Danilo Sánchez Lihón
1. Enjugar
tus lágrimas
– ¡Ha muerto Youri! –Me dice Nancy sollozando en el teléfono–. ¡Ha muerto nuestra hermana!
Y
siento cómo llora con una pena inmensa que me desgarra el alma, porque
el llanto de Nancy no sé por qué me parece mi propio llanto, como si yo
gimiera por dentro cuando ella se estremece.
Mientras suspira un poco calmada yo le digo:
– Llora todo lo que puedas, ¡llora, llora! Porque las lágrimas nos hacen ver todo más transparente.
¡Pero
qué frío y limitado he sentido el teléfono cuando no he podido
abrazarla, ni darle mi hombro para que se recueste, ni he podido enjugar
sus lágrimas!
– ¡Ha muerto un ser noble y bueno, un ángel de Dios! –Me sigue diciendo entre ayes y lamentos.
Y
es que Nancy siempre estuvo muy cerca de Youri, sintiendo que no sólo
ha perdido a una hermana sino a una amiga, una hija, una madre; a un ser
superior y sublime.
2. Lo mejor
que él tiene
Youri
tenía inmovilizadas las piernas, los brazos y hasta la mayoría de los
músculos, sin poder siquiera hablar. Sin embargo, prodigaba mucho, pero
mucho cariño, afecto y comprensión.
Ella,
tan indefensa, dando a los demás fortaleza, y claves de virtud. ¿Y cómo
nosotros, teniendo unos pies y unas manos que blandir, nos sentimos a
veces tan incapaces, a oscuras y tan deprimidos?
Ella
en cambio estaba crucificada, pero era tan positiva y esperaba cada día
con una ilusión tan inmensa y renovada. Quien, incluso, pese a que no
podía probar la comida, ya que se lo alimentaba mediante un proceso
artificial, tenía tanto gusto por la vida que la celebraba en sus
símbolos más esenciales: como por ejemplo en las flores que escogía y
regalaba.
Admiraba
y se aferraba a la vida, con todo el poder de su alma y de su cuerpo
disminuido, trabado, hecho un retorcijo; y en un ahogo continuo porque
hasta respirar le era difícil y trabajoso. Y braceaba a favor de la
salvación con todo el tesón de su alma gigante, hecho que constituye un
ejemplo acerca de cómo recoger de este mundo lo mejor que él nos
prodigue.
3. Nunca
reprochó nada
Toda
la vida de Youri fue dar amor, ayudar, alentar a los demás; a sentirse
encantado. A donar a quien está presente un saludo, una actitud de
ofrenda, aunque nada material tengamos que entregar, y siempre un
mensaje de bien y de paz.
Un
paradigma en el hecho de cómo no renunció a ser feliz, pese a que casi
todo le estaba impedido hacer y probar. Y su felicidad era que otros se
deleiten con lo que ella no podía disfrutar.
De
cómo anhelaba que se produzca un nuevo día y que amanezca reconociendo
en ese hecho todo el prodigio de la creación. De cómo nunca dejó de
pensar que en cualquier momento ella se iba a sanar. E iba a empezar a
caminar, pese a que cada día desmejoraba en su salud. ¿Eso9 es
engañarse? No. eso es lo moral, y lo que hay que alentar para uno mismo y
los demás.
El
proceso de su enfermedad era el de morir de a pocos. Pero lo que
asombraba era su coraje que contrasta un hecho así. El tener ánimo para
todo. Todas las notas que transcribía la computadora como sus palabras
expresaban la burbuja inapagable de alegría que emergía desde el fondo
de su ser.
El
deseo de venir y conocer el Perú fue el anhelo más grande que tuvo y
con él que murió. También por eso yo cuido ahora tanto mi país.
4. Abriéndonos
un camino
Yo sopesaba, a través de ella, y me conmovía, ¡cómo pugna tanto la vida por ser la vida!
Nunca
se quejó ni reprochó a nadie de su estado de salud ni su impedimento
para esto y aquello. Si otro podía hacer aquello que ella anhelaba para
sí, ¡sonreía! Era noble, generosa, pendiente de lo que le faltaba a uno,
no a ella sino a los demás.
No se quejó ni del destino, ni de la vida, ni de Dios. Ni menos de sus padres.
Jamás
se acordó ni tuvo tiempo de analizar la justicia o injusticia de su
situación. Se orientó siempre a agradecer y servir desde el cepo de
tortura al cual estaba encadenada en su plena juventud.
