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TIEMPO NUEVO
Internacional
por Addhemar Sierralta
Año 8 No. 276
Miami, 1 de enero de 2016
PUNTO DE VISTA DEL PERÚ Y DEL MUNDO
En el Perú:
LOS
HUMALA DESPRESTIGIADOS
Nadine y Ollanta, en ese
puesto, han sido calificados –según encuestas- como los personajes más
negativos del año 2015, por encima de Manuel
Burga, Oropeza, Belaunde Lossio y otros.
Obviamente, que esta
percepción de la ciudadanía, es una vergúenza para el Perú. Ahora bien
pareciera que la pareja presidencial se hubiera esmerado en ello por lo de las
agendas de la primera dama como con los desaciertos del gobierno. El
desprestigio es tan grande que para recomponerlo será una tarea extremadamente
complicada.
El partido Nacionalista, por
las decisiones de Nadine y Ollanta, también se viene desprestigiando al
designar dos candidatos presidenciales: primero Von Hesse (quien renunció al
ver el poco apoyo que tenía) y luego Urresti. Y para colocar la cereza del pastel
se incorpora como candidata a la primera vicepresidencia a Susana Villarán, quien tiene una carga
negativa por su trayectoria en la alcaldía de Lima y por su apartamiento de la
izquierda para integrarse a los nacionalistas.
MUCHOS
CANDIDATOS Y POCA CALIDAD
Diecisiete candidatos a la
presidencia para las elecciones de abril del próximo año hacen un número
excesivo que va a la par con la poca calidad de los mismos.
Tuve la oportunidad de conocer
a varios de los presidentes que tuvo nuestro país y recuerdo a tres de ellos,
Luis Bustamante y Rivero, Manuel Prado y Fernando Belaunde Terry. Su calidad,
tanto por su preparación y características personales, están muy por encima de
los candidatos por los cuales la ciudadanía tendrá que elegir.
Además del bajo nivel –pese a
que hay expresidentes entre los candidatos- muchas de las agrupaciones polícas
que postulan es muy probable que no alcancen superar la valla electoral.
Cabe señalar, que hasta este
momento, los candidatos vienen haciendo una campaña inicial con ataques
personales e insultos y poco o nada de presentar propuestas o planes de
gobierno. Todo esto deriva en denuncias que llegan hasta considerar a algunos
candidatos como cuasi delincuentes. Lamentable tener este tipo de postulantes
al más alto cargo de la nación.
En el mundo:
PUTIN
CONSIDERADO COMO EL DE MAYOR LIDERAZGO
El presidente ruso, Vladimir
Putin, ha sido considerado como el hombre de más poder y de liderazgo mundial
en base a su actuación contra el llamado Estado Islámico (ISIS). De esta manera
superó a la alemana Merkel y al norteamericano Obama e hizo olvidar su
situación contra Ucrania.
La Merkel debilitó su
liderazgo al promover las migraciones sirias y Obama al actuar blandamente
contra el terrorismo de ISIS y promover un acuerdo U.S.A.-Cuba que no ha dado
frutos y ha incentivado que miles de cubanos dejen la isla para ir a Estados
Unidos de América causando un problema entre estados centroamericanos.
FRACASO
DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Tal vez como parte de un
cambio en América Latina las elecciones presidenciales en Argentina y los
comicios legislativos en Venezuela parecen anunciar el comienzo del fin del
socialismo del siglo XXI, patrocinado por los chavistas y seguido por el
gobierno de Cristina Kirschner, entre otros.
El triunfo de Macri en el país
gaucho y de la oposición en Venezuela abre las posibilidades de mejora en
dichos países. También puede resquebrajar la posición de otros países como
Ecuador y Bolivia que asoman a una posible crisis.
LOS GRANDES CÓMPLICES DEL
CHAVISMO.
Por Juan Paredes Castro
(Perú).
Tal ha sido el grado de sumisión al chavismo
que Humala consintió que su entonces canciller fuera amenazado por Maduro.
Estos puntos de vistas de Paredes, en El Comercio de Lima los compartimos con
ustedes.
La
locura dictatorial en Venezuela quizás
habría sido más corta y ejemplarmente sancionada si no hubiera tenido gobiernos
cómplices en Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador y Perú, que Hugo Chávez
se encargó de monitorear de las orejas.
Nunca
sabremos por qué Kirchner, Morales (Evo), Lula, Castro (Raúl), Correa y Humala
se sintieron más agradecidos que intimidados, o más intimidados que
agradecidos, respecto de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, cada vez que tuvieron
que poner en la balanza la defensa hipócrita de sus respectivas democracias y
la defensa comprometida del régimen venezolano, que ya giraba aceleradamente
del autoritarismo a la dictadura.
Todos
estos gobiernos escondieron la cabeza como el avestruz ante cada atropello a la
democracia y los derechos humanos, y ante el irresponsable uso del dinero
nacional en subvenciones petroleras a Cuba y financiamientos electorales a
candidaturas presidenciales títeres, en la pretensión de ampliar la red del
ALBA como furgón de cola del viejo y fracasado antimperialismo castrista.
