1º DE OCTUBRE: DÍA DEL NIÑO EN EL SALVADOR
Por Rodolfo Ascencio Barillas
Este día es sumamente especial, porque hoy celebramos el Día
Nacional del Niño, con gran amor y regocijo, ¿pero qué significado tiene en
nuestros corazones?, cuando fuimos niños veíamos tantas cosas bellas que aún
viven en nuestra alma, que las llevamos siempre, y con ella moriremos, pues los
niños son y serán todo lo que la Humanidad es y será. Un niño tiene la capacidad de ver lo que no se puede ver,
de sentir lo que no se puede sentir. Sus sentimientos son tan nobles, que nos
enseñan lo que no podemos comprender, ellos son sinceros, amorosos, sencillos,
inocentes, complacientes, sonrientes y comprensivos, Por eso tenemos el deber
de cuidarlos, protegerlos, cultivarlos, y asegurarles su futuro en el mundo, y cuando hablo por el día del niño, estoy
hablando también de las niñas, que merecen toda nuestra atención, cuidados y
cariño, y quiero hacer este homenaje a todos los niños del mundo, cual quiera
que sea la condición social, económica, color, credo, y origen todos por igual
son la belleza de nuestro existir, díganme, ¿quién no quisiera volver a ser
niño?, ¿quien quisiera volver a la hermosa infancia?, ¿quién no quiere volver a
comenzar? Todos, queremos volver a ser niños, y si existiese la oportunidad,
volver a los días que dejamos atrás, volver a vivir la majestuosa niñez,
volver a sentir la lluvia de los
atardeceres, a jugar con barquitos de papel, volver a soñar con las estrellas,
las luminosas noches de verano, a dormir en los brazos de su madre, volver a
contemplar los resplandecientes amaneceres, a vibrar con la magia del mundo
maravilloso. Pero esos días pasaron, ahora me lleno de regocijo al contemplar
las vivencias de los niños. Hoy me siento muy feliz al saber que rendimos un
gran tributo, y merecido homenaje a todos los niños del mundo, y expreso mis
afectos, y felicitaciones a los que contribuyen a la felicidad de todos
los niños en todas las naciones de la Tierra.
NIÑO
Por Rodolfo Ascencio Barillas
Yo, era un niño que amaba las estrellas
y desde mi techo las contemplaba;
y veía el resplandor de tus tiernos ojos,
y la dulzura de tu suave sonrisa,
y en tu rostro se dibujaba un arcoíris.
Cuando la lluvia caía en mi costado,
Torrentes ilusiones brotaban de mi pecho.
Yo amé las nubes que viajaban con mis sueños
y las aves que volaban con mis fantasías,
y la brisa emotivamente sonreía
de grandes esperanzas eternamente seducía,
aquellos momentos
eran tardes de tranvía.
Yo me bañaba en los manantiales de tus rosas,
mil doncellas hermosas sollozaban;
con la dulce melodía que despertaba soñando mariposas.
Yo miraba la lluvia danzar en los bosques,
y exhalaba el aroma de tus bellas azucenas.
¡Felices las horas que en la infancia vivía!
y cuando el sol de mis horizontes aparecía,
un amigo desde el llano me clamaba,
yo atendí el ardiente llamado,
fuimos por los montes
y quebradas,
aventuras que susurraban con el viento,
eran días que mi alma encendía,
y los pájaros en los árboles de mis parajes,
y el temblor del rocío mis labios acariciaban,
y las horas perfumaban los helechos,
después caían otros torrenciales aguaceros,
fue las risas de un
resplandeciente enero,
cuando de niños jugábamos a escondidas,
y el secreto habito por años en mi pecho
de aquellos sueños que vivían por derecho.
Yo recuerdo la voz de mi madre que me llamaba,
y me acosijaba, por el frío de la noche,
no quería, pero yo siempre le amaba,
eran bellos los días que murmuraban con el viento,
y a gritos anunciaban las flores del verano
pero, todo había pasado en un suspiro,
en las montañas, en las selvas y en las lluvias,
y en los encantos de aquel hermoso cielo,
y en el viento que
volaba con mis ilusiones
y las mariposas que
llegaban a mis jardines.
¡Oh! cuanto amé los hermosos días de mi infancia,
mi luz, mi sueño, mi estrella, mi llano, mi río,
mi amor, mi anhelo y mi triste desvarío…