PUKA YAKU O RÍOS DE SANGRE
Walter Lingán
Alemania
La historia del
Perú siempre ha estado salpicada de sangre, recordemos nomás que el paro
nacional de 1977 costó la vida a casi una decena de ciudadanos y el despido de
sus centros de trabajo a más de cinco mil obrero o las últimas protestas en diversos
lugares de nuestra patria durante el actual gobierno ya son algo más de una
veintena y lo peor del caso es que nunca hay culpables en las alturas, mejor
dicho, los responsables siempre están en el pueblo, de eso nos podemos percatar
ahora mismo con el inicio del juicio a los awajún por la muerte de policías e
indígenas en el llamado “baguazo”.
El conflicto
armado interno que se inició en 1980 y se prolongó hasta el 2000 fue uno de los
más trágicos de nuestra historia reciente.
Fueron veinte
años de guerra y terror entre las fuerzas armadas y los grupos alzados en
armas, en particular las de Sendero Luminoso.
La región del
Alto Huallaga fue uno de los escenarios de mayores enfrentamientos donde el
conflicto adquiere una configuración especial al tener como actores adicionales
a los hombres del narcotráfico.
Este es el
ambiente donde el escritor cajamarquino Fransiles Gallardo enmarca las
historias que integran su nueva entrega literaria titulada Puka yaku – Río de sangre (2014).
Los antecedentes
literarios de Fransiles Gallardo lo ubican como poeta, así el 2004 publica Ventisca tu desamor, luego en 2009 Arco Iris de Magdalena y finalmente Estremecido gato montés en el 2012.
En sus versos la
sabiduría andina hilvana sus nostalgias, sus pasiones se desbocan en los
colores de su Magdalena natal y la áspera geografía marca el ritmo de la vida.
Pero el poeta
también incursiona en la narrativa con las novelas Entre dos fuegos. Historias de ingenieros (2007) y Aguas arriba (2011) donde la oralidad
campesina adquiere en el mito y el harapo una calidad estética comparable al
genio de Gregorio Martínez en Canto de
sirenas.
Con el derecho a
equivocarme podría afirmar que Entre dos
fuegos, Historias de ingenieros (2007) es la novela precursora de Puka yaku – Río de sangre (2014), en la
que recrea el traumático devenir de una época terrible cuando el terrorismo de
los militares y de los senderistas imponen la muerte y la razón de las balas.
En Puka yaku – Río de sangre ya no son sólo
los ingenieros atrapados entre la violencia senderista y militar, sino que
ahora es también el pueblo, que además debe soportar el enseñoreo de los
narcotraficantes.
Fransiles
Gallardo llegó hasta Tocache en su calidad de ingeniero civil para dirigir la
construcción de un colegio y se encuentra con trabajadores tocados por las
secuelas de la violencia demencial de los 80 y 90, que en silencio trataban de
cicatizar heridas aún abiertas.
Con esta novela
Fransiles Gallardo, abre el baúl de las terribles historias acaecidas en
Tocache y el Huallaga y fluyen arrastrando el dolor y los golpes de los feroces
Atilas acantonados en esta parte de la región amazónica.
Todo lo que la
atenta pupila de Fransiles Gallardo iba avisorando en sus viajes por el
interior de las diversas regiones peruanas durante los años de la guerra de
baja intensidad, es decir, de tierra arrasada, ha ido almacenándose en la memoria
para luego escribir las páginas de la ignominia que aún nos siguen doliendo.
En las páginas
de Puka yaku- Río de sangre la
crudeza del testimonio, de la barbarie, es atenuado por la sabrosa oralidad,
así como por el talante de gracia, de sarcástica ironía.
Un nuevo
vocabulario nos propone para aumentar nuestro patrimonio idiomático: mozandero,
moshaco, sherete, hamaco, puzanga (equivalente al chamico), machacuy, pihuicho,
shimpu, shallandera, siqui sapi, chobona, pispacha, entre otras.
Mientras
militares, senderistas, emerretistas y narcotraficantes determinaron “la época
negra de Tocache donde andar armado es un deber y reventar billetes en
cualquier ocasión, una obligación”, desfilaban destacadas vedettes televisivas
dispuestas a acostarse con un narco por cinco mil dólares, se produce la
invasión colocha (colombiana) con sus mafias dispuestas a llenar de muertos el
río Wallaga con los soplones “mal paridos”, prospera la prostitución ilegal y
se agudiza la pobreza, aunque un pequeño grupo tenía tanta “plata que faltaba
tiempo para gastarla”.
Inolvidables son
las historias de Tronchos, Marianella, El mango alcahuete, La locura del
fancés.
En esta tierra
de nadie donde la gente también filosofa frente a la muerte y la bravía
naturaleza donde pirañas y gallinazos terminan la labor de los asesinos, se
tiene la esperanza que los muertos regresen como peces o plantas y este
imaginario refuerza la certidumbre que la justicia tarda pero nunca olvida.