Danilo Sánchez Lihón
Se escribe para niños igual
que para adultos, sólo que hay
que escribir
mucho mejor.
Máximo
Gorki
1. La página
en blanco
Ahora bien, quisiéramos dar un modesto aporte acerca
de cómo encarar el problema de escribir para niños, tratando de ser útiles,
conscientes de que para decir algo a este respecto hemos de simplificar e
inmovilizar la vida. Y con frecuencia tirando las cartas para adivinar la
suerte entre quienes son gitanos y hechiceros en este oficio.
Abramos las alas y dejemos que la fantasía nos lleve
libremente por mundos nuevos o desconocidos, ora amables, ora caprichosos; ora
mágicos, ora cruelmente reales. No caeremos, no nos desbarrancaremos, confiemos
que somos naves maravillosas –porque en verdad eso somos– y estando sentados
frente a la ventana de nuestra casa y mirando con los ojos perdidos el alero de
las casas de nuestra vecindad, lancémonos como desde un trampolín a recorrer
espacios distantes e infinitos.
Frecuentar entonces –para escribir con más asiduidad y
constancia– más a menudo el espejo de la página en blanco para que se refleje
otro espejo: el del texto escrito. Allí recuperemos la vida más auténticamente
nuestra; o ésta que la padecemos a diario, filtrémosla al punto de hacerla
esencial, vibrante y plena.
2. Brillo
en los ojos
El texto escrito es la fuente de agua quieta en donde
podemos configurar nuestro rostro verdadero, recortado contra el cielo azul que
nos ilumina y nos cobija y que podemos hacer y deshacer, si lo queremos, con un
golpe leve o con líneas curvas en la superficie lisa del papel.
Si no estamos conformes o de acuerdo con esa imagen
pasar a configurar otra, a tal punto de irla delineando pausadamente hasta
estar plenamente satisfechos con lo que somos y con las vidas que queramos
compartir en esta circunstancia maravillosa del vivir.
Escribir es imaginar, dar rienda suelta a la ilusión y
a la fantasía. Es no tenerle miedo ni a la letra que cabrillea ni al fantasma
que desde el fondo la anima.
La escritura es un avión cuyos motores están
gobernados por impulsos que nuestros instintos y nuestro subconsciente lo saben
conducir por regiones muy altas, extrañas y recónditas.
Pero no hay temor de caer; regresaremos seguros,
pacíficos, armoniosos, con un brillo en los ojos como si volviéramos de un país
encantado. El mundo que se va a representar, o lo que se tiene que contar o
decir es, pues, mucho más que tener ideas, historias o razones.
3. Importante
y significativo
En la escritura pasamos a ser procesos de
embarazamientos, desesperaciones de parto, angustias de alumbramientos, en
donde, como una madre para dar a luz a un niño, hay que amar, apasionarse,
entregarse a ciegas a un tema, a un asunto, o a una historia.
Aquí los presupuestos son muchas veces imprecisos, los
propósitos no nítidos, los mensajes apenas son esbozados.
Frecuentemente aparecen sólo como imágenes mentales en
el alma de la persona que escribe. Éste es el lado diáfano, pero ahora veamos
igualmente el lado oscuro del abismo.
Muchas de las trabas en la plasmación de textos
literarios se debe a que no tenemos claro lo que vamos a ofrecer, recurriendo
entonces a retruécanos que no haces sino escamotear el problema, quedando todo
muy mal u oscuro, y es porque no hemos madurado suficientemente el material que
nos apresuramos a dar por concluido.
Pero eso no es quizá lo grave, como lo es cuando
considerando que es un texto para niños no lo asumimos como mayormente
importante y significativo.
4. Vivir
y soñar
Se trata, entonces, de ser capaces de mirar, de
enfocar, de concentrar la mayor cantidad de luz posible sobre un ser, un hecho
o un fenómeno. Por ejemplo, si este lápiz lo pusiese bajo un cono de luz que
baja desde el techo y si apagase las luces de la habitación de tal modo que
sólo mirase el lápiz, ¿qué sería?
