Danilo Sánchez Lihón
1. Culto
al mar
Los primeros
pobladores de La Perla, hace más de cinco mil años, eran collas, pertenecientes
a la cultura aimara ubicados allá arriba en el techo del mundo, a más de cuatro
mil metros sobre el nivel del mar, en la meseta del Collao, al borde del lago
Titicaca. ¿Qué afinidad puede haber entre el zócalo del planeta y aquella
elevación? Mucha. En el fondo estaban fascinados y veneraban a la misma diosa,
la Mama Cocha.
Para quienes emigraron y se afincaron en lo que hoy es
la Provincia Constitucional del Callao, el mar vasto, insondable e infinito era
la “Madre agua” del lago sagrado Titicaca.
Esencia de culto y adoración y razón suficiente para
que aquí se quedaran a morar y construir sus casas al borde del mar como las
ciudades de totoras o islas flotantes que han construido en el lago de
esmeraldas, el más cercano a la luna y el sol de todo el planeta tierra.
Pero desde aquí hicieron partir varios siglos después
uno de los ramales de los caminos del Inca del cual se han encontrado
vestigios, lo que prueba que nunca olvidaron su origen y que hay impalpable
entre la brisa suave y ululante del mar los ventarrones azulados de la
cordillera frígida.
2. Vestigios
collas
Por eso, además de rendirle devoción en los santuarios
piramidales que se encontraban en la parte alta de los farallones se han
hallado vestigios del culto que dedicaban a otra deidad secular del mundo
altiplánico: la luna.
Eran pescadores diligentes que utilizaban balsas de
totora o caballitos de mar que hacían de las cañas que crecían en los humedales
cercanos y ahora ya desaparecidos, tal y cual lo hacían los mochica chimúes en
Huanchaco en donde aún se conservan los
totorales.
En la parte alta de los escalones abruptos al lado de
las capillas estaban las viviendas de quienes además de la pesca se dedicaban a
fabricar ollas, que intercambiaban con las poblaciones aledañas de la vera del
río Chillón.
El sabio alemán Max Uhle determinó en 1906 que
novecientos años antes de Cristo, todavía corría paralelo a la orilla del mar,
y bordeando el barranco, un río que denominó Callao, con enormes depósitos de
conchas acumulas en sus orillas y que guardaban vestigios de los collas de las
alturas más arriba de los cuales solo hay estrellas.
3. Las primeras
casas
En 1915 la
Provincia Constitucional todavía contaba con solo dos distritos, cuales eran:
Callao y Bellavista. La Perla pertenecía a esta última jurisdicción.
Dos años después, en 1917, el ingeniero Héctor Boza se
propuso hacer aquí, en los terrenos sembrados de frutales de la hacienda
Miramar y de los fundos de Chacra Alta frente a la ribera marina, una moderna
urbanización.
Se realizan los primeros trabajos de suelo creándose
vías carrozables y en 1920 los terrenos cercanos a los farallones se lotizaron
como zona residencial. Se trazó una amplia avenida perpendicular al mar que se
arborizó de cuatro filas de palmeras empinándose airosa y llegando al borde del
océano. Su nombre nació indesligable de su fisonomía: Av. Las Palmeras, ahora
denominada como Av. Santa Rosa.
Entonces empezaron a construirse las primeras casas,
primero de personajes de alta alcurnia, siendo el lugar donde se afincó la alta
clase social de Lima; de profesionales encumbrados; muchas fincas fueron
adquiridas por líderes destacados de la política nacional.
4. El milagro
de una ciudad
Pronto en la avenida que bordea el mar, denominada en
aquel entonces Av. Progreso y hoy Costanera, y en la perpendicular de Miramar,
se alzaron construcciones que eran verdaderos palacios pertenecientes a
ilustres personajes de la sociedad de ese entonces.
Después vendría el pueblo fidedigno, esforzado y
generoso, aquel que da autenticidad y belleza verdadera y visión de futuro a
las cosas que toca y que hace.
En nota de la
revista “Mundial” del año 1924 se lee lo siguiente:
“...El milagro de una ciudad que se levanta como un
encanto a orilla del mar, en la parte baja del distrito de Bellavista. Son
apenas unos cuantos metros, unos cuantos kilómetros siguiendo la Av. El
Progreso las que hay que recorrer, y ya estamos en la zona del nuevo balneario,
en donde en tres escasos meses se ha realizado la transformación de un terreno
irregular en modernísima y pintoresca ciudad...”
Diversos presidentes de la Republica acostumbran
alojarse y veranear en estas costas. Y con ellos se instalaba aquí todo el
boato, la vocinglería y el alboroto. Entre quienes fueron asiduos concurrentes
se cuenta al más ufano, ostentoso y emperifollado de los presidentes que
hayamos tenido, el general Oscar R. Benavides.
5. “Mar
Brava"
Esto dio lugar a que el ing. Boza inmediatamente
construya una casa aparente para toda la parafernalia estatal que la dona al
presidente Augusto B. Leguía, como Casa de Verano de los mandatarios de la
nación aristocrática.
Dicha mansión fue despacho presidencial o casa de gobierno
hasta en tiempos del envanecido Manuel Prado Ugarteche, quien fue el último en
habitarla.
En los campos cercanos a la “Mar Brava”, en los
alrededores del hoy Parque Guardia Chalaca se construyó el primer aeródromo del
Perú.
Allí funcionaba también la Escuela de Aviación, donde
el 1 de mayo de 1921 se graduó el legendario Elmer Faucett, adalid de la
aviación nacional.
Sin embargo, la naturaleza de los vientos produjo allí
varios accidentes.
En uno perecieron el comandante Baudiez y el teniente
Chabrier, en el biplano “Coudrón” de la Marina de Guerra del Perú.
6. Exquisito
sabor
Otra lamentable tragedia se produjo en presencia del
Ministro de Guerra y de altos jefes del ejército cuando en una demostración
aérea y en el vuelo final el teniente Protzel pierde el control de su nave en
el momento de aterrizar y se estrella perdiendo la vida.
Dejando estos sucesos cabe registrar que otro hecho
relevante es que en la Av. Progreso que bordeaba el mar y la Av. La Paz se
realizaba el Circuito Automovilístico más connotado de la época, cuál era el
Rally Presidente de la República.
Reconstruyendo la nomenclatura del lugar, existía a
principios del siglo XX una laguna en lo que hoy es la Av. Víctor Raúl Haya de
la Torre, antes 7 de enero, y más precisamente en la intersección con la Av.
Venezuela, alimentada por el canal de riego de la Av. Maranga.
En ese lugar se tenía la afición de practicar el
deporte de la pesca de especies de río y de camarones, apreciados por su
exquisito sabor.
7. Voluntarios
del Callao
Alrededor de ella había establos y típicas casitas
hechas de quincha, construcción típica de la costa del Perú.
En el trayecto de Lima al Callao y viceversa se
divisaba este paradisíaco lugar y era un regalo para los ojos ver lo idílico
sitio.
La laguna fue desecada, se hicieron acequias y en ese
lugar se levanta hoy la moderna Municipalidad de La Perla.
Son patronos de este distrito San Martín de Porres, el
santo limeño de la escoba, y la Virgen de Guadalupe, libertadora de España.
En la zona de La Perla, frente al mar, hicieron
trincheras y acamparon los legendarios batallones de voluntarios del Callao
“Guardia Chalaca” y “Guardia Marina” que lucharon en la defensa de Lima el 15
del mes de enero del año 1881 en la heroica Guerra del Pacífico.
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