DÍA MUNDIAL DEL NO FUMADOR
Por Juan Rodríguez Jara
El
tabaco como cigarro en sus diferentes presentaciones, para muchos es el
fiel compañero: en verano fuman para refrescarse, en el frio para
calentarse, al trabajar para concentrarse, al viajar para distraerse, en
las fiestas para lucirse y así las disculpas que inventan para seguir
fumando sin darse cuenta que están exponiendo a enfermedades graves su
propio organismo y de las personas que le rodean como fumadores pasivos.
El cigarro últimamente se ha extendido su consumo hacía la
población infantil y al género femenino, cuando antes eran casi
exclusividad de los hombres. Este consumo es incentivado por los amigos,
propaganda comercial y otros factores del medio que exigen imitar a
fumar muchas veces a los familiares, artistas, profesores, etc. El
tabaco contaminan todos los órganos por donde pasa el humo: labio,
boca, ojos, laringe, tráquea, esófago y pulmones. De acuerdo a los
últimos estudios también puede afectar el torrente sanguíneo, atacando
los vasos y el corazón. Finalmente ataca o estropea las diferentes
partes del cerebro.
A pesar de los altos índices de enfermos a
consecuencia del cigarro no hacen nada los gobiernos y las instituciones
encargadas por frenar este flagelo que silenciosamente viene
consumiendo a la población, menos se puede hacer algo de prevención en
los colegios. Se dice que los consumidores se vuelven adictos al cigarro
por lo que deberían de ser internados en centros de tratamiento
especializado que tiene su consiguiente costo. Esta tesis puede ser
rebatida con testimonios de quienes consumieron el cigarro por años han
dejado por la fuerza de la voluntad individual.
Este testimonio
puede narrar el autor de la nota, quien a los 16 o 17 años de edad
comienza con los cigarros cuando con hijos de los lugareños de las
tierras en las estribaciones del río marañón, iban huaquear, llevando
porción de coca y cigarro para Chaqchar y fumar a fin de encontrar
huacos. Posteriormente ya en secundaria con amigos y compañeros de
colegios después de una mañana futbolera o de básquet después del
duchazo o en las reuniones “sociales” de barrio o fiestas patronales,
siempre venía un cigarrito “pucho”. Por escases de recursos se hacía
siempre una chanchita para comprar un cigarro popular “nacional” o el de
mejor linaje “inca”. De haber una reserva de algún amigo, este invitaba
el cigarro que daba la vuelta de labio en labio, besando a todos los
mozuelos
en camino a la adultez. El fumar no era una necesidad sino un vicio
adquirido por imitar, por ser monos o para que le digan “ya fuma”
aceptaba una invitación de los pudientes que compraban y ponían a la
mano del amigo así pasó los cinco años de secundaria entre humo,
esperanza y despreocupación.
Una vez concluido su educación
secundaria viaja a Lima, “ahora venía lo lindo” tomó su carrito verde y
blanco a Lima, donde ingresó a eso de las 8 de la noche, llega a la casa
de una tía, donde todas las mañanas chequeaba el diario “El comercio” a
ver si le llamaban para la chamba, después de muchas actividades por la
Lima criolla, en marzo se perfila ingresar a un centro superior, lo
hace a un centro Militar, pero la varita no había, entre los pesares y
caminatas siempre había un cigarrito que traía el recuerdo de ayer, de
aquellos tiempos mejores. Por sugerencia de un pariente de su padre,
postula a la policía nacional, donde ingresa y en abril se interna a la
escuela ubicada en la vieja casona de la Av. Los Incas, donde en las
noches después de las clases se formaban un círculo de amigos de grupo o
sección para las tertulias, contando sus pasajes de estudiante o
añorando la lejana tierra, fuman por “lo bajo” sin que se percaten los
jefes o instructores de Servicio, estaba de moda cigarrillos “instituto
armado” de color rojo y blanco de diez unidades y su costo era bajo.
Algunos de los alumnos llevaban en sus mochilas durante la marcha de
campaña y a la hora del descanso era “saludable una paqueadita”.
