REGRESO AL PARAÍSO DE OLGA TORPOCO EN USA
Por JOSÉ BELTRÁN PEÑA
La maravilla de nuestra
existencia, es que siempre la vida nos da gratas satisfacciones humanas y
artísticas llenas de amor y encantos mágicos, como es la procreación para que
sigamos existiendo a través de nuestros descendientes, o literarias, lo que en
verdad pura, es la parte central del presente libro titulado, Regreso al paraíso (Lima, Gaviota Azul
Editores, 2015) de nuestra querida amiga-poeta peruana, Olga Torpoco, quien
reside con su respetable familia en los Estados Unidos de Norteamérica.
La poeta Torpoco, lleva en su
haber dos poemarios de significativa factura: Out of Paradise, y La fuerza del amor, en los cuales,
siempre hemos podido percibir su elevada sensibilidad humana y artística, que
han iluminado nuestras conciencias, corazones e impulsos, habiendo sido
escritos con un lenguaje sencillo lo importante y valioso de la vida en sus
múltiples manifestaciones y pulsaciones.
Ahora, con el poemario
mencionado, enmarca a través de la palabra su gran amor a la existencia de su
hermoso nieto Mark Ryan Aníbal Torpoco, todo el rito que ha existido, desde la
espera de su nacimiento hasta sus primeros pasos dado en la sociedad humana,
leamos este encantador afecto en varias aristas:
Sentirse doblemente madre:
madre- abuela por el hijo-nieto:
“Me dieron un
bebé en los brazos./ Hoy sentí una ternura olvidada, / el corazón dio
campanillazos / un ser pequeñito me hizo sentir anonadada”.
Así como toda madre se
prepara para recibir a su hijo, la poeta Olga se preparó para cumplir su rol de
abuela:
“El inmenso
libro para cuidarte / ya me lo leí en sus totales, / lista estoy a desplazarme / ven ángel de mi
esperanza.”.
En el desarrollo de esta
bella “historia poetizada” la autora
llega a rememorar imágenes del niño Jesús:
“Canasta de
paja / llenita de sorpresas / mis manos
tejieron, / la espera me mata”.
A un año de nacido sus
“ojitos de muñeco”, así llama a su nieto, comparte con ella, sus primeras
palabras:
“Ya dices tus
palabritas, / en bilingüe, a ciencia cierta: / “cac” para todo lo que cae al
suelo, “teta” fue tu palabra primera / cuando curiosos le preguntamos / cuál
era su favorita”.
Y cómo no la palabra mamá:
“Hoy escuché
tus primeras palabras / dijiste “mamá” a tu madre / extendiendo tus brazos a
ella. // De pronto pensé / que todos nuestros esfuerzos / de abuelos, tratando
de ayudar, / no han sido en vano”.
Y por supuesto que hay poemas sobre el sentir de los abuelos:
“Nita” y
“Nonno”· / lo que quieras llamarnos / está bien para nosotros. / Son trocitos
de oro / que recibimos de ti. /I Cuando jugamos en el suelo me siento con
energías, todos mis dolores desaparecen”.
Asimismo, encontramos textos
que se refieren a circunstancias no tan gratas en la vida de Mark que conllevan
al sufrimiento y la preocupación de la abuela, por ejemplo en una enfermedad:
“Tu adorado cuerpecito / abrazado en las llamas
de la fiebre./ Mis labios que besaban / tu cabeza querida / movíanse en
plegarias / rogando por tu alivio. / Qué largos estos tres días de calenturas
continuas”.
Otro impulso es el extrañar
al nieto, en donde los tiempos se multiplican:
“Abriste tus
bellos ojos de muñeco, / como adivinando mi presencia / ¡Dios, qué bueno fuiste
conmigo! / Este nieto, me devolvió la alegría, con clemencia”.
La luz de la felicidad se
deja leer en el poemario:
“La felicidad
que se siente alrededor / está llena de gloria, / estamos orgullosos de todas
las cosas / que estas aprendiendo a hacer. // Nuestros corazones se sienten más
jóvenes deseando verte crecer”.
.
Y en el mismo juego de la
vida, la abuela experimenta un juego muy especial, infantil y rejuvenecedor, en
donde ni los achaques de los años impiden dicha maravillosa felicidad:
“Se me llena
el alma de ternura / cuando me pides jugar: “a piratas” a los “knits”. / En
estos momentos quisiera / no ver la realidad /
para tu compañera de juegos ser / sin cansarme, ni jadear”.
Y era de imaginarse que la
abuela se cansa y el nieto quiere seguir jugando, produciéndose la primera
rabieta infantil con final feliz:
“Hoy nos
“peleamos” por primera vez, creo que estabas cansadito. Exigías de mí más, / de
lo que ya te estaba dando, / sentándome en el suelo / a jugar a los trenes. /
Me gusta enseñarte, / pero hay veces /
no quieres aprender. Cómo me dolió / escuchar tus llantos / “que la Nita era la peor compañera de
juegos”. Te dejé descansar de mi presencia. / Al rato ya estabas / en mi pecho,
/ yo llenándote de besos”.
Un poema muy especial es el
de Halloween, puesto que allí se revela el amor familiar por tan significativa
fiesta norteamericana, su proceso y desarrollo, que incluye la infaltable
compañía para que el niño pida caramelos a las casas vecinas, terminando Olga
el simpático final de la siguiente manera:
“Dulces te
darán /que el cansancio /disiparan. / Muy entrada la noche / contento los contarás
/ y cuidado con esa Nita / que ladrona de dulces / ¡se volverá!”.
La autora, quien es en la
práctica doblemente madre, le ha creado a su amado nieto, una hermosa canción de cuna que es de
antología:
“Duérmase mi niño / duérmase mi
amor, / que los angelitos / cantan con amor…”.
Nuestra poeta, Olga Torpoco,
ha escrito un bello poemario bilingüe (castellano – inglés), recreando con
poemas “la historia de una abuela y su
nieto”, el cual, dentro del mundo de la historia de la poesía peruana, es un
caso único y muy especial, pues nunca antes se ha leído un libro completo con
esta temática y con la sencillez magistral que
solamente una madre-abuela puede escribirlo cuando existe un gran amor.
Olga Torpoco con el laureado actor norteamericano Ernest Borgnine
fallecido en California el 8 de julio de 2012