Danilo Sánchez Lihón
“Quien no comprende una mirada
tampoco comprenderá
una larga explicación”.
Proverbio
1. La información
y su vínculo con la educación
La
información es elemento principal de trabajo para el maestro, y dicha
información por corresponder al campo de la educación es información
formativa. Y lo es para todos, empezando por el maestro, el
documentalista y los estudiantes.
La
información es un elemento tan esencial en el quehacer educativo que no
es muy apropiado decir que ella mejora la educación, porque
significaría que se añade, agrega y viene de fuera de la educación, sino
que se genera en el fondo de ella, siendo parte constitutiva de la
misma. Así como no podemos decir que nuestra capacidad de habla o de
tener memoria mejora nuestra calidad de hombres, porque somos hombres en
la medida en que hablamos y tenemos memoria.
Los
bienes culturales, educativos y científicos de una sociedad, si bien
son frutos cuyo patrimonio constituye una riqueza preciada, no son los
recursos más importantes en relación a la vida y a su desarrollo.
2. Lo primero
y principal
Son
los dones del espíritu del hombre, la fuente, la fragua y el crisol, y
son ellos los que garantizan condiciones de vida, intercambio y
reciprocidad, de acceso igualitario y mancomunado, tanto de la
información, la educación como de cualquier otro bien.
Y
es que, frecuentemente, perdemos la noción de centro, de eje y esencia.
Hasta hace poco tiempo los muebles, locales y textos constituían el
principal equipo de las bibliotecas en las cuales había que ordenar las
obras y acoger a los lectores.
Para
ello se daba prioridad a la infraestructura física. Y hasta ahora en
los centros de información son los documentos mismos los recursos que se
considera fundamentales.
La
concepción preponderante era y sigue siendo aún, que el saber y la
cultura se conservan en objetos y el usuario debe desplazarse para ir a
consultarlos en unos locales silenciosos y austeros, como se exige que
deban ser dichas unidades informativas.
3. Concepción
dinámica
Hoy
en día, debido tanto al desarrollo científico y al vértigo de las
transformaciones tecnológicas, como a los cambios sociales y a las
facilidades de comunicación, han variado totalmente los conceptos y los
enfoques en relación a las actividades y dinámica de la información y
los conocimientos.
Siendo
las obras las que deben ir en busca del lector y no a la inversa,
concibiendo a las unidades de información como aquellas que deben tomar
la iniciativa y no esperar pasivamente a que los usuarios sean quienes
ingresen por la puerta de los locales.
Para
llevar a la práctica esta nueva orientación se requieren menos grandes
edificios capaces de almacenar miles de obras y una cantidad
considerable de datos y empleados, y sí más puntos de apoyo ligeros,
como pueden ser los seres humanos.
Se
necesitan más personas preparadas dentro de una concepción dinámica de
la información, antes que equipo físico; se requiere más conocimientos y
puntos de llegada que capacidad instalada.
4. De Ptolomeo
a Copérnico
Ello
nos conduce necesariamente a reconocer que el desarrollo de estas
actividades está centrado fundamentalmente en las personas, y que para
ser alcanzado se requiere consecuentemente, partir potenciando al
hombre.
Y
es el hombre sencillo, común y corriente el que debe construir y hacer
su propia información, con capacidad y afán creativos. No limitándose ni
anulándose en tener un rol de consumidor o de transmisor, en que a
veces se ubica esta función.
Y
convirtiendo este acto de inmensa riqueza en un acto de divulgación;
pretendiendo partir del producto para postular el uso. Este movimiento o
dirección es falso porque es contrario a la vida misma.
Hacernos
hacedores de nuestra propia información como de nuestra educación es
hacernos hacedores de nuestra historia; en el fondo es pasar de un
esquema en que dominan los principios de Ptolomeo a otro imbuido de una
visión coperniqueana, que es lo mismo a proyectarnos hacia donde nace o
brilla el sol y no a querer hacer girar el sol alrededor del dedo de
nuestra mano, que nos atajaría de ver la luz solar delante de nuestros
ojos.
