PASIÓN
Rodolfo Ascencio Barillas
Yo fui el sitibundo en los dibujos
de tu cuerpo
y el trémulo despertar de tus
agonizantes emociones
y fui el espanto suspicaz de tu
noche entelerida
en la zampoña de tus acústicos ecos
encarnecidos.
Yo te amé cual veneno brota en las
lenguas ponzoñosas
y desnudé la sombra frívola de tus
ardientes conmociones
en la loca travesía en los mares de
tus seducciones.
Yo era un fantasma escondido en tus
inhóspitas sensaciones
y vagué en los mundos de tus
egoístas ilusiones;
eras la irresistible belleza de mi
selvático desierto
y fui el gemido incansable de tus
perseguidas lluvias
y cuando quise retornar al portal
tardío de tus noches fluviales
corrieron auroras en los brazos de
tus desdenes.
Yo quise arrancar el fuego
estremecido de tus besos
y beber el néctar exquisito de tus
manantiales desperdigados.
Yo quise besar la suavidad de tus
purpurinas mejillas
cual cruz galopante en la cuesta de
mi frágil camino.
Yo fui el íngrimo sidéreo que miraba
en pos de la noche fría
y fui el carnicero sangriento en el
redor de tus desprecios
y lloré en la ausencia de tus
túneles secretos.
¿A dónde
están las huellas que suspirabas en tu pecho?
y la rábida crueldad de tus
entrañables abominaciones.
Yo fui rialante agua de tus
hojas marchitas
y el siglo que despierta en
las nieves de tus manos
sin embargo eras la progne de tus
doradas alas
que me provoca tempestades en los
fulgores de mi aliento
más tu fiestas una brizna que cubre
los frondosos valles
y las solitarias cañadas de tus
ocasos
¡Despierta en la agonía de mis
pasiones!
y dibuja en mi lecho la lentitud de
mi muerte
torrentes deseos que brotan de tus
entrañas
en los incendios de rutilantes
fervores.
Yo contemplé
la lujuria de tus ocasos
y el balandro de tus fastas
tentaciones
pero, tu amor cual lejano lucero
que resuena en la rémora de tu piel
incandescente
aún fogoso, absorto en la miases
del tiempo
mi deseo con la razón se confunde
en las tundras nimias que turban la
inteligencia
pero eres bella, aún contra los
eternos sufrimientos
en los impíos pantanos de mis locos
suspiros.
Yo fui el inmarcesible camino
de tus aguas cristalinas
y me bañé con la impudencia de tus
anhelantes cuchillos
ese fui, el que dio todo por nada
y tú fuiste el océano que ahogó mis
atolondradas oscuridades.
¡Oh! pasión de murallas
inexpugnables
en las cuitas que brotan en mi
destino
y cuán
lejos están las estrellas…