EL SANTO DEL AGUA
Jorge Pereyra
San Francisco de Asís, el Santo Ecologista, lo mandó llamar. Y se fue calladito con su cabecita blanca, arropado en su raído hábito marrón y su enorme corazón verde.
¿Quién nos defenderá ahora de los feroces lobos promineros y de sus policías sanguinarios?
El padrecito Isaac Shahuano, durante las heroicas jornadas populares en Cajamarca, contrarias a la imposición del criminal proyecto Conga, y ante la salvaje y animalizada represión de la policía, abrió las puertas de la Iglesia de San Francisco a miles de campesinos, estudiantes, ronderos y manifestantes. Desde entonces, la iglesia se convirtió en el corazón y en el refugio de las protestas contra el contaminante proyecto Conga.
Su banderita verde, flameando en el frontis de nuestro amado templo franciscano, fue un símbolo para recordarnos que la Casa de Dios siempre es posada y está al servicio de los más pobres y vulnerables.
Y así como en la antigüedad, los conventos se convirtieron en albergues para proteger a los siervos de las invasiones bárbaras, así nuestra iglesia de San Francisco (llamada desde la Colonia, “Iglesia de Indios”) fue cobijo y abrigo para los manifestantes ecologistas más humildes de Cajamarca.
En uno de sus sermones expresó. “El Reino de Dios no se construye destruyendo su Creación”.
“Muchas personas venían del campo a hacer esta resistencia pacífica. Al verlos desamparados, y en riesgo de ser atropellados por las fuerzas del orden, les dimos un refugio seguro”, relató alguna vez el sacerdote con la humildad que lo caracterizaba.
Por todo ello, gracias Padre Luchador, Padre Protector. Gracias por haber sido como fuiste, un auténtico franciscano, un ínclito defensor de la Madre Naturaleza, un guía valeroso que no le tenía miedo a los lobos minerómanos. Gracias Padre Isaac por haber amparado nuestra vida, nuestra tierra y nuestra agua.
Gracias por enseñarnos que no hay mejor manera de amar al prójimo que amar al medio ambiente.
Padre Isaac, yo tuve el privilegio de conocerte y de vivir en tu época, y fui testigo de tu gran amor por los excluidos, los más vulnerables, los eternamente pisoteados. Por eso, estoy seguro, ya eres en nuestros corazones el Santo ambientalista, el amado San Isaac, que no necesita canonizarse en el Vaticano.
Tus restos se han velado en la capilla de la Virgen de los Dolores, bajo la protección del manto de la Madre de Cajamarca, y te han acompañado aquellos a quienes amparaste durante la barbarie minero-militar que se abatió sobre nuestra tierra.
Gracias, padrecito. Gracias Fray Isaac Shahuano. Gracias Santo del Agua.
Hacer clic:
Fuente:
Escritor Luis Albitres Mendo