Danilo
Sánchez Lihón
“Una vez que
se conoce y se ama,
el servir
sigue como el día a la noche,
pues el que ama aspira ante todo a servir”.
Emilio Barrantes
1.
Lúcido
en
su misión
Emblema de la Facultad de
Educación de la UNMSM, es el maestro Emilio Barrantes, quien fuera dos veces
Decano de esta Facultad, y cuya vida se podría enfocar en un sin fin de
aspectos, y todos resultarían relevantes y proverbiales.
Pero quiero escoger el más
rústico a fin de que se vea cómo cada detalle de su vida resulta ejemplar y
significativo en relación a la educación y a la escuela.
Hay un pasaje que como todo
en su trayectoria vital tiene un especial significado y sella su destino de
educador.
Quizá este sea el más
humilde y de sus momentos, si lo
comparamos a otras coyunturas fulgurantes y estelares de su vida, tal como su
incorporación a la plana docente de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, en 1946.
O su elección como decano
de la Facultad de Educación de dicha casa de estudios en dos oportunidades:
1956 a 1961 y de 1964 a1967.
O el impacto que causara su
discurso en la Asamblea de Educadores realizada en Guanajuato, en el año 1964.
O su nominación para presidir la Comisión de la Reforma de la Educación
Peruana, en el año 1969.
2.
Parte
a
una misión
Quiero referirme más bien a
otra circunstancia aparentemente muy personal, sencilla y hasta anodina, y a
los sucesos concomitantes que ocurrieran en ese trance cual fue su nominación
por primera vez como maestro de escuela pública y rural, y su viaje
irrevocable.
Fue para hacerse cargo de
su primer puesto de trabajo en el campo del magisterio en el Centro Escolar 484
de Palca, el año 1933, recién egresado de la Escuela Normal.
Este pasaje, del cual se
nos ocurre extraer los significados que expongo, lo narra su propio
protagonista en su libro “Vida en las aulas”, del cual extraigo estas citas:
“Cuando me nombraron
Director del Centro Escolar 484 de Palca, ignoraba hasta el nombre de esa
pequeña ciudad. Es más: no me interesé por averiguar sus condiciones de vida.
Se me informó que era un distrito de Tarma y yo me eché a buscar en un mapa el
camino que era preciso recorrer para llegar a él.”
Al leerlo así de golpe,
acaso ¿no sentimos que un maestro de a verdad hace tal cual él hizo? Asume la
realidad, y no se interesa por indagar acerca de las condiciones de vida. Parte
a una misión sin hacer consideraciones de las comodidades que en dicho puesto
ha de tener ni especula acerca de la importancia del lugar.
3.
El mundo
nuevo
Acaso, ¿no se transluce de
esta manera la alta misión de servicio de un maestro auténtico, quien asume su
labor, tal como si fuese un misionero, atraído y subyugado más bien por lo que
ha de conocer, aprender y ayudar a superar? Y continúa:
“Era la separación de Lima
y la consideraba definitiva”.
Un maestro es así; pone
todo en un platillo de la balanza y apuesta a ganador, que es lo que hace
Emilio Barrantes al asumir su flamante puesto. No actúa calculando cada
situación que se avecina, ni mucho menos la mide de acuerdo a su conveniencia
sino bajo el impulso de su corazón y su objetivo cual es educar, ser guía y
orientador. Y se desgaja definitivamente de lo anterior rompiendo sus amarras,
no dejando ningún lazo ni ancla a la cual asirse. Se va para siempre; con la
convicción de asumir un mundo nuevo de manera total.
“Cuando subí al tren, tenía
la seguridad de que abandonaba un mundo para entrar a otro”.
Es el empeño del joven
maestro. Es la entrega absoluta de quien se ha formado para asumir su destino
de modo pleno e ineluctable. Se deja atrás el mundo de antes por el mundo de
adelante que se ha de asumir. Se troca el mundo antiguo por el mundo nuevo, que
es todo expectativa.
4.
Cantar
con
el mejor ánimo
Ahora bien, estos mundos,
el de antes, el de ahora y el de después, son muy distintos, casi
contradictorios y hasta opuestos y en pugna.
