YOVERA,
CRÓNICA
Y CANTO
Danilo Sánchez Lihón
1. El amor
bajo tierra
Los tallanes que fuera una cultura de asombro que
floreció en lo que hoy es Piura, adoraban al viento, a las aves y a todo lo que
fuera transparencia.
Y se complacen adivinando en la línea del horizonte
del mar las verdades supremas y dando forma al infinito.
Erigieron mundos ensimismados en lo transparente del
aire como si fueran sellos en el agua.
Por eso visten de trajes blancos o negros, para tener un
punto riguroso de apoyo y referencia entre tanto enigma y tanto
deslumbramiento.
Y lucen hondas ojeras no solo por darle un pedestal a
la mirada, sino porque son vigilantes de los arcanos, adivinadores del gran
sortilegio que es el universo.
Son los tallanes los hacedores de sus cerámicas
golpeando con un ritmo acompasado y frenético en las vasijas de barro como si
tocaran tambores de guerra o hicieran el amor bajo tierra.
2. Mundo de gozo
pero escondido
Y he visto cómo las pulen con laboriosidad infinita. Y
luego graban sobre lo liso y pulido signos en blanco en la superficie
oscurecida porque los misterios son lo que más tienen claro.
Porque los enigmas son sus verdades más prístinas y
aquellas con las cuales tejen y destejen sus emociones. Como también leen
designios que son sus más caras conquistas cotidianas.
Y así como dibujan con hendiduras claras sobre lo
oscuro de las superficies, así es como hicieron pirámides invertidas, y un
mundo de gozo pero escondido en el fondo del alma.
Alumbran el espíritu con inmensas botijas de chicha
hacia lo que es el mundo del subsuelo que les permitiera trasponer el mundo de
sombras y alcanzar el mundo de la superficie y proyectarse hacia lo etéreo.
3. Vigilantes
de los arcanos
Y Julio Yovera, el autor del libro “Río blanco crónica
y canto”, pertenece a ese mundo; es un tallán auténtico y legítimo.
Y por serlo de manera inequívoca es un adivinador de
lo que es diáfano y que siempre está oculto.
Es un chamán de lo que es evidente pero que nunca se
da de manera natural.
Es un iluminado de las verdades simples que es lo más
difícil de ver. Y se lo comprueba así:
Primero, por la actitud natural que él tiene de
acertar con lo misterioso, con lo místico y clarividente.
Segundo, porque deambula cotidiano y seguro sobre los
misterios del ser.
Tercero, porque conoce los pasos de los dioses en las
hojas de los árboles cuando es otoño y ellos pasaron por aquí en primavera.
Cuarto, porque es un maestro visionario, auténtico y
sagaz.
4. Mundos
soñados
Porque Julio Yovera en su égida que es de Kata Ccaos,
un promontorio invisible en una punta anímica.
Ubicado en lo que es la salida más provocativa de la
tierra al mar como es el departamento de Piura.
Donde lo que aparenta ser llanura es más bien pináculo
y arrecife más bien edificado en el viento, con edificios y construcciones
encima de los vendavales, en las brisas y en el aliento de las madrugadas.
Erigidas están sus moradas con la materia de los
sueños, que entrelaza sus caminos a partir de viajes astrales.
Que ha armado sus calles y avenidas en las
transposiciones de lugares ordinarios en espacios extraordinarios.
Que ha construido sus templos en las iluminaciones y
catalepsias de los espíritus visionarios.
Tanto es así que hay algunos réprobos que aseguran que
es una cultura que nunca existió ni existe.
Y es que son pórticos hacia el desierto y con
ciudades, utopías y mundos soñados, construidos en el espejismo del horizonte.
5. Entrelazar
con otros mundos
Julio Yovera por eso no tiene edad cronológica, ni
tiempo concreto que se cuente, ni empleo que se clasifique, ni oficina que se
ubique en la superficie de los días.
O son de su competencia todas las edades, los tiempos,
los empleos y las oficinas.
De allí la actitud, el gesto y la expectativa que pone
en cada asunto. Observa, toca, olisquea el trazo y la huella que ha seguido un
ave por el cielo.
O de una libélula como la mensajera de una consigna en
la construcción de un orden nuevo del universo que es nuestra misión despertar
y edificar sobre la faz de la tierra y bajo la estrella del mundo andino.
También ya percibió en el vaivén de las olas y en el
mar agitado la huella del navío que antaño trazó su ruta por el camino oculto
que habremos de seguir para entrelazar con otros mundos.
6. El combatiente
lúcido
¿Qué nos cabe hacer por ahora?
Descifrar y restaurar el juramento y la promesa que se
hicieron los defensores de la resistencia andina.
Quienes ocultaron los tesoros, saberes antiguos y los
secretos del incario.
Y al guardarlos sabían que con ello sepultaban un
misterio, erigían una consigna y reclamaban una victoria futura.
Y todo ello para alcanzar el mundo que es el encargo
de nuestros padres que rescatemos y otra vez refundemos aquí.
Por eso él integra Capulí, Vallejo y su Tierra que es
telúrica que busca rastros en el agua, en el cielo y en el fuego.
Y por eso él milita en Capulí; por eso es militante
del alba, por su origen, por su ancestro y por los ideales que aspira que se
cumplan aquí y ahora.
7. La victoria
definitiva
Es Julio Yovera el descifrador de las entrañas del
cuy, de la llama, del guanaco puestos en el ara del sacrificio.
Quien se identifica con una causa no porque ella goce
del éxito, de los privilegios y de los favores que dicha adhesión podría
depararle.
Quien se adhiere a un movimiento no por las prebendas
sino porque siente que allí radica la pureza y la verdad que hemos de
enaltecer.
Quien mira en la noche y horada lo oscuro, desentraña
misterios, voces ocultas, pasos perdidos.
Quien estará allí donde el sacrificio y el heroísmo
nos convoquen.
Quien verá donde es más dolorosa la carga y allí
pondrá él su hombro y su temple para proteger al hermano.
¡Y defender lo más noble y sagrado de la vida que nos
cabe defender!
Quien conoce la clave de la ruta a seguir. Es guía y
es tótem.
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HOMENAJE
MUNDIAL
A LOS 50 AÑOS
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