Danilo
Sánchez Lihón
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán
matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver.
¡Y no podrán matarlo!
Alejandro Romualdo
1. Penden
ya sus cuerpos
Esta mañana del viernes 18 de mayo del año 1781, en la
Plaza de Armas del Cuzco el cielo luce encapotado, con nubes que se arremolinan
en el cielo, corre un viento frío y se han escuchado algunos truenos, el
ambiente es húmedo y con ganas de llover, cuando en días anteriores los días
eran serenos y el sol lucía radiante.
Desde tempranas horas se ha dado muerte a capitanes y
familiares que han participado en la rebelión encabezada por el cacique José
Gabriel Túpac Amaru que ha estremecido el gobierno colonial de España en sus
virreinatos del Perú y de la Plata.
Han sido sacados en zurrones y jalados por caballos
José Verdejo, Andrés Castelo, Antonio Oblitas, Antonio Bastidas, Francisco
Túpac Amaru, Tomasa Condemaita, cacica de Acos, Hipólito Túpac Amaru, hijo del
jefe de este levantamiento. Luego de quitados los grilletes y esposas que los
tenían sujetos penden ya sus cuerpos de la horca levantada arrimada junto al
cadalso. Y después le llegaría el holocausto a su copartícipe y cónyuge Micaela
Bastidas.
2. Pero
más temen
Y ahora toca la ejecución a Túpac Amaru. La macabra y
espeluznante manera de cómo debe cumplirse la condena para él ha sido diseñada
especialmente por el Visitador General José Antonio de Areche, quien ahora
observa desde un balcón de la plaza el linchamiento.
¿Por qué tanta saña y crueldad en este castigo a
Micaela, sus hijos, su esposo, sus parientes y capitanes de parte de las
autoridades españolas? Para dejar constancia de que nadie cuestione los hechos
que se cometen y perpetran. Que nadie osara
quitarles su botín, su medio no de vida sino de ser viciosos y
holgazanes. Por eso, el suplicio estuvo a la medida del miedo y el susto que
pasaron.
Está a la estatura de las imágenes que sus reflejos
han elucubrado de lo que les va a suceder, porque en su subconsciencia ellos
mismos ya se han condenado a los suplicios más horrendos del infierno. Y, sobre
todo, han logrado entrever qué les sucederá en relación a sus comodidades y
beneplácitos. ¡Que todo lo perderán! Pero más temen en relación a las sanciones
morales que merecen ellos mismos.
3. Subirán
las colinas
Ya tienen configurada en su mente esos castigos, por
la infamia en la cual están sumidos si triunfa la revolución. Por eso, Areche
ha dibujado con minucia, ha trazado en planos y figuras, y ha dejado solazarse
sus bajos instintos acerca de cómo debe ser la ejecución del sublevado.
Nunca antes en la historia humana hay un antecedente
que se parezca a este bestial y monstruoso espectáculo. Así: Sus miembros serán
arrancados por cuatro caballos que tiran hacia las cuatro esquinas de la plaza,
briosos y espoleados. Luego jinetes y palafrenes irán arrastrando los pedazos
cercenados por las calles. Atravesarán las esquinas con el sonido bronco de la
carne humana rebotando en las piedras.
Y, sobre todo, dejando el rastro sanguinolento en todo
adoquín que toquen, para que toda la gente después registre esas huellas en sus
sueños, pesadillas, conciencia y subconsciencia, sea en su calma o su delirio.
Subirán las colinas arrastrando los miembros
extirpados, para luego ser quemados en una pira. Y la cabeza del caudillo
puesta en una picota.
4. Con
un hacha
En estos momentos a él sí logran cortarle la lengua, lo
que no pudieron hacer con Micaela viva. Ahora, amarrado como está de pies y
manos se tienden riendas sujetas a las monturas de los caballos. Y se lo jalona
y su cuerpo flota en el aire y vibra haciendo resbalar a los cascos de los
caballos en el suelo empedrado, pero no pueden arrancarlo.
Tiran una y otra vez en que se tiempla, subiendo y
bajando su cuerpo por sobre los techos y cayendo a tierra con golpes sordos y
secos. Mientras lo hacen la gente aúlla, grita, chilla, vocifera, entra en
paroxismo.
Se alza un sordo rumor de los indios apostados en los
contornos. Aún está vivo en el suelo. Y alza la mano, dirigida a su gente que
permanece en silencio en los cerros ordenando a sus huestes que se calmen.
Reconocen que no pueden arrancarlo a pedazos. Desisten.
Entonces le cortan la cabeza y los miembros con un
hacha. Y por la tarde sus miembros son divididos y enviados a las colinas hasta
donde van a ser arrastrados por los caballos.
5. Son muchas
las delicias
A su hijo Fernando, de 12 años que ha querido agachar
la frente y esconder la mirada para no ver morir primero a su hermano, después
a su madre y luego, y de esta forma, a su padre, lo golpean.
Los soldados españoles le alzan la cabeza tirándole de
los pelos para que vea y le dan de culatazos en el cuerpo obligándole a mirar.
La consigna es que vea.
Y surgen las preguntas: ¿por qué los matan así? ¿Por
qué tanta saña, atrocidad y vileza? Hay razones ineludibles que lo explican.
Sí. Y una es: ¡porque es mucha la riqueza que explotan
y que se llevan de este reino!
¡Porque son muchos los privilegios, placeres,
posiciones, gangas y ventajas; situación que para ellos no debe peligrar nunca!
Porque son muchas las delicias, los halagos, la
soberbia de los españoles.
Y no quieren que de ello se les despoje jamás.
6. bajo la luz
del sol
Porque es mucha la fastuosidad. Y unos miserables no
van a venir a querer arrebatárselas ni hacer peligrar esas ventajas. Y les
enfurece otro hecho peor: saben íntimamente que esos indígenas tienen razón.
Que ellos son los legítimos dueños de estas posesiones. Y eso les duele mucho más
en su conciencia.
Estas son tierras de ellos, que los han arrebatado con
perfidia, negándoles incluso su condición de seres humanos, de lo cual han
hecho, incluso, doctrina de fe.
La desmedida crueldad y el ensañamiento son lógicos:
porque quieren escarmentar para que nadie ose jamás volver a pensar siquiera en
ello. Ahogando así, con la crueldad máxima, todo grito de rebelión.
Porque, ¿dónde se ha visto que el público presencie el
descuartizamiento de un cuerpo humano hecho por caballos desbocados, y la sangre
salte inatajable bajo la luz del sol? ¿En qué lugar de la Tierra y en qué
tiempo, jamás fue concebible?
7. El Perú
valía mucho
Lo revela además la pena que se sentencia, que abarca
no sólo a los vivos sino a los que nacieran. Dice literalmente:
“que se extinga toda su descendencia, hasta el cuarto
grado”
Perdieron toda cordura estas bestias enmascaradas de
nobleza y señorío. Es decir los que nacieran serían victimados.
Este es un derecho y una justicia que sentencia a los
que aún no han nacido.
¿Qué los hacía tan delirantes? La riqueza, las
prebendas, la concupiscencia.
Este suplicio fue a la altura de su codicia. El Perú
valía mucho en oro, en tierras, y en judicaturas.
Y castigaron ferozmente este movimiento porque venía a
cuestionar toda esa riqueza en base a la muerte de los indígenas.
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