Esa
cabeza gacha entre las patas sigue siendo todavía la metáfora apropiada para
refrescar la conducta de los gobernantes de la región que todavía anteponen su
deuda política o económica contraída con el chavismo a los reclamos de sus
pueblos por la liberación de los presos políticos venezolanos. Los grandes
silencios de estos gobernantes y ex gobernantes no hacen sino confirmar su
avieso encubrimiento de una dictadura disfrazada de democracia, gracias al
maquillaje de la OEA.
En
una hora en la que Maduro ha pasado, muy de prisa, del reconocimiento del
triunfo parlamentario de la oposición al más feroz sabotaje de ese legítimo
triunfo, la OEA, que siempre tiene a débiles y fingidos señorones de la
política y la diplomacia en su Secretaría General, es el hazmerreír del mundo
que mira con asombro cómo un régimen violador de los derechos humanos puede
tener garantizada su permanencia y todos sus derechos dentro de esa
institución. Y no entendemos por qué exhibe todavía una Carta Democrática que
hace rato debió derogar por atrofiada e inservible.
Los
peruanos no nos sentimos acompañados por nuestro gobierno en la lucha por la
democracia en Venezuela y por la liberación de sus presos políticos. El
triste hecho de tener un gobierno, el del Ollanta Humala, que parece deberle
algo nada transparente a Maduro y Hugo Chávez, y considera a este un “ejemplo a
seguir”, nos aleja de la posibilidad de que la solidaridad del Perú con Venezuela
pudiera ser más sólida, útil y sustantiva.
Tal
ha sido y sigue siendo el grado de sumisión del Gobierno Peruano al chavismo
que el presidente Humala consintió en un momento, sin la más mínima protesta,
que su entonces canciller, Rafael Roncagliolo, fuera amenazado y maltratado por
el propio Maduro. A gestos encubridores como este se suman otros como el uso de
nuestros servicios migratorios por el chavismo para la penetración de fondos
destinados a campañas electorales en el país no debidamente investigadas y
esclarecidas. Con cómplices así, la dictadura de Maduro puede prolongarse mucho
más.
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EL INSIGNE FELÓN
Por Hugo Guerra (Perú).
Artículo del colega periodista Hugo Guerra que nos recuerda una
de las épocas más dañinas para el Perú.
La
calificación del presidente Ollanta Humala a Juan Velasco Alvarado.
No podemos callar ante la deformación de la historia y el
encanallamiento de la política nacional, porque considerar al dictadorJuan Velasco Alvarado como
“insigne patriota” –tal como afirma el comandante Ollanta Humala– es una
felonía o deslealtad a la Constitución y la democracia.
Velasco
Alvarado fue un traidor. El 2 de octubre de 1968, en su condición de comandante
general, acudió por la mañana a Palacio de Gobierno y reiteró lealtad al
presidente Fernando Belaunde, durante la juramentación del Gabinete presidido
por Miguel Mujica Gallo. En la madrugada siguiente, el ‘Chino’ dio el golpe de
Estado con sus infames complotadores Rafael Hoyos Rubio, Jorge
Fernández-Maldonado, Leonidas Rodríguez Figueroa y Enrique Gallegos Venero.
La
nacionalización del petróleo fue una farsa: mientras se hacía un espectacular
ingreso con tanques a Talara, en paralelo
–mediante el acuerdo De la Flor-Greene– se acordó indemnizar con US$76 millones
a la Exxon y exonerarla de su deuda tributaria ante la amenaza de la enmienda
Hickenlooper.
La
reforma agraria fue también un fracaso total: benefició de manera directa
apenas al 27% de la población rural; y muchos campesinos, por la falta de financiamiento,
terminaron migrando a Lima para tugurizar los pueblos jóvenes. Así, se destrozó
el agro, se convirtió al Perú en importador de alimentos y se causó pérdidas
económicas por unos S/.19 mil millones a valor presente.
La
reforma educativa fue un intento desastroso de hacer una revolución cultural,
que se utilizó para justificar la incautación de los medios de comunicación e
instaurar una férrea dictadura en la cual la falta de libertad de expresión
implicó persecuciones políticas, deportaciones, censura y amenazas permanentes
a quien se opusiera al aventurerismo revolucionario.
Velasco
Alvarado destrozó la minería, instauró un populismo socializante burocrático y
megalómano, y politizó profundamente a las Fuerzas Armadas, provocando
tensiones profundas. Solo la Marina se mantuvo fiel a sus principios y frenó el
desbarrancamiento del Perú en un modelo castrista. Y en cuanto a la política
exterior, fue una temeridad de marca mayor haber arriesgado una guerra con
Chile bajo el azuzamiento de los vendedores de armas soviéticas.
El
ocaso del dictador no se dio únicamente por su enfermedad, sino porque sus
últimas manipulaciones, como alentar el desenfreno del ‘limazo’ el 5 de febrero
de 1975, no dieron resultado. Así, Velasco Alvarado quebró la institucionalidad
democrática peruana, sumió en crisis a los partidos políticos, entregó los
sindicatos al comunismo y generó todas las condiciones para que los
ultraizquierdistas –quienes ya habían sido derrotados en las guerrillas del 65–
se prepararan para su explosión terrorista posterior a través de Sendero
Luminoso y el MRTA.
