Danilo Sánchez Lihón
“Se debe vivir con honra,
o sucumbir
con gloria”
Andrés
Avelino Cáceres
1. ¡Venció
el Perú!
Hoy es 27 de noviembre, día en que conmemoramos la
Batalla de Tarapacá de la Guerra del Pacífico.
El sol ha salido radiante desde tempranas horas como
otros días, haciendo vivo y translúcido el verdor de los campos, de los árboles
y las plantas que han germinado y renovado sus hojas con las lluvias de agosto,
septiembre y octubre.
Ya en el patio de nuestra escuela, rodeado de malvas y
tejados cimbreantes, enfiladas todas las secciones en el patio, del primero al
sexto grado de Educación Primaria, el director desde lo alto del corredor nos
dice
– ¡Niños, muy buenos días!
– ¡Buenos días, señor director! –Respondemos frescos,
pletóricos y unánimes.
– Hoy es un día muy importante porque conmemoramos una
fecha significativa de nuestra historia, ¿cuál es?
– ¡La Batalla de Tarapacá, profesor!
– Sí, niños. ¿Quién venció en esta gesta?
– ¡Venció el Perú!
2. Animados
y lozanos
– Por eso entonces entonemos, todos juntos la canción
alusiva que todos conocemos, y que dice así:
A ti, amada
Patria
a ti Patria
querida
te toca en
este día
la diestra
levantar
para cubrir
de gloria
de lauros
bendecidos
aquella
hazaña heroica
que hubo en
Tarapacá,
que hubo en Tarapacá.
Las tres columnas en que estamos emplazados los
alumnos de la sección del Tercer Grado, cantamos casi en el centro del patio
con los rostros abiertos a la bóveda sideral.
El perfil de mis compañeros en la aureola de colores
en que se descomponen los rayos del sol espejean animados y lozanos, como si
todos hubieran brotado hoy, nuevos y fragantes, emergiendo esta mañana de la
tierra pródiga, empapados con el agua, la brisa y el viento, luciendo
cristalinos como manantiales.
Varios de ellos vienen del campo, caminando desde la
madrugada, henchidos e ilusos.
3. Tras
de las puertas
Se los siente límpidos y matinales, tal cual los
árboles, las plantas y las flores de nuestras campiñas.
Tal cual el aire y la luz de esta hora luminosa,
esperanzada y fraterna, donde todo suena más nítido y se aprecia más claro y
más diáfano. Y seguimos cantando:
Recuerdo tú
sangrabas
la herida
estaba abierta
la guerra
fratricida
tu ejército
diezmó.
Tras una
larga pampa
la arena
enardecida
quemaba las
entrañas
de aquel que
la cruzó
al fin de la jornada.
A cada estrofa miramos el cielo añil y transparente
por donde se tejen y destejen algunas nubes leves como hilachas blancas de
ilusión.
El sol alumbra esplendente en el firmamento, dora el
tejado y las piedras de la escalera y el borde del corredor. Al frente nos
esperan los salones abiertos detrás de las puertas y los añosos ventanales,
tras los pilares de donde cuelgan macetas con clavelinas, crisantemos y
geranios de variados y diferentes colores.
4. Él
también canta
Con nuestros rostros levantados al sol, los ojos
apretados de valor, los corazones rozagantes, a todo pulmón exclamamos
jubilosos la estrofa que sigue:
Peleando con
denuedo
con fe de
espartanos
tus hijos los
peruanos
allá en
Tarapacá.
Con bravo
patriotismo
luchando cual
colosos
anuncian
victoriosos
tu santa
potestad,
tu santa potestad.
Y no sé por qué estamos llorando, pero de coraje. A
través de mis lágrimas veo los jilgueros que retozan en torno a los aleros. Los
abejorros zumbando en las malvas de las paredes buscando el polen de las flores
para fabricar sus mieles.
Al lado de cada sección están nuestros respectivos
maestros. El mío es don Arnulfo Enríquez, hombre bueno y paciente; preparado y
diligente; alto y sonrosado, quien también canta con toda emoción. Volteo a
mirarlo y él con los ojos empañados disimula y me dice que no me distraiga y
mire al frente, y sigue cantando junto con nosotros.
5. Un himno
de victoria
Lleno el aire en mis pulmones, volteo el rostro a
mirar al compañero de al lado que aspira el aire y también las pupilas hacia lo
alto, embebido y con la boca llena de emoción, grita junto con nosotros, hechos
ambos una sola voz y un solo latido:
Resuenan los
tambores
y un himno de
victoria
rubrica ya la
gloria
de nuestro
pabellón.
Se yerguen
los peruanos
luchando como
fieras
conquistan
las banderas
y un nuevo galardón,
y un nuevo galardón.
Ha terminado la canción y el maestro que tiene el
turno de esta semana sube las gradas del corredor, desde donde se dirige hacia
nosotros:
– ¡Alumnos! ¡Firmes!
– ¡Descanso!
– ¡Atención!
6. Ama la altura
porque es águila
Algunas nubes blancas empiezan a apelotonarse delante
del cielo azul.
– ¡Alerta el plantel! ¡Todos firmes! ¡Saludo a la
bandera del Perú!
Todos nos llevamos la mano a la frente, tensa y
vibrante. Y sentimos el ritmo acompasado de nuestro corazón.
Una escolta de estudiantes del Sexto Grado avanza
marchando y portando en sus brazos la bandera, para izarla en el mástil que
roza el techo más alto y se eleva airoso hacia el cenit.
En tanto lo hacen, un alumno sale a recitar:
La bandera
tiene vida,
la bandera tiene
alma,
y ama el Sol
y ama la altura
porque es
águila y padece
como ella, la
nostalgia
de las
cumbres y es más grande
y más
soberbia cuanto más
del suelo se levanta.
Mientras se va izando la bandera, que ha flameado en
mil batallas, una emoción profunda nos embarga. Mientras, el alumno que recita
prosigue palpitante:
7. El sueño
de nuestros libertadores
¡Oh bandera
bicolor!
¡Oh bandera
roja y blanca!
que en el
Morro fuiste incendio
y jirones en
el “Huáscar”;
que parece
que la sangre
de tus hijos
te hizo roja
y la nieve
diamantina
de los Andes te hizo blanca.
Puesta ya, e izada en el tope del mástil la bandera
atruena con el viento y flamea airosa en lo alto. Avanza a la tribuna el
profesor de Sexto Grado a quien le corresponde el turno de esta semana:
– ¡Niños! –Dice, dirigiéndose a nosotros–. ¡Niños!
Hubo una guerra fratricida entre países hermanos de la gran patria que soñaron
nuestros próceres y libertadores.
– Eso es. El Perú se vio involucrado en ese conflicto
por defender a un país hermano, ¡pero nunca debemos arrepentirnos de ser
solidarios. No nos habíamos preparado, pero luchamos con denuedo y en Tarapacá
vencimos. ¿Qué nos enseña, niños, Tarapacá?
– A triunfar!
– ¡Y a prepararnos, niños! ¡Viva el Perú!
– ¡Viva! –Contestamos todos al unísono.
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