Deja el mundo de la gran
ciudad, de la capital del Perú, de la urbe moderna, e ingresa al mundo andino
lacerado de males consuetudinarios, de pobreza y marginación; de ausencia de
servicios básicos, sin luz, agua ni desagüe, pero colmado de anhelos; sin
comodidades pero henchido de promisión; sin divertimentos pero imbuido de
ideales, de afectividad, virtudes y esperanza.
Veamos entonces lo que
ocurre: un hecho que grafica aún más el sentido implícito en este acto de dejar
lo antiguo y asumir lo nuevo:
“Compré una maleta lo
suficientemente grande para que pudiera contener todo lo que deseaba que fuese
conmigo... La maleta se perdió en el viaje y con ella mis libros, mis útiles
personales y hasta mi diario: todo lo que necesitaba urgentemente y que, en
algunos casos sentía como parte de mi mismo. Sin embargo, la pérdida no me
afectó en absoluto. Compré en Tarma lo que me parecía indispensable y me
dediqué a leer y a cantar con el mejor ánimo del mundo”.
5.
Asumir
el
futuro
¿No es revelador y pleno de
significados este hecho en quien como Emilio Barrantes todo tiene el carácter
de paradigma? ¡Pierde su maleta!
Encuentro hasta simbólicos
estos aspectos que suceden: el tren, la maleta perdida, el dato de que ello no
le afecte en absoluto, el dedicarse a leer y ¡a cantar! Es decir, constituye un
trance o una travesía espiritual.
Deja atrás el pasado, se
siente libre, abraza sus ideales. Y se reafirma en dos actividades del mayor
significado: leer y cantar.
Cuida de no sentirse
abrumado para posesionarse del mundo nuevo, para no empezar derrotado. Por eso
no se permite ningún pesar con la maleta perdida.
Porque, pensamos: ¿Qué es
la educación? Un lanzarse y arrojarse totalmente a lo nuevo. Un tender el paso
hacia adelante como el más importante.
El que haya confianza, como
la del guerrero a quien solo le importa con quién va a luchar, aquello que
tiene que vencer y superar: en este caso la ignorancia, la apatía, el
desaliento y el reto de asumir jubilosos el futuro.
6.
Ser
maestro
Aquella maleta valía mucho, como vale mucho el
mundo que se deja atrás pero del cual es importante desprenderse para aspirar y
asumir el mundo futuro. Porque, cuando le he solicitado a Don Emilio
fotografías de su época estudiantil me ha respondido:
“Todo estaba en esa maleta
que perdí en mi viaje a Palca”.
Tampoco conservaba la
imagen de su madre, a quien adoraba, porque el único retrato que conservaba de
ella estaba en esa maleta.
Lo sorprendente es la
actitud de expresar que esa pérdida no le afectó nada. Quizá porque la maleta
representa el mundo antiguo frente al reto del mundo nuevo.
Que hay que afrontar y ante
el cual caben todas las iniciativas a fin de lograr las transformaciones y
cambios que se requieren y son necesarios.
¿No percibimos entonces que
hay aquí un secreto, una llave maestra, un tesoro y un signo providencial de lo
que es ser maestro?
7.
Mensaje
que
toca asumir
Porque, era su primer
ingreso al aula, al patio de recreo, al sistema educativo. Más importante,
infinitamente, que la pérdida de la maleta era la misión que tenía que cumplir.
Y esa prueba no podía
encontrarlo a él debilitado, tronchado ni frágil.
No es que no tuviera valor
la maleta que acababa de perder. Allí estaban sus libros, sus escritos
primigenios, ¡su diario íntimo! Y mucho más siendo él tan exacto y meticuloso
en el orden de sus asuntos y cosas.
Pero le creo cuando dice
que no le afectó en absoluto la pérdida, por la circunstancia que vive en ese
momento: del maestro que va a enfrentarse con su misión y desafío, sin
permitirse ninguna resquebrajadura, mella ni vacío.
Es por eso, como él mismo
lo confiesa, que “se dedicó a leer y a cantar con el mejor ánimo del mundo”,
relata.
Y esto quiero resaltarlo
como un mensaje que toca asumir y efectuar en todo maestro que se precie de ser
tal.
8.
Un edificio
a
medio construir
“Animo”, es eso lo que
hace, sostiene y alienta el ser maestro. Ponerle ganas, entusiasmo y alma a
nuestra tarea magisterial. Ánimo es lo que hasta sus 104 años de vida. Y que es
lo que alentó y seguirá alentando don Emilio Barrantes, ánimo que no debemos
perder ni dejárnoslo arrebatar como él no lo perdió ni en aquella ni en ninguna
otra circunstancia.
Ánimo es lo principal que
él nos lega o deja, incluso en esta hora en que él ha partido. Ánimo es lo que
resuman cada una de sus páginas de los libros que ha dejado publicados y en los
otros escritos aún por publicar. Ánimo es lo que lo mantendrá vivo por siempre
entre nosotros.
Ánimo es lo que él irradió
desde el fondo de su presencia iluminadora. Ánimo es lo que yo sentía ante su
presencia de más de una centuria. ¿No es extraordinario?
Y ha contado cómo a la
mañana siguiente, después de haber llegado al poblado de Palca, encajonado
entre cerros y azotado por un viento frío y desalmado, fue al local de la
Escuela 848 y encontró que era un edificio a medio construir, con huecos en vez
de ventanas y por donde corría la ventizca de modo inclemente y despiadado.
9.
Vibrante
trozo
de vida
El corazón se le estrujó al
descubrir que en lo que podía ser un patio los niños de rostros cobrizos,
pobres pero de mirada pura e ilusionada prorrumpieron en dedicarle la siguiente
canción a su nuevo maestro:
“Yo soy el indio que gime y llora,
desgraciado hijo del sol...
Tú solo puedes, ¡oh! sabio maestro,
con tu ciencia darme la luz.
¡Salva mi raza de la esclavitud,
rescata mi antiguo
esplendor!”
Y continúa en su relato:
“La voz aguda y pura de los
niños, la letra de esa canción, el calor del momento, la espontaneidad y la
fuerza de ese acto improvisado, me llenaron de un sentimiento profundo que
borró por completo la pobreza y la fealdad de la inconclusa casa de estudios,
para dejar solo aquel vibrante trozo de vida humana que se fundía amorosamente
con la mía.”
10.
Nació
para
la educación
¡Qué mensaje más hondo,
desafiante y fortalecedor que éste para un joven maestro imbuido de ideales y
anhelos de redimir en algo la difícil situación de los niños, jóvenes y adultos
de nuestro país!
¡Qué prodigio es la
educación para sentir en un instante cómo puede cambiar el alma desde el
desasosiego de mirar huecos en donde deberían haber ventanas e ir sintiendo
cómo todo se convierte en fortaleza, ánimo y pasión de querer hacer las cosas
de modo distinto y mejor!
¡Y eso en esencia es ser
maestro! Tener ánimo para afrontar incluso las adversidades.
Y es que Emilio Barrantes
nació para la educación, estuvo signado por ella. Era su esencia, su centro y
su vocación.
O mucho más que esto: ¡su
gran amor! Él lo explicaba del siguiente modo:
“No es que yo elegí la
educación sino que ella me eligió a mí”.
Y reitera:
“Era una fuerza superior a
mí mismo la que me hacía vibrar por entero cuando se trataba de la educación.”
11.
Su recuerdo
podrá
ser eterno
Lo dice cuando relata cómo
tenía que escucharse, a sí mismo, sus alegatos y prédicas llenas de fervor por
la educación; sus reflexiones acerca del niño, la escuela y la educación que
luego diría en auditorios repletos de personas.
Dicha emoción solo se
produce cuando la persona siente que hay un designio, una marca de fuego o una
misión a cumplir en determinado campo, área o perspectiva humana.
Cuando la persona es un
receptáculo de un mensaje superior y profundo que viene desde muy lejos y
respecto al cual ya no se trata de elegir o no tal o cual tema, trabajo o
profesión, sino que se siente que ella es la que nos ha elegido.
Él partió, pero nos dejó
para siempre la estela de su ejemplo.
Como en “Platero y yo”,
Juan Ramón Jiménez encuentra una flor del camino y le dice a su inocente
acompañante:
“Esta flor vivirá pocos días, Platero,
aunque su recuerdo podrá
ser eterno”.
¡Memoria eterna, querido y
entrañable maestro!
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