Danilo Sánchez Lihón
1. Una flor
en el cielo
Hasta los enfermos y tullidos han salido a sus puertas
a ver pasar a la gloriosa Banda del Regimiento de Infantería 37 del Ejército
del Perú, acantonada en Trujillo, convocados por esa música divina que acompaña
la procesión del Apóstol Santiago el Mayor, Patrono de la Provincia.
Pero el gran revuelo es que en la noche esta banda
–¡Dios es santiaguino!– animará la retreta de fiesta en la Plaza de Armas de
nuestro pueblo.
En mi casa, a las seis, ya hemos cenado, por el apuro
y el nerviosismo. Y desde esa hora ya estamos preparados con nuestros abrigos y
bufandas, y encasquetados en nuestras gorras de colores, ansiosos por escuchar
la retreta.
A diez para las nueve la plaza hierve de gente y se
queman avellanas, vacas-locas, buscapiques y ruedas que corren por las sogas
tendidas de poste a poste.
Y a las nueve en punto empieza la retreta con el vals
“Estrellita del Sur”, que dice:
Cuando lejos
de ti
quiera penar
el corazón
violento en
su gemir
recordaré de
tu reír
su vibración
que fue:
canto de
amor, himno de paz;
ya no habrá
entonces dolor
todo será felicidad.
...dejando colgados un lucero y una flor en el cielo
de Santiago de Chuco.
2. La caña
dulce
Los espacios junto a la banda están acordonados por
más policías que nunca antes hayamos visto, a fin de no permitir que la gente
se acerque. Los niños se embelesan mirando lo más cerca que pueden al «Chato»
Palomino que toca el redoblante, quien desprende gozos y quejas con las
baquetas sobre el cuero del tambor:
No, no, no te
digo un adiós
Estrellita
del Sur,
porque pronto
estaré
a tu lado
otra vez,
y, de nuevo
sentir
tu fragancia
sutil.
Campanas de
bonanza
repicarán mi corazón.
Luego, interpretan el paso doble “Olé gitana”, donde
el sonido de los noventa instrumentos elevan la plaza hasta colocarla en un
picacho que solo deja entrever hacia abajo las estrellas azules del
firmamento...
Después se escuchan las notas de un «agua e’ nieve»
que es “El Cañaveral”, donde el «Chato» Palomino realiza unos revuelos que
hacen que toda la plaza vibre de entusiasmo:
Que amarga es
la caña dulce
la que tienen
que cortar.
Pasar la vida
entera
dentro del
Cañaveral.
Pobres los
negros esclavos
que para
ganar su pan
se pasan toda
la vida
dentro del Cañaveral…
3. Mejor
ya no podía existir
– ¡Que viva la Banda del Regimiento 37 del Ejército
del Perú!
– ¡Que viva!–, responde unánime la gente.
Luego de un breve descanso ejecutan el vals “Melgar”,
donde los adoquines de la plaza se remueven, y hasta los viejos en los rincones
se ponen de pie como levantados por un llamado ineludible. Nadie es indiferente
a la música, y a ¿quién no se le hincha
el pecho lleno de una emoción profunda?
También interpretan el fox-trot “Sobre las olas”; la
polka “Tacna”, el vals “Clamor”.
– Nunca Santiago escuchó nada parecido hasta ahora–,
comenta uno.
– Y déjate que con las marineras nadie los gana.
– Claro. Ellos animan la Fiesta Nacional de la
Marinera en Trujillo.
En este preciso instante, justamente, arrancan con la
marinera “San Miguel” de Piura, que remata así:
San Miguel,
San Miguel.
San Miguel, al anochecer...
Es inimaginable. Más que la Banda del Regimiento 37 ya
no puede existir en ningún lugar del mundo. ¡Imposible! El cordón que han hecho
los policías parece a punto de romperse en cualquier momento.
4. Con denuedo
y embeleso
En eso, desde la esquina del campanario se oyen los
sones de la marinera “Cachicadán” de los hermanos Arias Larreta.
¿Quién? ¿Qué ocurre? ¿De qué se trata? ¡Quién ha
irrumpido en las sombras! ¡Qué está pasando!
Es la Banda de Músicos «Libres de Julcán», que así
quiere recordarnos que también existe. ¡Nos habíamos olvidado tanto de ella,
Dios mío! Y quién está delante y al frente de ella es Luis de la Puente Uceda.
Nos quedamos anonadados, escuchando sin escuchar lo
que entonan. ¿Y están retando a la Banda del Regimiento? Tratamos de ubicarnos
donde estamos y qué es lo que sucede.
Volteamos la cabeza, los ojos y luego el cuerpo para
mirar estupefactos. Allí están con su uniforme azul y soplando con desconocido
denuedo y embeleso sus instrumentos.
¡Se han atrevido a interponerse en el inmenso
espectáculo, sobrehumano espectáculo, que están dando los músicos de la Banda
del Regimiento!
La sorpresa nos ha tornado tan de improviso que cuando
cesan aún no hemos tenido tiempo de evaluar ni asimilar bien la pieza musical.
Algunos corren donde están los de Julcán y otros se
quedan dónde está la Banda del Regimiento.
5. Yo vengo
desde muy lejos
Yo veo desde aquí el cuchichear del Director, Tito
Noriega, a sus hombres, que se hacen más altos y dirigen una mirada altanera de
desprecio a la esquina donde la Banda de Julcán termina de ejecutar su
interpretación.
Y arrancan con la marinera “Cinco de agosto” cuya
letra la sabemos de memoria:
Yo vengo
desde muy lejos
vengo desde
Morropón,
a ver a mi crucecita,
cruz de
Motupe,
cruz de Chalpón.
Después de esta marinera ¿qué puede hacer la Banda de
Julcán? ¿Tendrán algo parecido o mejor para presentar? O tendrán que retirarse.
Ha sido una tremenda osadía del rubio de Luis Felipe insertarse en el
espectáculo divino que está dando la banda de 90 músicos fulgurantes como un
cuchillo.
¿No ha sido una tremenda temeridad, falta de juicio y
hasta suicidio interponerse en la fascinante retreta de la Banda del
Regimiento?
Pero no se dejan esperar, ingresando de inmediato el
redoblante, luego los trombones de vara y los bajos que hacen que la plaza se
sumerja en un silencio reverente.
Pronto entran de lleno las trompetas, los saxos y
tubas.
6. Saca
la piedra del mar
Quedamos hechizados. Es el huayno Neblina blanca,
interpretado de tal modo que nos deja estupefactos y sobrecogidos:
Neblina
blanca
del mes de
mayo.
Tú eres quien
roba
mis esperanzas.
¡Una perla! ¡Una joya de música! Acompasada, idílica y
tierna que hace latir intensamente nuestros corazones y lagrimear, sin poderlos
contener, nuestros ojos.
Arranca entonces la Banda del Regimiento con un
redoble de tarola y los acordes de “La chica que me quiera". Hay un
griterío a los primeros compases que se desgranan, y cuya letra dice:
La chica que
me quiera
quiérame así
suelta su
cabellera
negra y
hechicera
que me haga sentir.
Y la fuga que insiste:
Saca la
piedra del río
saca la
piedra del mar
porque me vas
a alocar, ¡ay, ay, ay!
porque me vas a matar.
¿Y ahora que hará Luis de la Puente, y el «borrao»
Lizárraga que dirige la Banda de Julcán? ¿De dónde tendrá que sacar fuerzas? ¿Y
habrá algún santo o taitito que los pueda a ayudar?
7. Turbulencia
de río bravo
Alguien empieza a quemar cohetes. Y en ese estruendo
emerge desde lo recóndito la dulce y total marinera “Cinta negra en el pelo”,
con la que se baila en las fiestas hondas de Santiago de Chuco, pasada la
medianoche.
Cinta negra
en el pelo
negrita, te
has amarrado;
antes que yo
me muera,
te has
enlutado,
chinita, ¡cómo no!
No nos dan tiempo a dar rienda suelta a nuestra
emoción, porque así lo ha planeado el director de la Banda del Regimiento,
cuando arremete con la marinera “El huaquero viejo”:
Yo soy el
huaquero viejo
que vengo de
sacar huacos,
de la huaca
más arriba
de la huaca más abajo...
Solemne al principio, para luego entrar con
turbulencia de río bravo que invade sementeras y campiñas, al decir:
Huaquero,
huaquero
huaquero
vamos a huaquear...
Coba, coba,
coba al amanecer
coba, coba, coba al anochecer...
– ¡Qué hermosura, Dios mío!
Revientan cohetes en el cielo:
8. La plaza
se viene abajo
Chim... ¡pum! Chim... ¡pum!
– ¡Viva el Perú, carajo! –se oye decir aquí y allá.
Son esos quiebres de las trompetas al entonar la
marinera los que cimbran las canaletas de las tejas en los techos altos de las
casas.
¡Son esos acordes de los trombones y clarinetes los
que tuercen la plomada de las paredes y le sacan ojos al estucado de los
magueyes en la cercha de los aleros!
Son esos compases los que remueven el cimiento de
piedras y hacen que las casas se ladeen.
¿Y ahora?, decimos. ¿Qué hará la Banda de Julcán?
Pasan breves segundos y se oye el redoblante, luego el bombo y después los
clarinetes.
¿Qué será esta vez? Entran los saxofones para
interpretar la marinera “China santiaguina”. Entonces la plaza se viene abajo
con el griterío de júbilo de la gente.
China
santiaguina
qué tienes
porque no me
miran
tus ojos,
será porque
tienes
otro querer
yo también lo
tengo
igual que tú.
Es tanta la emoción que la Banda del Regimiento
empieza a empacar sus instrumentos.
9. Se enjugan
las lágrimas
El pueblo no sabe qué hacer. Nos tocamos el cuerpo
para saber si estamos vivos. Es la apoteosis. Toda la plaza aplaude y de uno y
otro confín se oye la exclamación:
– ¡Bravo!
– ¡Bravo!
Cada vez que
vengo al sitio
donde
prometiste quererme
lágrimas me
faltan para llorar
corazón me sobra para querer.
Aquí surge un:
– ¡Viva Santiago de Chuco!
– ¡Que viva!
– ¡Viva Luis de la Puente Uceda!
– ¡Que viva!
– ¡Qué viva la Banda de Músicos de Julcán!
– ¡Qué viva!
Es estupendo, sobrehumano, no se puede soportar tanta
belleza. La gente se enjuga las lágrimas en los ojos, vuelven los estruendos de
bombardas y cohetes en el cielo iluminado de Santiago de Chuco.
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