SIETE ENSAYOS, SIETE
ESTACIONES:
MARIÁTEGUI EN LA POESÍA DE
BETHOVEN MEDINA
Por: Fransiles Gallardo
Conocí a
José Carlos Mariátegui y sus Siete Ensayos de la Realidad Peruana en cuarto de
secundaria en el colegio de mi pueblo de Magdalena, en el curso de filosofía y
me pareció complejo. Leer sus ensayos sobre la evolución económica y del tema
agrario; fue un reto.
Luego,
en la universidad y en los círculos políticos, era una tarea lingüística e
interpretativa. Aún hoy, es obligatorio un diccionario en la mano para
adentrarnos en sus conceptos y capitalizar la magnitud de su raciocinio
sociológico, científico y filosofal de su argumentación.
Conocí a
Bethoven Medina y su poesía en las aulas universitarias de la Universidad
Nacional de Cajamarca (1978), y desde nuestro grupo Raíz Cúbica, pude leer casi
toda su producción literaria.
Su
poesía es compleja. Leerlo no es fácil. Hay que releerlo para adentrarnos en
sus decires y lo que sugiere decir. Transita muchos caminos poéticos, desde lo
social hasta lo esóterico y algo más. Es el diccionario del que quiere decir,
una forma de interpretación.
El
Amauta José Carlos es un poeta. Algo que casi nadie ha valorado. Tengo los dos
tomos de su correspondencia entre él con los intelectuales de hace más de cien
años. Leerlas es saborear poesía. Sin rimbombancias “desposé una mujer y unas
ideas”.
Bethoven
aborda temas sociales. Desde su profesión como Ingeniero Agrónomo, no les ajeno
el problema de la tierra y desde su ejercicio en el ámbito microfinanciero
peruano conoce bien los estratos sociales y los ajustes y reajustes económicos.
Su
poesía, desde sus inicios, también se adentra en el tema social e histórico:
“La crisis en un plato vacío / y me hierve la peruanidad / nuestro fondo hondo
/ a orillas del Ucayali / pensando en la vida y sus derivas”. Versos extraídos
de su libro “Y antes niegue sus luces el sol” (2003,2012). No debemos olvidar
que anteriormente publicó “Expediente para nuevo juicio” (1998)
Siete
Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, es considerada la obra cumbre
del escritor y sociólogo peruano José Carlos Mariátegui. Publicado en Lima, en
1928, el cual convirtió a su autor, en una de las voces marxistas más
importantes y difundidas de Latinoamérica.
Éxodo a
las Siete Estaciones, es, tal vez, la obra más importante, escrita hasta hoy,
por el poeta peruano Bethoven Medina Sánchez, publicado el 2016 y es
actualmente, una de las voces más importantes de la poesía contemporánea del
continente.
Coincidentemente,
ambos tratan el tema social desde siete perspectivas diferentes.
Mariátegui
desde su perspectiva política, estudia la evolución económica del Perú
aplicando el materialismo histórico. Afirmaba que el desarrollo económico del
Imperio de los incas, de tipo socialista, se vio interrumpido por la invasión y
conquista de los españoles.
Medina
desde su perspectiva poética, históricamente conoce también, de la existencia
socialista, aún vigente en las comunidades indígenas de la sierra del Perú,
básicamente.
Escribe:
“En la igualdad descubrieron raíces de la alegría, y solidarios la compartían /
Y con fe, a pesar de holocausto y su procesión de nieve, / Resistieron al
festejo de lanzas y sangre”.
Para
José Carlos Mariátegui el problema del indio no era racial racial,
administrativo, jurídico, educativo o eclesiástico; sino económico, cuyo origen
estaba, en el injusto sistema de propiedad de la tierra concentrado en pocas
manos, ya sea por el gamonalismo o el latifundio.
En tanto
subsistiera esta forma de propiedad, todo intento por solucionar el problema del
indio sería estéril.
En la
década de los setenta se hizo un intento de solución al problema del indígena
peruano.
Bethoven
Medina no es ajeno a esta problemática que aún subsiste. En Éxodo a las siete
estaciones escribe: “El hombre andino sobrevive en su comunidad, / Es peruano
postergado girando en campos sin sembrar”.
En
relación al Problema de la Tierra, para Mariátegui el colonialismo originó la
despoblación y el esclavismo, hasta el etnocidio. Surgieron haciendas que se
expandieron afectando a las tierras de las comunidades indígenas raquíticas
obligándolas a convivir con el latifundismo en alza en la sierra y con las
ciudades de la costa en proceso de industrialización.
