Danilo Sánchez Lihón
Tenía camisa blanca
y el corazón encendido
la muerte lo perseguía
y la mar era
su nido.
Juan
Gonzalo Rose
1. Lima
recapturada
José Olaya ha sido fusilado hoy en la Plaza de Armas
de Lima, 29 de junio del año 1823, después de ser atrozmente torturado por
albergar y defender un sueño, una promesa y un ideal para todos nosotros, cuál
es el anhelo de una patria propia, nuestra, hermosa; ¡y con libertad!
Era un hombre sencillo y honesto, pescador artesanal
de oficio, a quien nadie convenció, sino que él mismo fue convencido por él
mismo, con sus propios argumentos, de que había que militar en el pensamiento
de la emancipación del yugo español, eligiendo luchar por ser libres,
construyendo aquí un país propio, soberano y mejor.
Fue así que él mismo se presentó ante el general
Antonio José de Sucre ofreciendo sus servicios
a la causa patriótica. Y, ¿cómo qué? Le indagó el general. ¡Como correo
secreto! Y esto ante la incomunicación entre patriotas, por el cerco que han
tendido los españoles, entre los grupos independentistas de la ciudad de Lima y
el gobierno de los insurgentes, refugiados en la Fortaleza del Real Felipe en
el puerto del Callao.
Y es que la capital del Perú ha sido recapturada
nuevamente por el ejército realista, a cargo del Virrey La Serna, después de
sus victorias en Torata y Moquegua, en enero de 1823.
2. ¿De
noche?
Ahora los patriotas permanecen aislados en el Callao,
vigilados en sus conexiones con la capital en cada palmo de tierra, espacio en
el cual los españoles han establecido una férrea vigilancia militar.
José Olaya es cetrino y musculoso, de talla mediana y
ademanes rudos, persona que por sus modales y gestos a Sucre le parece que no
traicionaría jamás lo que él promete, y antes se dejaría matar que revelar
cualquier secreto.
A Sucre bastó verle la cara y mirarle a los ojos para
confiar totalmente en él. De todos modos, le pregunta por preguntar:
– ¿Y cuál va a ser tu ruta de penetración?
– De aquí a Chorrillos a nado. Y de Chorrillos aquí
también.
– ¿Ah? ¿Qué? ¿Con este frío y a tan larga distancia en
un mar embravecido?
– Sí. Y, además, nadaré de noche, para que sea
imposible ser visto y descubierto.
– ¿Cómo? ¿Qué? ¿De noche?
– Lo he ensayado todo este tiempo.
3. Sencillos
e incólumes
– ¡Ah! Y, ¿luego?
– De Chorrillos a Lima no hay ninguna sospecha pasando
como vendedor de pescado, siendo yo trabajador ambulante ya conocido.
– ¿Eres consciente de la gravedad de una misión como
la que me propone? ¿De las vidas que se ponen en riesgo?
– Responderé como un soldado.
– ¡Eso no lo dudo! Pero sabes que cualquier
intercepción costará la vida a familias enteras de Lima, y que son claves
además para el triunfo final de la guerra de independencia.
– La causa de la libertad es ahora la razón de mi
existencia, mi General.
Sucre sabe que a ese hombre jamás se le ocurriría
traicionar. Que más bien, verse morir es parte de su elección.
Que sabe, como pescador que es, que los hechos están
determinados por la suerte que se establece entre el pez y el anzuelo, entre el
cardumen y la red.
Y que la ecuación es muy simple, compuesta nada más
que de dos factores uno frente al otro: él y el pez.
Su filosofía de vida y sus principios son sencillos e
incólumes. Y todo lo extrae del mar, incluso sus principios de vida y su
filosofía de la realidad.
4. Pero,
¿quién?
El 19 de junio de 1823 el ejército realista después de
sus victorias en Torata y Moquegua, como hemos dicho, recuperó el control de la ciudad de Lima.
Ha dimitido el General José de San Martín y la
presidencia del Perú recae en manos de José de la Riva Agüero.
El gobierno y el Congreso de la República, presidido
por Francisco de Luna Pizarro, se han refugiado en la Fortaleza del Real Felipe
del Callao.
La situación es tensa. Es en estas circunstancias que
José Olaya ha ofrecido sus servicios de mensajero ante el aislamiento férreo
impuesto por tierra, aire y mar. Las playas, cerros y quebradas están vigiladas
al milímetro.
Quizá nadando un hombre podía salvar a los patriotas.
Pero, ¿quién podría? La distancia es larga, el mar turbulento e implacable el
frío. Nadie sería capaz ni se atrevería. Nunca ha sido posible.
Pero piensa que quizá él podría lograrlo. Lo ha probado
con riesgo de su vida y lo ha logrado. Además, nadie ha podido verlo.
5. Peligrosa
misión
Lleva ahora a nado las cartas de los criollos
residentes en Lima, quienes dan aviso a los patriotas en la Fortaleza del Real
Felipe del Callao, de cada uno de los movimientos y pertrechos de los
realistas.
Su trabajo es recorrer los campos y ya en lo más lóbrego
de la noche cruzar el mar a nado, de Chorrillos a Chucuito en el Callao.
Y viceversa, entregando las cartas e informes de
guerra entre patriotas. Antes nadie lo ha hecho, ni siquiera de día.