Pese
a que en el fondo todo le estaba impedido no fue ni tuvo un solo rasgo
de rencor ni de resentimiento para con nadie, desde que abría los ojos
hasta que los cerraba. Y más aún cuando nadaba en lo interior de su
soñar.
Con lo que nos queda su vida como un ejemplo, abriéndonos un camino y trazándonos un sendero para alcanzar el bien.
5. Un vínculo
absoluto
A
fin de que todo esto ocurra la pregunta es: ¿cuál era su secreto? ¿En
qué consistía esa llave maestra para ser el ángel en que al final ella
se convirtió? Lo diré con sencillez: su confianza en Dios.
Se
le podía hablar de muchas cosas y ella escuchaba casi adormilada o en
la languidez, porque así estaba condenada a permanecer. Pero cuando se
hablaba de Dios era como si se encendiera y despertara por completo.
Entonces
ponía todos sus sentidos en estar pendiente de cada mínimo temblor, era
una lámpara al rojo vivo para iluminar cada secreto: sus ojos estaban
ilusionados, sus mejillas, sus manos cobraban esplendor.
Respecto
a esta clave contaré que cuando mi hermana Nancy la conoció en su casa,
adonde entró con mucha timidez, inhibición y cautela, sin saber
siquiera el idioma de ese país, buscó un amparo alrededor, algo que
significara un apoyo, puesto que idioma y costumbres los separaban.
Lo
que alcanzó a distinguir, esto me cuenta ella, fue un retrato de Jesús
en la pared. Allí sintió que había un vínculo y que este era absoluto,
un puente de oro que los unía y los hacía hermanas para siempre. Y
sintió que un alivio profundo le invadía como si alguien hubiera salido a
su encuentro pese a que era un retrato colgado en un muro.
6. Una sabiduría
mayor
Yo
he tenido el privilegio de hacerme cargo de Youri en la iglesia
conduciendo su silla de ruedas en donde la olvidaron conmigo. Y yo
aproveché para estar a solas con ella, y pasearla por los demás salones,
incluso a ir por los jardines y el prado exterior, en donde algunos
grupos se tomaban fotografías.
Tengo
entonces muy cerca sus latidos, su peso, sus gestos. Y tengo grabadas
las sensaciones de haber sido confidente con ella, poniendo mis manos en
sus hombros y acariciado sus cabellos cuando sentía que ella quería
decirme algo.
Y
lo hacía a fin de que sintiera que alguien que la quería estaba
pendiente de ella, y que la entendía; siempre considerándola un ser
tocado por lo divino, por sufrir lo que sufría, como Jesús cargando en
sus hombros el peso de este mundo, y coronado de espinas que lo hacían
sangrar.
Una
sabiduría mayor que "saber vivir" es un "saber morir". Y Youri inició
hace tiempo un largo camino en ese sentido. Y yo creo que ella lo sabía,
pero evitaba decirlo.
Para
sólo tener un detalle de cómo preveía su muerte, y en relación al
cariño, referiré que guardaba las cenizas de su gato Bruce y que ella
quiso que fuera incinerado y siempre llevaba a su lado como un amuleto.
¿No nos indica eso que el camino que atraviesa la muerte ya lo conocía?
7. Ya libre
de sus ataduras
Y, ¿para qué las conservaba además hechos carbones?
Para
que las pusieran en su ataúd, cuando ella muriera. Eso lo tenía en
cuenta y recordaba siempre. Para intentar llegar al cielo acompañada de
alguien muy querido, es decir: “con su gato”, me dijo convencida, y como
si ello fuera algo decisivo, de vida y muerte.
Yo
creo que, a Jesús, y a todos los santos, al recibirla les ha de parecer
candoroso este detalle. Y no dudo que la han de dejar entrar así: con
Bruce su gato.
Y
termino con un consuelo, así como a ella le hubiera gustado que termine
una conversación: que, así como es bueno tener padres, hermanos y
familia en este mundo, a los cuales podemos recurrir para lo triste como
para lo feliz, es bueno, si Dios lo quiere, tener seres adorables en el
cielo, desde donde nos amparan con sus bendiciones.
Y
así como ustedes están lejos, pero velan por nosotros, así a Youri la
siento sonriente, y libre de sus ataduras, allá en el paraíso, desde
donde derrama su protección y ternura, como ya lo hizo antes aquí, en la
tierra; que seres como ella por sufrir tanto siembran de rosas y colman
de esperanzas, nuestros caminos.
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