EL TRATO CON
LOS AIMALES
Danilo Sánchez Lihón
1. Si fuimos
buenos
Se cuenta en la mitología andina que después de morir
nuestras almas caminan hacia la morada de los dioses, en donde habitan muy
cerca también nuestros antepasados.
Luego de muertos todos anhelamos con el mayor fervor
del alma llegar hasta ellos, pero para poder lograrlo tenemos que cruzar
primero la tierra de los animales.
El primer lugar que tenemos que atravesar es el
dominio de los reptiles que nos ven venir y reconocen de cómo nos comportamos
con ellos en esta tierra.
¡Y cuál fue nuestra actitud, relación y conducta al
tratarlos!, hechos que lo tienen presentes y muy grabados hasta en cada uno de
sus mínimos detalles.
Si fuimos abusivos y hasta perversos o indolentes
entonces se desquitan: nos muerden los pies, nos azotan con sus colas, nos
arañan con sus garras, y arrojan hacia fuera del camino, hacia las piedras
llagando e hiriendo nuestro cuerpo.
Pero si fuimos buenos, protectores y compasivos,
entonces nos conducen por caminos amables y propicios, nos muestran atajos y
nos hacen avanzar para ganar tiempo y cruzar temprano el río que los separa de
los otros dominios por los cuales tenemos obligadamente que proseguir.
2. Lamerán
nuestras heridas
Si logramos sobrevivir a aquella travesía ingresamos a
unas llanuras pobladas por toda clase de aves y pájaros que sobrevuelan y nos
distinguen llegar desde lejos saliendo a nuestro encuentro con los ojos bien
abiertos y las alas plenamente desplegadas para reconocernos. Si fuimos malos allí
nomás se lanzan y nos atacan a picotazos; nos tumban con sus alas; gritan y
chillan en nuestros oídos loros y guacamayos enredando nuestros pasos.
Pero si hemos sido buenos nos guían y hasta nos
alcanzan frutos silvestres y semillas para alimentarnos; nos dan de beber agua
y néctares de flores para recuperar fuerzas. Y dormimos allí una noche en un
colchón de plumas que ellas mismas nos preparan y hasta nos pasan sujetos a sus
alas por los aires al otro lado del torrente.
Así llegamos al dominio de los perros donde si fuimos
malos con ellos nos muerden y atacan con saña y a dentelladas. Y no nos dejan
pasar confundiendo nuestros pasos con sus aullidos. Pero si hemos sido buenos
lamerán nuestras heridas hechas por la fragosidad del sendero. Y si alguna vez
tuvimos perro es muy probable que allí mismo lo encontremos, y él nos acompañe
a llegar a la tierra en donde nos esperan nuestros antepasados.
3. Escaseces
y maravillas
Y así tenemos que cruzar distintos dominios de
animales, el de los gatos, los peces y el de los auquénidos. Todos van a
tratarnos en correspondencia a cómo nosotros fuimos con ellos en esta vida, o
tiernos o despiadados.
El dominio más difícil de atravesar es el de los
animales más débiles y pequeños con los cuales somos crueles y eliminamos casis
siempre de un manotazo hasta por impaciencia, y peor todavía, por aburrimiento.
Solo llegarán al final los seres nobles, considerados
y de buen sentimiento y corazón. Y los dioses sabrán, que si hemos merecido
llegar hasta allí es porque somos seres gratos y bienvenidos. Y nos darán
tierras donde habitar y ganado al cual criar; así como árboles y plantas a las
cuales hacer fructificar. Y materiales con los cuales edificar nuestra
definitiva morada.
Incluso muchos de los animales que tuvimos en esta
vida estarán esperándonos en el camino. Nos verán venir e irán detrás de
nosotros. Y con ellos llegaremos al lugar decisivo que tenemos asignados de
acuerdo a la calidad de hombres que hemos sido en esta tierra.
4. El aliento
de la vida
Nuestra cultura de honda sabiduría y valores
reverenció a los animales, llegando a ser tótems, divinidades y presencias
supremas. Nuestra cultura supo venerar a la naturaleza considerando que el
hombre está dentro de ella y la naturaleza está dentro del hombre, con todas
sus virtudes, escaseces y maravillas. Donde la Pacha Mama es presencia sagrada
adorable, junto con todos sus atributos, siendo los principales los animales.
Y es que el pensamiento andino reconoce alma no solo
en los seres humanos sino en todas las manifestaciones de la naturaleza,
algunos de los cuales tienen vida visible y otros tienen vida oculta. E incluso
en seres inanimados como cerros y hasta piedras reconocemos formar parte
inalienable del ciclo de la vida. Y en general, toda la creación la concebimos
y valoramos como un organismo viviente.
Concepción en la cual los animales tienen espíritus
protectores a los cuales llamamos illas, que representamos en miniaturas en
piedra que enterramos en chacras, pastizales y rediles para incrementar la
producción en todo aspecto y sentido. Y es que interesarnos por los animales es
rastrear nuestro origen y destino primigenios. Es sensibilizarnos en el bien
porque ellos tienen el aliento de la vida y poseen lo que nos honra a todos,
cuál es el dolor. Y si sufren son sagrados, porque el dolor nos hace seres
supremos.
5. Recrear
el universo
Hay, de otro lado, entre nosotros, una relación
directa entre ellos y los cuentos, entre los animales y la literatura, y no
solo en las fábulas, ni solo en los apólogos y sus moralejas, sino en todo.
De allí que no por gusto sino que por una honda
simbiosis entre animales y mundo imaginario nuestro primer zoológico en Lima se
llama Parque de las Leyendas.
Y es que nuestros antepasados supieron reconocer una
relación íntima y profunda entre los animales y el mundo imaginario; entre
estos seres que representan la infancia del mundo y la fantasía que horada el
tiempo futuro; entre las aves y los peces y el mundo eximio y onírico de la
creatividad. ¿Por qué no resulta sintomático que nuestro zoológico se llame
así? ¡Parque de las Leyendas!
Son portentos, verdaderos milagros de la creación, en
donde cada especie es un prodigio y expresiones fascinantes de la naturaleza.
Contamos con una profusa literatura oral y escrita de
animales. Y en general en nuestro arte el animal ha sido el eje de nuestra
reflexión y manera de sentir, pensar y recrear el universo.
6. Vínculo
sagrado
Así en la religión andina los animales ocupan un lugar
relevante, apareciendo en los templos pumas y jaguales, cóndores y serpientes,
peces y aves.
Y en la vida cotidiana intervienen en nuestras
acciones comunes y corrientes: zorros y colibríes, carachupas y libélulas,
loros y venados; en historias en donde actúan, llenas de gracia, suspenso y
amor.
Son ellos quienes nos unen a los dioses, aparecen en
nuestros sueños y también utopías.
Los incas veneraban a los animales, porque eran parte
de la naturaleza y los consideraban sagrados.
Así la nuestra resulta ser una cultura que más que
ninguna otra cultivó el respeto a la naturaleza y su relación con lo
trascendente.
Respeto y trascendencia en historias llenas de encanto
y prodigio, en donde aprendemos a defenderlos
en primer lugar de nosotros mismos y de todo aquello que es equívoco en
relación a una moral de frente y de cara sincera a la vida.
Una cultura que utiliza todos los lenguajes y las
formas de acercarnos a ellos, pero sobre todo el arte como vínculo mágico y la
religión como vínculo sagrado.
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA