1. Inscritos
en el libro de la vida
En el libro del Apocalipsis el Apóstol San Juan
profetiza:
«Quien no se halló inscrito en el libro de la vida fue
lanzado al lago de fuego.»
Se quiere decir con esto, y de este modo, que la vida
hay que volverla huellas, grabarla y tornarla libro, códice y escritura.
Que hay que tornarla historia, hacerla letra, lenguaje
y, consecuentemente, partitura verdadera.
Dicho lo mismo, pero en otras palabras, se nos está
advirtiendo que quien no hace su vida trascendente con el hechizo de lo que
está inscrito, no se salva.
Que quien no convierte cada instante –¡éste por ejemplo!–
en algo maravilloso y en esencia de vida plasmada en signos, no será aprobado
en el juicio.
Que quien no horada su destino hasta encontrar una luz
nueva con las palabras hechas memoria, no alcanzará a inscribirse en el libro
de la vida y será lanzado al lago de fuego.
2. Cultivar
y construir
¿Cómo se logrará aquel propósito que nos libre del
terrible apotegma de San Juan?
La respuesta es sencilla, aunque la acción sea
fragorosa. Ello es: inscribiendo, pero: ¿qué? ¡Nuestra vida!
Transfiriéndola a los libros, ubicando allí nuestro
destino, el mismo que para ser inscrito tiene que ser verdadero, grande y
luminoso, lo cual ya nos plantea un desafío valedero.
También nos dice que reconozcamos a la vida y al
universo como libros escritos que debemos descifrar.
Y sobreponer sobre ello otra escritura. ¿Cuál? ¡La
nuestra! La de nuestros pasos sobre la tierra, la de nuestro pálpito y aliento
sobre el telón del cielo. Y, atenta, la de nuestra pluma.
¡Y que debemos creer en ello! ¡De eso se trata! Porque
escribir cuesta, desvela y agota.
«Tengo un aspecto tan cansado –decía Oscar Wilde–
porque me he pasado toda la mañana poniendo una coma, y toda la tarde
quitándola.»
Y que es lo que también intentamos cultivar y
construir juntos en el colectivo Capulí, Vallejo y su Tierra.
3. El manantial
que somos
Así viene a plasmarse una nueva obra en nuestro seno:
«Dulce amanecer», de Maura Sánchez Benites, descubriendo en cada una de sus
páginas historias que escriben nuestra propia historia, o leyendas que
proyectan la vida de nosotros mismos como leyendas personales y colectivas.
Recrea aquellas que corresponden a cada lector, porque
se lee con la propia vida y la experiencia íntima. Porque tú eres como ella y
como yo, sin dejar de ser tú mismo. Porque todos somos hijos de la vida y
texturas de una misma suerte y creación. Y estamos llamados a entrelazar lo
común, interno y esencial de todos.
Porque es afianzando la identidad de cada uno cómo se
urde y que se tiende la magia y el milagro de la literatura.
Ha surgido así cada página de este libro como
juramento de no fallarle al ángel. Como promesa y trajín de no traicionar
nuestras alas, que a veces no queremos desplegarlas y permanecen para siempre
yertas, agobiadas o encogidas.
Maura Sánchez Benites aquí las ha abierto y extendido
en plena devoción que somos capaces; con la gracia y el manantial que somos en
el fondo original todos los hombres.
Y las ha extendido para cobijarnos, darnos sombra y
calor de vida, como ocurre en cada párrafo que ella escribe.
4. Desvelo
y consagración
Quien nació en Santiago de Chuco el 13 de febrero del año 1955, de padres
también chucos. Cursó su Educación
Primaria en la ciudad de Trujillo, en la
Escuela Primaria 2451 de Torres Araujo;
la Educación Secundaria en el colegio Santa Rosa de esa misma ciudad; y sus
estudios superiores los realizó en la Escuela Superior «Santo Tomás de Aquino»,
como en la Escuela Superior «Indoamérica».
Realizó el postgrado en el área de Síndrome Down en la
Universidad Nacional de Trujillo, y trabajó como docente de Educación Primaria,
para después desempeñarse como directora del jardín de niños del distrito de
Salpo, en la provincia de Otuzco.
Ha laborado como maestra de niños con problemas de
aprendizaje en el pueblo joven El Bosque, de la ciudad de Trujillo, y
atendiendo en clases particulares a niños con síndrome Down con lesión cerebral
y con problemas de aprendizaje.
Actualmente reside entre el Principado de Andorra y la ciudad de Barcelona,
5iempre en contacto con el mundo que le
apasiona: leer, escribir pequeños relatos, hacer un poco de aventura como poner
su desvelo y consagración a Capulí, Vallejo y su Tierra.
5. Ha brotado
y florece
Sus escritos son pedazos de nuestro ser y de nuestra
esencia. Son jirones de nuestra propia alma los que se despliegan a lo largo de
las cuartillas de «Dulce amanecer».
De allí que para muchos y quizá para todos este libro
tendrá significado. Y, es más, les pertenecerá entrañablemente.
«Dulce amanecer» por eso y en primer lugar, es nuestra
vida cercana, íntima, común y corriente; hecha de alegrías como de tristezas,
de risa como de llanto, de aciertos como de desatinos.
Siempre de candor e inocencia, porque somos seres
inocentes en medio de esta explosión que es el cosmos.
Sencillez y transparencia que es lo que siempre se ha
de tratar de rescatar en el jardín o huerto de la literatura.
Y que es lo que tratamos de hacer evidente y poner de
manifiesto en Capulí, Vallejo y su Tierra, que es el huerto o el jardín en
donde este libro ha brotado y florece.
