Danilo Sánchez Lihón
La información es
a la sociedad
como la energía es
a la materia.
Tefko
Sakevic
Ya va a venir
el día,
ponte el alma.
César
Vallejo
1. La información
en el mundo actual
Una de las mayores glorias de la especie humana está definida
por la capacidad del hombre para organizar la información dentro de amplias y
complejas configuraciones y su habilidad para ponerlas a disposición de otros
seres humanos, así como la aptitud para acceder a tales emporios informativos y
aplicar dichos conocimientos en la mejor utilización de los recursos que nos
ofrece la realidad, en donde saber, tener y poder están íntimamente
relacionados entre sí.
Ello exige que todo sistema social se organice sobre
una constante, cuál es la información, atendida en su diversidad de órdenes,
entre los que identificamos: información de carácter general, que se ofrece a
través de las relaciones interpersonales y de los medios de comunicación;
información administrativa, a cargo de las dependencias regulares de las diversas
instituciones que funcionan en cada campo; e información científica y técnica,
que se procesa y difunde a través de las bibliotecas, centros de documentación,
bases de datos y redes de información en la nube electrónica.
Es decir, no ha de existir únicamente aquella
información factual, producto de la dinámica propia de todo organismo vivo; ni
tampoco solamente información relativa a aspectos funcionales de un sistema; si
no que debe contarse también con información referentes a los principios, objetivos,
métodos y procesos que sustentan una actividad determinada, ámbito que es
propio de la información científica y técnica, como aquella dedicada al campo de la educación.
2. Un mundo
mejor
La ciencia ha llegado a ser un elemento básico en el ordenamiento
de la vida actual, pues interviene decisivamente en los modos de producción y
en los hábitos de consumo de la sociedad contemporánea, a tal punto que ha
condicionado gran parte de la vida moderna del hombre, quien cada día ha ido
incorporando innovaciones fuertemente concatenadas a dichos aportes.
Función social de la ciencia es o debe ser mejorar el
nivel y calidad de vida de las personas, ayudando a la humanidad a ejercer su
dominio sobre las fuerzas de la naturaleza, a desarrollar la producción de
bienes y la transformación de las relaciones sociales hacia niveles de vida más
justos y promisorios
La información, en ese contexto, es un recurso
esencial y un elemento a disposición del hombre para impulsar dicho
desenvolvimiento. Por tal razón se cifran esperanzas en los conocimientos
científicos para hacer frente a los problemas críticos que afronta la
humanidad, como es la carencia de alimentos, frenar el menoscabo de los
recursos naturales, remediar dolencias causadas por enfermedades y, en general,
en todo proceso de actuación del hombre sobre la realidad para transformarla y
crear un mundo mejor.
3. Eje
los valores
Sin embargo, el conocimiento científico por ahora en
vez de ayudar a superarlos ha ahondado los problemas al no haberse enfocado
debidamente en solucionar los conflictos y desequilibrios existente, habiendo dado
origen a dos mundos, cuales son: uno, el que aprovecha al máximo estos recursos
y, el otro, en grave carencia de dichos bienes.
Nuestros países, por un lado, producen conocimientos
científicos y tecnológicos pero los usan con deficiencia; han destinado
recursos humanos y materiales para realizar investigación, la misma que no
encuentra una inserción en la acción; existiendo, de otro lado, el imperativo
de actuar urgentemente sobre nuestra realidad para revertir la crisis que la
aqueja y transformarla.
La ciencia en vez de ser libre se ha enajenado bajo
los muros y cercas de ser ahora propiedad privada. Aquella manifestación cuya
índole es de carácter generoso y altruista se la ha enclaustrado. El
conocimiento en vez de hacerse transparente y de libre circulación permanece
bajo siete barrotes. Aquella que debiera abrirse al mundo de la luz se ha
sumido en las sombras cuando le corresponde hecha verdad en hacerse sabiduría.
Tenemos que cambiar esta situación, tendiendo a
aquella utopía de una sociedad concebida como una asociación de hombres libres,
no alienados, vinculados por relaciones trasparentes que tienen por eje los
valores de uso; en una palabra, el fin de la mercancía y la concreción de la
utopía.
5. Luciérnaga
que vela
Elena Torrez es una niña boliviana de nueve años de
edad, que estudia en el Colegio San Martín de Porres de Cochabamba, nos dice
refiere lo siguiente en una composición que escribiera:
Yo quería ser
una luciérnaga
para alumbrar
a los necesitados de luz.
Pero no pude
cumplir mi deseo
porque no sabía volar ni alumbrar.
Pero una
noche por mi ventana
pasó una
luciérnaga de alas doradas,
la saludé y
le pregunté cómo podía yo
alumbrar. La luciérnaga no dijo nada.
