseña y hasta moldea al niño. Igual que una planta de maíz, o un árbol de
manzanas: hay que regarlo, el sol tiene que darle luz, abrigo y fecundar la
planta; y la mano del agricultor ha de librarlo incluso de la mala yerba. Y esa
es la orientación y la voluntad del maestro que ha de manifestarse en
educación.
Se veía a don Emilio feliz, con su rostro alegre y
jovial, embargado por una gran emoción.
2. Bendito
nuestro pueblo
– Prosiga. –Le dice.
– Entonces, ¿por qué desmerecer lo que viene del
exterior si allí está la voz de la comunidad? En la posición de la educación
como desarrollo hay una inclinación por el individuo. Sin embargo, el labriego
no se dedica a cuidar a una sola planta separada de las demás, a todas las
trata con afecto y por igual; unidas en un conjunto les dedica el mayor esmero en
el mismo campo en donde deben florecer y dar frutos. En tal sentido y consecuentemente
la educación es desarrollo y es formación.
– ¡Excelente! ¡Felicitaciones! ¿Qué especialidad cursa
usted en la Facultad?
– Doctor, no soy alumno de la universidad. Soy
campesino. Y si me pregunta ¿por qué estoy aquí? le diré que es porque soy
padre de un alumno que ha ingresado a esta casa de estudios.
– ¿Y lo acompaña usted a clases? –Se interesó vivamente
en saber el maestro.
– Él tiene otro curso en este horario. Pero lleva con
usted el curso de Corrientes Pedagógicas. Pero yo he seguido las clases suyas
porque son interesantes y magníficas. Sin embargo, mañana regreso a mi pueblo,
pero permítame que lo felicite de veras, maestro.
– ¿Y dice usted que es campesino? ¡Bendito nuestro
pueblo que tiene campesinos que se expresan como usted! Pero, ¿será posible que
al final de la clase conversemos un momento?
– Encantado, doctor.
3. Es
un colmenar
¿Qué había ocurrido? Santiago Alvarado Anaya había
ingresado en abril de aquel año 1958 a la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Y días después regresó a su pueblo de San Miguel, situado en el
departamento de Ancash.
– ¡Felicitaciones Santiago! ¡Ingresaste nada menos que
a San Marcos!
– ¡Eres un orgullo para nuestro pueblo!
– ¡Eres lo máximo, has ingresado a la Decana de América!
¡Bravo, Santiago!
Y así, no se cansan de felicitarlo familiares, amigos,
profesores y las personas del pueblo de San Miguel cuyas casas de quincha siguen
el curso de la acequia general que riega los campos ricos en producción de
cereales, tubérculos y frutas. La
noticia del ingreso de Santiago a San Marcos se ha extendido como un reguero y
vienen a saludarlo.
En su casa todos están felices. Don Elías, su padre, a
sus 47 años se siente por esta razón realizado. Ha trabajado duro la tierra y
su hijo le ha dado la satisfacción de ingresar a San Marcos. Su madre, doña
Donata, con su lliclla al aire y cargando a su hermano Choto bailotean de
felicidad
Al saborear el chupe de papas, los ricos choclos, las
ocas humeantes, y el sabroso olluquito con charqui, sentados a la mesa, la conversación
gira en torno a la Universidad.
– Y ¿cómo es San Marcos, hijo?
– Un colmenar de ideas, inquietudes y realizaciones.
Su local situado en el Parque Universitario es un edificio colonial con varios
patios y amplios corredores. Se ve transitar a los profesores, que son
eminencias en su especialidad, por los pasillos. Los estudiantes portan libros
y discuten sobre temas de arte, ciencias y acerca del acontecer nacional e
internacional.
4. Universidad
abierta y libre
– ¿Y se la puede visitar?
– Sí; recorrer sus ambientes, el Salón de Grados, el
Salón General, la biblioteca, el gimnasio. Y estando allí y si es día de
ensayos se puede escuchar al coro, ver el ballet, contemplar al Conjunto de
Danzas Folclóricas.
– Es mi sueño algún día conocer San Marcos.
– Vamos a Lima, papá, para que conozcas la ciudad y
también San Marcos.
– Solo quiero conocer San Marcos.
Y ese día llegó, y ese sueño se cumplió. Don Elías
Alvarado Romero, padre de Santiago llegó a Lima. Mientras toman desayuno padre
e hijo conversan:
– Entonces, para regresarnos de la Universidad ahora
que vamos, tú me esperas, papá, en una banca del patio de ingreso. Pero, pase
lo que pase, no te muevas de ahí.
– No te preocupes, hijo. Cuanto tiempo te demores yo
estaré allí esperando tranquilo Pero... ¿me dejarán entrar?
– Sí, papá, nos permitirán porque vas conmigo. Por eso
estamos yendo temprano, para conocer. Y después yo entro a clases. Aunque...,
se me ocurre, ¿por qué no ingresas también tú a clases?
– ¿Consentirán?
– ¡Sí, papá! La universidad es abierta y libre.
5. Le maravilló
y quedó subyugado
– Pero, ¿qué dirán tus amigos?
– ¡Para mí será un orgullo presentarles a mi padre!
– Mira, me encantaría escuchar las clases; pero eso
sí, yo entro y me siento aparte.
– ¡Papá! ¡Por qué! ¡Que ya se sepa que el Perú
profundo ingresó a San Marcos! ¡Estas son victorias! Antes los campesinos
estaban prohibidos de entrar. Ahora, mientras más presentes seamos, mejor. Y
hagámoslo evidente, ¡y trascendente! Ojalá que algún día incluso en San Marcos
se escuche hablar el quechua, el runa-sini, lengua de nuestros antepasados.
(Nota: Posteriormente Santiago Alvarado Anaya, actual
profesor de la Facultad de Educación en la UNMSM, sustentó en Madrid en la Real
Academia Española de la Lengua, junto con Miguel Ángel Ugarte Chamorro, la
incorporación de peruanismos de raíz quechua a la lengua castellana).
– ¡Entonces, cómo quieras papá! ¡Como mejor te
sientas!
Y fueron.
Don Elías entró a varias aulas y escuchó diversas
clases, de las cuales le dejó fascinado la erudición y la didáctica de don
Emilio Barrantes Revoredo.
Comprobó, además, que nadie se había dado cuenta de
él, que a nadie le pareció un extraño. Y esto es lo que más le satisfizo, que
lo confundieran con un miembro más de los que circulan por la Universidad.
6. No te escondas
ni desvíes la mirada
– Y bien, ¿cómo te fue, papá? –Le preguntó Santiago
cuando se encontraron en el primer patio, como habían quedado.
– Feliz. Jamás pensé ocupar un asiento, ni siquiera
prestado, en la Universidad de San Marcos. Me pellizco para saber si estoy
vivo. Y es verdad, no estoy soñando.
– Y ¿qué disertación te gustó más?
– ¡Ah! La del profesor Emilio Barrantes. ¡Qué
maravilla! ¡Qué nobleza! Un verdadero regalo de la vida.
– Y ¿por qué, ah?
– Por su fondo y su forma. Comienza planteando
preguntas, cuestiona, debate, extrae conclusiones, explica, esclarece juicios y
después formula principios. Es exacto y preciso en sus ideas y en sus palabras.
¡Qué maestro para culto y versado!
– ¡San Marcos te está mejorado el vocabulario, papá!
– En la chacra se habla de un modo y en la universidad
hay que hablar de otra manera. Pero hijo, te pregunto: ¿podré seguir escuchando
las clases del profesor Barrantes?, porque recién viajaré de regreso el día sábado.
– Pero, ¿no vas a conocer nada más de Lima, que es
preciosa? Bueno. ¡Claro que puedes asistir! Pero eso sí te aconsejo: No te
sientes muy atrás, ni te escondas ni desvíes la mirada cuando te observa,
porque a ellos él les pregunta.
Cumpliendo esas recomendaciones asiste don Elías. Sólo
que ha seguido a don Emilio salón tras salón. Y hoy día han llegado juntos y
solos; más temprano que todos los estudiantes.
7. El Perú,
glorioso y eterno
Ya está sentado don Elías en la tercera carpeta del
aula y el profesor lo observa atentamente. Levantan ambos la cabeza y se miran
a los ojos, con mirada límpida
– Usted acaso, ¿no es de Palca donde yo he trabajado?
Me parece persona conocida.
– No, doctor. Yo soy de San Miguel, distrito de
Malvas, provincia de Aija, Departamento de Ancash.
– ¡El Perú! ¡El Perú! ¡Qué país desafío, pero
entrañablemente hermoso! –Dice don Emilio, extasiado.
La actitud y las expresiones le dan confianza a don
Elías para preguntar:
– ¿Cómo es el Perú, doctor?
– Difícil definirlo. Habría que imaginar lo imposible:
una mezcla de ardiente trópico y helados parajes, selva desbordante y áridos
desiertos; una conjunción de bloques sobrehumanos de montañas, plácidos valles
y espantosos abismos; cumbres inaccesibles en que reposa la nieve y rientes
corredores de mágico verdor, donde se levanta abruptamente un océano de rocas
que son la entraña misma de la tierra, para dejar paso, más lejos, al boscaje tropical
en una matriz en donde no hay más imperio que el de fundarlo todo. El Perú es
zona de origen. “Hermosa abreviación del universo”, dijo un poeta...
Pero ahora, minutos después y ya con los estudiantes
colmando la sala, es don Emilio quien le ha preguntado y se ha quedado
sorprendido con la respuesta que acaba de escuchar:
– ... no soy alumno de la universidad. Soy campesino.
...estoy aquí porque soy padre de un alumno...
8. Lección
de Vida
Al día siguiente, a las ocho en punto de la mañana,
don Emilio con el aula en pleno empieza diciendo:
– El día de ayer hemos escuchado la voz sabia de un
campesino en esta aula. He conversado después con él y le he agradecido su
lección de vida. Quiero manifestar a todos, primero que me siento orgulloso de
mi país, de la Universidad y del futuro que podemos forjar, porque solo uniendo
el conocimiento a la práctica, el espíritu a la vida, el individuo a la
comunidad, es cómo vamos a poder resolver los problemas de nuestro país que son
arduos. Por eso, quisiera invitar a don Elías a que nos dirija unas palabras.
– Gracias doctor. Es un honor estar en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y dirigirme a ustedes. Hoy por la tarde viajo de regreso a
mi pueblo y hablaré en mi comunidad diciendo cómo los campesinos ya no somos
extraños en San Marcos... Quiero expresares a ustedes que sientan el inmenso
honor que es estudiar en San Marcos y de tener maestros como don Emilio
Barrantes. Y que así como el labriego confía fervoroso en la naturaleza que es
la Mama Pacha, confíen ustedes en lo importante de su misión para orientar al
niño y forjar esperanzas en el destino de nuestro pueblo.
– Mil gracias don Elías. En mi calidad de Decano y
habiendo consultado al Consejo de la Facultad de Educación de la universidad le
extiendo un diploma que dice:
El Decano de la Facultad de Educación de la UNMSM,
Emilio Barrantes Revoredo, otorga a don Elías Alvarado Romero, Diploma de Honor
y Gratitud, por su LECCIÓN DE VIDA. Muchas gracias.
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA