DEL
PUEBLO
Danilo Sánchez Lihón
Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia
él, de frente o transmitidos.
César
Vallejo
1. Huella
digital
De niños en mi pueblo de Santiago de Chuco decir
artista era decir Lucho Armas, quien era el pintor popular de las andas de los
santos y los taititos de las procesiones de Semana Santa.
Pintor por excelencia de los altares de las novenas de
la fiesta del Patrón Santiago en las velaciones del mes de julio.
Creador alucinado de algún carro alegórico de las
fiestas de los carnavales. Quien hacía los telones de fondo de las veladas
artístico literarias de los clubes y colegios de la provincia.
Y mencionar a Luis Armas en cualquiera de estos rubros
era aludir a arte que alcanza ribetes sublimes, delirantes, prodigiosos.
En ese tiempo jugábamos en las esquinas a ser Lucho
Armas, a imitarlo en sus gestos y actitudes en la manera de pintar. Era hacer
las cosas de tal modo que resultaran perfectas y fueran consumadas,
sorprendentes y fuera de serie.
Era ponerle el sello, rúbrica y huella digital a algo
hecho por un ser eminente en quien el arte era natural, genuino y sin saber que
había academias, escuelas, galerías o museos de pintura sofisticados y
exclusivos.
2. Sus gozos
como sus penas
Así, días previos a las procesiones de Semana Santa y
saliendo de la escuela se extiende como un reguero de pólvora la noticia entre
los niños de que Luis Armas ya está pintando el anda de la Virgen dolorosa de
ese año en la parte posterior de la iglesia, cerca ya del campanario y frente
al altar mayor.
Y entonces enrumbamos en tropel y a la carrera en
dirección de la Plaza de Armas. Y estando en ella, y sofrenando el ímpetu,
entramos a la iglesia por la puerta chica, alzando bien alto el pie para
sortear el umbral de entrada.
Y donde ciertamente hacia la izquierda y en penumbra
en relación al sol de afuera ya está Luis Armas con sus tarros de pintura y
terminando de pintar en lo alto del batidor del fondo los luceros que pareciera
que se pudieran hasta tocar con las manos sobre los cerros y colinas de
Jerusalén.
Ya tiene también colocado un panel de fondo con el
Gólgota y las cruces de la crucifixión, y ahora está concentrado en un panel en
donde se ven las calles de Jerusalén.
Y aquí pasamos horas de horas contemplándolo pintar,
sentados a una distancia prudencial, en silencio, arrobados ante las callejas,
las ventanas iluminadas de una torre, las casas y sus esquinas que van
surgiendo, imaginando toda la vida que se desenvuelve allí dentro, sus gozos
como sus penas, en donde mezclamos nuestra vida con la vida imaginada en aquel
tiempo.
3. Consagrarse
como tal
Pero, ¿cómo es Lucho Armas? Delgado, pálido y con la
ropa flotante. Con ojos melancólicos. Nada ostentoso y más bien todo lo
contrario, un ser humilde.
Sus pantalones siempre estaban hundidos hacia su
vientre, amarrado por alguna cuerda como si no comiera. De rostro ingenuo y
candoroso.
La mirada de la pupila para arriba. Y abajo blanca. De
tal manera que parece que no mira al frente sino a lo alto.
Un ser que nunca nos ahuyenta a los niños que se
arremolinan a admirar lo que va pintando, que siempre deja ser rodeado por los
demás.
Eso sí, silencioso y un poco triste, con el rostro
inspirado. Pintor consumado que siempre lleva en las manos sus pinceles.
Vive cerca de mi casa y tiene una parvada de
chiquillos como hijos.
Un ser a quien nunca oímos despotricar de nada ni en
contra de nadie, ni maldecir algo.
Es Luis Armas un artista que tiene la estampa que
cualquier compañero de arte quisiera tener para consagrarse como tal, porque es
la más ajustada a lo que es un artista.
¿Le pagan bien? No. Solo propinas.
4. Miradas
a lo lejos
¡Pero él hace las andas más prodigiosas para la
procesión de Semana Santa! Las mismas que después son cargadas por varones
cubiertos de tocas blancas.
Andas que hacia adelante tiene estandarteros atildados
y borleros vestidos con atuendos de gala. Y hacia atrás la banda de músicos que
desgarra los compases más hermosos y gemebundos del mundo.
¿De dónde parte el confín de velas que alumbraban al
señor o a la Virgen bendita? De sus manos y de sus pinceles.