Antonio José de Sucre necesitaba conocer los
movimientos, los pertrechos, la capacidad ofensiva y los desplazamientos del
ejército enemigo.
Y nadie imagina que pudiera haber un hombre que
recorriera a nado el tramo de Chorrillos al Callao. Y mucho menos en la noche.
Aun así las playas están vigiladas por guardas y
centinelas apostados en los acantilados
Esta peligrosa misión es cumplida en variadas y
distintas ocasiones, llevando y trayendo información, y mensajes de vital
importancia por el pescador chorrillano.
6. Prueba
contundente
Seguido y vigilado desde hace dos semanas por los
agentes del gobernador de la ciudad, el sanguinario brigadier Ramón Rodil es
detenido y capturado en la calle Acequia Alta, en el centro de Lima.
La detención se produce el 27 de junio a las cinco de
la tarde y desde ese día, ya al atardecer, se inician y aplican las torturas
para hacerlo declarar, con la intención de que denuncie a sus cómplices. Pero
no lo logran.
Gracias a dios, pudo arrojar, antes de ser capturado,
varias cartas a un albañal. Pero otras, que felizmente estaban cifradas,
afortunadamente sin destinatarios ni firmas visibles de remitentes, se quedaron
consigo.
Y ello es prueba irrefutable de su complicidad y
delito. O sea: ¡él es!
Además, entre las minucias de sus bolsillos porta una
escarapela con los colores rojo y blanco de la reciente bandera, símbolo del
Perú independiente.
Esta escarapela es prueba contundente acerca de su
complicidad y de su carácter subversivo.
Es fervoroso, creyente y partidario de la causa de la
libertad y de construir una nación soberana, digna y desarrollada.
7. Oculta
en su red
Alienta ese sueño desde que el Perú era apenas un
ideal, una ilusión y una utopía de ser algún día una patria emancipada del yugo
español.
Pero ahora él es un hombre convicto y confeso de esta
fe adorable. Ha sido capturado, encadenado y vuelto un guiñapo.
Pero no niega su participación ante los realistas ni
cuál era su misión a cumplir.
Así como en el interrogatorio y tortura, a los cuales
ha sido sometido, deja bien sentado que no va a delatar a ninguna persona. Que
mejor lo maten. Hasta en esto es simple, rudo y tosco como una piedra.
Sin embargo, la información que llevaba y traía oculta
entre los pejerreyes de su red, era extraordinariamente estratégica.
No puede morir así nomás. Tiene que declarar. Y ojalá
se logre con la atrocidad de las torturas.
Puesto que eran dos ejércitos enfrentados en un
pequeño radio de acción en momentos en que se decidía el destino de nuestro
pueblo.
8. Esta tarde
del 28 de junio
Las torturas a que ha sido sometido han sido severas y
atroces, a fin de hacerlo declarar quiénes son sus contactos e informantes. Ha
soportado, hoy día 28 de junio, 200 palazos ejecutados con una vara flexible, y
doscientos latigazos aplicados con un fuete de cuero trenzado de filos
cortantes.
Al no ser eficaces para el propósito de que revele
datos y denuncie a sus cómplices, se le han arrancado todas las uñas de sus
manos y de sus pies con una tenaza ardiente al rojo vivo.
Al no conseguir nada de este modo se le ha colgado de
los pulgares y desde unas cuerdas soportando todo su peso de su cuerpo. Tampoco
así ha hablado una sílaba de lo que quieren sus captores.
Después se le ha sentado en un banco, ya exhausto, y
se le ha prometido pagarle grandes sumas de dinero, brindarle honores y un buen
puesto de trabajo bien remunerado. No hace caso a nada. Y no delata a su red de
implicados. Es un caso perdido.
Esta tarde del 28 de junio Manuel Llanos, ayudante de
campo del brigadier Ramón Rodil confronta a José Olaya con Antonia Zumaeta,
otra capturada. Es ella uno de sus contactos. Sin embargo, después de
observarla detenidamente, sin que se le mueva un solo músculo de la cara,
declara que no la conoce. Sueña con un país de fábula llamado Perú.
EPÍLOGO TENAZ
E INSIGNE
Niños y jóvenes:
José Olaya sin revelar sus secretos ni los nombres de
sus contactos como lo había prometido, sin comprometer a nadie, como lo había
jurado, y lo estaba cumpliendo, apostando por el porvenir que ahora somos
todos, ha sido hoy día 29 de junio fusilado, y a partir de entonces es una
consigna eterna en nuestras frentes y en lo hondo de nuestros corazones.
Él era un artesano que no veía lo inmediato sino lo
trascendente. No los placeres mundanos ni las satisfacciones concupiscentes, sino
las tenues palpitaciones del alma, puestas y aleteando apenas en un futuro
amenazado e incierto. Así nació el ahora patrono del Arma de Comunicaciones del
Ejército del Perú.
El monumento que ahora se alza en el Pasaje de
Petateros, frente al Palacio de Gobierno, calle que ahora lleva su nombre, lo
muestra con una red en la mano izquierda, hacia abajo, seguramente recogiendo
la vida. Pero en la otra mano, levantada hacia lo alto, muestra una carta.
¡Niño y joven! Dale ahora tú contenido a esa carta,
representando sin duda los sueños y los mensajes acrisolados que diriges hacia
el porvenir junto a todo peruano ferviente y leal como él!