viernes, 2 de diciembre de 2016

2 DE DICIEMBRE: BANDERA A MEDIA ASTA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: ARGUEDAS, LUZ Y FUEGO EN EL ALMA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE SOLUCIONES
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
*****
 
ALZÓ LOS HOMBROS Y SE EMPINÓ
LLENO DE ESPERANZA


Alfredo Torero, su amigo entrañable, con quien José María Arguedas trabajaba en la Universidad Nacional Agraria, fue llamado por él aproximadamente a las 6 dela tarde del 28 de noviembre del año 1969 a su oficina en donde Arguedas le entregó unas cartas, para su esposa, para algunos amigos, para el rector, su editor y otras personas.
Alfredo presintió lo peor, que eran cartas de despedida; pero por respeto, por cariño y reverencia no se atrevió a preguntar, además era obvio, él se estaba despidiendo. ¿Qué iba a hacer? No lo había llamado para discutir el hecho de la vida y la muerte.
Cuenta que las cartas, con ser unas hojas leves de papel, pesaban horrores, como si cargara montañas. Pero cuando fue a tomar su auto para venirse al centro de Lima encontró una nota de José María prendida a la plumilla de la luna delantera.
Acudió feliz pensando que su amigo se había desistido de su intento. Pero no.
– Alfredo. –Le preguntó al verlo entrar–. ¿Tú crees que entre los estudiantes habrá un Mariátegui?
Alfredo Torero repuesto de la sorpresa y mirándolo profundamente solo alcanzó a decir:
– Creo que sí, José María.
Vio entonces cómo aquel hombre que se iba a matar levantaba los hombros, se empinaba gigantesco. Sonrió feliz, luminoso, henchido.
Minutos más tarde se descerrajaba dos tiros de revolver en la cabeza.
Aunque su agonía duró cuatro días murió feliz y con esperanza de que entre nosotros nazca un nuevo José Carlos Mariátegui.


DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
*****
 
NUEVA JUNTA DIRECTIVA Y JURAMENTACIÓN
DE LA BASE DE CAPULÍ EN SANTIAGO DE CHUCO
En Asamblea realizada el 30 de noviembre del año en curso, a las ocho de la noche en la Casa del Maestro de Santiago de Chuco, con la participación de varias organizaciones e instituciones convocadas para tal fin, se acordó elegir como directivos de la Base de Capulí, Vallejo y su Tierra en Santiago de Chuco, a:
JAMILO PAREDES ARTEAGA
Presidente
HERLINDO ROJAS RAMOS
Vice - presidente
BÉDER CARBAJAL BENITES
Secretario de actas
DEISY ALCÁNTARA PAREDES
Secretaria de economía
WALTER ENRÍQUEZ FELIPE
Secretario de organización
HERNÁN AVILA AGUILAR
Secretario de cultura
SANTOS TRUJILLO IRAITA
Subsecretario de cultura
FRANCISCO BACA BENITES
Secretario de prensa y propaganda
SERGIO PINEDO ESQUIVEL
Secretario de relaciones interinstitucionales
VOCALES:
ANSELMO MORILLO DE LA CRUZ
JAIR SALINAS GAMARRA
SANTOS MORILLO MEZA
MARGARITA SALINAS GAMARRA
La juramentación de la nueva junta directiva se realizará el 17 de diciembre a las 8 p. m. en Santiago de Chuco con la presencia del presidente de Capulí, Vallejo y su Tierra, Sr. Danilo Sánchez Lihón, y en el marco del Primer Festival de Declamación de Poemas de César Vallejo.
 
*****
 
2 DE DICIEMBRE


  
BANDERA
A MEDIA
ASTA


 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
ARGUEDAS,
LUZ Y FUEGO
EN EL ALMA

 Danilo Sánchez Lihón
 
y la naturaleza del dolor,
es el dolor dos veces
y la condición del martirio
carnívora, voraz
es el dolor dos veces
César Vallejo
 
 
1. El calor
de este fuego
 
En el "¿Último diario?", que integra la obra El zorro de arriba y el zorro de abajo, José María Arguedas escribe:
“... si el balazo se da y acierta. Estoy seguro que es ya la única chispa que puedo encender...”.
Aquel balazo se dio. Encendió aquella chispa, para lo cual también se necesita coraje y extraordinario valor, disparándose en su oficina de la Universidad Nacional Agraria.
Se disparó no uno sino dos balazos en la sien, el 28 de noviembre del año 1969, muriendo 4 días después, el 2 de diciembre.
Nos dejaba incluso en ese acto un mensaje irredento con el telón de fondo de la tragedia y la epopeya que es el Perú.
La luz, el pulso y calor de ese fuego, arderá eternamente en toda conciencia y sentimiento que se relacione a nuestra sociedad.
 
2. Brasa
ardiendo
 
¡Será siempre Arguedas una bala suspendida en el aire! Y punto clave de reflexión en relación a nuestra realidad, a la cultura y a nuestro destino como personas y como colectividad.
Porque nos confesó también que todos los latidos de su corazón y cada pálpito de su vida eran de amor, de devoción y de consagración a una realidad como a una entelequia que es el Perú.
 “La única chispa que puedo encender.”
Frase dicha en ese trance, con el cañón de un revolver apuntándole la sien, no por mano ajena sino por su propia mano, es lo que llamo utopía moral.
Y explicaré por qué:
Porque este hecho, aparentemente de destrucción de sí mismo, es un acto de desafío, para dejar una brasa ardiendo en nuestra mente, en nuestras manos y en nuestra conciencia.
Es un motivo de crisis lacerante y de cuestionamiento inconsolable respecto a la única chispa que podemos encender, en este caso refiriéndose a la bala que lo apuntaba y finalmente detonó; y que acaso: ¿lo cegaría o encendería?
 
