“LA FRESA DE TU BOCA” DE SILVIA ORTIZ
Por JOSÉ BELTRÁN PEÑA.
A lo
largo de la historia de la humanidad, recrear, experimentar y poetizar la
temática del amor ha sido difícil, puesto que su escritura efectiva tiene que
sobreponerse, quebrando “barreras” de la sociedad y de la familia del escritor,
más aún si es en el Perú y realizado por una mujer, pues persiste la hipocresía
social, la incomprensión de la liberación femenina y por el machismo retrogrado
imperante en pleno siglo XXI.
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Por lo
manifestado, saludo y felicito a la poeta Silvia Ortiz, por presentar el
poemario, “La fresa de tu boca”, en el cual, desarrolla y nos da
señales del amor y sus grados, impulsos y colores mágicos que posee. Leamos:
El amor
es una dialéctica incomprendida, su nada es su existir:
“Ahora
entiendo amor / es tu forma de todo encanto / al abrir los ojos como niña / en
la lluvia apasionada donde el fuego no concluye / y te tengo frente a mí entre
nada y la nada”.
El amor
trae consigo interrogantes, suerte o un sentimiento equivocado:
“A veces
yo transito en la aorta equivocada / en la cuesta arriba del caldero solo agua
/ hacia el otro lado de la furia una marioneta de luz / a veces siempre a veces
la batalla es la conmoción de la muerte…”
Nuestra
poeta utiliza la magia del espejo, en donde muchas veces no hay reflejo, ni
dialogo, ni rebote solamente es un acostumbrado frente a frente:
“Entre el
licor enloquecido de tu forma / se construye el firmamento de tus ojos bien
abiertos / no hay espejos en la noche amor / no hay espejos”,
El amor
es el pensamiento, el cuerpo y la duda que esperan:
Esta
noche originaria / descobija los brazos que detesto en otro cuerpo / y me
ausento / y me duele/ y me cubre de dolores inabarcables/ infinito hambre de tu
cuerpo / y te amo y no llegas / nuevamente en la noche”.
El amor
es la metamorfoseada de una mujer dulcemente traviesa con el vaivén de la
naturaleza o en la página memorable de un libro:
“Bajo la
dermis una grieta nueva del olvido / el espíritu arisco de la aurora se ha
cubierto en la página 21 / y la clara incertidumbre es la tarden propia de su
eco / soy el fuego en el cielo vago de este río / soy el toque de malicia
mientras me apasiona el viento / soy ese viento que se eleva en la mañana / en
la rosa secuestrada del jardín en cada alondra”
El amor
no es amor si no se sobrepone a distancias y silencios:
“Queriéndote
/ y amándote en medio de esta ausencia / dirigidos temblores ya me apresan / y
me pegan fuertemente / entre las paredes / de este nuestro templo”.
El amor
se alimenta eróticamente con los ósculos tiernos, nerviosos y llenos de pasión
y entrega:
“La
distancia en tu calma me alcanza / los besos gemelos de amor / los besos
cercanos / sin vuelos lejanos / con lluvia de templos / te amo y te quiero /
juramentos a diario / mi alma gemela.”
El amor
es poético e imperfecto como el ser humano:
“Te
quedaste dormido abrazado a mis versos / aferrado al contorno de las aves en la
esquina / el rocío de anoche / y las redes sociales / coqueto destino /
minutero infrecuente de batallas fraguadas / y te quedaste aferrado a
este cuerpo intocado / a este vacío ilusorio enlazado en verdades opuestas /
ante la verdad florida y la noche imperfecta.”
En el
verdadero amor pareciese que uno escoge pero no es así , solamente es
encuentro, es magia es abrazo instantáneo de dos:
“Entre
otros hombres te escogí / te escogí a ti / no sé de qué modo llegaste /
navegaste el pabellón de mis sentidos / te encontré o me encontraste / no sé…”
El amor
es maravilloso y hermoso en el proceso de la gestación:
“Esperando
tu llegada / entre puños empotrados en la tierra de mis sueños / entre
trinos que se quedan / la intuición en los faroles que no encienden / ya son
nueve meses que te espero / nueve meses que de pronto llegas / la soledad que
fragua el afluente de los limbos / en la audición de mis sentidos”.
El amor
extralimitado y asfixiante necesita limpiarse y purificarse con impulsos
mágicos de perdón:
“Perdón
por amarte demasiado / entre el cristal del diluido / entre los opacos vidrios
/ de tus ojos inconquistables / perdón por los tiempos en mi lecho / por
devorarme en los campos del forraje / tu abrazo desde lejos en delirio
despierto / la nuca de este libro y el ipad que no enciende”.
En
calores y linderos del amor, cuando se toca y se vive los límites de la
felicidad hay que vivirlos y olvidarse del resto, sino se pierde:
“Empecemos
a vivir / hoy nos toca ser feliz / con tu sonrisa sin quiebre / a ti me entrego
este día para vivir otros más / cuando me quede dormida en tus ojos sobre el
mar.”
Desde su
poemario, Los nudos de la noche (2013), hemos comprobado en la poeta
Silvia Ortiz, una madurez encomiable con el trabajo con la palabra y en
la forma de comunicación más abierta y libre, en donde su voz de hembra y de
luz, hace que quiebre linderos de la existencia para darle más vida compartida.
El amor
siempre ha sido un error de brújula porque siempre los involucrados tarde o
temprano perderán sin darse cuenta: su voz, su tiempo y su espacio,
confundiéndose sentimientos con retóricas costumbres., pero a través del arte
literario, como lo ha realizado nuestra poeta, se puede capturar instantes,
exorcizar, homenajear y compartir lo maravilloso que es, recreándolo –porque
sino sería historia-, conjugándolo con el accionar y suspirar de sus lectores
en completa libertad.
Los
maravillosos poemas “fresados” de Silvia Ortiz, también, nos recuerdan que
somos los únicos animales de la Tierra que poseemos conciencia y erotismo, y
que por ellos, tenemos la suerte de poder tocar la felicidad, por el controvertido
y bendito amor.