CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
OCTUBRE, MES DE LA SALUD,
LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA
DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO
DE MARIO FLORÍAN Y LUIS
DE LA PUENTE UCEDA
*****
SEMANA
MUNDIAL
DEL DESARME
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
HAY
UN VALOR
DENTRO DE TI
Danilo Sánchez Lihón
1. ¿Por qué
temes?
El ratón tiembla de miedo. Le entrechocan los dientes por el horror que siente. Apenas ha escapado del gato hundiéndose en un agujero, quien lo ha perseguido hasta casi atraparlo. Pudo llegar felizmente y guarecerse sintiendo ya los dientes afilados sobre su cuerpo.
Pero incluso estando allí, lo más adentro que ha podido cobijarse, pegado al final del túnel, teme que hasta ahí en cualquier momento pueda alcanzarlo ese ser infernal que ha intentado devorarlo.
En su angustia, mientras se calma y adormila un poco, ya tiene la pesadilla de caer presa de ese animal temible a quien considera la encarnación misma del demonio.
Dios, atento a estos hechos y compadecido del ratón lo alza en sus manos.
– ¿Por qué temes, si te hice ratón? He puesto en ti extraordinarios poderes, músculos flexibles, vivacidad para ser ingenioso, máxima inteligencia. Te hice pequeño, hecho que te favorece en muchos aspectos. No vivas pensando que eres pobre e indefenso. –Y lo acaricia lleno de bondad.
– ¡Dios! ¡No puedo soportar esto!
2. ¿Quién
tiene?
– Incluso, he abierto un reino, una mansión y he puesto un trono glorioso dentro de ti. Descúbrelo y construye poco a poco tu destino.
– Dios, ¡pero soy tan mínimo, precario e indefenso!
– ¡No! ¡Eres único! En ti he puesto cualidades excepcionales. Y tienes habilidades que no he dotado a nadie más que a ti. ¿Permitirás que se desperdicien?
– A ver, dime Dios, ¿qué es lo que yo tengo y qué es lo que yo puedo?
– ¡Ah, muchas potencialidades que son maravillosas! Tú puedes caminar por un techo con el cuerpo suspendido hacia abajo. ¿Quién lo hace? ¡Solo tú vences la fuerza de gravedad! ¿Quién más?
– ¡Eso no me hace fuerte!
– Y, ¿quién tiene un sistema óseo elástico capaz de hacer que tu cráneo se achate y pases debajo de una ranura o un resquicio, adaptable al instante a lo que tú mandes y mientras vas corriendo? ¿Quién?
– ¡Seguro que lo tienen los demás!
3. ¡No debo
hacerlo!
– ¡Nadie lo tiene! ¡Solo tú!
El ratón por la voz dulce y tranquila que le puso Dios, se fue calmando y los ahogos se le fueron haciendo un agua mansa y contemplativa.
– Pero Dios, ¿por qué junto a mí has creado una fiera como el gato?
– ¡Ah, el gato! Te ayudará a descubrir tus fortalezas, a confiar en tus músculos que están templados con la máxima precisión e intensidad. Te enseñará a confiar en tu inteligencia que es aguda, sincronizada con tus reflejos que son veloces, hasta tu forma, tu color, ¡todo está hecho para que triunfes! Sin el gato no descubrirías que eres poderoso. No le temas y alégrate que alguien te recuerde lo mucho que vales, y que debes ser tú mismo. ¡En ti confío! –Y se despidió.
– ¡Dios, no te vayas, por favor! –Lo llamó suplicante–. ¡Elimina al gato para que yo pueda vivir!
Dios, mirándolo con indulgencia, le expresó:
– No puedo quitarle la vida al gato. En realidad, ¡no debo hacerlo!
– Entonces, yo ¡me mato!
4. Clamó
a Dios
– Te propongo algo. –Le dijo antes que insista en lo que acababa de decir–. ¡Qué tal si te convierto en gato, a quien tanto temes y al parecer admiras! ¿Te parece bien?
– ¡Eso sí! –Gritó el ratón, saltando de contento.
Y Dios, que es bueno y compasivo, lo hizo gato. Al instante un felino hermoso, hecho y derecho, se ufanaba admirando su bello pelaje. Se sentía ágil, fuerte y grande.
De repente, sintió en sus orejas un terrible rugido: era el perro que lo miraba adusto y fiero. Y avanzó a él con gesto destructivo.
Temblando y despavorido apenas pudo escapar con el pulso y los latidos que le explotaban en el pecho y en las sienes. La respiración se le anudaba la garganta. Pero pudo trepar a un escondrijo para desde allí escuchar los ladridos espeluznantes del perro que lo buscaba, admirando su tupido pelaje, sus músculos recios y la confianza absoluta que tenía en sí mismo.
Empezaron otra vez a castañetearle los dientes y a tiritar y entumecerse sus piernas. Y clamó a Dios que lo auxiliara en esa hora pavorosa.
– ¿Qué ocurre ahora? –Dijo Dios, acercándose.
5. Se sentía
espléndido
– Has hecho a una fiera como enemiga del gato. Bastó con su mirada y su rugido, y la sangre se heló en todo mi cuerpo.
– Pensabas tú que no había nada más admirable que el gato y estás deshecho.
– ¡No! Junto al gato el perro es un ser perfecto, hermoso, bravo; dueño de un ladrido intenso, total y profundo. Un ser confiado en sí mismo, soberano y dichoso.
– Y... ¿entonces?
– Yo te pido Dios que en vez de gato me hagas a mí un perro.
– No creo haber hecho al perro mejor que al gato; ni al gato mejor que al ratón.
– Pero Dios, concédeme ese favor y ahí se acaban mis aflicciones.
– Si eso te complace y ahí acaban tus temores, ¡concedido!
– ¡Gracias, Dios, gracias!
Y ahora era un perro alborozado, radiante y ufano, dueño del bosque, de las cumbres y los prados. Se sentía espléndido.
6. ¿Por qué
lo has hecho?
Pasaron las horas y casi sucumbe a la persecución de un hombre que le hizo varios disparos a fin de cazarlo. Apenas pudo salvarse, pero ya se moría de miedo y desilusión.
Y se apareció Dios para ampararlo, diciéndole:
– Y ahora, ¿qué pasa?
– Ya no te pido ser otro, sino quiero reclamarte Dios: ¿qué clase de mundo has hecho?
– ¿Por qué? Ahora, ¿cuál es tu reproche?
– ¿Por qué has concebido, Dios, a un ser feroz, malvado, siniestro, que no solamente se vale de sus uñas y dientes, como yo y los demás, sino que utiliza armas y mata no solo para comer sino para divertirse dejando a otros animales regados por el campo.
– ¿Te refieres al hombre?
– ¡Sí!
– Es un ser cruel, sin escrúpulos, avezado, que alza trampas. A quien, además, le has dotado de una astucia asombrosa. ¿Por qué lo has hecho, Dios? ¡Qué perversa es tu creación!
7. ¿Cuál
es?
– Habíamos quedado a que ya no habría quejas...
– Sí; en realidad yo ya no reclamo nada. Solo he venido a devolverte la vida que me diste, aquí está. Pero, ¡no la quiero! Es amarga e ingrata. Tampoco quiero ser parte de este mundo imperfecto, que es tu obra. ¡No soporto tu creación, Dios! No me explico, ¿por qué has hecho al hombre?
– En cada uno he dejado el poder para afrontar dificultades y superarte, en cada uno hay aparentes reveses y oportunidades. Quizá peligros, pero a la vez alternativas para ser nobles y dichosos.
– ¿Qué se puede hacer con un animal que utiliza el fuego del sol, la fuerza del viento y la caída del agua, en sus armas?
– En tu interior yo he puesto una clave para hacer frente a todo eso.
– ¿En mí, frente al hombre? ¡No te burles, Dios!
– Sí, en ti.
– ¡No me engañes ni juegues conmigo. No me des risa, Dios. ¿Yo, frente al hombre, tengo un arma mejor? ¿Cuál es? ¿Mis colmillos y mis uñas?
– ¡Lo tienes, sí! Aunque no lo creas.
8. ¿Un arma
mejor?
– ¿Hay dentro de mí un poder para enfrentarme al hombre, dices? ¡Nada se puede contra la maldad que has puesto en ese monstruo!
– Te digo, en confidencia, que incluso puedes llegar a dominar al hombre.
– ¿Cómo?
– Con una virtud.
– ¿Cuál es?
– Está dentro de ti. Descúbrela tú mismo.
– ¡Imposible! ¡Jamás! ¡Eso es absurdo!
Y Dios desapareció.
El perro quedó desconcertado con aquellas palabras.
Estaba bañado en lágrimas de impotencia y desolación, pero se sentía tranquilo, sereno y calmado, como si le hubiera hecho bien desahogarse y decirle a Dios los reproches que ha dicho y estar intrigado de haber escuchado de él lo que ha dicho. Y se pregunta:
¿Tengo un arma mejor? ¿Cómo entonces matarlo? ¡No alcanzo a saber!
9. Corrió
para ultimarlo
– ¿Qué será aquello que está en mí y que es capaz de hacer que yo venza al hombre?
¿Alguna arma secreta, aparte de mis caninos y mis garras? ¿Dónde está? ¿En mi frente?
¿En mi cola? ¡No! En contra de él nada ni nadie puede hacer algo. ¿Cómo Dios, cómo lo mato?
En eso oyó un disparo. Vio a cierta distancia que un hombre caía y rodaba por el suelo ensangrentado y atacado por un oso. Se acercó diciéndose asimismo:
– Ahora es mi oportunidad de descubrir aquella arma secreta que tengo puesta quizá en mis colmillos o en mis uñas para acabar con el hombre. Aprovecharé ahora que está malherido.
Y corrió para ultimarlo con sus dientes feroces. Estando ya cerca vio que el oso había llegado primero y ya iba a asestarle al hombre un zarpazo.
Ladró con fiereza y arremetió contra el oso que sorprendido se retiró cauteloso.
El perro, puestas las dos patas encima del hombre, terminó de ahuyentar a la fiera.
10. Caminaron
juntos
Al reconocer la ayuda del perro el hombre alargó su mano y le acarició la cabeza hundiendo sus dedos en su pelambre, diciendo:
– ¡Gracias, amigo! –Y se desvaneció, exhausto.
Viéndole inerme el perro sintió que una oleada de afecto, de un sentimiento de identificación con ese ser que yacía tendido a sus pies, le inundaba el alma.
¿Qué era eso? No lo podía definir. ¿Quizá simpatía? ¿O, piedad? ¡Era como una oleada cálida! No supo qué hacer. Hasta disimuló unas lágrimas de sincera alegría, Y dándose vuelta vigiló otros peligros.
Sintió que sus temores huían. Y un torbellino de armonía invadía su ser.
Y ahí se quedó, cuidando esa vida que sentía que también le pertenecía. Que era suya. Ya no solamente era la vida de él la que importaba.
Eso era lo que le daba otra clase de poder. En verdad un poder capaz de hacerlo enfrentar a cualquier peligro. Y permaneció apacible, acompañando al hombre.
Cuando éste pudo despertar y recuperarse caminaron juntos en dirección a la aldea.
11. Y Dios,
que es bueno
El cazador iba diciendo a quienes se encontraba en el camino y que miraban al animal con recelo:
– El perro me ha salvado la vida. ¡El perro es amigo del hombre!
Eso hizo que muchos seres humanos se asomaran a verlos. Y después se hicieran amigos con los canes, viviendo felices unos con otros.
Pero nuestro perro sentía inquietud y nostalgia por lo que había sido. Y su naturaleza indomable lo tenía tenso.
– ¿Dios! –Clamó un día. En verdad ya sé cuál es el arma suprema y solo así la vida adquiere sentido. Ya he aprendido la lección. Y ahora, sí de verdad quiero volver a ser un ratón.
– Me parece muy bien lo que dices.
– Pero Dios, ¿cómo se llama esta arma secreta?
– De distintas maneras, algunas son: amistad, cariño, afecto, amor.
Y Dios que es bueno y misericordioso nuevamente lo convirtió en ratón.
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PRESENTACIÓN DE
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ALHELÍ,
DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
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ME VOY A SANTIAGO
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SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE 6 PM.
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PRESENTACIÓN
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TESTIMONIO PARA MICAELA
DE JULIO YOVERA
COMENTARIOS:
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RICARDO DOLORIER
DANILO SÁNCHEZ LIHON
CONDUCCIÓN:
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CASA DE LA LITERATURA PERUANA
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