martes, 27 de diciembre de 2016

EL CAÍN MODERNO - ESCRIBE EL DOCTOR ÁNGEL EDGARDO CHIRINOS LAVANDER

 
 
EL CAÍN MODERNO

Dr. Ángel Edgardo Chirinos Lavander

Ante todo, aclaro que no soy psicólogo, pero creo saber evaluar el comportamiento de una persona, más aún si ésta es pública y que desarrolla funciones de administrar un estado o de una nación como la nuestra, en calidad de gobernante (aunque la verdad, más parece fuera un ‘desgobernante’).

Digo lo antes expresado, porque hoy voy a abordar la personalidad del ciudadano Ollanta Humala Tasso, que actualmente ya dejó de fungir como mandatario de la Nación nuestra. ¡A Dios, gracias!

Veamos, sus padres posiblemente, por sus orígenes telúricos andinos, le pusieron un nombre histórico en muestra rememorativa del imperio incaico, obligándole quizás así y de manera subliminal, a que destaque entre los demás y se llene de triunfos (no de dinero) y que a la vez, sea un paradigma (no de la coima ni de la traición) a seguir en nuestro accionar diario.

Ahora, en su vida escolar, bien sabemos que no fue nada que le hiciera sobresalir entre sus condiscípulos, porque estaba siempre entre los del montón de la clase, ni menos mostró ninguna condición o atributo de liderazgo. Fue un alumno más y nada destacable ni del otro mundo.

Acostumbrado a recibir órdenes y sin chistar desde pequeño (tenía un progenitor autoritario), le llevó a seguir la carrera de las armas, por ser bastante pegado a su suelo y con el deseo paternal de su padre, que llegue algún día en la jerarquía militar de ser General y así erigirse, en un ‘golpista’ y llegar también de ser un mandatario de la nación, para ello, eligió el Ejército Peruano como su trampolín (el Ejército debe estar avergonzado).

Ya como efectivo del ejército, tampoco destacó ni como Cadete y menos de Oficial de dicha arma ni de la especialidad que le asignaron; pues, si se levantó en armas como Comandante (acción un tanto incongruente), fue quizás incentivado por su hermano menor -tanto de nacimiento como de grado militar-; porque bien sabemos que la antigüedad es clase y por consiguiente, el ideólogo de esa ‘asonada de una simple unidad militar’, haya sido su hermano menor y él, un mero seguidor; pero como la antigüedad se impone, los honores cuando tienen un final feliz, se las lleva el superior en jerarquía. Aunque ésta no tuvo final feliz sino por el contrario, triste; pero valió para que -siempre su hermano menor- le abriera el camino hacia la presidencia de la república, con las huestes que sí sabía comandar y liderar.

El descontento del pueblo, cuando surge alguien que ‘dice defender los intereses del pueblo y cambiar la estructura del país’, capta simpatizantes y seguidores, cosa que parece que alguien le puso en el cerebro; porque de él no creo, con su mentalidad de seguir acatando órdenes que por el momento son: de la mujer y su entorno plutocrático.

Ahora, si hemos rotulado esta nota con aquel título, diremos que bien se lo merece este aprendiz de gobernante; pues, si en el ejército le enseñaron a comandar hombres, parece que se le olvidó o no alcanzó a aprender lo que es eso y menos por cierto, lo que significa liderazgo, que debe poseer y ejercer todo Comandante. Y si rotulamos Caín moderno es por lo siguiente (por si acaso, no vayan a pensar que es chileno).

Cuando aún era un simple candidato a la presidencia, se acercó a los cuarteles y bases castrenses, a pedir su apoyo, como también lo hizo con las asociaciones de origen castrense que reúnen al personal militar en situación militar de retiro; pues, aducía se presentaba un hermano que había vestido el sacro uniforme de la patria y por consiguiente, era un hermano nuestro y entre hermanos, debemos prestarnos ayuda y apoyarnos. Esa ayuda fraternal se la concedimos, con la esperanza que cumpliera dentro de la ley, las promesas que nos estaba haciendo, sin pensar jamás de una traición tan cruel y vergonzante, como la que nos hizo.

Lo mismo sucedió con su hermano menor consanguíneo que le catapultó a que dejara de ser un simple desconocido, para saltar a la palestra como un digno hijo del pueblo que lucha denodadamente por éste. Al hermano le traicionó y le tiene encerrado en la prisión como un delincuente más que se encuentran encarcelados; traicionándole también. Porque bien se sabe, que ni siquiera ahora que está en el llano (aunque debería estar preso), visita a ese su hermano en desgracia.

Eso me ha hecho pensar y como ya lo dije en algunos escritos que he enviado a la prensa, me ha traído a la memoria aquel episodio bíblico de Caín y su hermano Abel; con la diferencia que Caín mató a su hermano con una quijada de burro y una piedra, Ollanta nos ha matado con un par de Decretos de Estado, a todos su hermanos a quienes les ofreció respetar derechos adquiridos por función y arriesgar todo el tiempo la vida, además de estar al servicio de la patria permanentemente. Tal si fuera un Caín moderno y basándose en la tecnología y la traición digitada, mato a sus hermanos en situación militar de retiro, como a los Abel del siglo XXI.

Esto lo he dicho una y mil veces y ahora que ya se encuentra en la condición de ‘ex’, en que los medios de comunicación no se encuentran coactados de publicar verdades que le atañen, para no perder las publicaciones rentables que genera la publicidad estatal, se animen a publicar lo que antes no lo hicieron; salvo que por temor de esos momentos, ya los hayan echado al traste.

Las investigaciones tanto al ‘Caín’ Ollanta como a su mujer, deben ser exhaustivas y muy serias; porque parece que este sujeto no alcanzó a copar con sus incondicionales como lo llegó hacer el otro traidor Alan García (que por desgracia, se encuentra limpio de polvo y paja), el Poder Judicial con jueces tan genuflexos y sin moral.

Aquel paradigma que su padre don Isaac esperaba que su hijo fuera, ahora se ha convertido, en el del traidor y asesino de sus hermanos de uniforme. Bien se dice, que el traidor tal un Judas Iscariote, se encuentra taimado vistiendo ropas que camuflan y cubren sus maldades, pero que al quitárselas, muestra todas sus bajezas que lo sepultan ante los ojos de los demás.

Sólo pensar que alguna vez, vistió el uniforme de la patria, nos hace comprender el resto de incongruencias que nos depara la vida. Más jamás olvidaremos, que este ‘Caín’ moderno, nos traicionó vilmente, lo que no tiene perdón ni olvido.
 
 ¡Vale!
 
 

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