DE VUELTA
A
LA ESCUELA
Danilo
Sánchez Lihón
1.
La semilla
se
hace flor
Los meses de enero y
febrero en la serranía al norte del Perú, son meses desfallecientes,
aparentemente exánimes y cautivos.
Pero, como lo muestra ahora
el patio de nuestra escuela, ¡meses en que todo nace, se origina y se
transforma!
Meses en que una niña se
hace mujer, que se delata en el busto y arrogancia que ahora tiene.
En las abultadas caderas y los
senos crecidos, y por la mirada furtiva y secreta que antes era candorosa.
Meses en que un adolescente
indeciso se hace varón pletórico y ufano.
Meses en que se hizo el
milagro de que este patio de tierra seca que teníamos que regar para que el
polvo se asiente, ahora sea un jardín florido y un dechado de prodigio. Así:
– ¿Quién abrió todos estos
colores de flores, formas y perfumes?
2.
Invisibles
y
escondidos
El patio cerrado de mi
escuela, casi siempre eriazo y aplanado por las correrías de nuestros juegos
inocentes, con las lluvias de enero y febrero ha brotado.
¡Y ahora es un vergel!
Con todos los colores de
las flores en su centro y hacia los cuatro costados, que avanzan hasta trepar
los muros.
Y se ha engalanado con todo
lo oculto, invisible y encantado que hay en el suelo, aparentemente inerte,
inmóvil y baldío.
Todos los colores de
pétalos, todas las texturas y perfiles de estambres y pistilos.
Aquí están todas las formas
y tersuras de cortezas.
Todas las sombras, con sus
evocaciones y olvidos, están aquí presentes y conmovedoramente tangibles y
vivos.
Pero antes invisibles y
escondidos.
3. Entre
la
floresta
Aletean las mariposas,
reptan los gusarapos, zumban los abejorros y las gotas de rocío, temblando, se
esfuman dando sus últimos suspiros ante nuestros ojos.
¿Igual habrá acontecido en
nuestros corazones?
Meses en que se dilapidó lo
guardado para que la vida siga.
Meses en que la semilla se
hizo brote, flor y fruto.
– Y luz en el viento.
Pronto aparece algún señor
por la puerta, con los ojos buenos y cándidos, con el sombrero en la mano y en
la otra cogido al hijo al que trae a matricular en un nuevo año de estudios.
Entra pidiendo permiso con
el movimiento de la cabeza, saludando a todos y a nadie mientras mi hermano y
yo permanecemos escondidos entre la floresta.
4.
Duendes
de
la floresta
Con una sonrisa tímida en
la comisura de sus labios busca al tanteo con la mirada.
Y descubre un salón abierto
de par en par en donde adentro mi padre repasa solitario sus lecciones.
Pero mientras, endulzados
los bordes de sus ojos nos ausculta y permanece mirándonos sonriente sin saber
si somos fantasmas o seres de carne y hueso.
Y como no encuentra quién
le responda, sube entonces las gradas hasta el salón que tiene las puertas y
ventanas aireadas y batientes.
Desde el corredor de arriba
el niño que va con él también nos descubre con asombro en la selva de tallos y
de hojas.
Y se asusta. Y corre a
esconderse.
¿Le habremos parecido
duendes de la arboleda y la espesura?
5.
Piedra
fuerte
– ¿Está por aquí el
maestro? –Se pregunta asimismo el señor.
Mi padre aparece bajando
del terrado del salón a donde ha subido a sopesar el estrago que han causado
unas goteras.
Han mojado las paredes y la
bóveda del salón principal, hecho por las lluvias desatadas y que han de seguir
cayendo, incluso esta tarde.
– ¿En qué año se matricula
el niño? –Le interroga.
– En el mismo grado del año
pasado, que es Tercero de Primaria.
– ¿Aplazó?
– Al contrario. Tiene notas
excelentes. Pero es bueno poner piedra fuerte y buen adobe en el cimiento. ¿No
le parece, maestro?
– ¡Por supuesto! Así es
cómo se construye.
– ¡Es el Dogo! –Dice de
repente mi hermano, entre el zumbido de las abejas.
6.
¡Y cómo
ha
cambiado!
– ¿Sí? ¿Es él? ¡No se
parece! –Respondo.
– Sí. ¡No lo ves!
– Sí, pues; ¡es él!
– ¡Oye, pero cuánto ha
crecido!
– ¡Y cómo ha cambiado!
Igual nos verá a nosotros,
por eso se ha asustado. Y mientras los papás conversan él se nos va acercando
de a pocos, hasta cruzar palabras.
– ¿Tú eres Juvenal? ¿Y tú, eres
Fredy? ¡Cuánto han cambiado!
– ¿En qué año te
matriculas?
– Otra vez en tercero.
– ¿Y quienes pasaron a
cuarto?
– Pasó Javier, pero ya se
fue con sus padres a Trujillo.
7.
Germinado
y
florecido!
– Otro que pasó y ahora vive
en Chimbote es Alipio. ¿Te acuerdas?
– ¡Claro!
– Los hermanos Iraya de
Angasmarca se han ido a las minas. Este año ya no vendrán.
– ¡Ah!
– Perico ha muerto…
¡Sí, pues! ¡Ay, la vida!
¡Cómo ha cambiado todo en apenas unos instantes, o unos días!
– ¡Mira, hasta los
gorriones han hecho aquí sus nidos y han puesto sus huevos!
– ¡Y cómo hasta los muros
están llenos de plantas, flores y abejorros!
Pero, ¡ay la vida! ¡Cómo se
disgrega, pierde y confunde! Y, a la vez, ¡cómo se une, se junta, asoma y
estalla!
Algo o mucho ha muerto.
¡Pero otro tanto ha germinado, florecido y está ahora aquí, vivo junto a
nosotros!
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