No hay,
entonces, razón alguna para endiosar a Velasco Alvarado y calificarlo de
“insigne patriota”, sino que debería reconocérsele como el insigne felón. De
modo que las poses de un inimputable como Ollanta Humala solo lo revelan como
lo que es: un aventurero de la política, incapaz como gobernante, resentido
social y enemigo intrínseco de la democracia. Da lástima, entre tanto, que
personajes con antigua credencial democrática, como Pedro Cateriano, manchen su
trayectoria haciendo eco de estas felonías anticonstitucionales.
CAPITALISMO SOCIAL
: IZQUIERDA Y DERECHA HACIA EL
ENCUENTRO.
Por Addhemar H.M. Sierralta
(Perú).
En agosto de 2009 publicamos esta nota que
cobra vigencia ante las preoximas elecciones y la situación de Venezuela.
Hace unos días un amigo me preguntó : “a qué te
refieres cuando hablas del capitalismo social en tu último artículo de Tiempo
Nuevo y Agencia Perú”. Recordé de inmediato a mi amigo Alfonso Barrantes cuando
en su visita a Miami, en 1990, conversamos sobre el tema del futuro de la
izquierda en el Perú. En esa ocasión lo entrevisté para Radio Andina y fuera
del micro hablamos de muchas cosas, entre ellas de un nuevo enfoque del
capitalismo pero con orientación social.
Estoy casi seguro que muchos pensaran que es
una locura aquello de capitalismo social, pero no era la primera vez que lo escuchaba. Froilán Miranda, quien fuera mi
jefe y amigo , aprista antiguo, buen amigo de Armando Villanueva – dirigente
histórico del APRA y ex candidato a la presidencia del Perú – pensaba algo
similar cuando el partido de Haya de la Torre hablaba de “pan con libertad”.
“Por qué no se puede lograr que los empresarios y grandes capitalistas tengan
un enfoque social”, decía mi amigo.
Han pasado los años y mucha agua corrió bajo el
puente. Vimos el triste resultado del izquierdista Salvador Allende en Chile,
un hombre bueno y probo, con buenas intenciones. Era muy amigo de mi padre.
En realidad cuando empezó a aplicar
métodos orientados para destruir el sistema vigente , los extremistas que lo
acompañaban fueron más allá de lo pensado, se generaron de inmediato conflictos
sociales y económicos graves.
La Unión
Soviética y China bebieron del fracaso del comunismo hasta que entendieron que haciendo
las cosas tomando lo bueno de cada esquema se podía marchar mejor. Y ambos mejoraron,
en especial los orientales.
Un izquierdista como Lula en Brasil, lejos de aplicar los
métodos absurdos de los Castro en Cuba, por ejemplo, maneja el país con el
pragmatismo y el equilibrio necesario para no repetir los errores de otros
izquierdistas. La concertación chilena actual es otro ejemplo de racionalidad.
Este concepto de capitalismo
social empieza a generarse en mi mente cuando tomé contacto con la Teoría
del n-logro ( necesidad de logro ) de Mac Clelland, hace muchos años atrás. En
ella , al hablarse de la necesidad de poder , se señalan diferencias muy interesantes : como que existe un n-poder
autoritario por obtener el poder por el poder mismo y el n-poder social que
establece alcanzarlo para volcar sus beneficios hacia la sociedad.
Derivado del n-poder social es que se puede
plantear el esquema del capitalismo
social donde un país al alcanzar el desarrollo a través del capitalismo
puede derivar sus logros hacia beneficios para la sociedad en su conjunto. Y
qué se requiere para ello. Conseguir cambios en la mentalidad de los
empresarios. Que perciban el beneficio de compartir mejor los éxitos con sus
colaboradores, que se mantenga el desarrollo del personal en forma constante y se busque la excelencia del
trabajo. Si se trabaja las empresas con productividad, con calidad total, y
alineando los objetivos y las utilidades hacia logros sociales se evitaría las
reacciones violentas de desesperación de los que menos tienen.
Es lógico pensar que, para llegar a lo
planteado, hay que realizar un trabajo de comunicación partidaria, empresarial
y social muy fino e inteligente. No creo que la izquierda responsable ni la
derecha progresista se opongan a ello.
Claro que si vamos a los extremos, tanto de
derecha como de izquierda estaremos lejos de establecer los puntos de unión
necesarios y la paz que se debe mantener para lograr un desarrollo dentro del capitalismo social.
Son importantes dentro del concepto básico de capitalismo social los aspectos de
credibilidad y actitud positiva imprescindibles para echar este proyecto en
marcha y evitar situaciones extremas como el “bolivarianismo” o el “socialismo
del Siglo XXI”, que nos llevará nuevamente hacia el péndulo de gobiernos de
izquierda y de derecha – irreconciliables – que en América Latina se da más o
menos cada diez o quince años y vienen causando su retraso.
Tampoco es sano el “neo liberalismo” en extremo que
desarticula a una nación y deja en manos de
inescrupulosos el destino de la sociedad.
Continuaremos más adelante, en otros
artículos, con detalles de esta política
del capitalismo social que puede ser
una solución a los conflictos en nuestro mundo a veces desesperanzado. Creo que
nos puede devolver la fe en que podemos mejorar nuestro destino.
