Danilo Sánchez Lihón
1. Tahona
estuosa
En múltiples poemas, así como en páginas sentidas de
su prosa, César Vallejo evoca a su madre con amor entrañable e infinito. Hasta
en su libro póstumo “Poemas Humanos”, escrito meses antes de morir, a los 46
años de edad, donde empieza diciendo: Hay, madre, un sitio en el mundo, que se
llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.
El poema XXIII de Trilce, publicado en 1922, está
dedicado completamente a su madre, y comienza así:
Tahona
estuosa de aquellos mis bizcochos
pura yema
infantil innumerable, madre.
Oh tus cuatro
gorgas, asombrosamente
mal plañidas,
madre: tus mendigos.
Las dos
hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo
arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.
Poema asombroso, porque ¿a quién se le ocurre expresarse
de ese modo?, diciendo de su madre “Tahona estuosa”. ¡Qué tal desparpajo y
arrojo! ¡Y qué manera de tratar con el lenguaje y la poesía! ¡Tahona estuosa!
Porque, ¿quién lo entiende? Aunque de eso él no se
preocupa en lo mínimo. En eso es radical y soberano, no escribe para que lo
aplaudan o lo elogien. Sobre esto había reproducido como epígrafe en Los
heraldos negros la frase bíblica: “qui
potest capere capiat” que quiere decir: El que pueda entender que entienda.
2. Vuelo
astral
¿Arrogancia? ¿Capricho? ¿Soberbia? No; en absoluto. es
ser exactos. Porque recayendo en el poema que nos ocupa, ya sea como sonido o
ya sea como significado, madre se define y es cierta y precisamente tal como él
lo dice: “tahona estuosa”, expresión cabal para la sensorialidad, el
sentimiento, la emoción y el concepto, o lo que sea, ¡para la trascendencia!,
de lo que es ser madre.
Así como Dios, en puro sonido, es “¡ommm!”, que es el
acercamiento más pleno, madre en puro sonido es “tahona estuosa”. Sino volvamos
a pronunciarlo: ¡tahona estuosa! ¡Qué bárbaro! En términos semánticos, tahona
es: casa en donde se hace y se reparte el pan; y estuosa: íntima, cálida,
abrigada. Y la madre en esencia y presencia es eso: tahona estuosa. Por algo
dijo de Trilce:
“Sólo Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he
asomado en donde pudo quedar yerta mi pobre ánima viva”.
– ¿Y gorgas? –Pregunta un alumno mío en mi clase en la
Universidad de San Marcos–. ¿Qué es gorgas, profesor? Y, ciertamente, la
pregunta es legítima, porque: ¿a quién se le ocurre llamar a los hijos: gorgas?
¡Gorgas!, que es alimento o comida para las aves. Y más concretamente de las aves de cetrería. Y en esto ya estamos
subidos en un vuelo astral, pero a la vez hundiéndonos otra vez en la raíz
biológica y telúrica que nos conforma y nos funda.
3. ¡Al fin
la vida!
Porque, ¿qué relación tiene el significado de esta
palabra con los hijos pequeños de una mujer? Creo que mucha y hasta toda.
Absoluta y cabal analogía, que solamente a un genio se le ocurriría encontrar
esa correspondencia de gorga con hijo. Pero por el sonido. Porque, ¿qué somos
los hijos para una madre sino gorgas? En la dimensión básica del lenguaje como
sonido. Y así cómo introduce este lenguaje total, introduce toda la vida, su
biografía y su mundo. Y su muerte. Porque uno de estos hermanos que él menciona
en el poema, y lo dice, ya está muerto. De eso hacía cinco años, pues Miguel
murió el 22 de agosto de 1915 y este poema se escribió en 1920.
Y su madre también es ya occisa, aura que deambula
hecha espíritu por la casa o el huerto, quien murió el año 1918. Pero eso ¿qué
importa? Aquí, con Vallejo, se transponen los límites entre la vida y la
muerte. Porque él conversa para adentro de sí, consigo mismo, hablando de los
insignificantes que resultan trascendentes; de lo nimio, como gorgas que
resulta inusitado, de los cuatro mendigos que son él y sus hermanos pequeños.
¿Pero mendigos de qué? De alimentos que sintetizan el cariño y el amor
¡Qué diferencia ¿no? con los grandes temas y con los
autores con los cuales a él ahora se lo equipara! Las batallas y los fastos de
los dioses en Homero. El cielo, el purgatorio y el infierno en Dante. El amor,
la duda o los celos, en Shakespeare. el bien y el mal en Goethe. La exaltación
de la vida, el mundo y de sí mismo en Walt Whitman. En Vallejo lo que se
encumbra sin perder su condición humilde pero elevada a lo cósmico, es la vida
cotidiana, el hombre en sus funciones íntimas, como comer, ¡tan común y corriente!
Pero, ¡al fin eje y centro de lo que es la vida!
4. El mundo
con madre
Y continúa:
En la sala de
arriba nos repartías
de mañana, de
tarde, de dual estiba,
aquellas
ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos
sobrasen
cáscaras de
relojes en flexión de las 24
en punto parados.
¿Qué quiere decir las migajas de pan convertidas en
hostias de tiempo? que hay dos mundos entonces. Uno es el de la sala de arriba
en donde totalizando el día, en dual estiva, se reparten esas ricas hostias de
tiempo que la madre ofrenda en esta comunión del amor total. Y hay el traqueteo
del reloj que va convirtiendo la gracia, la bendición y el sustento en cáscaras
de reloj.