Ya
en el servicio de calle urbano había cuatro turnos de servicio: franco,
disponible, reten y servicio. Éste último se cubría en la madrugada de
una de la mañana a siete, donde los minutos eran años y el cansancio y
sueño dominaba al custodio, para afrontar aquello el cigarro salía
imitar a las luciérnagas, unos cuantos cigarritos se consumían en el
servicio esperando al Jefe de Servicio o al temido Jefe de Ronda.
Mientras ya se hace hábito fumar porque con el sueldo podía ya comprarse
una cajetilla de “Inca”; también había cigarros con filtro, americanos
con envoltura de lujo y algo costoso. A la final entró a los cigarros
importados y a fumarse siempre unas cuantas, donde estuviese, algunas
veces en las fiestas se iba con sus dos o tres cajetillas, cuando
trabajó en la oficina salía al patio o al baño para devorar con el humo
uno o dos cigarritos. Sin cigarro no podía estar en la casa, en la calle
en reuniones y en todas partes el cigarro estaba en la mano, al día
fumaba mínimo 20 cigarros, en fiestas dos o tres cajetillas, como si
estuviera en concurso, era una chimenea.
Familiares y amigos le
pedían que no fume; pero esto le incentivaba aún más. Siempre creo en un
ser humano que llega a un momento de cordura, un instante de reflexión,
cuando aparecían ciertos malestares: la boca amanecía amarga, los dedos
pintados de nicotina, los labios secos, ojos rojos y apestando a
nicotina. Inclusive le aconsejaron seguir una terapia para dejar el
cigarro, eso era imposible había visto a muchos sometidos a un régimen
de rehabilitación al final fracasaron.
Un día el fumador saca la
cuenta del gasto que venía haciendo en cigarro, al menudeo era más caro
en cajetilla salía mejor, papel y lápiz al día en forma normal fumaba
15 o 20 cigarros, el gasto era la cuarta parte de lo que ganaba en un
mes, hasta que en el año 2005 una mañana soleada de enero, prende un
cigarro y absorbe profundamente para soltar el humo como el de una bomba
atómica, miró el cigarro y lo arrojó al suelo y como "los trece del
gallo" juró y se hizo la promesa de no volver a fumar después de 45 o 50
años de fumador.
Cuando se deja de fumar y el ser humano
mentaliza no volver hacerlo lo hace, estimo no es necesario someterse a
tratamientos y tomar medicina, insertarse agujas y tantos inventos de
los curanderos que no logran erradicar el cigarro, mientras no se limpia
el cerebro seguirá fumando así le apliquen miles de agujas.
Ahora
bien, las consecuencias del cigarro tarde o temprano deja secuelas, se
paga con creces; nuestro personaje que fumó casi medio siglo estaba con
Dios para que no tenga mayores males, actualmente tiene principio de
asma y la garganta se le cierra cuantas veces quiere hacerle recordar
del vicio mal concebido. Mientras que otros fumadores sus amigos han
fallecido con cáncer a los pulmones, a la faringe o laringe, paro
cardiaco, fibroma y tantos más que ya se conoce por la destrucción del
organismo, sencillamente por haber tenido el lujo de fumar. Los
estudiosos han detectado en los órganos reproductores de la mujer la
presencia de la nicotina tal afirma el Director del Hospital de
Neoplásicas del Perú.
En el Perú no existe una planificación
para erradicar el consumo del cigarro, solamente se concretan colocar
etiquetas advirtiendo que es dañino para la salud tal y conforme rezan
en las cajetillas que ofrecen al mejor postor, en los colegios debe
iniciarse una enseñanza sobre las consecuencias nefastas del consumo del
tabaco. Hoy es día del no fumador, de que vale un día hacer campañas,
recordar y prohibir tal vez, cuando el resto del año el consumo es
mayor.
Curemos las mentes humanas para tener un juicio completo
de lo que vale la vida porque una vez deteriorada es difícil volver a su
estado anterior.
“Si quieres vivir bien no fumes”
Fumador: en humo nadaste
en la galaxia de la ilusión;
no conquistes la muerte,
y no cultives el dolor
para tu familia
que te ama.
Vive
para
ti
asegura tu vivencia futura:
El final del vicio es muy doloroso.