Danilo Sánchez Lihón
1. Sentir y pensar
con autenticidad
Se escucha, se habla, se lee y escribe
fundamentalmente para: 1. Sentir y pensar con autenticidad. 2. Actuar con
valores. 3. Adoptar decisiones y resolver problemas, y 4. Transformar la
realidad y crear un mundo mejor.
En relación al primer enunciado, cual es sentir y pensar con autenticidad, es
este un aspecto importante en el desenvolvimiento integral de la persona
humana, hecho que depende en gran medida del lenguaje.
Ahora bien, ayudar a ejercer el pleno y cabal dominio
del lenguaje es propiciar a que las personas se ubiquen mejor en el mundo y en
relación a las demás personas, con pensamientos que recojan el sentir y parecer de los demás. Es también
cotejar las ideas propias con las ajenas; accediendo a que cada persona sea
capaz de comprender y expresar sus sentimientos y pensamientos con
autenticidad.
Es pugnar porque el lenguaje nos represente bien y
represente cabalmente a los otros para poder establecer relaciones cordiales y
transparentes. Porque uno de los mayores daños que se puede hacer a un niño y
joven es hacerle perder confianza en su propia capacidad de sentir y pensar y
de estar desorientados en percatarse de cuál es el sentir y el pensar de
nuestro prójimo lo cual depende en gran medida del lenguaje.
2. Actuar
con valores
En relación al segundo cometido, cual es actuar con valores, debemos decir que
estos residen fundamentalmente en el lenguaje que da expresión a nuestras
percepciones, emociones y pensamientos, y permite a los demás comprenderlos
para interactuar con ellos; tiene su base entonces en el dominio del lenguaje
porque allí es donde se formulan las conductas y luego los hechos que
ejecutamos.
Es en el plano del lenguaje en donde los valores
arraigan, se urden y plasman y adquieren su mayor significación.
Porque escuchar, hablar, leer y escribir serían
aptitudes vanas, dislocadas y falsas sino es para actuar con armonía y
legitimidad; avanzando en el control de las emociones, tomando conciencia real
de los problemas y respondiendo con virtud, entereza y ecuanimidad en cada relación
que establezcamos.
Porque es el lenguaje el que permite que las personas
conozcan sus afectos y emociones y debatan arduamente sus ideas, conceptos de
la realidad y hasta sus pasiones. Dado que actuamos en la realidad que toda
acción tenga su esclarecimiento en el lenguaje. Y esa dimensión esté cotejada
principalmente con los valores que debemos alentar.
3. Adoptar decisiones
y resolver problemas
En relación al tercer objetivo, cual es adoptar decisiones y resolver problemas es
asunto de real importancia que a nadie ha de escapar u ocultárse su enorme
significación.
El conocimiento y dominio del lenguaje ha de estar en
función de este eje para actuar, decidir y resolver problemas de la realidad
con acierto y eficacia.
El fin del lenguaje también apunta a algo práctico y
concreto como dar solución a los asuntos simples y cotidianos, que a veces son
los más difíciles de resolver, como también a afrontar cuestiones complicadas y
hasta conflictivas y beligerantes.
Mediante el lenguaje se interviene en lograr armonía,
concordia y paz, resolviendo situaciones cuando se lo sabe usar bien.
En verdad casi todo alcanza a estar dentro del dominio
del lenguaje en cuanto a soluciones para la realidad.
Mediante la aptitud de escuchar y hablar, leer y
escribir, cambiamos una determinada situación negativa por otra positiva,
extrayendo de todo ello sabiduría y bien común.
4. Transformar la realidad
creando un mundo mejor
En relación al cuarto asunto, cual es transformar la realidad creando un mundo
mejor, es lo que también se logra a través del lenguaje.
El saber escuchar, hablar, leer y escribir deben
servir para crear y transformar la realidad, función y prerrogativa de nivel
superior, elevada y hasta excelsa que puede establecer nuestro ser y estar en
el mundo.
Porque hemos venido aquí para participar en esta
circunstancia existencial que es el vivir, a fin de dar una respuesta única y
creativa a los desafíos que nos plantea la realidad.
Con las palabras cambiamos el mundo. Por eso, alcanzar
la libertad en nuestras palabras.
Que las palabras nos hagan libres, que ellas tracen
nuestros horizontes abiertos e infinitos; que las palabras nos conduzcan por
caminos pródigos.
Que las palabras nos produzcan ternuras renovadas. Y
sea la palabra tierna, la palabra seductora, la palabra apasionada, aquella que
agregue sabiduría, magia y sueños al viejo dado ya raído del universo.
5. Dos propuestas
más
Aparte de las cuatro orientaciones como son: sentir y
pensar con autenticidad, actuar con valores, decidir y resolver problemas, y
transformar la realidad creando un mundo mejor, presentamos dos propuestas más,
igualmente importantes desde nuestra perspectiva de enfocar el área o campo del
lenguaje y la enseñanza de la comunicación integral en las aulas escolares.
Factor importante y el cual sin embargo no tiene el
reconocimiento debido es el silencio, contenido este que incorporamos como
esencial en la comunicación, y al hacerlo recuperamos un elemento muchas veces
negado o desconocido en el lenguaje. A veces activo y otras pasivo, pero eso sí
siempre presente. El silencio nunca es nulo, vacío ni adverso. El es la morada,
la matriz de la palabra y hasta la inspiración de la comunicación y el
lenguaje.
No es en oposición contraste o pugna relievar el
silencio en preferencia de lo que se escucha, habla, lee o escribe; porque de
alguna manera el silencio está incorporado de modo inherente e intrínseco en la
comunicación. Es el telón de fondo y forma parte del lenguaje como el terreno
sobre el cual se erige, o la plataforma en la cual se apoya todo acto o evento
comunicativo.
6. Actuar
con el silencio
Para escuchar, hablar, leer y escribir, el silencio es
el telón de fondo sobre el cual se apoyan y amparan las competencias
comunicacionales, razón por la cual hay que valorarlo.
Claro está, entendemos aquí el silencio como textura interior en
donde se dibuja y apoya la palabra. No
como impotencia ni mudez, tampoco como
traba o complicidad. Menos como miedo, negación o muerte.
Un buen lenguaje considera al silencio también como un
elemento que apoya, actúa y está vigente como trasfondo en todo momento y en
toda actitud de la comunicación.
Pero, a veces, incluso, es y debe ser una actitud, un
lenguaje y una expresión por sí misma. Y hasta una posición, tal y como cuando
se dialoga, conversa y debate.
Porque no se puede escuchar, ni hablar, ni leer, ni
escribir si no hay silencio. Y, en algunos casos, hay que incluso actuar
activamente con el silencio, como un recurso expresivo de la máxima
significación.
7. El saber
decir
El otro factor es el "saber decir".
Queremos proponer incluso esta expresión como mejor
denominación del área o campo identificado como el "saber hablar".
Lo proponemos como reemplazo y sustitución de aquel
enunciado, dado que un saber decir, puede ser mejor entendido. Porque la
mayoría de personas creen que "saben hablar" de manera espontánea y
natural y que no tienen nada ya qué aprender en ese aspecto desde que
pronuncian y articulan palabras siendo, como es el saber hablar, un arte.
Por eso, es mejor postular un saber decir los asuntos,
las ideas y las cosas, hecho que es fácil de suponer requiere de otros
atributos agregados al simple saber
hablar.
Saber decir incluye y abarca dominar estrategias, procesos,
estilos, pudiendo llegar hasta a ser un arte. Supone maneras, ocasiones,
oportunidades, conveniencias y tacto sutil.
De lo contrario, habría que vincular y hacer avanzar
el saber hablar, esclareciendo que en
el fondo al denominarlo así se trata en realidad de un saber decir.
8. El don
de la palabra
La educación no solo debe formar al ser humano para
una profesión, o el dominio de un campo científico. O para ser hábil en una
competencia técnica.
La educación tiene fundamentalmente un compromiso con
la calidad del ser del hombre y de la mujer, del ciudadano o de la ciudadana en
general.
Y tiene que educar para ejercer una verdadera vida en
comunidad, para la democracia, el bien y la cultura. Y esto pasa por el dominio
del lenguaje.
En ese sentido, la educación tiene que formar al niño
para el don de la expresión y de la comprensión de la palabra, para una
relación feliz y armoniosa con el verbo como un don superior del hombre, debido
a que la palabra eleva y transporta, mejora o atrasa según sea el ejercicio que
tengamos de ella.
En tal sentido, si logramos hacer que el educando se
posesione, adopte y asuma el don de la palabra con plenitud y solvencia le
habremos dado una herramienta y un medio principal para el desarrollo y la
forja de su propia persona y de su ulterior destino superior.
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El texto anterior puede ser
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TELÚRICA DE MAYO, 2016