AHORA
QUE
VOLVEMOS
Las personas
mayores
¿a qué hora volverán?
César Vallejo
Danilo
Sánchez Lihón
1.
En el fondo
y
en esencia
Quienes hemos nacido en
algún arrecife del mundo andino nos hemos quedado hechizados por un misterio
indescifrable que nos mantiene despiertos y transidos.
Quienes hemos despertado a
la vida en lo alto del atalaya de los andes es imposible que no permanezcamos
vigilantes y por eso retornamos cada tarde al lar nativo.
Quizá ni siquiera nos
movamos ni mudemos físicamente cada tarde desde la playa donde vivimos, para ir
hacia nuestro lugar de origen.
Pero en el fondo y en
esencia llegamos, retornamos, volvemos hasta el manantial o escondrijo del
desove.
Es más, en sueños hemos
reaparecido y nos hemos afincado de manera definitiva a vivir en estos lares
que nos vieron corretear de niños.
Es por eso que hoy estoy
aquí, contigo.
2.
Por el infinito
que
nos habitan
Es por eso que volvemos.
Estas huellas son nuestras
pisadas de ida y de regreso.
Porque aquí está la vida
que lo abarca todo. Por eso, ¡salud! Brindemos:
Por haber nacido en el
mundo andino, convulso e intenso. Que es joya y harapo. Misterio y delirio.
Brindemos por la casa y los
caminos que de ella parten y hacia ella vuelven.
Por el abismo y el infinito
que nos habitan.
Por el desafío de esta
hora.
Por los amores ausentes,
por los cariños aparentemente perdidos pero que laten en el fondo de nuestra
alma atribulada, pero plena y colmada de esperanzas.
3.
Construir
otros
senderos
Por eso volvemos. Por eso
ahora estoy a tu lado, aunque no lo sepas ni sientas.
Volvemos porque
permanecemos ya para siempre subyugados por el aroma antiguo de nuestra casa
soñada en el alba.
Por aquella dimensión de la
utopía que es el origen desde el cual venimos.
Desde donde arribamos
fortalecidos y avanzamos ilusos atravesando la tierra del olvido hacia aquella
otra tierra del anhelo.
Y en lo que acabamos de
señalar está presente una de las claves del movimiento Capulí, Vallejo y su
Tierra, que es tanto recoger nuestros pasos como construir otros senderos.
Y hemos tomado residencia
en nuestra infancia embrujada. Y en aquellos patios extasiados.
Y allí habitamos aunque
nadie, ni nosotros mismos, nos hayamos reconocido.
4.
Volver
a
la casa
Es la dialéctica de la casa
de la cual partimos para aventurarnos por los caminos nuevos, lejanos aunque no
extraños.
Porque todo es volver a la
casa de la cual nunca nos hemos ido, ni partido ni desarraigado. Pero a la cual
volvemos en un retorno maravillado.
Es retornar con nuestros
pasos a aquella patria interior que cada hombre lleva clavada en el fondo de su
alma arrebolada.
Es la alegoría del adiós y
el regreso, del abandono y del retorno. Del estado inmóvil y de la travesía por
los caminos de tierra, mar y aire.
Por los deambulares que han
ido cavando nuestros desvelos y desasosiegos.
Porque de la casa se sale y
a ella se vuelve. Y, de ese modo, a la tierra y al tiempo de las
interrogaciones.
5.
Hemos
partido
Trayendo a dejar aquí, como
una ofrenda nuestras heridas. Y de cada lugar su tonalidad, de cada objeto su
luz, de los pasos sus cavilaciones. Y de los difuntos sus voces secretas.
Y es porque nuestra alma
está no solamente en la superficie sino internada en lo más hondo de la
geografía física.
Pero más en aquella
intocada e impalpable de lo que solo es huella en el espíritu.
En el epicentro de los
corredores y salones vacíos. En los silencios y en las ausencias.
Es esta emoción que se ha
quedado enredada en lo más recóndito de las paredes, en las piedras, en los
tejados.
Como también en las
hondonadas de los ríos, quebradas y puquiales.
6.
El himno
del
retorno
En el más remoto pasado,
como en el intrincado presente y en el desafiante futuro.
Hemos partido.
Es más: ya estamos llegando
por los caminos.
Aunque muchos que hemos
partido y que nos hemos ido, seguimos en el mismo sitio.
En el recuerdo y la
nostalgia, o aquí sin habernos ido de entre los corredores, pilares y muros de
los patios que nunca hemos dejado.
Aun así, hasta aquí yo volveré algún día.
Qué hermoso entonces
entonar el himno del retorno con todo el amor del mundo.
Ya estamos llegando.
7.
Milicianos
del
alba
Donde la poesía vuelva a
hacerse íntima y casera, ligada a la sangre que nos enlaza y a los rostros
familiares y queridos que nos acompañan y cobijan.
Algunos todavía presentes
en esta contingencia y otros que definitivamente ya han partido.
Pero tú estás aquí y ya que
lo sabes, ¡ata ahora bien tus aljabas! Ajusta tus sandalias. Abrázate de todos.
¡Hemos vuelto!
Por eso, ¡brindemos!, por
la victoria futura que el destino nos debe, por lo mucho que hemos sufrido.
¡Adorar, reverenciar,
adherirse es la consigna. Y ser gradecidos en la medida que acertemos en todo
lo que hagamos.
¡Salud, Milicianos del
alba!
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El texto anterior puede ser
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