En este
tema Medina, cuestiona sobre la situación actual del indígena y la tierra. Para
el hombre andino son una unidad. Hombre y tierra. No hay fraccionamientos.
“Mariátegui analiza el desarrollo de la instrucción o educación pública, como
un tema estrechamente ligado a lo económico-social. El pueblo no tenía derecho
a la instrucción.
Según
José Carlos «democratizar la enseñanza de un país, sin democratizar su
economía, y sin democratizar, por ende, su superestructura política» estaba
destinada al fracaso.
Medina
escribe: “Educación, para todos no eres bondad de gracia. / En lejanas punas,
niños cuentan en cabellos blancos de sus madres, / Y saben número de ovejas
devoradas por el zorro. / Veré si el conocimiento deja de ser signo grabado en
ceramios / Y oriente el camino de modernidad y globalización.
Obviamente
son tiempos diferentes, otras circunstancias; pero con gran coincidencia.
La
religión incaica, según Mariátegui, fue un código moral antes que un conjunto
de abstracciones metafísicas. Estaba subordinada a los intereses sociales y
políticos del Imperio, más que a fines netamente espirituales.
Es por
ello que, cuando los incas conquistaban otros pueblos, no se dedicaron a
extirpar la diversidad de cultos; excepto aquellos bárbaros o violentos; sino
que, con sentido práctico, exigieron la supremacía del culto del Sol.
El tema religioso
abordado por Medina tiene otras exigencias, actuales, con situaciones de
incertidumbre de fe, de creencias, de unidad y universalidad.
Para él:
“No todos, entendemos la esperanza y comparsa interna./ Las Sagradas
Escrituras, de palabras buenas y marinas, / Son luces ante la noche; /¿Corazón,
que dirás si estoy solo en esta celebración?”.
En la
época de Mariátegui, el problema de la centralización política se mantenía
vigente. La solución tenía que abarcar necesariamente el plano social y
económico, y no solo el político y administrativo.
Reconocía
la existencia, de un sentimiento regionalista, pero dicho regionalismo era «una
expresión vaga de un malestar y un descontento».
Para
Medina abordar este es un tema presente. De actualidad. En debate e implementación
gubernamental.
Sus
versos dicen: “La capital del país no es el corazón. / Regionalismo del cultivo
de habas, de arrozales /Ideal de fiesta cuando baja el arco iris a bailar en
lagos. / Centralismos: sobrevives al infierno; / caracola silenciada por el
rezo del tiempo”.
Al pasar
revista a distintos autores peruanos, José Carlos Mariátegui pone a la
literatura bajo cuestionamiento. En este proceso de la literatura enjuicia la
capacidad política de la literatura de unir a la vanguardia estética y al
nacionalismo indigenista.
De la
vanguardia estética toma la necesidad de concebir la práctica artística como
una mediación técnica, como una brecha entre lo representado y la forma de
representar.
La
presencia del indígena permite abrir un espacio para la literatura indigenista,
participante de la lucha por la definición de la identidad peruana y, como tal,
tomada en cuenta por la literatura como un elemento significativo.
Dice
Mariátegui que "La nueva peruanidad es una cosa por crear. Su cimiento
histórico tiene que ser indígena."
Lo
importante no es tanto una reivindicación sectorial de lo indígena, sino la
redefinición de lo peruano en términos de una alteridad, de una otredad que da
pie para pensar una identidad peruana distinta.
Bethoven
Medina como eximio poeta; en relación a la literatura expresa: “Hermoso es
cantar desde mi sangre, / Toda mi existencia, la naturaleza y el universo, / Y
de la noche
su melodía de antara. / ¡Oh, Poesía, manantial en sonrisa de niño que gatea!”
En
definitiva, Mariátegui sigue vigente en el pensamiento y obra de quienes
pensamos que el Perú aún no ha resuelto sus problemas. Nos falta más
identificación y participación en la agenda nacional.
Asimismo,
Medina evidencia que su poesía multitemática siempre refleja su sensibilidad de
artista atento a su época y a la sociedad, de manera que sigue asumiendo, con
pensamiento y obra literaria, su reclamo y fe por un Perú mejor, lo cual
constituye una forma de seguir proyectando la obra del Amauta Peruano.