Danilo
Sánchez Lihón
¡Papales,
cebadales,
alfalfares, cosa buena!
César Vallejo
LIBRO
PRIMERO
1.
Es ella
la más excelsa de las
doncellas,
quien
ha querido, antes que
consagrarse
al volcán
de la montaña, agitado y
rugiente,
aunarse
al destino de todos los
hombres.
Antes
no conoció lo frívolo ni
mundano.
No aspirando a
tenderse entre la gleba y
la lluvia.
Sin perder
ni su castidad ni su
inocencia. Y
así nació cual
designio divino y con una
historia
sagrada:
¡La papa!, diosa tutelar de
nuestra
cultura.
¡Canto rodado y don de la
tierra,
que llega
honda y lejana,
transportada por
el río de la historia!
2.
Es flor y
luz núbil de las altas
serranías.
Hija
del apu que consintió
extasiado
que se hiciera
madre del universo y
protectora
de todos
los hombres. sin perder
limpidez
ni pureza.
Es virgen siempre. Nos
valemos
de ella,
pero sin mancillarla, en
comunión
con el agua,
la tierra sacrificada y las
fúlgidas
estrellas.
Ella ofrece pudorosa y
arrobada.
su corazón,
¡donde habita el volcán, el
viento
y la primavera!
Es el vínculo entre los
hombres
y los dioses.
3.
Es
la niña que la grava
hirviente
anhela tener
en su vórtice, fauces y
dientes
sangrantes.
Es la flor de los incas
veraces
y justos.
Quien prefirió ser pródiga
con
la raza
humana; dechado e
iniciación
de virtudes.
Sencilla, sabia y
transparente.
Nada
hay en ella de sofisticado.
Su
velo
es suave, ¡toda comedida!
No
tiene ni pizca
de más, ni un grumo de
menos.
Todo
en ella es verdad, honradez
y
vida
auténticas. Gracias a la
papa
sobrevivimos,
no estamos muertos ni
yertos
ni exhaustos.
4.
¡Niña preciosa!
Alrededor tuyo se engarzan
otras
papas pequeñas que son tus
primeros
vástagos. Así naces
prolífica,
rodeada
de seres afables que buscan
tu entraña
y abrazo. Eres madre
humilde
que vela, que
cría a los hijos y los
defiende,
porque
el marido se fue a las
minas y
de allí jamás
se vuelve. Eres fuerte y
sufrida
a quien
la amargura hizo dulce y el
dolor
tornó
suave. Por las desventuras
eres
honda,
¡oh niña adorable y excelsa
del
alma!
5.
En ti está
la armonía del sol con la
luna,
de la tierra,
con el agua, del arco iris
y las
estrellas.
En ti se unifican los
astros y
los caminos.
¡Las nebulosas con las
espigas!
En tu savia
conversan la lluvia y los
tejados;
el alto aliso
con el maíz tierno y la
cascada
del río. En ti
se refunda todo; la vida
vuelve
a ser buena.
Residen en ti las nieves
eternas,
el lucero,
del alba, la flor y el
relámpago
cautivo.
En tu puerta la noche y aurora.
¡La matriz
y los senos de la
Pachamama!
Contigo
nos amamantamos, cogidos a
su ubre y
pezones. ¡Vientre donde
nacer
de nuevo!
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