Aquel pan es sagrado, son hostias de tiempo que tú nos
donas y entregas como sacerdotisa del amor maternal. Pero que en el
transcurrir, y sin que nadie nos lo explique, sucumbe, se niega y desaparece. Como
aconteció en el mundo andino que fue destruido por mano codiciosa, aquella que
impuso el saqueo y después el abuso y la usura, mundo aquel del cual fuimos
expulsados para habitar este otro en el cual somos parias y reclusos.
Ese pan generoso es oblación y está sacramentado,
porque tú nos lo diste, madre, y entonces es pan de amor, que ahora nos lo
quitan y peor nos lo cobran. Y es aquí donde se presenta la ruptura, la
fragmentación, lo quebrado y trágico:
5. dulcera
de amor
Y en vez de hostias de tiempo son cáscaras de relojes:
sea salario, empleo remunerado, falso, mecánico y ajeno.
Sin madre
todo es distinto:
Madre, y
ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en
qué retoño capilar,
cierta migaja
que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar...
Todo cambia cuando dice: “Madre, y ahora!”.
El pan se ha convertido en migaja que en vez de pasar
se ata al cuello por fuera. El pan nutricio se vuelve soga del ahorcado. En vez
de pan para alimentar ahora es cuerda que aprisiona.
Se cambió el mundo del afecto por el mundo del
desamparo al no tener madre, la cultura artificial del lucro se entrometió. Las
fórmulas de la usura y la especulación se impusieron.
El lenguaje de exaltado se ha tornado dolido,
inhibido, desigual, no por los vocablos sino por la inflexión y el gesto, por
la manera de hablar, por el tono confidente, de estupor. ¡Y mohín pueblerino!
Y todo medido en relación a una función básica cuál es
el acto de alimentarse y comer, de nutrirse y paladear. La madre es bolo
alimenticio, es bocado y deglución.
6. El pan
de la vida
En la primera instancia los bizcochos son dulces. En
la segunda una migaja no es que se atasca sino que se ata al cuello como si
estuviéramos condenados.
Y prosigue:
...Hoy que
hasta
tus puros
huesos estarán harina
que no habrá
en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
Expresión que nos sugiere que así como en la poesía él
llegó a lo real de lo real y a ser un poeta del dolor, del hambre y la
orfandad, así en el amor de la madre llegó al amor que se traduce en pan.
Donde la madre es harina, pero también es el cuenco
donde se amasa el pan dulce, el pan de agua, el bizcocho. Lo extraordinario es
que sea a su vez el recipiente y la vasija, porque si no el amor no tiene forma
ni estructura de expresarse y ser en el mundo.
La madre es contenido y continente, harina y
utensilio, donde se pueda amasar el pan de la vida y ser también con “tahona
estuosa”, el horno que lo cueza. De allí que refiriéndose también a la madre
dijera en otro poema: “Estoy cribando tu fórmula de amor para todos los huecos
de este mundo”
7. Allí está
el mundo
Las figuras y metáforas son bucales u orales, también
dentales y de la función de comer. Y del tener hambre.
hasta en la
cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía
late en aquel lácteo hoyuelo
que
inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tánto!
en las cerradas manos recién nacidas.
Pero luego sigue: “Tú lo viste tanto!” ¿Dónde? Tú lo adivinaste. ¿Dónde lo adivinó?
“en las cerradas manos recién nacidas”.
Es decir en los signos, en el mundo cifrado y secreto
de la mano.
Y aquí llegamos al enigma pleno y atroz, porque es en
las cerradas manos de un recién nacido que solo el secreto de amor de una madre
se lo contiene y expurga.
Y otra vez estamos hundidos en el hecho cotidiano,
inencontrable, salvo por el bendito y secreto amor de madre, puesto en lo
pequeño y aparentemente insignificante como es: los trazos de una mano cerrada.
¡Qué atroz! la desmesura! Fijarse la poesía, encontrar
ella el secreto de todo, en las cerradas manos recién nacidas.
¿Qué estará allí? Todo. Allí está el mundo en su
totalidad el mundo pasado, el presente y el futuro.
8. El alquiler
del mundo
Tal la tierra
oirá en tu silenciar,
cómo nos van
cobrando todos
el alquiler
del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
El pan inacabable del hambre, de la ausencia, del
anhelo de infinito. Poema de lo propio y ajeno. Lo propio y auténtico si viene
de la madre. Ajeno y fuera de ella es un mundo de negación, oscuro y yerto. Porque
el mundo de la madre es generoso, del desprendimiento total que ella ampara;
que lo nutre, acoge y protege. Reino del puro amor, lo contrario es extraño,
impropio y raído, donde todo nos cobran y tenemos que pagarlo. Es el “alquiler”
del mundo.
Y nos lo
cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños
entonces, como tú verías,
no se lo
podíamos haber arrebatado
a nadie;
cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?
Es la perspectiva del divorcio, la fractura y el
desgarramiento, del cambio desde una posición de generosidad hacia otra de
desamparo y necesidad. Y él militó y entregó la vida por restituir el mundo de
la generosidad y la solidaridad humanas. Y se hizo paria, mendigo y
excarcelario en el mundo de la necesidad, y su poesía y su vida es grito
desgarrador denunciando lo ajeno y deshumanizado. De allí que sea este “di,
mamá”, abarcando con su sencillez exacerbada, también una consigna para
transformar la realidad como es el pan de la madre el emblema en la
construcción de un mundo mejor.
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA
HOMENAJE
MUNDIAL
A LOS 50 AÑOS
DE SU INMOLACIÓN: