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NUNCA, NUNCA,
EN LO QUE VA
DE MUNDO
Vallejo
ha vertido al lenguaje hispano
el extracto planetario de la cordillera andina,
sus derrumbes, angosturas y pedregosidades,
sus arideces y altas tensiones.
Sus libertades sísmicas,
su oasis de infinita ternura y, sobre
todo, esa vertical soledad suspendida como
una plomada del hilo de luz delgado y pleno
que pone allí el sentido de comunicación
con el todo creador más puro.
Nunca, nunca, en lo que va
de mundo, ni aun incluyendo
el clamor de los profetas bíblicos,
se ha oído un acento más embargado
por la materia exclusiva del hombre.
JUAN LARREA
ESPAÑA
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SANTIAGO
MELÉNDEZ,
DESCANSA
EN PAZ
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
NACIÓ EN SALPO
Y SE HIZO HIJO
DE CACHICADÁN
Danilo Sánchez Lihón
1. Era tanto
su misticismo
Santiago Meléndez Padilla ha muerto el día jueves 14
de enero último, en Trujillo. Nació en Salpo, distrito de la provincia de
Otuzco en 1925. Fue profesor de Educación Secundaria en la Especialidad de
Castellano y Literatura egresado de la U.N.T. Estudió en el Colegio Seminario
de San Carlos y San Marcelo de Trujillo.
Fue en dichos claustros un alumno brillante y promesa
viva en teología cristiana, en cuya persona se cifraban las esperanzas de la
mayoría de sus profesores y de las autoridades eclesiásticas. Por eso, tan
pronto obtuviera su graduación como sacerdote, se le asignó una de las
parroquias más expectantes de la región, cuál es la de Cachicadán en la
provincia de Santiago de Chuco.
Pero en el mismo Cachicadán se decía que era tanto su
misticismo y se sugestionó de tal modo que vio en la hermosa señorita Carmela
Rojas Aguilar a la misma Virgen María. Y se enamoró de una manera tal, que viajó
él mismo a Roma, a exponer su caso en la Santa Sede y a pedir permiso en el
mismo Vaticano a fin de casarse con ella, objetivo que logró dejando los
hábitos sacerdotales.
2. La emoción
que se desprende
Se desempeñó como alcalde de Cachicadán (1961-1962); gobernador
(1963-1964); profesor de la Escuela Prevocacional de Varones 273 en Cachicadán,
en 1965; director del NEC N° 20 de Cachicadán, en 1975; director del NEC N° 09
de Moche, en 1978; Supervisor de Educación en el Sector N° 01 de Trujillo, en
1984. Profesor en la Universidad “Cesar Vallejo” de Trujillo, en 1996; Especialista
de Lengua y Literatura de la Unidad de Supervisión Educativa de la DIDELL, en1983;
y Especialista en Personal de la DIDELL, en1984.
Conocí a través de mi hermano Jaime, quien la trajo de
Trujillo en borradores en el año 2004, la obra del profesor Santiago Meléndez
Padilla titulada “Cachicadán, Perla Andina” y que fuera elaborada en el año
1962. ¡Cuánto tiempo sin prestar el servicio y el valor de ligarnos y comprometemos
más con un lugar y un pueblo magnífico como es Cachicadán y que es la emoción
que se desprende al leer ese libro.
Desde el primer instante de haber iniciado el
recorrido de sus páginas me pareció un trabajo valioso, aún más habiendo
experimentado personalmente la penuria que significa no encontrar obras
documentales, ¡ni siquiera referencias sueltas!, acerca de los distritos de la
provincia de Santiago de Chuco en los continuos viajes que he realizado por
dichos parajes, carencia que es casi común a la mayoría de pueblos que
constituyen el mapa lacerado y expectante de nuestro querido, aún más por
desolado y transido, país.
3. La tierra
que él adoptara
De allí que al conocer aquel precioso trabajo le propuse
inmediatamente al autor que el Instituto del Libro y la Lectura del Perú y
Capulí Vallejo y su Tierra, harían el esfuerzo, si él lo tenía a bien, de editarlo
como un servicio y una adhesión a Cachicadán, a su ciudadanía y a todos
aquellos interesados en precisar aspectos vinculados al acontecer de aquel
bello lugar.
Al haber aceptado gustoso esta iniciativa, debo
expresar al autor nuestro reconocimiento por asumir poner al día algunos datos,
de modo que podamos decir que ella tiene la indispensable actualidad y vigencia
para ser una obra de consulta imprescindible sobre la vida de Cachicadán, su
trayectoria y destino sin perder su ubicación en el tiempo en que fuera escrita
esta monografía en sus aspectos básicos.
