(1) Discurso en la Ceremonia de Izamiento
de la Bandera,
en el Reducto Nº2 de Miraflores, el año 2009, atendiendo a la invitación de la Municipalidad de
Miraflores. Asistieron a esta ceremonia escoltas de la Escuela Militar de Chorrillos,
del Ejército, Fuerza Aérea, de la
Marina de Guerra del Perú y, como invitado especial, Capulí,
Vallejo y su Tierra.
“Porque mi
patria
es hermosa
como una espada
en el aire…
Y yo la defiendo
con
mi vida”.
Javier Heraud
1. Un combatiente
cabal
¡Jóvenes! ¡Soldados!
¡Guerreros!
Estamos aquí, la Brigada de
Capulí, Vallejo y su Tierra, en este altar de la patria, el Reducto Nº 2 de
Miraflores, donde se inmolaron tantos peruanos en la Defensa de Lima, izando la
bandera del Perú en nuestros corazones, conmemorando los acontecimientos
ocurridos el 13 y 15 de enero del año 1881, cuando nuestro país tuvo que hacer
frente al acoso de un país inmoral en una guerra que el apóstol cubano, José
Martí, al no encontrar razones tuvo que explicarla del siguiente modo, como
motivación de Chile para emprenderla:
“… el odio misterioso e implacable: el odio
del que envidia una superioridad de espíritu y una largueza de corazón que no
posee. El odio del que no inspiraba simpatías hacia el que las inspira. El odio
del mezquino al generoso”. Fue según él y con sus palabras textuales el
motivo de esta guerra.
¡Qué importante que a César
Vallejo lo exaltemos aquí y no únicamente en los salones académicos o
propiamente literarios!, sino en este santuario de la patria, donde se
inmolaron miles y miles de hombres en la Defensa de Lima, la sangre más noble del Perú
ofrendada a la patria el 13 y 15 de enero del año 1881 en las batallas de San
Juan Y Miraflores.
2. Hito
sagrado
¡Qué bueno que lo celebremos a
César Vallejo de este modo y aquí, como a un guerrero! Y lo hagamos sus
coterráneos, sus compatriotas de tierra adentro, las personas comprometidas con
el destino de nuestro país. Y para desfilar nuestro batallón junto a las
escoltas de nuestro ejército de tierra, aire y mar.
Porque aquel hombre que
naciera el 16 de marzo del año 1892 en Santiago de Chuco, no solo es el astro
más refulgente de la poesía y el humanismo universales, sino un combatiente
cabal de las causas nobles del género humano, como es el bien, la justicia, la
fraternidad y la solidaridad humanas.
Fueron estos mismos valores
que alentaron quienes estuvieron en este lugar, en este suelo y en esta atalaya
en la Defensa de Lima el año 1881.
Pero también estamos
reverentes aquí, en el Reducto Nº 2 de Miraflores, porque este es un altar, un
pináculo de heroicidad y un lugar santo.
Este es un hito sagrado en la
trayectoria de la patria, desde el 13 y 15 de enero del año 1881.
3. Los más
egregios
Estamos de pie en este lugar
porque aquí velaron, aguardaron despiertos, sin pestañear, anhelando una patria
digna y libre en aquella hora suprema.
Eran personas que
interrumpieron su trabajo pacífico y amoroso para salir a poner su coraje aquí,
aunque eso les costara la vida.
Porque salieron a defender
nuestra dignidad quienes nunca habían usado armas, enfrentándose a quienes toda
su instrucción y consigna era matar.
Se enfrentaban a una caterva bestializada
que luego empezó a matarse entre ellos mismos en disputa del botín, cometiendo
actos que ni siquiera en las hordas de Atila se registran.
Estaban aquí los peruanos de
corazón generoso y por tanto los más egregios, que tuvieron que hacer frente a
un ejército de invasión y conquista compuesto de una tropa avezada, criminal y sanguinaria.
Luchó la gente inerme. ¿De qué
parte estuvo entonces el valor y el heroísmo? Indudablemente, de los que sin
ser sabuesos ni bestias tuvieron que tomar las armas para defender lo último
que no se puede perder, y no perdimos jamás: ¡cual es ser dignos!
4. Se defendía
la vida
Estamos aquí porque muchos
compatriotas nuestros soñaron en este lugar más que en ningún otro del universo,
un país cabal, lleno de júbilo y hermoso en el bien compartido.
Porque aquí ellos nos
presintieron, nos anhelaron firmes, incólumes, enterizos.
Los miles de peruanos que iban
a morir aquel día defendiendo lo más sagrado del Perú, aquí nos soñaron.
¡No los olvidemos jamás!
Y aquel día César Vallejo
estuvo aquí presente. Y esto lo afirmo imbuido de toda razón, con plena
convicción, y de todo corazón.
