DÍA INTERNACIONAL DEL NIÑO EN
EL SALVADOR
Por Rodolfo Ascencio Barillas
Los niños juegan
con las estrellas
y sueñan dibujando doncellas,
y ríen acariciando nubes
en las espesas luces del viento;
felices los niños benditos
que ven la gloria de sus días
y aman las voces del llanto
y descubren matices errantes.
Yo amo la belleza de tu anhelo
y los sueños que vuelan en tus manos infinitas,
y las nostalgias que pintan las
luces bellas
y las auroras que abrigan
tu pecho,
y las ilusiones de tu eterna primavera.
Yo amé los cerros donde jugábamos
y los ríos de tus impolutas emociones
y los manantiales de tus sagrados
encantos
y los viajes de tus inhóspitas
sensaciones
en los mundos de tus increíbles
fantasías.
Yo soñaba con la paz de tus
entrañas
y con la fragancia de tu aliento
en las rosas de tu pecho,
y con las voces de tu viento
y con los caminos que presiento.
Yo adoré los suspiros de tu
aposento
y el brillo fulgurante de tu
rostro,
y la cascada en tus inmaculados
manantiales.
en el recuerdo de tus hermosos amaneceres.
Tu niñez son los destellos de la bella primavera
y los
cielos que besan tu garganta,
y las aguas que bañan tu regazo,
Yo te amo cual torrente de
futuras esperanzas
y en la dulzura que exhalan las
cañadas.
Yo soñé con los árboles de mi
casa,
y con las risas de todos mis
hermanos
y el grito agradable de mis
amigos
y el correr en los exquisitos prados de las montañas,
y jugar con las mariposas de tus ojos,
y esperar los meteoritos de tu
boca,
y narrar cuentos que jamás se olvidaron,
y hacer travesuras con
avalanchas de ternuras.
Yo era fuerte en las llanuras de
mi casa
y me divertía con el rocío de
las hojas.
Yo quise abrazar los sueños de
mi pecho
y el viento que juega con mis
manos
y la llovizna que acariciaron
mis ojos
y la magia de mi pulcro corazón
y la brisa diletante de mi alma
en la infancia de mi eterno recuerdo
Yo, miraba
el rocío de
las flores
las nubes que jugaban con mis
ojos
en los manantiales de tu firmamento.
Yo miraba la lluvia en el patio
de mi casa
el temblor de sus hojas, rayos
encendía
vi por las noches el lucero que
pasaba,
y torrentes lágrimas que a mis pies bañaba,
el agua que sorbía con mis
labios
y los colores que abrazaba mi
alegría.
Yo, te amé
como el agua pura
y te vi unido
a mis atardeceres,
eran túneles de árboles, y
de frescura
cuando se deleitaban mis noches
de placeres.
¡Ah! la infancia en la lejanía de mis jardines,
hoy añoro volver
a tu regazo,
y los
largos días de ayer que yo amaba,
y a la ilusión
que en mi frente
ardía,
y a las
montañas, de mi soñado ocaso,
en el recuerdo que a mi pecho
invadía.
Yo, amé
por siempre tus
colores,
y el aroma que expelen tus
rubores,
y los bellos sueños de infancia,
y viviendo
en mis fragantes ilusiones.
¡Ah! bella niñez, ojos de
cristal,
labios de lirios, inocencia de
estrella,
sueño de ternura, mi chispa
divina…
ESTAMPAS DE EL SALVADOR
(Editado por Nalo Alvarado Balarezo)
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