Desde donde se encuentren, Alfonso Barrantes y Froilán
Miranda, estarían queriendo empujar el carro del capitalismo social, que no hace otra cosa que iluminar las metas de
los izquierdistas responsables y de los derechistas progresistas.
¿CUÁLES SON LOS MOTIVOS DEL ODIO DE ERDOGAN HACIA AL ASSAD?
Por
Said Gafúrov (Rusia).
La intervención de Ankara en el conflicto sirio y su
odio hacia Bashar al Assad están relacionados con los factores económicos y, en
particular, con la presión que los empresarios turcos ejercen sobre el
presidente Erdogan, sostiene el experto orientalista Saíd Gafúrov en un
artículo para el periódico ruso 'Vzgliad'.
En su texto, Saíd
Gafúrov explica que los "sueños imperiales" de Turquía en relación
con Siria tienen raíces históricas, ya que "la misma existencia de ese
país fue consecuencia de la caída del Imperio otomano".
El colonialismo
también tuvo un papel importante en el diseño de las fronteras de ambos países:
durante la Primera Guerra Mundial, el famoso acuerdo Sykes-Picot (1916)
repartió Oriente Medio entre París y Londres: Siria y el Líbano quedaron bajo
el mandato de Francia que, en los años 30, entregó a a Turquía la ciudad
de Iskenderun (Alejandreta), en donde vivía una población turcoárabe.
Ese lugar se
convirtió en la provincia turca de Hatay y creó un "embrión de conflicto
permanente", indica Gafúrov en su artículo, en donde detalla que "los turcos ayudaban a los
turkmenos en Siria y, a su vez, los sirios proporcionaban refugio y apoyaban la
lucha de los revolucionarios del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)".
Cooperación
y rivalidad
Este analista
explica que Hafez al Assad, el padre del actual presidente de Siria, logró
convertir al país "en un jugador activo, el actor más importante de las
relaciones regionales" por primera vez en 2.000 años. Por su parte,
Turquía adquirió un papel como representante de "un islam moderado" y
como "modelo a seguir".
Se decidió intentar hacer que
Siria volviera a ser un estado secundario, dinamitando el país desde dentro
El actual
presidente de Siria, Bashar al Assad, trató de lograr una
"cooperación completa" con Turquía y ese paso tuvo su efecto en las
relaciones económicas entre ambos países. "La economía siria, basada
en el desarrollo de la agricultura y las industrias ligera, textil y
alimentaria, recibió grandes inversiones turcas y aumentó mucho sus
exportaciones. Es más, los empresarios turcos —que trabajaban en gran medida
para los mercados europeos— comenzaron a producir en Siria porque ofrecía mano
de obra barata", detalla Saíd Gafúrov.
Presión interna
"La
longevidad política" de Erdogan está estrechamente
relacionada con el rápido crecimiento económico de su país, aunque este proceso
casi se detuvo tras la crisis mundial de 2008-2009 y en 2011 ya existía una
amenaza real de estancamiento, explica este experto, para quien "los
empresarios de Anatolia interior, que le habían aupado al poder, no estaban
dispuestos a tolerar al nuevo y exitoso competidor —la industria privada
en Siria— y casi exigían a su protegido que eliminara al poderoso rival".
En 2011, con el
inicio de la Primavera Árabe y la intervención de la OTAN en Libia,
"decidieron intentar hacer que Siria volviera a ser un Estado secundario,
dinamitando el país desde dentro".
En este sentido,
Gafúrov recuerda que, al principio, fue precisamente Ankara el partidario más
firme a la hora de "derrocar a Al Assad a cualquier precio" y de que
la OTAN desarrollara una operación contra las fuerzas gubernamentales en Siria.
"La estrategia posterior
de Ankara también está clara: prolongar la guerra para agotar al Ejército sirio
—en ese caso, la llamada oposición puede contar con un suministro constante de
recursos por parte de Occidente— y evitar a cualquier precio una reconciliación
interna, que podría surgir mediante la unión de fuerzas para luchar contra el
Estado Islámico", sentencia este experto.
SIEMPRE
EN EL CORAZÓN
( Narración ).
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
Una accidentada y jocosa
entrevista a Manuel Prado, quien fuera presidente de nuestro país en dos
ocasiones, realizada hace más de 43 años por Addhemar H.M. Sierralta, y que nos
deja un mensaje de amor al Perú.
Tenía el encargo de
entrevistar al ex presidente Manuel Prado Ugarteche. Llegaría esa noche, por vía aérea,
procedente de París para participar de las fiestas en homenaje a los
triunfadores del Combate del 2 de Mayo de 1866. Se cumpliría un siglo de la
victoria peruana sobre la escuadra española que amenazó con recuperar la
colonia perdida años antes.
Por culpa de mis clases en la universidad
llegué al aeropuerto cuando el avión ya había aterrizado y me fue imposible acercarme al ex mandatario
debido, a que rodeado de amigos y simpatizantes, era muy dificil hacerlo. En
pocos minutos subió a su automóvil y partió.