No lo dudemos un solo
instante, en absoluto. No lo cuestionemos jamás. De lo contrario es negarlo a
él mismo.
Porque aquí se defendía la
vida y el sentido más esencial de lo humano que él defendió siempre.
5. Poeta
militante
Peleó, al lado de quienes aquí
murieron. Aquel gladiador civil, ejemplo de hombre y paradigma de peruano no
pudo faltar jamás a esta cita moral.
Quien asumió los valores más
genuinos de nuestra cultura, y que el movimiento cultural Capulí Vallejo y su
Tierra se esfuerza por hacerlos más vigentes en nuestro país, fue el primero en
la trinchera, y aquí.
Y afirmo categóricamente que
él estuvo en este sitio porque a los heridos los mataban con el corvo o de un
culatazo en el cráneo. Y él nunca dejó de estar en donde había abuso,
injusticia e iniquidad a la cual enfrentar con nobleza e heroicidad.
Entonces ¿cómo no iba a estar
presente aquel día aquí? ¿Él que defendía todo lo humano y todo lo justo y todo
lo digno?
Porque César Vallejo en muchas
circunstancias fue un soldado, un paladín y un guerrero. Y no podía faltar
aquel día a aquella cita de honor.
Porque es un poeta militante,
combatiente y luchador de todas las causas supremas de la humanidad.
6. Premisa
de honor
¡Y quien no permitía la ofensa
ni el abuso, viniera de donde viniera!
¡Y no lo permitirá! ¡Porque
Vallejo está vivo en nosotros y con nosotros!
Porque Vallejo no es deliquio,
ni éxtasis. Ni mucho menos elucubración, que son cualidades de excelencia pero
que Vallejo es mucho más:
Vallejo es praxis y es acción.
Hay aquí enterradas ilusiones
de un país mejor, confundidas con la pólvora, las esquirlas que saltan, el
sudor y el jadeo de quienes defendieron nuestra heredad.
Hay aquí muchos mensajes y
consignas dichas en el fragor de la batalla que libramos no porque agredíamos
sino porque fue premisa de honor el defendernos.
¡Eso que conste!
Y con ello defendíamos lo
irrenunciable en el ser humano: ¡el respeto, la dignidad y todos los valores
humanos que la vida nos exige acrisolar!
7. Esperanza
esparcida
Estamos aquí, porque aquí
cayeron hombres con ideales y cariños puros.
Y aquí debajo quedaron sus
cuerpos y sus almas. De aquellos compatriotas que lucharon con coraje y
valentía en la Defensa de Lima.
Hay en este lugar sangre
regada de ancianos y niños por un enemigo perverso e irracional.
¡No la defraudemos nunca! ¡Con
ellos no ser indiferentes jamás!
Hay regada aquí sangre insigne
de peruanos de toda edad y condición que nos defendieron a nosotros para tener orgullo
en la frente. Sangre de ricos y pobres, de maestros y alumnos, de amados y
amantes.
¡Jamás los defraudemos!
¡Hay mucha esperanza aquí regada
y esparcida, que es hora que debamos recoger!
¡A eso hemos venido hoy día
hasta aquí!
8. Estuvo
aquí
Y juramos –y creo representar
bien a mis compañeros aquí presentes– asistir a todas las citas de honor en
todo Reducto Nº 2 que nos depare la historia y nos demande la patria.
Y juramos comprometernos por
un país estrella, lucero matinal en la alborada de un nuevo Perú.
Juramos ser paladines de la
consagración a trabajar por un Perú de valores, de honradez, de exactitud, de
laboriosidad.
Juramos en ser paladines en salvaguardia
de la verdad; de no mentir y no engañar.
Por eso quiero decir aquí que
Capulí como movimiento cultural recibe la antorcha que encendieron para siempre
quienes estuvieron y murieron aquí.
Y Vallejo estuvo aquí como un luchador,
con su espíritu solidario.
9. Solemne
juramento
Permítanme, finalmente, tomar
juramento a mis compañeros de la Brigada Capulí, Vallejo y su Tierra, aquí
presentes:
– ¡Hermanos! ¡Soldados del
contingente de Capulí, Vallejo y su Tierra! ¡Guerreros!
– ¿Juráis, como diría César
Vallejo, defender la vida y matar la muerte, venga de donde viniera?
– ¡Sí! ¡Juro!
– ¿Juráis hacer de Capulí,
Vallejo y su Tierra el camino de consagración para hacer del Perú una patria
hermosa como una espada en el aire?
– ¡Sí! ¡Juro!
– Juráis consagrar su vida a
forjar esperanza en el Perú de hoy y de siempre?
– ¡Sí! ¡Juro!
– Si así lo hiciereis que Dios
y la patria os lo premien, y si no que ellos nos enjuicien y demanden.
Muchas
gracias.
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