LAS PALABRAS
QUE FUNDARON
UN IMPERIO
Danilo Sánchez Lihón
1. Sereno
y dichoso
Wiracocha, creador de todas las cosas, hizo el
universo donde reinaba la dicha, florecían las plantas y verdecían los bosques,
susurraba el agua en los arroyos y correteaban alegres y jubilosos los animales
por el campo. También habitaba el hombre pero aún de manera silvestre.
Un día Inti, el sol le habló así a Wiracocha:
– Padre y señor mío, creador de todo lo creado y por
crearse. Corazón bienhechor y magnánimo: éste tu hijo, te suplica que no es
bueno que los seres humanos deambulen en la tierra cual fieras abandonadas.
– Dime, ¿cuál es tu deseo?
– Permite que dos de mis hijos, en realidad lo mejor
de mi progenie, vayan hasta ellos y eduquen aquellos destinos humanos.
Wiracocha escuchó sereno y dichoso la voz de su hijo y
así se expresó:
2. Ha llegado
la hora
– Inti, el más amado de mis hijos, desde hoy te
llamarás "el generoso e incomparable". Tus razones conmueven
profundamente mi corazón. No en vano eres mi predilecto y el más brillante de
los seres que he creado.
– Gracias, padre.
– Se cumplirán tus deseos. Que enrumben pues tus hijos
a la tierra desolada para adoctrinar a los hombres en el bien, el trabajo y la
belleza.
Fue entonces el Sol hasta la isla sagrada que flota al
centro del lago Titicaca, donde moraban purificados sus dos radiantes hijos.
Envuelto en llamaradas de luz, rayos y arcoíris, y tomándolos suavemente de las
manos, les dijo:
– Hijos míos: ha llegado la hora que emprendan la
misión para la cual están destinados.
3. Ser amables
y diligentes
– Dinos lo que debemos hacer y estaremos listos a
emprenderla padre amado. –Respondieron ambos.
– Irán y reunirán a los hombres dispersos. Despertarán
su conciencia adormilada y les enseñarán a vivir en comunidades y a ser útiles
y dichosos en el trabajo.
Manco Cápac y Mama Ocllo fueron y enseñaron a los
seres a realizar todas las labores útiles para la vida: a trasquilar animales y
escarmenar. A hilar, tejer lana de vicuña, alpaca y algodón.
A confeccionar sus vestidos para sus hijos y demás
miembros de la familia. A orientar a los muchachos a fortalecer su carácter. A
ser amables y diligentes.
También les indicaron cómo debían aumentar los rebaños
y pastorearlos en el campo, cómo adornar con flores e hilos de colores las
cabezas de llamas, guanacos y allcos.
4. Forjaron
la grandeza
Sembraron una chacra de maíz, otra de papa, otra de
quinua y cañihua cuyas semillas repartían entre la gente para que las cultiven.
Pero, sobre todo, enseñaron el valor de las palabras
las mismas que debían estar dotadas de verdad, belleza y sabiduría.
Porque son las palabras en donde se funda la
construcción de todos los bienes materiales y, sobre todo, la felicidad entre
todos los hombres.
Aquellas palabras que forjaron la grandeza del Imperio
Incaico, en donde no hubo un solo hombre que se quedara un día de hambre, ni
una sola persona que durmiera en la calle o estuviera desprotegido.
Ni tampoco hubo una sola mujer que tuviera que vender
su cuerpo para sostenerse en la vida.
Esas palabras fueron: Ama sua, ser honrado. Ama llulla,
decir la verdad. Ama quella, ser laborioso.
5. Ama sua,
ser honestos
Ama sua, que es respetar lo que es del otro, y lo que
es un bien colectivo. Donde si algo no te pertenece no lo coges para ti; no es
tuyo, respétalo, así sea que lo hayas encontrado en un espacio público, no por
eso te pertenece sino que tiene un dueño.
O, en todo caso, entrégalo donde aquel que lo ha
perdido o extraviado momentáneamente pueda y deba encontrarlo.
Porque, si no has ganado algo con tu esfuerzo otro sí
lo hizo. Y eso lo ha consagrado como pertenencia a él para compartirlo con los
demás seres queridos.
Si depende de ti trata de devolverlo y la vida te
premiará con su candor y su ternura. Así, no coger ni una aguja ni un botón que
no sea tuyo. Si cumples este precepto te pertenece lo más grandioso, cual es
poder abrazar a otra persona y sentirte de verdad hermano.
Siendo honrados, siendo quienes cumplen lo que
prometen, que no engañan a nadie, que aman de a verdad. Y que hacen lo que
creen que es la razón por la cual han sido creados en bien de los demás.
6. Ama llulla,
ser veraces
Ama llulla, que es ser hombres verdaderos y no
encarnar mentiras. Es también callar cuando se debe callar.
Es no fascinarse por algo que no es nuestro objetivo
en la vida. Tener un objetivo en la vida. Es tener una razón de ser y un
destino a cumplir, sin hacer daño jamás a nadie sino forjando el bien
colectivo.
Porque cuando uno miente nubla el cielo y cuando dice
la verdad lo aclara. Cuando uno miente siembra una sombra en el alma, marcha el
vidrio de la ventana que da a su corazón.
Cuando uno miente crea una nube negra que oscurece su
cielo y este se torna turbio, oscuro y cerrado. Cuando uno dice la verdad
mientras más difícil esta sea, crea un día radiante.
Nuestra cultura pone la inocencia, el candor y la
transparencia como uso y costumbre, que canta en las nieves, en el rocío de las
flores y en los arroyos cristalinos del campo, que todos son transparentes. Por
eso ser hombres que dicen y actúan con la verdad siempre.
7. Ama quella,
ser laboriosos
Ama quella, que precisa que si mis manos son puras,
honradas y defienden la verdad, son fuertes, transparentes y seguras. Y entones
pueden trabajar límpidamente.
Que si mi mente es clara, luminosa y matinal mis manos
lo serán, y que al mismo tiempo la verdad de mis manos se trasmitirá hacia mi
mente.
Mis manos son tus manos para construir juntos el bien
colectivo. Que sean como son, laboriosas y arriesgadas.
Que cogen la tierra, los duros terrones, las rocas
abruptas para erigir una casa verdadera, primorosa y promisoria.
Que cuidan las aguas de los ríos, las lagunas y los
mares, sin contaminarlas preservando el aire puro que respiramos.
Que construyen los andenes nuevos donde broten mil
variedades de flores para hacer la dicha humana sobre la faz de la tierra.
Y que entonces podrán escribir sin engaños porque son
fervorosas, hechas para donar, consolar y acariciar.
Epílogo
tenaz
Esta es la moral del Perú auténtico. Estos preceptos
hicieron la grandeza del Tahuantinsuyo.
En base a ellas fundaron la ciudad del Cuzco en donde
construyeron grandes palacios, acueductos y fuentes.
Una población laboriosa se sentía feliz de constituir
una extensa y rica nación.
La sabiduría de sus leyes hizo la prosperidad moral y
material de sus habitantes.
La clave de su grandeza fueron estos preceptos
morales: Ama sua, ser honrados; Ama llulla, ser verdaderos, y Ama quella, ser
laboriosos.
Por todo eso somos luz, somos Quispe. Porque Quispe es
luz. Es “Somos luz”.
¿Qué clase de luz? Luz del ama, luz humana, luz
protectora, tierna y cálida.
La luz que hermana lo que es legítimo en la tierra.
Sobre esas bases se forjó el gran Imperio del Tahuantinsuyo.
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