Ahora estaba en un gran problema. Sin entrevista
y sin saber a dónde se dirigía , el objeto de mi encomienda , sólo atiné a
subir a mi diminuto auto, un Mini Minor celeste, y de prontó me topé con la
caravana que seguía a Manuel Prado. Pese a los escoltas, policías motorizados,
no vi mejor solución que aunarme a la hilera de vehículos. Con ciertas arriesgadas maniobras logré
colocarme junto al auto principal, con gran inquietud de los guardias de
seguridad. Saludé a don Manuel y le solicité bajara su luna para hablarle. Un
gesto sonriente del veterano político y accedió a mi pedido. Pude al fin
hablarle:
-Buenas noches, soy Addhemar Sierralta
periodista de “El Comercio”, me agradaría unas declaraciones suyas.
- Con mucho gusto - respondió a la vez que
indicaba a su seguridad que no me molestaran.
Mi primera impresión de este señor fue
positiva. Y pensar que cuando el ex presidente estaba en campaña postulando por
un segundo período, en 1956, con un grupo de muchachos del barrio apedreamos su
casa política y Prado me caía bastante mal. Ahora cara a cara sentí aprecio por
él.
- ¿ Así que usted es de “El Comercio” , amigo ?
- inquirió sin dejar de mostrar una sonrisa.
- Si, de la Sección Política.
- ¿ Cómo dijo que apellida ?
- Sierralta señor … Sierralta …
- Ah … ¿ Qué es del general Alejandro Sierralta
?
- Soy sobrino suyo.
- Dele mis saludos. Lo recuerdo como un militar
de primera, muy profesional y correcto.
- Gracias, le alcanzaré sus saludos.
Sin darme cuenta empezamos una cordial charla y seguimos
avanzando por avenidas desoladas. La noche empezó a engullir las últimas luces
de la ciudad y mi pequeño auto, bastante cercano al suelo, comenzó a sufrir los
rigores del camino lleno de baches y desniveles. Senti temor de quedarme tirado
en medio de una zona que me era desconocida.
De pronto y con una amable sonrisa, secundada
por similar expresión de su esposa doña Clorinda, el ex presidente me dijo :
- Amigo Sierralta, sígame, lo estoy invitando a mi casa.
Allí me brindarán una recepción y tendremos la oportunidad de conversar más.
- Muchas gracias, espero vernos luego. Lo
seguiré.
Y sin más me coloqué detrás del auto de Prado
que se había adelantado como para darme el espacio para seguirlo. Durante el
camino rogaba que mi autito no sufriera ningún daño y pudiera llegar a la
recepción y regresar luego a mi casa. Ya tenía la entrevista, pensaba.
Por momentos recordé mis clases de historia.
Aquel 2 de Mayo de 1866 el padre de Manuel Prado era presidente. El general
Mariano Ignacio Prado gobernaba nuestro país y llevó el honor de la victoria
sobre la escuadra española que amenazaba el Callao. Pensé también en el coronel
Leoncio Prado, hermano mayor de Manuel - en realidad medio hermano - quien
fuera fusilado, en Huamachuco, por las
huestes chilenas durante la Guerra del Pacífico. Fueron épocas de lucha,
sobresalto y triunfo primero; luego de desmoronamiento, desgracia y dolor
después.
Al fin llegamos, en caravana, a la casa de Manuel Prado, en Monterrico,
por una zona denominada La Rinconada. Ingresamos a una hermosa residencia,
rodeada de jardines y árboles, protegida por altos muros. Ya en los salones
había mucha gente que pugnaba por acercarse al recién llegado y a su esposa.
Los mozos aparecieron con azafates portando copas con champagne y mientras el expresidente, listo para un
brindis copa en mano, al verme me hizo una seña para que me acercase al grupo.
En esos instantes, con aire de clásico sobón, irrumpió en escena – como
espontáneo en la plaza de toros de Acho - un calvo con lentes al estilo de
Mister Magoo. A grito pelado pidió hacer un
brindis por Prado pero al levantar su copa, frente a doña Clorinda, resbaló y
el helado y burbujeante champagne fue a caer sobre el escote de la esposa de
don Manuel. Gritos, estupor y luego sonrisas. La propia señora lo disculpó y él
con la mejor de sus venias trató de salir de tan embarazosa situación.
- Eso puede suceder … no es nada - manifestó de improviso
don Manuel levantando su copa y haciendo el brindis. Mientras doña Clorinda
presurosa se dirigió a cambiarse de vestido.
Rojo como el tomate más brillante el causante
del derrame alcohólico se colocó a mi lado y pude reconocerlo. Era nada menos
que el ex diputado Mallea del propio partido del expresidente, el Movimiento
Democrático Peruano o Pradista como le decían algunos.
Aquel incidente me permitió, aquella noche de
la recepción, no sólo contar con una estupenda entrevista de Manuel Prado, sino
obtener declaraciones de su esposa, del ex diputado Mallea y de la cúpula del
partido pradista, así como de otros políticos destacados del momento.
Días más tarde en la ceremonia central por el
centenario del 2 de Mayo, que se realizó en sesión solemne del Congreso de la
República, en el antiguo recinto de la Cámara de Diputados, volví a encontrarme
con Manuel Prado. Conversamos del triunfo peruano sobre los españoles, nos
reímos del incidente de la copa de champagne en La Rinconada y me contó de su
casa en París. Se le notaba muy contento y cordial. Volvió a enviarle saludos a
mi tío Alejandro. Al final de nuestra charla le agradecí por las entrevistas y
su invitación y al estrecharnos las manos, dijo :
- Soy yo quien debe agradecer.