6. Voz
primigenia
Libro que tiene la virtud y el mérito de plantearnos
raigalmente ¿qué es la literatura? Y, ¿qué es la creación?
Preguntas que es interesante formularlas cuando surgen
de la experiencia en la construcción de textos, como es el caso de este trabajo
que rezuma nobleza, autenticidad y humanismo.
Y que nos plantea, en relación a la escritura creativa
y a la literatura interrogantes básicos:
En primer lugar: ¿escribir literatura es asunto de
elegidos, como se creía? ¿Es materia solo para los señalados por los dioses?
¿Es acaso meollo, prurito y ocasión para la soberbia?
No.
Composición literaria es la dicha de la vida que
entona sus mejores sones en las cañas auténticas que siempre son las más
humildes en donde se halla la voz primigenia de la creación.
Y ella trata no de descubrir contenidos curiosos, de
ser «rara avis», sino de hacer más evidentes las verdades sencillas.
7. Del mañana
que vendrá
Nos hace reflexionar «Dulce amanecer», que el tiempo
no es nada si no es tiempo entrañable.
Tiempo que hemos de capturar como vida ya redimida de
esa vorágine que todo lo absorbe, devora y desaparece, y que es la nada. Y, ¡el
olvido!
Tiempo que hay que llenar con lo inolvidable y
trascendente que hay al fondo de nuestras pisadas.
Nos hace reflexionar que cada hombre es un libro, no
solo por la experiencia que recorre o ya ha pasado, sino que es un texto por
develar.
Que cada quien está escrito y es sagrado, pero que
cabe la posibilidad con sus andanzas y devenir de corregir y recrear su avatar.
Que en cada uno de nosotros hay caminos y hay templos,
que nos pueblan miles de vidas enterradas que hay que salvar.
Que somos un grano de arena que se puede convertir en
montaña. Que somos una montaña que se hace grano de mostaza, que sembrada y
puesta a fructificar alimentará a las aves del mañana que vendrá.
8. El milagro
que es la vida
Surge así la literatura precisa y cabal en contraste
con aquella del engaño, y del uso abusivo del olvido que atenta en contra de
todo aquello de más esencial que hay en nuestras vidas, cuales son nuestros
afectos, y que se pierden a veces irreparablemente por no plasmarlos en
escritura.
Porque guardamos trastos, menudencias y baratijas,
pero desechamos nuestras emociones, los recuerdos y los encantamientos que son
la esencia y la sal de la existencia.
Y que sin embargo es lo más adorable en la vida. ¡Y es
eso lo que queremos que sobreviva y permanezca!
Un libro como «Dulce amanecer» es una escuela, es un
taller para no perder nuestra alma. Y, con ella, rescatar nuestra identidad,
perdida, inhallable y soterrada.
¡Que es lo que cumple ser el libro de Maura Sánchez
Benites: una inmersión, un salvataje y una recuperación de aquello que
sintoniza y conecta con el milagro que es la vida!
Y Capulí, Vallejo y su Tierra es principalmente
aquello: que rescate nuestra inocencia gracias a dios viva en el fogón de
nuestra casa familiar y nativa.
9. Recordando
entrañablemente
Por eso es que su contenido es de naturaleza llana y
natural; tal como es la vida, común y corriente; por eso este es un libro
límpido y transparente.
¿Qué enfoca? La vida simple, espontánea y cotidiana.
La vida que hemos sorbido a veces como un trago amargo.
Como el tener que viajar para trabajar en otro ámbito
y lugar y en otra cultura, como le ha ocurrido a Maura, que es como cambiar de
mundo para sustentar lo originario. ¿No es este en sí mismo un hecho absoluto?
Y ¡qué mayor grandeza que escribir sobre estos hechos
tal y cómo ocurrieron! ¡Sin enajenar nada! Por eso, este es un libro que se lee
de un tirón.
Con lo que se prueba que la escritura y la literatura
no es de elegidos sino que es inherente al hombre de a pie. Y descalzo.
Y que la literatura es agradecimiento. Y es devoción.
Y que día vendrá en que sin salir de ella ya no se hará de palabras sino de
simple devoción en los ojos y n el corazón.
Porque este libro se ha escrito en gran parte lejos,
en Andorra, distante de su lengua, de su gente y de su cultura, pero recordando
visceralmente todo aquello que se quedara aquí.
10. La vibración
de nuestros corazones
Porque Maura hace muchos años vive en el Principado de
Andorra separada de sus raíces que se alimentan con la nostalgia y la más
acendrada esperanza que es la luz que emana más radiantemente de este libro.
Donde se escribe como un acto de exorcismo y de
salvación, para reencontrarse con aquello que más se ama, aportando aquello que
se decanta de modo acicalado en el extrañar tanto. ¿Qué es ello? Lo que no está
demás repetirlo porque importa tanto: La más prístina esperanza.
Porque es una larga lista de libros fundamentales nuestros,
aquellos que trasuntan el contenido que acabamos de señalar, y que fueron obras
que se han escrito en el exilio.
Tal es el caso de los «Comentarios Reales de los
Incas», del insigne Inca Garcilaso de la Vega, como de «Un ensayo de Escuela
Nueva en el Perú», de José Antonio Encinas
Por eso, en Capulí celebramos el libro de Maura
Sánchez Benites. Admiramos su arrojo para hacerle frente al destino. Y en este
caso quizá al más difícil de domeñar: aquel de nuestra identidad tejida y
destejida en las palabras que llevan el ritmo de nuestra sangre, de nuestro
pulso y aliento; y la vibración de nuestros corazones.
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