Bajo el haz luminoso del potente reflector, que viene
de arriba, se convertiría el lápiz en un personaje poderoso lleno de
significado, de atributos supremos, de una historia, de un destino por contar,
en un juego con otros personajes de una escena.
Para escribir y ser acogido por los niños hay que
vivir mucho y de manera muy intensa, hay que tener “carga”, vida y pasión: hay
que agotar la experiencia humana y llenarse de mundo, tanto real como
imaginario. Y, al final, todo ello decantarlo en un alambique de oro y de
piedras preciosas que cada uno tiene que construir, atesorando lo mejor de su
vida.
Es decir, que debe haber tanta calle recorrida como
sueños y visiones en la retina de nuestros ojos y fábulas y mundos legendarios
en el fondo de nuestro corazón jubiloso o atribulado. Debe haber tanto lodo
sacudido de las bastas de nuestros pantalones, como intuiciones, delirios y
profecías inacabadas, llevando a su grado máximo la experiencia de vivir y del
soñar mundos reales y otros apenas posibles.
5. Expresión
total
Pero un aspecto complementario a todo lo anterior y
más operacional es el de la expresión, el de las palabras mismas, el de los
recursos lingüísticos que se tienen a la mano o a disposición para poder decir
o expresar aquello que se piensa, se siente o se imagina. ¡Y en lo que se cree!
Para ello hay que agotar también la preparación, el
ejercicio y el oficio de escritor que podamos tener, manejando adecuadamente
nuestros recursos o instrumentos de trabajo.
En este sentido, el leer, investigar y experimentar
formas y expresiones en uno y otro orden de cosas, el conocer a profundidad lo
que hay escrito en el campo que abarcamos, es muy importante.
Así como también lo que hay en áreas afines, será
importante e imprescindible; puesto que el arte actual se ha imbricado con
otros lenguajes y formas que se alían para lograr una expresión total.
6. El camino
más seguro
Ambos campos, cauces o factores son, en realidad, una
unidad indivisible: la vida y su ensoñación; pero polarizados; existen e
interactúan estrechamente.
Por un lado, debe haber vida y, por otro,
inauguración. Así como expresión y silencio. Así como experiencia y
auscultación, ha de haber misterio, pasión y técnica, calle y espacio de
reflexión, cultivando en nuestro ser el alma del niño eterno.
Hay dos niveles más de probables problemas en el nivel
de la expresión verbal.
Ellos son:
a) El vocabulario y
b) La sintaxis.
No hay ni debe haber en este campo recetas
incuestionables. Por eso hay, y felizmente, ejemplos notables para contradecir
todo lo que aquí se ha dicho. Pero siendo nuestra intención apenas dar alcances
que permitan avanzar por el camino más seguro.
7. Distinto
y original
En donde, para que las ideas se precisen o evidencien
hay que tener una capacidad enorme de dedicación y una suerte de llave maestra
para la revelación; para que todo aquello se defina y perfile. Es como ver a
contraluz en el alba y maravillarse ante una película que empieza a esbozar los
sucesos de un día postrero.
Tenemos que preparar primero las condiciones y, luego,
tener los instrumentos para que las imágenes borrosas de lo que es aún un mundo
por inaugurar, se aclaren suficientemente.
Tanto así como para que el lenguaje y las palabras con
su poder de convocatoria puedan aprehender para siempre dicha realidad sin que
dejen de volar libremente y sacarla a luz cada vez que se quiera, que es como
contener y a la vez dejar libre a la libertad.
¿No nos parecerá justo tipificar a todo ello como un
acto mágico, y como un milagro a celebrar? Y eso es precisamente el acto de
escribir: un simple milagro, sobre todo cuando es algo nuevo, distinto y
original.
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El texto anterior puede ser
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