Y nos despedimos con unas cordiales sonrisas y
abrazo después del apretón de manos. Esa noche del 2 de mayo de 1966
comprendí las razones por las que se
consideró a aquel hombre como uno de los presidentes más cordiales, simpáticos
y diplomáticos que tuviera el Perú.
Prado jamás regresó. Murió poco después en
París y queda en mi memoria su afabilidad, sonrisa, inteligencia y don de
gentes. Y especialmente algo que me dijo al despedirnos :
- Muchacho, acuérdate siempre que el Perú está
en nuestro corazón.
¿ Sería verdad lo que se decía en el panfleto
“La Historia Negra de los Prado”, acerca de la huida del general Mariano
Ignacio Prado hacia Europa con la colecta que se hiciera para comprar armas
para luchar en la guerra del 79 ?
Sólo Dios sabe la verdad. Aquel último día que
lo vi también pensé en el afable don Manuel, en su padre victorioso o tal vez
traidor, en su hermano Leoncio, uno de los héroes de la infausta Guerra del Pacífico.
Lo único cierto es que – como me dijo Prado - el Perú siempre estará en mi
corazón.
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CUERO Y CAICEDO, EL OBISPO PATRIOTA
EN LIMA.
Por Teodoro Hampe Martínez (Perú).
Colaboración de nuestro amigo el historiador Teodoro Hampe,
quien con su pluma nos lleva a otras épocas.
El tema del viejo hospital
limeño de San Andrés sigue vigente, y cada vez con mayor intensidad, luego de
la constitución del Patronato del Patrimonio de la Salud en el Perú. En este
contexto, hemos escuchado la versión de algunos funcionarios del Municipio de
Quito, manifestando la voluntad de llegar a un acuerdo con las autoridades
peruanas y «rescatar» los restos mortales del obispo José de Cuero y Caicedo
(1735-1815), que están enterrados desde su fallecimiento ―hace 200 años― en
dicho lugar. El cuerpo del prelado criollo, quien fuera presidente del Estado
independiente de Quito, yace en la cripta de ese hospital tras su muerte
circunstancial, cuando iba deportado a España.
Está plenamente comprobado que
los restos de Cuero y Caicedo siguen reposando hoy en la cripta del Hospital de
San Andrés, lugar de gran trascendencia para la historia de la medicina y la
cultura autóctona peruana. Se sabía ya del hallazgo de la tumba por parte del
equipo de investigación que hace muchos años dirigiera, por encargo de la
Sociedad de Beneficencia de Lima, el ilustre historiador José de la
Riva-Agüero. En ese entonces (agosto de 1937), el diario El Comercio de
Lima reportaba el descubrimiento de una bóveda subterránea fabricada con
ladrillos, de seis metros de largo, e informaba también que se abrió la cripta
edificada en el siglo XIX, en la cual los comisionados lograron hallar, dentro
de una caja de madera, una osamenta que por diversos indicios correspondía a
Cuero y Caicedo.
Este togado empezó su carrera
eclesiástica en Popayán, en cuyo Seminario obtuvo los grados de bachiller
y maestro y en mayo de 1762 alcanzó el título de doctor. Al ser considerado uno
de los más cultos sacerdotes, pasó a Quito y prontamente fue nombrado canónigo
penitenciario de esta sede. En 1764 regresó a Popayán, donde alcanzó las
dignidades de Tesorero y Maestrescuela en el cabildo eclesiástico. En 1767 fue
convertido en Deán, y dedicaba gran parte de su tiempo a leer diversas
cátedras. Ejercía esta función cuando fue preconizado obispo de Cuenca (3 de
julio de 1798), y mandó tomar posesión de la diócesis a un apoderado, poco más
de un año después. Su permanencia en Cuenca duró hasta 1802, en que ascendió a
la sede episcopal de Quito.
Al estallar la revolución de
la Independencia, fue de los más ardientes partidarios de ella, y se le nombró
vicepresidente de la Junta formada el 10 de agosto de 1809. La verdad es que el
obispo no había buscado el cargo y su naturaleza pacífica repugnaba el
aceptarlo. Cuando le fue notificado el nombramiento, convocó al cabildo
eclesiástico para consultar acerca de la aceptación. El cabildo, formado en su
mayoría por canónigos viejos y realistas, fue de parecer de que ejerciera el
oficio. Cuero y Caicedo tenía 74 años, pero gozaba de buena salud y se dice
que, posesionado en sus funciones, empezó a complotar en virtud de un juramento
secreto que había firmado.
Así fue que asistió al
pronunciamiento en el convento de San Agustín y al juramento solemne en la
Catedral, manifestando abiertamente que la proclama de la revolución era justa.
Las acciones de la Junta soberana de gobierno fueron notificadas a los
municipios de ciudades cercanas, que consideraron aquéllas como una rebeldía,
por lo que decidieron enviar fuerzas militares ―desde Guayaquil, Popayán y
Pasto― para aplacar los aires de independencia de Quito. Tras la llegada de las
tropas, el presidente de la Audiencia disolvió la Junta y ordenó la persecución
y captura quienes integraron el cónclave revolucionario.
