Danilo Sánchez Lihón
1. La masacre
impune
La novela La Virgen del Samiria, de Róger Rumrrill es
un viaje mítico por los momentos cumbres vividos por la Amazonía peruana, como
es la explotación del caucho, a principios del siglo XX, y la explotación
petrolera de la segunda mitad del mismo siglo en nuestro país.
Su concepción es un vuelo astral, o de ayahuasca, para
contemplar tan a fondo la realidad y encontrar los pliegues ocultos y profundos
del alma humana y el destino de nuestros pueblos.
Como de los hitos históricos en la trayectoria de esta
región transida y vilipendiada, hacia la cual el país tiene una mirada aún
perdida, y una deuda pendiente de reivindicación qué cumplir.
Es la historia ecuménica de la Amazonía, que abarca
períodos de tiempo que incluyen la extracción del caucho y la explotación
petrolífera, argumento suficiente para tratar el destino desventurado y
consuetudinario de este espacio mítico, que aún no se sacude del estigma de la
depredación, del abuso y el desprecio.
Y de la masacre impune de poblaciones indígenas, hecho
que se perpetúa cíclica y permanentemente.
2. Cumple el rol
de una metáfora
En donde se pone de manifiesto, como en una
radiografía, las falsedades y traiciones de un gobierno nacional que se colude
con el capital extranjero, bajo el pretexto del progreso y la modernidad.
Estado al que se lo siente distante y poco menos que
la nada andante. Sin reconocer que en este territorio habitan comunidades
nativas con un rico legado de sabiduría ancestral, con una organización que es
una sabia decantación de una sabiduría milenaria que comprende su medio
ambiente, su geografía, los ciclos evolutivos de la tierra y la capacidad para
entender el cosmos y los designios más hondos y sutiles de la vida.
Porque en esta novela todo tiene el carácter de
símbolo, donde al final cada presencia y cada personaje es una alegoría, que no
posee únicamente representación ocasional, individual, o particular, sino que
encarna un emblema de la Amazonía saqueada, empobrecida y mancillada.
Así, el destino de la Virgen del Samiria cumple el rol
de una metáfora de lo que es el destino de la Amazonía. La mujer atrapada e
inocente que es convertida en visitadora de las estradas y campamentos de
siringa o petróleo, metáfora que por serla no amengua el drama real ni su
condición degradante.
3.
Antiguo
y
nuevo
Y en general, cada grumo de materia o elemento que
contiene esta obra tiene una naturaleza simbólica.
Puede leerse como la gran clave, como el códice
amazónico, como la llave maestra para desentrañar su destino pasado, presente y
futuro.
El campo de acción de esta novela, su centro, su
espacio y la trascendencia que adquiere, es un mundo único, intransferible,
irrepetible en el universo; realidad que no lo vamos a encontrar en ningún otro
país, ni continente, ni en ningún otro planeta de nuestro sistema solar.
Tampoco en otra estrella del espacio sideral, ni mucho
menos en ninguna otra galaxia del universo.
Y ese mundo pleno de maravilla, desmesurado y
multidimensional, es nuestro; siendo un privilegio enorme que forme parte de
nuestra identidad.
Es una novela entonces sobre un mundo único, antiguo y
nuevo. Y primordial.
Mundo cerril, ingenuo y virginal. Prístino, pero a la
vez trágico donde dejamos que campee el extractivismo impune e infame que todo
lo pervierte, corrompe y aniquila.
4. Y la sabiduría
ancestral
Esta es tierra que antes de toda invasión era
territorio sagrado. Y después de haberse perpetrado su captura es territorio
envilecido. Donde La Virgen del Samiria, bautizada así por sus padres por su
apariencia angelical e inocente, luego es una visitadora escarnecida.
Y así con ella la tierra pasa del rol de madre
protectora y dadora de vida, al papel de prostituta, de meretriz y estancia
degenerada en que se ha convertido la selva amazónica.
Que los extranjeros la violan. Y después los peones
coterráneos, degradados y embrutecidos continúan en el vicio.
¿Quién causa todos estos males? El extractivismo abusivo,
el usurpismo exterminador, el rapiñismo saqueador de riquezas. Y ese es el tema
de fondo y central de esta obra entretejida y fundamental, porque une al estrato
histórico, social y económico, el plano subjetivo, onírico y mágico.