Del prólogo que escribí para dicha obra extraigo los
párrafos siguientes, como un homenaje a Santiago Meléndez Padilla y a
Cachicadán que fuera la tierra que él adoptara finalmente como suya:
4.
En el fondo
del
alma
Cachicadán es un pueblo
encantado de mi provincia Santiago de Chuco, bello y diáfano, de buena comida y
de gente cordial mimetizada en el pasado y que es hermoso encontrarla ahora en
este tiempo presente. De famosos baños termales que han hecho milagros con la
salud de la gente que se sumergen en sus aguas.
La imagen que yo guardo de
las excursiones escolares cuando íbamos muy niños es que para entrar en las
casas o en las tiendas a comprar bizcochos, empanadas o cucuruchos de arroz y
la deliciosa agua gaseosa que allí se fabrica llamada Volcán hay que cruzar las
hondas acequias donde crecen higueras, ñorbos y rosales leves puentecillos sin
barandas dando siempre la ilusión de haber caminado por el cielo.
Donde siempre hay unos ojos
negros a la vez de entrega y a la vez esquivos, que se esconden tras de alguna
puerta, balcón o esquina. Donde sobrevivirá al estallido de todos los
apocalipsis el estallido de las flores que abundan en sus jardines y huertos,
que crecen entre las piedras, en las rendijas de sus adobes y renuevan sus
capullos siempre en el fondo del alma.
5. Bosques
de eucaliptos
Una vista panorámica de Cachicadán, situados desde el
Campo Santo, denominado Jerusalén, nos permiten ir reconociendo algunos hitos:
He aquí en la parte alta el Cerro La Botica, al pie
del cual brotan y fluyen las aguas termales de propiedades minero-medicinales
que han convertido al barrio próximo, llamado San Miguel, en el sector de
turismo en salud.
He aquí por un flanco del cerro ubicado el camino que
conduce a los restos arqueológicos de Wallío y Sagarbal.
He aquí cómo en los contornos destaca la presencia de
innumerables bosques de eucaliptos que rodean la ciudad y le brindan el aroma
característico que tiene el lugar.
He aquí cómo a la derecha hay un mirador natural que
es el cerro llamado ahora Alto del Perú, y está bien que así se llame, al pie
del cual se asienta la campiña de Mocaboda.
6. Al pie
y hacia el centro
Mirando en lontananza y hacia la izquierda es notoria
la presencia del promontorio El Angla.
Al fondo, se aprecia el majestuoso cerro Ichal, famoso
por sus restos arqueológicos, en el cual se asienta el Santuario del dios
Catequil y el oráculo famoso porque le fue adverso a Huayna Cápac a quien le
anunció la destrucción del imperio incaico.
Veamos allá, al pie y hacia el centro está el conjunto
de casas donde, hacia la derecha, se ubica la Plaza Mayor.
A la izquierda el barrio de El Rosario, más conocido
como El Canto del Pueblo, donde actualmente se ha erigido El Arco que es el
pórtico de ingreso principal a la ciudad, incluyendo el Instituto Pedagógico
que lleva por nombre Catequil.
En la parte baja está el sector donde se alinean
frente a frente los centros educativos de todos los niveles que tiene la
localidad.
Cachicadán siempre se mira a la distancia envuelto en
una especie de neblina dorada y púrpura que definen bien su aura y su alma
mágica.
7. Por eso maestro
Santiago Meléndez Padilla
Sobresale de sus canaletas que recorren calles y casas
particulares ese vaho azul, y la visión mágica del humo y la neblina que
produce el agua caliente de sus pozos termales que corre por las acequias de
este pueblo dulce, lírico, amoroso, donde por las noches no faltan las notas
estremecidas de una serenata que nos hacen cómplices de un amor desgarrado.
¡Yo mismo allí las he dado que allí debe haberse
quedado! Bajo estos balcones he cantado, sabiendo muy bien quién se arrebujaba
hacia adentro, aunque no sé si escuchara despierta o dormida.
De allí que volver a Cachicadán es retornar a todos
estos elementos fundamentales de la vida. Y a la reserva moral que constituyen
nuestras cumbres, fuentes, ríos y nuestras casas nativas. Es volver a las
nieves eternas, jamás corruptibles, límpidas y de una fuerza inmarcesible,
siempre inspiradoras y, a la vez, compasivas en lo alto de nuestras
cordilleras.
Retornemos a encontrar sabiduría y consejo en nuestros
apus, huacas y pacarinas, todos ellos protectores, sabios y afectivos en estos
tiempos de grandes batallas y hondas esperanzas.
Por todo ello, maestro Santiago Meléndez Padilla, que
el zumo de las flores del hermoso pueblo que adoptaste como tuyo escancien su
aroma y fragancia eterna sobre tu noble frente.
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El texto anterior puede ser
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