Los principales comprometidos
en el movimiento fueron apresados y sometidos a proceso judicial. El obispo se
libró de la cárcel; pero el fiscal Arechaga se manifestó cruel en sus
acusaciones, denunciándolo como el mayor instigador de la revolución, aquel que
despertaba el fervor patriótico del pueblo. En abril de 1810 Arechaga terminó
su visita y señaló en las conclusiones que, a su criterio, la sola presencia
del obispo en los actos públicos de la Junta constituía un valioso apoyo moral
a la revolución. Cuero y Caicedo llegó a defenderse con un informe en que
condenaba aquel levantamiento por «criminal» y clamaba porque se restaurase la
tranquilidad de la población, agobiada con la prisión de los implicados y con
amenazas, persecuciones, confiscaciones, etc.
Poco más tarde, una serie de
personajes y vecinos notables tomaron la resolución de formar una nueva Junta
Superior de Gobierno, que contó con la decisiva participación del obispo.
Cuando de ella se retiró el aragonés Ruiz de Castilla, la exigencia pública
hizo que se ofreciera el cargo de presidente a Cuero y Caicedo, quien se vio
obligado a aceptar por las instancias de todos. De este modo resultó el primer
Presidente del nuevo Estado de Quito (11 de diciembre de 1811). Reunido el
Congreso que debía organizar la flamante entidad política, el mandatario
demandó que se resolviera si Quito reconocía al Consejo de la Regencia o, por
el contrario, asumía pleno ejercicio de la soberanía. La asamblea, a pluralidad
de votos, se pronunció por la independencia, recomendando la confederación con
las provincias neogranadinas.
Tal situación duró solo hasta
noviembre de 1812, cuando los realistas entraron en la ciudad y pusieron a
cargo de la gobernación y presidencia de la Audiencia al general Toribio
Montes. Éste ordenó la confiscación de bienes de los enemigos del régimen y se
dirigió al cabildo eclesiástico para que tocara a «sede vacante», acusando a
Cuero y Caicedo de abandonar su diócesis, presidir la Junta revolucionaria y
abrogarse el Real Vicepatronato. Fue despojado de todos sus bienes y enviado al
destierro a España.
Hace una buena cantidad de
años (1952), se publicó el manifiesto dirigido al Rey desde Lima por monseñor
Cuero y Caicedo, con fecha 25 de setiembre de 1815. Como tantos otros
documentos de la época, este se puede leer como un instrumento para despertar
la compasión real, a cambio de mostrarse tornadizo y falto de rectitud en la
conducta política. Pero en el fondo notamos que el anciano togado sentía que no
podía vindicarse. Por ello decía al terminar: «Aun cuando [...] el grito de
tantos pueblos que me aclaman libre no sea suficiente, tengo el último recurso
en esta miserable vida que es el de tener un Rey justificado y piadoso, cuyo corazón
lo gobierna Dios y cuya inagotable clemencia se extiende aun con el más
protervo de los mortales».
En medio del destierro, el
obispo patriota llegó durante el invierno de 1815 a la ciudad de Lima.
Gobernaba entonces el Perú, con su característica «mano dura», el virrey don
José Fernando de Abascal. No pudo pasar de esta ciudad el achacoso Cuero y
Caicedo. Sumido en la más terrible miseria y «sin un recurso para lo más
preciso de su subsistencia y curación», falleció de bronconeumonía el 10 de
diciembre de 1815, cuando tenía ya 80 años de edad.
UN
FLACO EN LA LOTERÍA DE “EL GORDO”
Por
Andrés Fornells (España).
Enviado por Andrés Fornells
para deleite de nuestros lectores.
El
hombre aparentaba unos sesenta años y su constitución era esquelética. Llevaba
el rostro barbudo y el abundante pelo de su cabeza sucio y despeinado. Vestía
unos vaqueros con roturas por desgaste, y no salidas de fábrica como las
prendas de moda. Abrigaba su tronco un jersey viejo con grandes agujeros en los
codos; dominaba en la prenda el color azul y parecían islas oscuras las
numerosas manchas. El hombre olía mal y ello había motivado que los dos
primeros asientos, situados a su derecha y a su izquierda, permanecieran
vacíos.
Alguna
gente, de esa que le aflora la burla y el desprecio con insolidaria facilidad,
ahogaba risas dirigidas a su paupérrima persona y también comentarios
denigrantes.
—¡Como
apesta ese desgraciado!
—¡Deberían
echarle a la calle, está infectando el local!
—¡Está
de sobra aquí, entre la gente de bien!
Un
periodista, acompañado de un operador de cámara, que habían llegado tarde y ya
otros medios de comunicación se le habían adelantado en las entrevistas a los
personajes relevantes y originales, que todos los años acuden al Teatro Real,
en la celebración de la lotería de El Gordo, le descubrieron.
—Seguro
que a ese vagabundo no lo ha entrevistado nadie —aventuró el periodista.
—¿Crees
que podrá interesarle a alguien lo que pueda decir ése? —dudoso el profesional,
cargado con la pesada cámara de vídeo.
—Vamos
a verlo.
Los
dos profesionales de la información se acercaron al hombre desnutrido y con
auténtica pinta de vagabundo. Éste se los quedó observando un momento y luego
sonrió, mostrando dos hileras de dientes oscuros y con muchas ausencias. Su
sonrisa mostraba una candidez que, unida al brillo ilusionado que reflejaban
sus pitañosos ojos, dejó perplejos y fascinados a los dos periodistas,
que tardaron unos segundos en reaccionar.
—¿Está
usted aquí, buen hombre, esperando que le toque un premio con el décimo que
tiene? —preguntó el periodista, acercándole el micrófono para que pudiera oírse
su respuesta mientras, estratégicamente situado, su compañero filmaba.
Ensanchó
su sonrisa el marginado. A pesar de lo estropeada que tenía la boca, su sonrisa
no carecía de cierto encanto. A los dos profesionales que le estaban
entrevistando les cayó bien desde el primer momento.
—No,
no; no tengo ningún décimo de lotería. Estoy aquí para alegrarme con la gente
que se alegre por haber obtenido un premio.
—Pero
es de suponer que se alegraría muchísimo más, si el afortunado con un premio
gordo fuera usted y convertirse, de la noche a la mañana, en un hombre rico.
Movió
enérgicamente su cabeza el risueño vagabundo.
—Eso
no me alegría en absoluto. Si de la noche a la mañana, como usted dice, me
viese rico, repartiría mi premio entre la gente que viese hurgando en los
contenedores de basura. Yo siempre he sido pobre, y me haría desdichado dejar
de serlo. Sería en ese caso, como un actor encasillado en papeles de bueno, al
que de pronto le obligasen a actuar de malo. Se encontraría incómodo,
extemporáneo. Entienden mi forma de sentir, ¿verdad?
Periodista
y cámara se lo quedaron contemplando, mudos, perplejos, desconcertados, porque
los ojos del marginado mostraban una candidez, sinceridad y convicción, que los
derrotó.
—Cuando
comience el sorteo volveremos para verle compartir la felicidad de quienes sean
agraciados —dijeron absolutamente admirados.
Muy
satisfechos de que, cuando ya no se lo esperaban, les había surgido el más asombroso,
insólito y posiblemente exitoso de los reportajes realizados por ambos en mucho
tiempo.
LOS
CHANCHOS VUELAN EN CHIQUIÁN
.
Por Armando
Alvarado Balarezo “Nalo” (Perú).
Amena narración de nuestro amigo Nalo, quien con sus
cuentos costumbristas nos hace vivir nuestro país con sabor especial.
.
En
Aquia, la madrugada del miércoles 24 de diciembre de 1913, Ishico Pardo
despertó angustiado de un sueño premonitorio: el chancho que venía cebando para
la cena de Noche Buena en Chiquián, había desaparecido. Se vistió como
pudo y corrió hacia el corral, no hallando al cebón. Recorrió calles y
callejones oscuros preguntando a todo el mundo, sin hallar rastro
alguno, ídem anduvo peinando caminos y potreros a orillas del Huamanmayo.
Del cerdo: ni humo.
Encomendándose
al Señor de Cayac apresuró su viaje a Chiquián. Llegó a la plazoleta de
Quihuillán antes del mediodía, desde donde empezó su calvario para comprar un
lechón, y cumplir con lo ofrecido a su esposa, suegros, cuñados, hijos,
entenados y nietos: una cena inolvidable.
Visitó
zaguán por zaguán hasta Racrán, sin lograr un pedacito de garancho para
evitar el tushu nanay, ni siquiera consiguió un pucash para su
nieto Apolinario.
Ya
entrada la tarde, sin ir todavía a su casa donde su mujer aguardaba la llegada
del cebón para condimentarlo y hornearlo a tiempo, se acordó que la única
persona que criaba chanchos para su venta en Navidad, era su amiga Ipicha
Gaitán Vda. de Núñez, dueña de un criadero en Rumichaca, lástima que con ella
tenía un entripado de padre y señor mío por asuntos inconfesables. Tomó
valor con una chata de ron y haciendo de tripas corazón se
dirigió a la casa de la viuda. Persignándose tocó el portón con un piedrita.
Acá el diálogo:
-
¿Quién?
-
Soy yo, Ipichita, tú amigo Isihico, ábreme por favor.
-
Cómo te atreves a venir después del daño que me has causado. Acaso no recuerdas
que mi marido tuvo un infarto por tu culpa, ¡so chismoso del cuerno!!!!
-
Por favor Ipichita, te ruego una tregua por Navidad, como en las batallas más
crueles se dispensan los rivales.
-
Está bien, acepto la tregua, y dime ¡qué quieres!
-
Véndeme un chancho para la Noche Buena, aunque sea un lechoncito pequeño, por favor Ipichita, es
cosa de vida o muerte.
-
Seguramente no has encontrado ni uno en venta, por eso te has atrevido a venir.
Estás comenzando a pagar tus culpas, pues todos mis chanchos han volado antes
del mediodía.
- ¿Y
ahora qué hago Ipichita?
-
Disfrázate de chancho al horno ¡y métete un rocoto donde ya tú sabes!!!!.
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Addhemar Sierralta
Año 8 No. 276 de 1 de enero de 2016