Danilo Sánchez Lihón
1. Cañas
bien tejidas
La cabaña donde viven es una saliente de tierra y
raíces de árboles hacia el cauce apacible del río.
Encima del techo de palma trenzada se eleva el follaje
frondoso de árboles de mangos, guayabas y pomarrosas.
Él es un cazador diligente, perspicaz e infalible.
Todas las mañanas se interna en el bosque y regresa ya
al atardecer trayendo en los hombros carne ya procesada.
En el sitio en donde las victima, abre a sus presas y
las desuella a fin de evitar tanto peso, sean venados, tortugas o sajinos.
Su esposa es la mujer más bella, tierna y hacendosa que
se ha conocido en todos estos confines.
Y quien lo espera con la comida servida, la ropa
lavada y la casa primorosamente arreglada.
La mañana refleja las cañas bien tejidas de su techo y
las cercas límpidas en las aguas cristalinas del río.
2. Y
siendo así
El hijo que han engendrado juntos recién ha cumplido doce
lunas de nacido.
Hoy ya corretea dichoso y feliz por la casa y
alrededores.
Es diestro y ligero de pies como su padre, y tiene una
sonrisa permanente dibujada en su rostro gentil y agraciado
Se comunica bien con los animales que se acercan y sobre
todo con las aves que se posan en los árboles y después sobre sus hombros.
Y hasta se zambulle en el río transparente cuando
acompaña a su madre a lavar la ropa en la balsa de troncos amarrados al pie de
la cabaña.
Es grácil, valiente y arrojado.
Y siendo así el niño es la adoración de su padre,
además por ser su vivo retrato.
Ha nacido a su imagen y semejanza. Y porque ya se
advierte en él que será un gran cazador, idéntico y aguerrido como su
progenitor.
3. Un
hijo
que adoro
Hoy el cazador se ha internado en el bosque y
repentinamente se siente extraviado. Nunca antes se había sentido repentinamente
perdido.
Nada le es natural sino extraño, diferente y
desconocido.
– ¿Dónde estoy? –Se pregunta–. ¿Qué reino es este? –Se
interroga asimismo–. ¿Es este el mundo de todos los días?
Y una voz le contesta:
– ¡Hola! Soy la reina de las yacurunas, las ninfas del
agua.
– ¿Dónde estoy?
– Has entrado a mi reino.
– ¿Cómo puedo salir?
– De aquí no se puede salir de aquí.
– Pero yo tengo esposa y un hijo que adoro.
–Tendrás que dejarlos. Tu mujer encontrará un nuevo
marido y a tu hijo ojalá le toque un buen padrastro.
4. ¡Eso
nunca!
El cazador que conocía mil atajos y sin hacerle caso
se echa a correr y se interna de nuevo en la espesura. Y aunque deambula varios
días finalmente ha podido encontrar el camino de regreso.
Pero cuando retorna halla a su mujer gravemente
enferma. La casa es un abandono total y el hijo vaga sucio y hambriento.
– Tu mujer tiene maleficio. –Habló solemnemente el
brujo–. ¡Hay alguien que le ha hecho un grave daño.
– ¡Haga todo por curarla, si es posible a costa de mi
vida.
– Hay algo peor que tengo que decirte. Han depositado
el maleficio en su hijo. Él es ahora el agente del mal. Si quiere salvar a su
mujer tiene que sacrificar a tu hijo.
– ¡No! ¡Eso nunca! ¡Jamás!
– Y tienes que hacerlo esta noche, de lo contrario
morirá tu mujer. Y tu hijo seguirá trasmitiendo el mal.
5. Curó
sus heridas
El hombre mira compadecido el rostro inocente del niño
que a su vez lo mira. Y el llanto le viene incontenible. Y también llora el
niño al ver llorar a su padre. Y quien no comprende nada de lo que está
aconteciendo
– ¿Qué ocurre amor? –Delira su esposa–. ¿Nuestro hijo
está bien? ¡Tengo miedo de que algo le suceda!
Nada puede contestar, pues sabe que la voz se le
quebraría y solo saldrían alaridos de su boca. No. no podrá inmolar a su hijo.
Pero sí quizás llevarlo a lo intrincado
del bosque. Y abandonarlo para que allí lo ultimen las fieras.
Y así lo hace. Lo duerme y abandona en un sitio
intrincado hacia donde suelen deslizarse boas, pumas y otorongos.
Sin embargo, ya estando en su cabaña muy de noche
sintió un llanto lastimero y desgarrador.
Y cuando se levantó y asomó a su puerta allí estaba el
niño con arañones y lastimaduras, ensangrentado, pero vivo.
El padre lo acunó, curó sus heridas y le dio de comer.
Pero al mismo tiempo sentía que su esposa moría.
6. Convertido
en pájaro
Cogió otra vez a su hijo en brazos y lo llevó al
bosque, pero esta vez haciendo mil laberintos, confundiendo los caminos,
cruzando cochas, pequeños ríos, introduciéndolo por matorrales.
Y lo dejó en la espesura más densa y debajo de un
árbol de hormigas voraces y asesinas. Al regresar vio que su esposa mejora y lo
primero que pregunta es por su hijo:
– ¿Dónde está? ¡Quiero verlo!
Justo en ese instante se escuchó el silbido aterrador,
atroz y espeluznante de un ave que le heló el corazón. Era un lamento
penetrante como un cuchillo que salió desde la espesura y surcó en dirección a
su cabaña.
Al asomarse por la ventana vio a su hijo convertido en
pájaro que sobrevoló justo en el tiempo que faltaba para el amanecer. Para después
internarse en el boscaje con un silbido más estremecedor aún, y que dice:
– Sin fin. Sin fin. Sin fin.
Que en lengua nativa es: Tunche. Tunche. Tunche.
7. Trocó
la suerte
Ahora es el pájaro de mal agüero, que anuncia cuándo
una persona va a morir con un silbido doliente, límpido y afilado como un
puñal. El Tunche es un alma en pena. Nadie lo ha visto jamás. Pero sí oído.
Nadie jamás ha encontrado un rastro de él, ¡una huella, una pluma, un nido!
Nadie ha mostrado hasta ahora un huevo de dónde él nazca.
Nunca se ha encontrado una cría del Tunche que crezca y muera.
Nadie ha cazado un pájaro que sea quien emita ese
sonido estremecedor que hiela los huesos y paraliza hasta las hojas de los
árboles que dejan de moverse.
¿Entonces qué es? Es apenas un lamento despiadado que
vaga por las noches inclementes. Cuando se lo escucha las personas se arrebujan
entre sí, unas con otras para protegerse.
Y rezan esta oración: Padre bosque. Madre tierra. Abuela agua. Dale consuelo al Tunche. Y que
no nos haga daño. Que nos perdone si alguna vez lo hemos ofendido sin darnos
cuenta. Se lo rogamos de corazón. Amén.
Es el alma bendita y sin consolación del niño que fue,
a quien el destino le trocó la suerte de cazar animales terrenos cambiándola para
cazar almas humanas y conducirlas hacia la muerte.
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