CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
MAYO: MES DE LOS TRABAJADORES,
DEL LEGADO DE LA PAPA DEL PERÚ
AL MUNDO, Y DEL MAESTRO ENCINAS
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
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HACIA UNA FE ADORABLE
EN NUESTRO PORVENIR
"No solo de pan vive el hombre”, gran verdad porque restringirnos al pan es aceptar ser casi animales.
El saber, el sentir y el estar al tanto del vivir es el alimento para ser y estar, y para el saber hacer.
Y eso es Capulí, Vallejo y su tierra, un movimiento cultural único en el planeta tierra. Y es porque está ligado a la tierra que vio nacer al poeta.
Pero que ahora nos hace nacer a nosotros mismos hacia una nueva dimensión de sensibilidad, de conocimiento profundo de los seres y las cosas, y hacia una fe adorable en nuestro porvenir.
Por eso estoy agradecido primero de haberlos conocido y ahora ser de Capulí, de pertenecer a él con toda convicción y compromiso.
Y también estoy agradecido a nuestros apus de que hayan permitido en el XV Capulí nuestra triunfal participación.
¡Malqachaywan!
SANTIAGO AGUI MENDOZA
Miembro Directivo
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Perú, CONAIP
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29 DE MAYO
SABOR
A CAÑAS
DE MAYO
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
MES DULCE
Y
CON GEMIDO
Danilo Sánchez Lihón
Y crecen otra vez, una vez más,
los maizales
y en el corral ampliase la casa.
Luis Valle Goicochea
1. Y,
¿para qué?
Mayo es mes dulce que esconde un gemido.
Hoy se amasa en la casa, a fin de tener pan, bizcochos, semitas, roscas y otros amasijos para los cumpleaños de este mes; pero más creo que es para calentar con el horno la casa en estas horas heladas y en estas lluvias húmedas y frías.
Hay humo fragante en la casa. Y leña que se quema olorosa.
Y ya ha escampado un poco.
Y, como siempre, a mí y a Amelia, la prima de mi edad, nuestros padres nos encargan para ir a traer alguna pava, o lechón. O un corderito tierno del campo.
O ir a recoger algún chiclayo, o habas verdes. O papas frescas de Urupamba. Y, ¿para qué?
A fin de que revienten y zuacen en el horno.
2. Bajan
en cascadas
Pero otras veces el encargo es ir a traer verduras, como repollos, tomates y culantro de la chacra de mi tía en Urupamba.
O leche fresca con el añadido de un queso de ocasión.
Todo conseguido de algún alpartidario de mi tía Carmen. O si no yendo a la chacra donde vive alguna casera de mi madre.
Y para llegar allí hay que subir cerros, cortar caminos por chacras sembradas, atravesar colinas cubiertas de flores silvestres.
De repente cruzar un río que tiene o no tiene puente.
Entonces, cogiendo ella su rebozo y yo mi alforja saldremos de madrugada, con el rumor de los arroyos que bajan en cascadas.
Por donde antes eran senderos o huellas de pasos ahora bajan las chorreras como si fueran acequias
3. El néctar
de las flores
Y empezar la travesía con el desayuno donde nuestras madres nos sirven alguna fritura, chorizo o relleno.
Con pan de la última horneada, y una taza de toronjil que sorbemos a soplos por lo caliente, y de donde sobresale aún la rama verde entre el humo que emerge de la taza y el otro de la leña de la cocina.
– ¡Felizmente ha escampado!
Y salimos, mirando desprenderse las últimas gotas de la lluvia de la noche en las tejas de los aleros.
Y después ya en las afueras del pueblo hacia lo alto extasiarnos en el humo azul que ya traspasa por entre las rendijas de las techumbres o contemplando los vuelos sesgados de algunas aves, queriendo a la vez desentrañar el mensaje de sus trinos.
U obsesionados con los moscardones del aire que ya zumban buscando el néctar de las flores para fabricar sus mieles.
4. Con
el rocío
– Tú, ¿te acuerdas?
Pese a que yo soy un año mayor, eras tú quien sabías ordenar el mundo para que yo pudiera entenderlo.
Eres tú quien me advierte de cada peligro riéndote de mí con tus burlas.
Y después sin qué ni por qué quedándote seria hasta casi querer llorar.
¿Te acuerdas? Contigo y para ti he cogido todas las flores y frutos del universo.
¿Recuerdas?
Hemos rodado por las pendientes con el rocío prendido aún en las hojas y tallos de las plantas.
Porque no llegaba todavía por allí el sol, hacia esas sementeras.
5. El motivo
de tu llanto
O sumidos hasta desaparecer bajo los rastrojos de alguna parva.
O sumidos nuestros pies hasta las rodillas en alguna poza, porque la pava, el lechón o el cordero se nos escapan de la alforja donde lo traemos.
Abrazándonos inocentes bajo alguna choza.
Buscando sacarte una poñita del ojo porque tú repentinamente te pones a llorar.
Y aduces que te ha entrado una pajita en la pupila que yo busco en vano, haciendo que hagas rodar el iris de tus ojos por toda su órbita sin que jamás encuentre el motivo de tu llanto.
– ¿Te acuerdas?
6. Bajo
cualquier penca
Te cogeré de la mano para que pases por los arroyos por donde tienes miedo cruzar.
Subiré a las cercas altas a sacarte alguna fruta que se te antoje.
Y la familia del campo a donde hemos ido nos habrá invitado leche fresca recién ordeñada de la vaca.
Y nos habrá tostado cancha. Y nos habrá invitado alguna fruta dulce o lo que sea, porque así son, se desviven por ser generosos.
Y compartirlo así habrá sido aquel el mejor tiempo.
Y volveremos rozagantes. Y nos guareceremos de la lluvia bajo cualquier penca, acurrucados sintiendo que los cielos se pueden romper por el fragor de los relámpagos.
¡Ah, cruel y encantadora primavera! Y pienso que esta también fue mi escuela y tú mi primera maestra.
7. Y mirando
el valle
Por eso hoy, pasados ya tantos años, al salir a caminar por aquellos mismos senderos que recorrimos de niños, he recordado.
Nítidamente en la calma profunda de las horas, después de este aguacero repentino, he evocado cómo era cuando nuestros corazones fueron inocentes.
Y estando solo en el camino, teniendo al frente las hileras de retamas que amarillan, los árboles gigantescos, como nunca he vuelto a sentirme solo.
Con el valle en la hondonada, ha venido entonces y se ha posado en el capulí cercano un zorzal indómito.
Y mirando la campiña y los tejados ha entonado otra vez su canto primordial e insondable.
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