Pero me
alumbró toda la noche.
A la mañana
siguiente me desperté.
Me sentía tan
feliz que parecía
que se me había cumplido el sueño.
Este cuento o poema, publicado por el Club de
Experiencias Pedagógicas del Centro Cultural Portales, además de encontrarlo
bello por trasuntar una ilusión, lo encuentro simbólico acerca de lo que es –o
debe ser– la acción de la escuela y la educación, que nos ilusiona en el fondo
de su propuesta por el anhelo de volar y alumbrar, me da la sensación de estar
parados al borde de un tejado para abrir las alas y volar.
6. Consagró
sus desvelos
Simbólica también de la acción del maestro que la
encuentro en la luciérnaga que vela el sueño de la niña; como en el acto del
despertar encuentro representada a la acción del conocimiento. Y en la
constatación de sentirse feliz y comprobar que se tiene luz, que se brilla y
que volamos por el cielo azul encuentro el impulso de la educación para la
construcción de nuestro destino de
plenitud.
Y también porque lo encuentro muy pertinente y porque
tiene vínculo con Bolivia y su historia, quiero evocar aquí la presencia de un
educador que creó a un libertador de nuestra América como es Bolívar, porque él
fue fruto de un maestro, que él mismo lo reconoció con profunda emoción como el
forjador de su espíritu.
Y con ello me refiero al maestro Simón Rodríguez quien
entre otros mensajes nos dejó éste de extraordinaria vigencia, que dice:
“Educar es crear voluntades”, como puede ser volar o alumbrar en el caso de la
niña Elena Torrez de Cochabamba.
Sentirse feliz al despertar porque se siente que se
puede volar es lo mismo que cuando Bolívar le escribe a Don Simón Rodríguez,
que vivió buena parte de su vida en Bolivia, y consagró a este pueblo sus
desvelos.
6. Romper
cadenas
He aquí lo que le dice:
“Maestro mío... Ud. formó mi corazón para la libertad,
para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que
Ud. me señaló. Ud. fue mi piloto... Cuán hondamente se han grabado en mi
corazón las lecciones que Ud. me ha dado. No he podido jamás borrar siquiera
una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado. Ud. habrá visto mi
conducta, Ud. habrá visto mis pensamientos escritos... Y no habrá dejado de
decirse: todo esto es mío. Yo sembré esta planta, yo la regué. Yo la enderecé
tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos...”
Este maestro, ante quien él juró consagrar toda su
alma en libertar América, en el monte Sacro de Roma cuando dijo:
Juro delante de usted, por el Dios de mis padres, por
mi patria, que no dejaré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya
roto las cadenas que nos oprimen.
Con quien caminó a pie por el Sur de Europa, maestro
que salió de un orfelinato, de una casa de expósitos, para educar, junto con
Andrés Bello y Francisco de Andújar, a Simón Bolívar, quien es un fruto
glorioso de una educación esmerada. Y que le motivó al libertador a que le
escribiera aquella carta, cuando él estaba en el pináculo de su gloria, en
enero de 1924, y quien se encontraba en la costa de Pativilca al norte de Lima
en el Perú.
7. Utopías
pendientes
Encuentro gran similitud entre esta carta y la
luciérnaga que evoca Elena Torrez, incluso en ser vagabunda como lo fue Simón
Rodríguez, dromómano, revuelto y atrabiliario, de una profunda afectividad y
estatura moral que cogió la pluma para escribir un libro sensitivo cuando a
Bolívar se le arrebató la presidencia de la Gran Colombia, se le intentó matar
en el Palacio de San Carlos, en Santa Fe de Bogotá y que entonces dándose un
trabajo ímprobo y a mano escribió “Defensa del Libertador del Mediodía de
América”, libro que permaneció inédito y que sólo se imprimió años después en Arequipa
en el Perú.
Como la luciérnaga de Elena, daba calor y afecto en el
momento más crítico. Y en la imagen que Elena Torre dice: “por mi ventana pasó”
encuentro que es lo mismo a cuándo: Simón Rodríguez escribe: “no quiero ser como los árboles que echan
raíces sino como las nubes que viajan”.
Contenido que tiene que ver con una educación en
función de los sueños, las ilusiones y las aspiraciones de bien y felicidad de nuestros pueblos, como con el
anhelo de libertad del juramento del Monte Sacro en Roma y de elevarse, volar y
trascender, que es lo que habita y anima en el fondo del tema de la
investigación e información en razón de la construcción de procesos sociales en
la educación. Ciencia, educación y libertad es la fórmula para concretar en
nuestra América las utopías pendientes por cumplir.
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