Danilo Sánchez Lihón
“Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.”
César Vallejo
1. Arrastrando
cadenas y grilletes
Hoy
día, 26 de febrero del año 1921 sale libre de la cárcel César Vallejo,
adonde ingresó hace 112 días, el 6 de noviembre del año 1920, cuando lo
apresaron en la casa del Dr. Andrés A. Ciudad, situada en la calle San
Martín 221, en Trujillo.
Lo
único que ha cogido de pertenencias para llevar consigo a la prisión no
ha sido ni una frazada ni un abrigo ni una bufanda, ni siquiera un
pañuelo, sino un hato de papeles que contienen los poemas del libro de
poemas que estaba escribiendo.
De
allí que sus captores sin saberlo ni quererlo además de apresar al
poeta también llevaron al encierro a un libro titulado provisionalmente
Cráneos de bronce que ha sido encarcelado, junto a su autor.
Ese
libro posteriormente se publicaría con el título de Trilce, en octubre
del año 1922, pero que fue reescrito en su mayor parte en el cautiverio,
pues entró a la cárcel junto con el poeta, para salir otro
completamente transfigurado; un ser nuevo, esplendente, y con libertad
suma.
2. Lo humano
perdido
Porque
dicho libro entró siendo en parte deudor de una estética en vigencia y
de una manera de ser y entender la poesía, como era el modernismo, el
simbolismo y el neoclasicismo rezagante.
Entró
él sí arrastrando todavía algunas cadenas y grilletes, y quizás el sí
tenía atadas las manos como las tenían todos los demás libros de poesía
de su época. Pero después de los 112 días de cárcel oscura, tenebrosa y
vivida hasta la ascua más ardiente del dolor de su autor salió ¡puro,
insospechado y libérrimo!
Y
hasta ahora casi ya para cumplir 100 años, sigue siendo profano,
arisco, incatalogable, y para el más ducho hasta todavía incognoscible. Y
ello por la fragua al rojo vivo a la que lo sometió su autor, al mirar
las cosas de otro modo y desde el abismo del ser como cabe suponerlo que
se vive en una cárcel ominosa y precaria.
Y
como puede hacerlo quien naciera para poner la vida en la balanza de
las palabras y pesarla de otro modo, con toda la carga del destino
humano a cuestas y para adquirir un sentido que reivindicara el sentido
de lo humano perdido.
3. A la vez
absoluto
Con
relación al cambio radical de la poesía en Trilce, y para graficarlo de
algún modo, basta decir que el primer poema de ese libro es tan abrupto
que la poesía deja todo lugar imaginable donde ella se había
posesionado antes.
Anteriormente
el ave de la poesía que moraba en el Olimpo voló desde allí para
posarse en los palacios, los templos, los salones señoriales, adoptando
todo lo que fuera lujo y exotismo, como son los paraísos artificiales,
los jardines o los sueños, que antes le obsesionaban. Posteriormente se
le dio por acompañar a los guerreros, conquistadores y aventureros en
sus incursiones; y deambulaba en los campos de batalla. Pero un día deja
de lado a los personajes encumbrados, como los dioses, las musas, los
héroes. Y los lugares amenos que antes la poesía frecuentaba.
Para
luego aparecer, igual de rotunda, pero ¿dónde? En un retrete, más aún,
el excusado de una prisión. Y no para burlarse sino para rescatar lo
humano desde el foso de dónde venimos y adónde vamos. Es allí donde los
reclusos son acosados con sonidos estridentes a apurarse en los pocos
minutos que les conceden para desahogar sus intestinos “en la línea
mortal del equilibrio”, como concluye en el verso final de aquel poema
que empieza diciendo:
Quien hace tanta bulla, y ni deja
testar las islas que van quedando.
4. El sentido
perdido
Pero
el caso es que traslada aquel acto orgánico hacia una dimensión
metafísica del hombre quien, además de mente y alma que siente y que
piensa, es también un cuerpo que padece, que suda, que tose y se
enferma, “con sus propios líquidos”. Si es así, entonces: ¿por qué no
habíamos de trasponer esto a un plano existencial y a la vez absoluto?
¿Lo hace porque en ese trance vive el momento más grave de su vida?
–El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú.
¿Lo
hace porque es tan estremecedora su condición que apela a toda súplica,
a todo arrepentimiento y a jurar de este modo?, cuando dice:
Ya no reiré cuando mi madre rece
en infancia y en domingo, a las cuatro
de la madrugada, por los caminantes,
encarcelados,
enfermos
y pobres.
No. Lo hace porque él nació para hacer que las palabras vuelvan a tener el sentido verdadero que ellas mismas habían perdido.
5. El recuerdo
en la prisión
Pero
también es Trilce un libro donde César Vallejo afina sus recuerdos,
cribando sus cariños más puros, como lo dice en una carta a Oscar Imaña,
el 12 de febrero de 1921:
En mi celda leo de cuando en cuando;
muy de breve en breve cavilo y me muerdo los codos de rabia... Es cosa
fea ésta, Oscar... y si viene a mi alma algún aliento dulce, es la luz
del recuerdo... ¡Oh, el recuerdo en la prisión!
Y
en razón de aquello se plasma en esos 112 días la gesta de nuevos
áspides o puntas a la Rosa de los Vientos, como son los relatos del
libro Escalas Melografiadas, escritos totalmente en la prisión.
Están
ordenados en dos secciones, Cuneiformes y Coro de Vientos; el primero
compuesto de Muro Noroeste, Muro Antártico, Muro Este, Muro Dobleancho,
Alféizar y Muro Occidental, que aluden todos ellos a la cárcel.
Como es recuerdo de su casa y de su infancia versos de Trilce como los siguientes:
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
6. Ya no
tengamos pena
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
7. Busco
al tanteo
Y continúa en el poema:
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.
Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.
Dos
fueron, entonces, los seres encarcelados el 6 de noviembre de 1920 a
las siete de la noche en el panóptico de Trujillo. Y tres fueron los
seres liberados el 26 de febrero del año 1921; ellos son: Por un lado,
César Vallejo, y Trilce, el libro que reescribiera en la prisión.
Y un tercero que no había entrado con ellos pero que se había gestado dentro: Escalas Melografiadas.
De allí que hay encarcelamientos que el espíritu humano y el genio del hombre los hace dignos, fecundos y trascendentales.
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CONVOCATORIA