5. Educación
del silencio
De
allí que sea importante rescatar el sitial del hombre como el centro de
interés de la ciencia, la investigación y la información, debido a que
bienes y objetos, programas y teorías, fábulas e imágenes han devenido
en ser lo protagónico y central, dejando de ser importante el hombre,
cuando él es la realidad más valiosa y trascendente.
Esta
situación también ocurre en el campo de la educación, perdiendo ésta su
mayor valor cuando en ella no se da lugar a la personal del educando
para ser plenamente; cuando no recoge e incorpora la vida al proceso
educativo; cuando no es tomada en cuenta la realidad del niño para a
partir de ella fundamentar el proceso enseñanza aprendizaje; siendo
lógicamente innecesaria, en este esquema, la comunicación, que estará
demás, cuando se ha perdido el sentido central de lo que es educar, y
cuando lo que más interesa son cuatro, seis u ocho construcciones
artificiales, denominadas líneas de acción educativa, programas de
estudio o asignaturas.
De
allí que impere “la educación del silencio”, que no comunica, asocia,
ni humaniza; que no dialoga, comparte ni comulga; que no se identifica,
reconoce al hermano, presta el libro o comparte un destino común; que
mezquina la experiencia, escarnece el cuestionamiento, envicia la
comunicación.
6. El hombre
como protagonista
“Educación
del silencio” porque es uno –el docente– el que habla y luego sanciona,
y es otro el que escucha y es evaluado; donde no hay comunión,
fraternidad, amistad, donde todos van con su propia angustia, pretensión
u ostentación, haciendo falta una educación sinfónica, humana, plena y
vital, es decir la educación con franqueza, con sinceridad, compromiso y
esperanza.
Felizmente,
las nuevas tendencias de reforma curricular se caracterizan por dedicar
atención principal ya no a la tecnología educativa, con la provisión de
instrumentos de enseñanza que ponen el acento en lo que ha llegado a
denominarse “ferretería educativa”, ni tampoco se pone fundamental interés en los métodos o
en la didáctica, como fue antes; sino que el énfasis ahora está dado
más en el desarrollo del hombre. Y en aquello que es más esencial para
él: en sus valores, en su identidad y en la capacidad de aprender por sí
mismo, que es inherente a su ser; y en la cotidianeidad en donde
encontramos realidades que valorar.
Ahora
bien, hay un concepto individualista de ciencia, como de educación y
cultura, asociado a erudición, a cultivo de la personalidad, a buenas
manera y hasta a adorno de carácter personal, concepción que obedece a
un criterio de clase social dominante, debiendo nosotros revalorar el
fundamento social de ciencia, educación y cultura, asumiendo la noción
antropológica de las mismas, que asocia estas categorías a la
cotidianeidad, a las manifestaciones y expresiones populares, a la
asociación de ellas con todo lo que significa raíz aborigen y destino
comunal.
7. El concepto social
del mundo y la liberación
Temática
que plantea, en el ámbito de un país, la necesidad de aunar esfuerzos y
fortalecer mecanismos de recuperación, procesamiento y transferencia de
información, a fin de superar los costos de adquisición, la dispersión
geográfica de las fuentes, la barreras que impiden el acceso y
disponibilidad de documentos, hecho que plantea la exigencia de trabajar
con criterios amplios y abiertos para garantizar a la persona el uso
pleno de tales recursos y hasta derechos.
Porque
una auténtica ciencia, educación y cultura buscan la plenitud de la
conciencia social en todo hombre, conciencia social que debe estar
iluminada por la experiencia y el saber. Para ello estas actividades
deben enfrentar al niño, joven y adulto a la realidad, al problema del
hombre inserto en su circunstancia, al desafío de los grupos humanos
luchando por su desarrollo y por la forja de su destino.
Ciencia,
educación y cultura deben proponerse una acción liberadora del ser, a
fin que éste alcance su plena realización, sin trabas, ataduras o
represiones; lo cual significa asociarlas a una praxis política, pues no
pueden dichas actividades estar desvinculadas de aquella, debiendo
entonces clarificar la intencionalidad y la dirección de sus principios,
postulados y fundamentos. Y para ello nos son propicios a fin de
terminar los versos de Antonio Machado, que expresa: “La canción se dice
/ o, mejor, se calla. / Cuando duerman todos / saldré a la ventana”.
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