El violarla, el matar su gente, el contaminar sus
ríos, el expoliar sus plantas y animales es el mural de fondo de esta tragedia pero
a la vez epopeya, apocalipsis si la confrontamos con la cosmovisión de las
culturas nativas y con la sabiduría ancestral que los pueblos han forjado a lo
largo de los siglos, y la honda espiritualidad que ha sabido atesorar esta
región mísera y alucinada.
5. Víctimas
y cómplices
La Virgen del Samiria se llama así porque es la
historia de una joven que cuando era niña tenía un rostro tierno, candoroso e
inocente, y quien siempre representaba a la Virgen María en los nacimientos de
la Navidad.
Pero a los 19 años de edad la encontramos como
visitadora a quien arman un tambo en los campamentos de trabajadores en los
puestos de extracción del caucho.
Y cada noche tiene que soportar en su sexo humeante la
copula de cerca de un centenar de hombres delirantes por poseerla, ávidos y
babeantes, siendo su apelativo La Virgen del Samiria por esa reminiscencia de
su infancia en Cauchillo, una aldea perdida en las orillas del río Samiria.
En la prostitución de la Virgen del Samiria el autor
ha querido graficarnos el abuso, la vergüenza, la prepotencia y la perfidia,
porque siempre son estas muchachas engañadas, donde hay que ver la adulteración
en el orden natural del universo:
La Virgen del Samiria ha nacido en la entraña de esa
región y es ahora la visitadora, o visitante, o foránea en su propia tierra de
origen.
Y es que en la ecuación de la dominación somos los
expulsados, los excluidos en nuestra propia tierra, víctimas y cómplices a la
vez de un estupro: el extractivismo incestuoso.
6. El trato
es de madre
La catástrofe es esta violación impune, que es en
donde la novela adquiere un carácter cataclísmico, apocalíptico, de hierofanía
y tragedia cósmica, que se vincula a cómo se opera en la explotación del
petróleo.
Se lo grafica en el pasaje en el cual las personas
enfermas conversan con la Virgen del Samiria y comparan cómo detectan la
existencia del petróleo en el subsuelo, perforando la corteza terrestre y haciendo
reventar bombas en las entrañas de la tierra.
Igual a cómo le dicen a ella: a ti te perforamos los
hombres el vientre y hacemos estallar bombas en tu útero malherido, haciendo un
símil entre la actividad extractiva con el coito.
Siendo entonces dos los problemas centrales que se
presentan en esta obra:
Por un lado el incesto de la madre tierra,
representado en la Virgen del Samiria.
Y, por otro, el vender nuestra alma al diablo, que
corresponde a lo que hacemos todos los otros con nuestra pasividad, rol representado
en la figura del administrador Alejandro Reátegui, sumiso y obsecuente.
7. En el lado
oscuro
Mientras tanto los dueños de las empresas y del
destino de la gente lugareña son todos extranjeros. Quienes se turnan para usar
a la virgen cada día de la semana.
Al principio, porque después es enviada a un tambo
donde cada noche soporta sobre su cuerpo el trajín y el espasmo de decenas o
centenas de hombres.
Pero, mientras trabaja para los jefes el día lunes
pasa la noche con Ted, el gerente general. Los siguientes días con el chileno
Lautaro, el argentino Gino, el belga Phillippe y el español vasco Alonso.
Pero alrededor suyo hay otras visitadoras, todas ellas
indígenas, incluso muy niñas, reclutadas para satisfacer los apetitos y
aberraciones sexuales de los jefes.
La soledad y la humillación de María Torres Rengifo, que
así se llama la Virgen del Samiria, es la soledad del hombre y la mujer
concretos en una realidad como es la Amazonía.
Es la impotencia ante un mundo atroz, enrevesado y
perverso, con la correspondencia de nuestra propia perversión.
En donde, en el lado oscuro está el poblador amazónico
sufrido y sacrificado, como son los peones y la carne de cañón de toda esta
historia deplorable, luctuosa y por transformar, y que felizmente al final la
novela se propone redimir.
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