Danilo Sánchez Lihón
1. Lo etéreo
y evanescente
El tema del libro Crónicas de la mariposa de Yini Rodríguez es la vida sencilla, el acaecer cotidiano, los sucesos de a pie que a
todos nos ocurren en la vida, en este caso a la voz narrativa principalmente en
la ciudad de New York donde la autora vive.
Se descorre así una galería profusa de situaciones y
personajes que desfilan en sus páginas, de manera destacada y entre estos últimos: familiares, amigos y amigas,
personas conocidas, alumnos y profesores del Lehman College donde Yini trabaja
Libro este donde su autora ventila vivencias,
pensamientos, miedos y obsesiones en una especie de diario íntimo confesional,
compuesto de dudas, cavilaciones, preguntas, incertidumbres e ilusiones.
En donde el valor que más resalta, predomina y se hace
evidente es la sinceridad para presentar hechos inexorables de manera cruda y
descarnada a través de una conversación que ocurre en el mundo interior de la
persona que narra, en un hablar confidente consigo misma.
Se titula crónica porque es prosa escrita en un estilo
periodístico, actual y objetivo. Y mariposa porque su autora no deja de ser y
estar en la materia de lo que es mágico, etéreo y evanescente.
2. Traspasar
lo vivido
En todo momento es una mirada que siente y que piensa
sin dejar de conmovernos. En el fondo la voz en primera persona que nos habla
es un alma solitaria que llora, a quien sentimos como una avecilla aterida, una
paloma o mariposa extasiada que titubea en el hilo, o en el alambre de un
poste, o en lo alto del tejado mientras abajo rugen las aguas feroces de la
ciudad desalmada.
Es la vida monda y lironda extraídas sus máscaras y
afeites de lo que trata este libro; es el trazo en el aire de una mariposa que
revuela en lo duro de la condición humana sin ningún ropaje ni menos adornos.
Es la vida que duele, que confunde y que muchas veces nos conduce de la mano al
suicidio.
La que se pasea en esta obra es una conciencia herida
que tiene como escenario la ciudad de Nueva York a la cual emigra toda una
familia desde la República Dominicana de donde Yini es originaria.
Donde se abordan con naturalidad los problemas más
álgidos de la sociedad contemporánea, obra escrita en un estilo llano,
periodístico y desosado, donde Yini habla desde su condición de mujer sin
excluir ningún tema, siendo encomiable y magnífico la performance de traspasar
lo vivido del tráfago de los días al plano sobrio y frugal de la escritura.
3. Bastó
una mirada
Si quisiera resumir en una sola palabra cuál es el
meollo o la esencia de este libro diría que su símbolo es la mirada, el acto
contemplativo que se pasea, que observa, que analiza y que finalmente que todo
lo acoge y hace suyo.
Porque en todas las páginas de esta obra está presente
la mirada que anota, perfila y define más aún lo vivido. Es por eso que he
titulado este texto “La mirada donde saldremos eternos”. Y porque en el libro
que motiva este comentario, se dice:
Bastó una mirada para querer perderme en sus ojos
(zafiros dentro de una membrana bordeada con filamentos negros). Su mirada
relámpago perturbó mi mente. Sentí deseos de ser testigo de sus más íntimos
secretos y con él recorrer senderos de pasiones. En un instante quise conocer
sobre su existencia para así encontrar la esencia que me convidaba a navegar en
otras dimensiones. Quería ser la niña de sus ojos y vivir en su centro.
Escudriñar sus pensamientos. Perderme sin miedo, conforme al tiempo. Con solo
una mirada cautivó mis sentidos. Fue tanta la emoción que mi corazón palpitó de
un modo diferente. En un minuto imaginé tantas cosas que no sé cómo
explicarlas.
Mirada en donde cada uno de nosotros existimos, mirada
nuestra y mirada de otro, mirada de un ser supremo si es que hay una intención
en todo lo creado, mirada que finalmente se hace escritura.
4. El libro
de la vida
Ahora bien, en el libro Apocalipsis del Apóstol San
Juan se profetiza lo siguiente:
«Quien no se halló inscrito en el libro de la vida fue
lanzado al lago de fuego».
Quiere decirnos de este modo y mientras tanto, que la
vida hay que grabarla y volverla signo. Y que hay que escribirla, que hay que
tornarla historia, hacerla letra, lenguaje y consecuentemente escritura
auténtica y verdadera como ocurre en el libro de Yini.
Dicho lo mismo, pero en otras palabras, se nos está
advirtiendo que quien no hace su vida digna de ser puesta en escritura se
quemará en el lago de fuego. Quien no convierte cada instante –¡éste por
ejemplo!– en algo maravilloso, en esencia de vida, no será aprobado en el
Juicio.
Se nos está diciendo así que quien no horada su
destino hasta encontrar una luz nueva y trascendente, no alcanzará a
inscribirse en el libro de la vida y será lanzado a la candela hirviente en el
Gehena donde trepida la candela mezclada al azufre y a todo lo que es inicuo.
5. Infinito
interior
¿Cómo se logrará aquel propósito que nos libre del
terrible apotegma de San Juan?
La respuesta es sencilla, aunque la acción sea
fragorosa:
Ello es: inscribir nuestra vida en los libros, ubicar
allí nuestro destino, el mismo que para ser anotado con la punta del estilete
no necesariamente tiene que ser grande y luminoso.
Sino que basta con la vida común y corriente, con el
acontecer cotidiano que es por ejemplo aquello que resalta Yini Rodríguez en su
libro; o tal vez reconociendo la grandeza que hay en la vida desasida, llena de
problemas y hasta equívocos.
Esta vida que se nos desgarra en las esquinas, que nos
deja pasmados desde una puerta mirando hacia afuera la perspectiva de lo inconmensurable
y hacia adentro el infinito interior que nos habita, esta vida que se nos
desvanece entre los dedos, que se confunde con la niebla, la polución de las
chimeneas y el chillido de los artefactos.
Esta vida casera que Yini recoge en su libro Crónicas
de la mariposa.
6. Dúctil
y chispeante
Nos dice la advertencia del Apóstol San Juan que
reconozcamos a la vida y al universo como libros escritos que debemos
descifrar.
Y sobreponer sobre ello otra escritura. ¿Cuál es ella?
La nuestra, la de nuestros pasos, la de nuestro
aliento y, además, la de nuestra boca que la pluma trasiega.
Y que hemos de creer en algo. De eso se trata.
Porque escribir cuesta, desvela y agota.
«Tengo un aspecto tan cansado –decía Oscar Wilde–
porque me he pasado toda la mañana poniendo una coma y toda la tarde
quitándola».
Quien lo confiesa así es uno de los autores que cuando
escribe da una apariencia extraordinaria de espontaneidad, de ser dúctil y
chispeante.
7. Buscar
la mirada
Da la sensación como si el don de expresar ideas
sabias e ingeniosas le hubiera venido fácil.
Como si en él brotasen indetenibles los vocablos y sus
asociaciones.
Y en donde el esfuerzo más bien estaría en cómo atajar
ese torrente de buen hablar, de buen decir y de buen pensar.
Pero ya vemos que no, que le costaba desvelo y
sacrificio. Y que la duda es natural, cuando nos confiesa que pasaba toda una
mañana en poner una coma y toda la tarde en quitársela.
Ya vemos que escribir es arduo, pues primero hay que
vivir intensamente y después decantar la experiencia, volverla síntesis para
después escribirla.
Y ya en esta órbita volver a repetir el proceso,
cuando de lo que se trata, como decía el poeta, es de buscar la mirada en que
saldremos eternos.
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