Desde su paleta salen los chetes que se elevan en el
cielo. Y esas caravanas de fieles que iluminaban con sus velas por las dos
veredas de las calles caminando compungidos.
Llueva o no llueva, truene o no truene, haya o no haya
vereda, sople el viento o no sople, se tenga fervor o se tenga miedo.
Todo parte o todo termina en las andas de los taititos
que él las ha hecho y que representan ya sea Jerusalén, o ya es El huerto de
los Olivos. O son las columnas y frisos del Sanedrín donde Jesús fuera azotado.
Y miradas a lo lejos las torres árabes, y la despiadada montaña del Gólgota.
5. Entran
y salen
Pero también los altares de las novenas de la Fiesta
del Apóstol Santiago, ¿quién los hace? Él. Y todo sale de sus manos.
Salían a partir de sus pinceles las mojigangas y comparsas,
los arcos y guirnaldas llenas de flores.
Los altares que representan un barco, una nave
espacial, un avió.
¿Quién los diseña y después los pinta mientras las
mujeres cocinan preparando tamales, patasca en salsa picante? Él.
¡Los altares que lucen encendidos hasta la madrugada
con su perfil luminoso en la noche cerrada y tenebrosa!
Todos los niños del pueblo pasamos horas sentados y
reverentes viendo pintar una torre, una callejuela, una sombra en un muro.
Cuando vemos un aviso comercial en lo alto de una
tienda con algo qué admirar, inclusive las letras sombreadas y llenas de
matices es que habían salido de sus manos.
Por eso, he allí un pajarito, una rana, una mariposa.
Y con él los clientes que entran y salen.
6. Una flecha
o un puñal
No sé cómo murió en realidad Luis Armas. ¡Ni cuándo!
Pero hay un capricho que debe ser de mi propia fantasía, cuál es asociarlo a la
muerte de un hombre que ocurrió cuando una mañana llamaron a mi madre porque se
necesitaba que alguien vea qué se puede hacer por un prójimo.
Y en ese caso siempre buscaban a mi mamá que
inmediatamente se interesaba por ayudar a socorrer a alguien. Y yo partía
detrás de ella.
Y era que agonizaba un ser humano en un cuarto hacia
donde entraba por la puerta el sol esplendoroso a esa hora radiante en Santiago
de Chuco.
Es la escena más triste que recuerdo, cuando tendido
en el suelo sobre unas hojas de periódicos se moría. Ni siquiera recostado a un
petate.
Su estertor, su hondo respirar se oía desde la calle
desolada.
El de un hombre aún joven, en quien la vida se le
había atravesado como una flecha o un puñal o una espada.
Eran los estertores de la agonía y mi madre
arrodillada rezando a su lado, y a ratos cogiéndole las manos.
¿Por qué asocio la imagen de aquel hombre muriendo con
la persona de Luis Armas?
Quizá por la misma faz sufriente de un San Pablo
desterrado en la isla de Patmos, o de San Francisco de Asís en su agonía en la
Porciúncula.
7. Destino
del verdadero arte
En la personalidad, la memoria y el nombre de Luis
Armas, pintor de mi tierra, yo quiero rendir homenaje a los artistas populares
que se extienden a lo largo y ancho del cuerpo aún lacerado de nuestro amado
Perú
Recordando a Luis Armas es que rindo homenaje a los
músicos, pintores y poetas de mi tierra, poblada de seres como él, heridos en
el alma por algún dardo de lo que es trascendente, ya sean los colores, los
compases, con los aromas o notas musicales de que este mundo está hecho.
¡Como de cuerpos y volúmenes, caros para los
escultores! Como lo es su hijo Luis Marcial Armas Villarreal, quien es el artífice
de la imagen ciclópea y bien concebida
del pallo, que es el monumento más soberbio que ahora luce Santiago de Chuco en
su Plaza de Armas, que tiene una altura de cuatro metros y está hecho en fibra
de vidrio y está puesta esta imagen justamente frente a la iglesia donde su
padre palpitó y descargó las alas de tantas ilusiones pintando para el pueblo.
Es obra esta escultura de uno de aquellos niños que
hacían la parvada de hijos que él engendró y que vivían en una esquina desde
donde baja hacia La Pera, una calle empinada.
En este Día del Artista Nacional todo mi homenaje a él
como artista del pueblo, unido al ser colectivo, al ser común y corriente como
es el destino del verdadero arte en esta vida, y al folclor de los pueblos
entrañables de costa sierra y Amazonía.
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