FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
PORQUE
MI PATRIA
ES HERMOSA
Danilo Sánchez Lihón
1. Un día
me alejé de casa
El poeta Javier Heraud de apenas 21 años, y ya
consagrado pese a su juventud, con libros publicados como El río” y “El viaje”,
fue acribillado el 15 de mayo del año 1963 sobre el río Madre de Dios, frente a
Puerto Maldonado, siendo impactado por 29 disparos, algunos de ellos de balas
dun dun que se usan para caza de fieras animales. Había ingresado con un grupo
de combatientes por la frontera con Bolivia para hacer desde los andes la
revolución social. Había escrito:
Y recordé mi
triste patria,
mi pueblo amordazado,
sus tristes
niños, sus calles
despobladas
de alegría.
Recordé,
pensé, entreví sus
plazas
vacías, su hambre,
su miseria en
cada puerta.
Todos
recordamos lo mismo.
Triste Perú,
dijimos, aún es tiempo
de recuperar
la primavera…
Un día me
alejé de casa
Dejé a mi
madre en la puerta
con su adiós
mordiéndome los ojos.
(Mi hermano,
el pequeño,
no comprendía
nada y creía
que volvería
pronto)…
Yo sabía que
ese viaje era
para mucho
y por eso
abracé bastante
a mi padre…
El carro ya partía…
2. La bandera
blanca
Ahora con Alain Elías en una canoa en medio de las
aguas del río se debaten entre dos fuegos, uno que detona desde la orilla, y
otro desde una lancha repleta de hombres armados que los rodean y luego se van
acercando. Rebuscan en sus mochilas, extraen sus armas y responden. Son cien
contra dos.
– La orden que tienen es matarnos.
Unos en la orilla, otros en la lancha, otros agitando
sus armas en el puerto. Es una cacería.
– ¿Qué hacemos?
– ¡Húndete en el piso! ¡Come naranjas!
Dejan de remar y dejan caer las armas. Sostienen en lo
alto la bandera blanca. Están inermes. No dejan de gritar:
– ¡Deténganse! ¡No disparen!
– ¡Fuego! –Se escucha aquí y allá.
– Tú apunta despacio. –Le dice el capitán al sargento
en la lancha–. ¿Ves bien? Calcula el movimiento de la canoa. Proyecta un poco
hacia donde se desliza el agua. ¡Dale!
– ¡Me han herido en el cuello! –Dice Alaín Elías–. ¡Me
han herido! –Y se hunde más en el bote.
3. Al alba
de todos los días
Javier Heraud, izando ahora una bandera blanca en la
punta del remo, se tambalea poniéndose de pie. Había escrito:
Yo soy el
río
eterno de
la
dicha. Ya
siento
las brisas
cercanas,
ya siento el
viento
en mis
mejillas,
y mi viaje a
través
de montes,
ríos,
lagos y
praderas
se torna
inacabable.
Llegará la hora
en que tendré
que
desembocar en
los
océanos,
que mezclar
mis
aguas limpias
con sus
aguas
turbias,
que tendré
que
silenciar mi
canto
luminoso,
que tendré
que acallar
mis gritos
furiosos al
alba de todos los días.
4. Todo
ha cesado
Javier se levanta para gritar:
– ¡Deténganse! ¡Dejen de disparar!
En eso que Javier se erige para gritar que cese el
fuego, una bala dun-dun le ha ingresado por la espalda y salido por el
estómago, abriéndole el vientre.
Es la una de la tarde y el sol brilla con toda su
inclemencia.
– Me han dado. Me duele mucho. Me estoy muriendo.
–Dice Javier.
– Resiste. Resiste. Tienes que resistir.
– Dile a mi familia que la quiero.
– Recuéstate. Húndete en el fondo.
Alaín Elías dejó de dar signos de vida minutos antes y
todas las balas se concentraron en Javier.
La canoa parece vacía. Pero sigue bamboleándose con
las balas. ¿Por qué tanto ensañamiento? ¿Por qué tanto odio?
Todo ha cesado, la lancha se estremece con los
disparos que siguen cayendo, concentrados en Javier a quien le atraviesan el
cuerpo.
5. En cuerpo
y en espíritu
Su hermana Cecilia lo recuerda así:
Sus ojos eran profundos, de color granadilla, surcados
por ojeras también profundas, sonrisa franca, era muy alto, de anchas espaldas,
pies enormes y, según lo recuerda Mario Vargas Llosa, parecía que andaba como
resbalando.
Es Manuel Cabrera quien me proporciona los últimos
datos sobre el físico de mi hermano:
"Era un tipo grandazo. No encontrábamos chamarras
(así llaman a las casacas) en Bolivia para él, tampoco zapatos porque calzaba
46. Era un problema porque los paisanos bolivianos son chiquitos; en-tonces,
tenían que mandarle hacer a medida chamarras y botas."
Siempre tuvo muy buen apetito, podía comer seis panes
en el de-sayuno y seis a la hora del lonche. Su sitio en la mesa lo describe él
mismo en una carta:
“...sentado yo a la diestra de mi padre, conversando y
acompañándolos como todos los años y todos los días”.
Javier desarrolló muchísimo en cuerpo y en espíritu.
Era de una sa-lud de roble, sólo le recuerdo las enfermedades de niños: sus
pape¬ras enormes, el sarampión y la varicela.
6. ¿Quiénes
son?
Pero hoy la voz, el agua, el viento y los sueños del
alma flotan a la deriva. La canoa aún baila en el río con el impacto de las
balas. Morir en plena claridad del día en medio del río, ¡qué extraño destino!
¡Y con el sol iluminándoles el rostro!
Lo que más hay en esta hora es luz y es agua. ¿Qué
significará todo esto? Y tierra empapada. Y fuego. Y las balas que estallan.
En los sueños finales de Javier al morir estuvieron en
imágenes desgarradas: su madre, su hermano Gustavo, apenas un niño, su padre,
sus hermanas. Y Adelita, el amor de su vida. La calle de su casa. También
Dégale, su amigo. Una multitud, primero silenciosa y luego plena alborozada, en
el día que vendrá, llenando las plazas.
– ¿Están muertos?
Nadie se atrevió a remar desde dentro de la canoa,
sino solo a jalarla con los dos cuerpos en medio del río anchuroso, y el ojo de
limo de agua en torno. Hay una multitud que contempla desde la orilla. Todos
portan un arma, que aún la tienen entre sus manos. El que menos tiene una
escopeta. Algunos siguen disparando por distracción, a cualquier sitio. ¿Qué
hecho protervo ha ocurrido hoy día?
– ¿Quiénes son? –Preguntan algunos.
– Guerrilleros. –Es la respuesta.
7. Palabra
de guerrillero
En su poema Palabra de guerrillero, proclama Javier
Heraud:
Porque mi
patria es hermosa
corno una
espada en el aire,
y más grande
ahora y aun
más hermosa
todavía,
yo hablo y la
defiendo
con mi vida.
No me importa
lo que digan
los
traidores,
hemos cerrado
el pasado
con gruesas
lágrimas de acero.
El cielo es
nuestro,
nuestro el
pan de cada día,
hemos
sembrado y cosechado
el trigo y la
tierra,
y el trigo y
la tierra
son nuestros,
y para
siempre nos pertenecen
el mar
las montañas y los pájaros.
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El texto anterior puede ser
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