Danilo Sánchez Lihón
1. Buscan
con los ojos
El día de la partida del contingente de conscriptos
una multitud se aglomera en las calles adyacentes al Puesto Policial.
Los guardias punzan con sus bayonetas haciendo
retroceder a la gente, tratando de mantenerla en raya sin trasponer las líneas
de cal blanca de un cuadrilátero trazado en el suelo al frente del cual se ha
apostado un camión con una rampa tendida en la parte posterior del vehículo.
En un momento los policías rastrillan sus gatillos
para mantener en línea al gentío que se arremolina en un tumulto.
Desde la parte trasera del vehículo hasta la puerta de
la comisaría se forma un corredor de guardias civiles armados.
Uno a uno van llamando a los conscriptos.
Y van saliendo azorados, corriendo, buscando con los
ojos a sus seres queridos que los llaman a gritos.
Trepan al camión y son arrimados hacia el fondo por
las bayonetas desenvainadas de los uniformados.
2. Progreso
para el país
– Y, ¿por qué los amarran? –Preguntó después a mis
padres, a la hora de la comida.
– Porque al menor descuido saltan y huyen. El año
pasado se escapó uno en plena jalca.
– ¡Bien hecho! –Oigo decir a mi madre que todo este
tiempo ha escuchado callada.
– En ese caso es un desertor. Y si los disparos le
alcanzan, lo matan, –comenta muy serio mi padre.
– ¡Eso es maldad! ¡Eso es ser no tener alma y
consentir la perversidad! –Replica mi madre ya sin poder contenerse.
– Pero hay que servir a la patria.
– ¡Ya nunca regresan nuestros hijos!
– Del ejército salen con un oficio, lo cual es bueno.
Los preparan en manejar tractores, camiones; les enseñan mecánica, carpintería,
construcción civil.
– ¡Los llevan encadenados! ¿Y sus madres cómo se quedan?
Otros llegan a ser oficiales del ejército. Y a los que
no saben leer los instruyen.
3. ¿Por qué
no es libre?
– ¿Y quién consuela a sus padres? ¿Y a sus abuelos?
¿Acaso por ser pobres no tienen familia?
– Es un progreso para el país.
– ¡Creemos que por ser humildes tampoco tienen
hogares! ¿Quién los reemplaza en el campo? ¡Allí son felices!
– También tienen que conocer otros lugares.
– Pero, ¿por qué los arrancan de ese modo? ¡No hay
derecho para quitarnos así a nuestros hijos!
Y mi madre llora. Y yo me arrimo temblando a su lado.
– Necesitamos soldados para defender la patria.
Necesitamos personas preparadas en diversos oficios y profesiones.
– Y si es bueno ¿por qué no es libre y voluntario? Y,
¿por qué nunca más regresan a la tierra que los vio nacer y de donde fueron
arrancados como si cortaran hierba o leña?
Mi padre ya abstraído, apostando por lo más difícil,
casi derrotado, lo escucho decir:
4. Desgarra
el alma
– ¡Regresarán un día!
– ¿Cuándo? ¡Nunca regresan!
No contesta mi padre. Y veo que también está
conmovido. Y se pone de pie disimulando algo.
Son ciento veinte conscriptos los que parten hoy día.
Cuando los tres camiones inician la marcha la multitud
prorrumpe en un gemido profundo que hace tambalear la bandera en el asta del
camión que va adelante.
– ¡Ay hijito de mi alma!
– ¡Ay hijito querido
– ¿Cuándo ya volverás?
¡Ya nunca! Cantutita, flor
y fruto de mis entrañas.
Ya no me verás morir
¡Ay hijito de mi alma!
Y gimen incontenibles. Cantan y corren llorando, con
una melodía que desgarra el alma, como cuando se entierra a difuntos.
5. La multitud
corre
– ¡Viva la patria!
Recién ahí, frente a lo ineluctable los conscriptos
amarrados en el camión, se llenan de coraje, se animan y todos responden:
– ¡Viva!
– ¡Viva Santiago de Chuco!
– ¡Viva! –Contestan ya más fuerte.
Poco a poco sacan fuerzas de dónde no las hay y
haciendo de tripas corazón se van reanimando y va creciendo en ellos una
emoción de grupo.
– ¡Viva! –Se oye cada vez más intensamente y ya cada
vez más lejos.
La multitud corre tras ellos sin alcanzarlos.
Cuando los más desesperados llegan hasta La Piedra
Bruja los carros ya están por La Colpa.
Es una luz roja y blanca en el verdor intenso de los
campos.
6. Ha
de morir
Una anciana acezante se sienta y azota con su sombrero
el suelo, en un llanto incontenible y desgarrado.
Pronuncia gemido tras gemido como si fueran de
responso y plegarias de difuntos.
Amelia, mi prima, que ha corrido conmigo, me dice:
– Lo llevan a su nieto que es lo único que tenía en
esta vida.
– ¿Y sus hijos?
– Ya no le quedan hijos, ni hijas.
– ¡Pero él se hará mejor, se hará hombre de provecho!
– ¿Tú también piensas eso? ¡Después ya nunca regresan!
– Él regresará, si quiere a su abuela y si quiere a su
tierra.
– ¡Pero ella ha de morir de pena, pronto. ¡Y sin verlo
porque la costa, el mar o el mundo los desaparece!
Los camiones han aparecido un breve momento por las
alturas de Pueblo Nuevo. Y luego en Chollagueda que es el último recodo que se
divisa desde el canto del pueblo.
7. Regresarán
un día
La bandera roja y blanca flamea sobre el verdor de los
campos sembrados y los bosques de eucaliptos. Se bate nítida e impoluta en la
lejanía izada por el único voluntario llamado Pedro Rojas, quien va libre
izando la bandera en lo alto del camión.
Y aún se escucha como retazos que nos trae el viento:
– ¡Viva la patria!
– ¡Viva!
Nuestros ojos heridos por el sol, o las lágrimas,
buscan consolarse en los magueyes florecidos de pétalos blancos.
Y los jacintos, que tiñen con sus colores amarillos,
azules y escarlatas el verde de las lomas y el pardo de los cerros, con su
belleza increíble nos llenan más de una tristeza profunda.
No sé por qué pero tintinean en mis oídos las últimas
palabras y me aferro al más ínfimo consuelo:
– ¡Viva la patria!
– ¡Viva!
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA
XVII ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA