FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
HUELLAS
SOBRE
LA CENIZA
Danilo Sánchez Lihón
1. Será
él
– ¿Se acuerdan que cuando murió la bisabuela Shona
vimos después del entierro las huellas sobre la ceniza?
– ¡Sí!
– ¿Y que detrás de las pisadas de la abuela iban las
de una criatura?
– ¡Claro!
– Y dijimos que eran de niño, ¿por lo hondas y
marcadas que estaban?
– Sí, me acuerdo.
– Miren pues. ¡Era para que muera mi Perico!
– ¿Verdad, no? Ya nos habíamos olvidado.
– Tanto, que resondramos a estos hijos por el
nerviosismo que nos dio cuando empezaron a jugar diciéndose:
– ¡Eres tú!
– ¡No! ¡Tú!
– Entonces, ¡serás tú!
– ¡No! ¡Él!
– ¡Será él!
– ¡Tú te morirás, Perico! –Le dijeron.
2. Lugares
ariscos
Y él no reaccionó ni dijo nada como los otros. A él le
dio tanto miedo que se puso a llorar.
– Y todas nosotras temblamos, y resondramos a nuestros
hijos.
– ¿Cómo es la muerte, no?
– Anda agazapada. Y rondando.
– Y nos dio tanto miedo. ¡Y entre nosotros ya estaba
el destino tejiendo sus hebras!
– ¡Y fíjense! Fue para que muera mi Perico.
Dice mi tía Carmen enjugándose las lágrimas en los
ojos con la punta del rebozo.
– Sí. Ahora que recapacito, así fue.
– Y claritas estaban las pisadas de mi hijo en la ceniza.
– Sí. Era él.
– ¡Pero el Perico fue con nosotros al río!
– ¡Claro! Pero ya su espíritu se quedaría aquí, en la
casa, para estampar sus huellas de sus pies en la ceniza.
– ¿Cómo es el alma humana no? ¡Anda por sitios que
nosotros ni sabemos!
– Vaga por lugares ariscos y temibles.
3. ¿Habrá
huellas?
Eso conversan los adultos. Así tratan de estos
asuntos.
Y es que después de enterrar a la bisabuela Asunción
se hizo la migalca, llevando su ropa a lavarla al río.
Pero antes de ir mi tía esparce la ceniza en la sala
donde la hemos velado.
Empieza cerniéndola con un cedazo, haciendo que caiga
una capa fina y pareja sobre el adoquinado de la sala.
Para ello va diciendo unos rezos y oraciones que solo
ella sabe.
Después pasamos el candado por las armellas,
presionamos el arco del metal y las llaves las llevamos con nosotros.
Al regreso la expectativa de ver qué huellas
encontramos en la ceniza es grande:
¿Habrá huellas, preguntamos incrédulos los pequeños?
O ¿encontraremos la ceniza intacta, espolvoreada y
pareja sobre los ladrillos y sus ranuras, tal y como la dejamos?
Nunca ocurre esto último. ¿Por qué?
4. Ahí
están
– ¡Vamos a ver el rastro!
Y ahí vamos.
Mi tía abre lentamente la puerta. Y aquí están.
– ¡Dios Santo! ¡Aquí están las huellas!
– ¡Es un prodigio!
– ¿Pero cómo van hacia el rincón, por donde no hay
salida?
– Es que son almas. –Cuchicheamos entre nosotros.
Hay una caravana de señales. Al principio no
discernimos entre tantas. Es un tropel que va desde la puerta hasta el rincón
de la sala, cruzando en diagonal y allí desaparecen.
Otras huellas están cortadas hasta la mitad. Quiere
decir que la otra parte de las pisadas ya están en el vacío.
Y ahí desaparecen, como si los pasos hubieran
traspasado la pared.
Después, son los mayores quienes nos describen. Nos
señalan con una rama sin hojas y sin tocarlas.
5. Como si nada
escuchara
– ¡Miren!
– Estos son pies de persona grande.
– Y viejos.
– Entonces son las pisadas de quienes van a morir
después de la abuela la abuela. –Ahí están.
– ¡Y estos pasos son de una criatura! ¿Quién será? Y
va muy junto a ella, seguro que cogida de su mano o agarrada de su falda.
– ¡Ha de ser cualquiera de estos cholitos, o de estas
chinas!
– ¡Ay! ¡Quién será, tan tierno!
– Mírenlo. Alguien va a morir de nuestros hijos.
Y nos miran a todos los que somos niños.
– Pero, ¿es de hombre o mujer?
– De hombre, porque es honda. Si fuera mujer sería
leve, casi en el aire.
Nos miramos azorados.
El Perico, de pie a mi lado tiene una mirada
angelical. Al principio como si nada escuchara.
6. Una marca
atroz
¿Quién, jamás, hubiera imaginado que esas huellas eran
sus huellas? Habiendo ido con nosotros al río por la migalpa
– ¿Y estas otras mamá, qué son?
– De animales. Ahí están, nítidas las huellas.
– ¡Miren!
– Como cuando un toro deja sus pisadas en el barro.
Mira, los cascos.
– Y, ¿por qué están?
– Es que la abuelita ¡cuántas chacras ha tenido! Son
las huellas de los animales que han muerto para su entierro. Con ellos se va.
– Es que ha sido muy trabajadora mi mamita. Y miren
cómo los animales la siguen.
– Es que ella los daba de comer. Todo lo ha tenido,
cultivado y criado.
– Va con sus bueyes, la viejita. Los lleva a criar a
la otra vida.
Pero, hacia el otro lado de la ventana hay una marca
atroz. Parece una soga que hubiera avanzado haciendo sinuosidades.
7. Un
misterio
– ¿Y qué es esa huella?
– ¡Culebra es!
– ¡Serpiente es!
– ¿Y qué significa, tía?
Pero nadie me quiere contestar.
Sólo mi prima Amelia, quien siempre tuvo respuestas
para todas mis preguntas, sentencia en mi oído:
– Es la serpiente del árbol del bien y del mal. Ella
siempre va a nuestro lado. En todas las huellas sobre la ceniza aparece, aunque
sea muy tenue.
– Pero tía Carmen –le digo ahora, después que han
pasado muchos años–. Y lo de la culebra que aparecía, ¿qué significado tiene?
– Eso es un misterio, hijo. Yo misma, cuando me
despierto en la mañana, siempre me hago esa misma pregunta. No sabemos qué será
la culebra. Es el misterio de la vida.
Y me mira. Ahora ya desde el cielo en donde ella
seguramente habita.
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA
XVII ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA