lunes, 5 de mayo de 2014

"MAMACHA PERU”, DE JOSÉ BELTRÁN PEÑA - POR MARTHA CROSBY, PRESIDENTA DE LA SOCIEDAD PERUANA DE POETAS


"MAMACHA PERU”, DE JOSÉ BELTRÁN PEÑA

  
Por MARTHA CROSBY CROSBY

Una vez más, este domingo, rendimos culto al ser más sublime de la tierra, la Madre, razón y motivo del tema central para rememorar una selección poética, que acertadamente fue bautizada  con el nombre de MAMACHA PERÚ,  refiriéndose a nuestra madre peruana en el libro que recordamos de nuestro poeta y escritor peruano José Beltrán Peña.

Según estudios literarios, “Mamacha” es un término fusionado de español y quechua, entre la palabra castellana Mamá y la terminación quechua que es un diminutivo gramatical, que traducido significa Mamita. Generalmente esta voz se aplicaba y se aplica cuando nombran a las vírgenes veneradas en los pueblos andinos, donde también se agradece y se ora para proteger los sembríos y la fertilidad. Recordemos a la Mamacha Candelaria, Patrona de Puno. En dicho departamento los devotos rinden culto a la Virgen de la Candelaria, venerada desde hace varios siglos en Tenerife (Islas Canarias, España), lugar de su aparición.

El monseñor Agustín Rodríguez Delgado, obispo en La Paz Bolivia cita al respecto que el termino Mamacha es el fruto de un cariño devotísimo a la Madre de Dios, así expresa el prelado en el libro (lenguas nativas del altiplano en Investigaciones Sociales de Waldemar  Espinoza Soriano de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Apreciamos también muy bien lograda y atinada la imagen que proyecta la carátula del libro, donde se halla una madre con su hijo en la espalda a la usanza de nuestras madres de los Andes Peruanos, como símbolo de  la Madre Peruana.

En este libro encontramos Poemas con variados, diversos y hasta divergentes estilos, voces y expresiones pero unidos todos por un sentimiento que todos los poetas antalogados tienen en común, el amor a la Madre.

La madre fuente de vida en la tierra ha sido también  la gran  musa de los más grandes vates de la Historia Universal, así tenemos:

 
LA MADRE TRISTE

Duerme, duerme, dueño mío,
sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.

Duerme, duerme y en la noche
seas tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.

Duerma en ti la carne mía,
mi zozobra, mi temblor.
En ti ciérrense mis ojos:
¡duerma en ti mi corazón!

Gabriela Mistral
 


Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.
 
Octavio Paz
 

 
Madre
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor. 
 
Gustavo Adolfo Bécquer

En todos los tiempos, en todas las etapas de nuestra vida hemos tenido alguna vez a flor de labios la expresión: madre ¡Oh madre mía!, como exclamación de admiración, ante un hecho o acontecimiento grande o difícil; en Italia dicen ¡Mamma mía!, también cuando asustados, temerosos o sorprendidos  por algo inesperado exclamamos instantáneamente: mamá!!! Ya sea  gritándolo  o deseando hacerlo. Y es que el cordón umbilical difícilmente se rompe a lo largo de nuestro vivir. Siempre hay una conexión invisible pero real  que proviene de haber estado 9 meses en el útero materno formándonos y desarrollándonos dentro de ella. Ese lugar placentero donde nada ni nadie  nos perturbaba, donde solo nos alimentábamos a través de ella, protegidos por la cubierta sagrada de la placenta que nos hacia sentir seguros y a salvo de todo y de todos. Vínculo que continuará luego que salimos a la superficie, a la tierra,  recibiendo las primeras caricias de nuestra madre  y que nos hará confiar plenamente en esa mujer que nos enseñaría a caminar, nos cuidaría  nos alimentaría y protegería durante gran parte de nuestra vida. No es casual por consiguiente que la madre intuya muchas veces aunque estemos ya  grandes, ya mayores,  cuando estamos pasando por penas o alegrías. Que nos sienta y nos presienta  a través de su espíritu y su carne aun cuando estemos en el otro lado del mundo. Ese vínculo, ese cordón umbilical nunca se llega a cortar plenamente. No es extraño entonces que la recordemos siempre, no es extraño que la amemos y le expresemos nuestros más cálidos, delicados, efusivos y apasionados versos que tal como el día de  hoy le ofrecemos a la madre en un intento de perennizarla y perennizarnos a través de ella.

En el memorable libro “Mamacha Perú”,  plasmamos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos sobre la madre a nuestra manera, con nuestros poemas, a través de la selección poética peruana de nuestro querido poeta Pepe Beltrán Peña a quien felicité por ese logro.

Gracias Madre… Mamacha…Madre mujer… Madre tierra… Madre vida… ¡Gracias!


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