SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
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2 DE ENERO
LA
RAZÓN
MORAL
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
EL BIEN
QUE RECIBO
Y DEBO LEGAR
Danilo Sánchez Lihón
1. Aprieto
un botón
Muevo un botón y una luz se enciende. Es
la energía que muchos han puesto su empeño para producirla y para que llegue
desde muy lejos hasta el rincón de esta posada donde pergeño estas líneas.
¿Cuántas vidas humanas ha costado el
esfuerzo heroico de conducirla hasta donde yo me beneficio y me sirvo de ella
escribiendo este texto que ojalá lo primero que haga es que el primero que
redima sea a mí mismo?
Los cables de alta tensión para llegar
hasta aquí suben y bajan cumbres y hondonadas que costaron el esfuerzo y el
tesón sacrificado de miles de hombres.
¿Acaso al viajar por los caminos no he
visto cómo las torres que se erigen para sostener los cables de alta tensión
que transportan la energía suben por terrenos abruptos donde muchos debieron
haber perdido la vida?
2. Arriesgaron
la vida
Pero antes, aquellos que experimentaron
en la investigación probando cada elemento para hacer posible que la luz
encienda, muchos resultaron y quemados y hubieron laboratorios que explotaron y
ardieron en llamas.
Y, después, construir la hidroeléctrica
de donde viene esta luz y que se enclava en roquedales abruptos y temibles.
¿No ha costado el sacrificio tenaz de
contingentes de hombres llevando en los hombros herramientas, implementos y
materiales?
¿Y el esfuerzo sobrehumano para hacer
las bases de cemento, los soportes de fierro y las instalaciones colgados y en
vilo sobre y bajo el aire de las torres?
¿Compensaba totalmente solo la paga, que
casi siempre para obreros y empleados fue escasa y hasta en niveles de miseria?
Los hombres que la construyeron, ¿acaso
no arriesgaron la vida?
3. Diversos
senderos
Sin embargo, yo sin ensuciarme las manos
aprieto un botón y la luz fluye sin parpadear límpida, tersa y brillante.
Giro una llave y el agua salta clara y a
borbotones en el caño de mi habitación.
Brota transparente, ufana de servir y
ser útil; pura y núbil como una doncella.
Para conducirla hasta el lugar donde me
refresca y sirve ha debido prodigarse talento, altruismo; renuncias y sudor de
muchos seres humanos entusiastas y creyentes.
La represa que capta el líquido y la
conduce por acequias precisas, exclusas que nivelan y reparten el agua hacia
diversos atajos y senderos.
4. En lo alto
de las cumbres
Y lo hacen ya sea por canales o tuberías
exactas. ¿Cuánto sacrificio de seres humanos ha demandado?
Muchos en su transcurso vigilan los
cauces. Y el reservorio de agua día y noche es custodiado por rondas sucesivas.
Y es tratada la masa líquida a fin de
garantizar que sea completamente salubre.
¿Puedo yo desperdiciarla evitando así
que llegue a tantas otras personas que la necesitan en pueblos que se extienden
en los arenales?
Asentamientos humanos que ingresan a los
desiertos, o se erigen al borde de los acantilados,
O bien pueblos que suben con el aliento
entrecortado por las cumbres de los cerros escarpados.
Desdibujadas chocitas en lo alto de las
cumbres en donde la vida entona su canto de esperanza.
5. ¿Escucho
tu voz?
Timbra el teléfono y luego escucho tu
voz que me dice:
– ¿Cómo amaneciste, amor mío?
– Bien. Aquí, pensando en todos ustedes.
– Ay, amor, te queremos tanto.
– Todos, ¿bien?
– Sí, extrañándote. Y tú, ahorita ¿qué
estás haciendo?
– Preparándome para salir a tomar
desayuno.
– Abrígate amor. No te vayas a enfermar.
¿Cómo estás de la garganta? ¿Se te quitó esa tos? ¿Cuándo vienes? ¡Te
extrañamos mucho!
Este portento de comunicación me basta
para utilizarla con solo estirar el brazo, hacer que avance la mano hacia la
mesa del velador y levantar el auricular
de esta maravilla tecnológica.
6. Cuántos
sacos de arena
Pero, ¿qué he hecho yo hasta ahora para
merecerla? Ni un grumo de esfuerzo todavía he aportado en nada para detentar
este bien.
Y, sin embargo, sin él ¿cómo escuchar tu
voz, hallarnos a estas horas y poder enlazarnos estando tan lejos?
¿Cómo pedirte perdón por todos mis
olvidos y decirte que te quiero y que recién contigo mi vida tiene sentido,
amor mío?
Hay hombres que han consagrado días y
noches de desvelo hasta el desprendimiento de donar su propia felicidad a fin
de esclarecer su funcionamiento y ponerlo a disposición del prójimo.
¿Por qué creer que sin más lo merezco?
¿De qué manera soy leal con ese esfuerzo
que me legan a cada instante las generaciones anteriores?
7. Al servicio
de los demás
¿De qué manera cumplo y correspondo con
los demás?
Y, ¿qué hacer para recompensar tantos
dones que se me ofrecen y llegan hasta mí? ¡Y a manos llenas!
Todo ello a mí no me está costando nada.
Yo que me sirvo de estos privilegios y tantos otros, como si fuera natural que
estén aquí.
¿Cómo ser agradecido por lo mucho que se
nos ha ofrendado? ¿Y lo inmenso que se nos ha facilitado?
Debemos buscar recompensar este enorme
servicio, y puesto para bien de nuestras vidas. Pero, ¿cómo?
En primer lugar, reconociendo este
legado, apreciando esta heredad y conservando este patrimonio, en consideración
a que estos son bienes sociales que pertenecen a todos.
Y, en segundo lugar, legando otros,
aquello que nuestra vida consagrada alcance a idear, construir y ponerlos al
servicio de los demás.
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El texto anterior puede ser
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