3. El grado
de heroicidad
 
Llamo utopía moral a esa conversión de los males y dolencias de que padecemos y atravesamos prácticamente desde que naciéramos, a tornarla en luz; o por lo menos en brasa o carbón ardiendo en nuestro pecho.
Tornada o convertida esa bala a partir de aquel momento inquietante en que se dispara, en pregunta urgente e inacabable acerca de nuestro ser y del destino de nuestro pueblo.
“La única chispa que puedo encender.”
Bala o frase dicha asediado y presionado por el mundo en su máxima potencia que se subleva dentro de sí mismo.
Dicha por el transido e inmenso José María Arguedas; esa humana fortaleza comparable a Sacsayhuamán, ese río más profundo que todos los ríos profundos y abismales del planeta. Esa flor translúcida de pisonay.
Es algo estremecedor y pendiente de resolver, como una espada en el aire. Esa bala suspendida ahora suspendida en el aire detonó; bala que nos da un mensaje que quiero interpretar como el grado de heroicidad que tenemos que poner siempre para vivir en el Perú.
 
4. Guardar
silencio
 
Es un reto y desafío a la literatura, al arte y a la vida esa frase, sabiendo que esa bala se incrustó no solo en su cerebro sino en el mundo, que fue certera y puso en vilo y hasta ahora en suspenso la vida del hombre que reveló una realidad intensa y sublevante.
Quien nos dio a conocer el Perú profundo, indígena y milenario que estaba oculto por siglos de olvido y oprobio; mundo y cultura que están pendientes aún de ser redimidos.
Y esa bala segó la vida también del más reverente de los investigadores del destino del Perú, y uno de los seres más prístinos en el anhelo de que aquí se instaure una sociedad nueva y mejor.
Bala que se encuentra en nuestros propios vasos sanguíneos, con los sueños de una humanidad más justa, lúcida y solidaria. Sociedad que es la que nos corresponde construir, no solo para el Perú, sino para el mundo entero, ahora y siempre.
Son pues palabras límites. Ante esas palabras es imprescindible e ineludible primero guardar silencio, reflexionar reverentemente, luego tomar posición y actuar.
 
5. Su adhesión
a los desposeídos
 
Por eso, llamo utopía moral a una dimensión realmente ineludible. Cuál es la adhesión a los desposeídos del mundo. De formar causa común junto con ellos
En el caso de Arguedas a su compromiso con quienes consideró suyos, y él parte de nosotros mismos para siempre: los indios, los desheredados, los legatarios de una cultura sublime y expoliada.
Con quienes, como lo dice en la dedicatoria que hace de “Agua” a los comuneros y lacayos de la hacienda Viseca:
“con quienes temblé de frío en los regadíos nocturnos y bailes en carnavales, borracho de alegría, al compás de la tinya y de la flauta”.
O, como se identifica y lo suscribe en el poema: “A nuestro padre creador Túpac Amaru”, dedicado a doña Cayetana;
“...mi madre india, que me protegió con sus lágrimas y su ternura, cuando yo era un niño huérfano alojado en una casa hostil y ajena”.
 
6. Un nuevo
Mariátegui
 
Llamo, por eso, utopía moral a ese amor límite, el amor del mundo andino, dolido, sufrido, lacerado.
Donde lo importante es el sentido y la adhesión humana en la defensa de una cultura límpida, conmovedora y señera.
Al anhelo de justicia para con los seres maltratados del mundo, que permanecen esperando el día que vendrá.
Y que en función de ellos profesamos una fe, adherimos a una estructura un pensamiento, y asumimos una militancia a seguir.
Utopía moral que es el desvelo por nuestro porvenir y la entrega puesta en el cambio y en la transformación social.
Utopía moral que es la emoción, el pensamiento y expectativa en el surgimiento de un nuevo Mariátegui entre la juventud, que es como decir: un visionario, un organizador y un hombre luz.
 
7. Aquí, ahora
y para siempre
 
Utopía moral que no descarta sino más bien valora el modelo validado de sociedad que nos ofrece el incario.
Donde se alcanza a plasmar aquí relaciones de solidaridad, fraternidad y bienestar para la población, y que constituían la política de estado de aquella época. Tomando en cuenta el origen del cual provenimos y que lo llevamos dentro del cuerpo y del alma, esbozando un futuro distinto para nuestro pueblo.
Utopía moral es lo que José María Arguedas logra a partir de la conflagración de mundos en pugna de lo cual su vida es síntesis, nudo y cruce de caminos.
Como lo es también César Vallejo, ese otro “divorsium acuarium”; ambos con José María Arguedas y José Carlos Mariátegui, a partir de quienes las aguas fluyen hacia adelante y hacia atrás.
Encuentro y escisión tanto de las aguas que corren hacia adelante como de las que van hacia atrás, a fin de rescatar elementos que nos iluminen. O que avanzan hacia el futuro, que es la sociedad de justicia y solidaridad que es nuestra responsabilidad reconstruir aquí, ahora y para siempre.


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