Danilo Sánchez Lihón
1. Pan
a la mesa
– Disculpe señor, señora. Disculpe señorita,
caballero.
Disculpen que interrumpa tu lindo viaje.
A nadie le gusta que le fastidien, mucho más cuando
salen ustedes del trabajo.
Por eso perdónenme.
Podrán imaginarse entonces la vergüenza que yo siento
de subir a este ómnibus, sabiendo el disgusto que les causo.
Menos vergüenza, les juro, produce robar. Y les digo
porque ya lo he hecho. He delinquido.
Pero no quiero seguir por ese camino del mal,
haciéndole daño a la gente inocente.
Prefiero pasar por pruebas como esta. Prefiero que tú
me mires mal.
Por eso, pido tu comprensión y que me ayudes a llevar
honradamente un pan a la mesa de mi hogar, trabajando de este modo…
2. Dame
ánimo
Otro dice:
Señor, señora:
Tú dirás: acaba de bajar uno y otro ya se subió al
carro.
Por eso, mil disculpas también. Y es que la situación
no permite que tengamos trabajo.
Por eso, tú que aún lo tienes no te quejes. Al
contrario, agradece más bien como si tuvieras un gran privilegio.
He subido a este micro solo ayudado por una fuerza
superior, la de Jesús Redentor que cambió mi vida.
Él es el que me da fuerzas y en nombre de él es que te
pido:
Ayúdame con lo que puedas darme. Dame ánimo hermano,
hermana.
Levántame la moral.
3. Pero,
eso sí
Otro dice:
Hermano, hermana. Yo quisiera compartir contigo la
siguiente reflexión:
¿Quién no quisiera hacerlo sin tener que avergonzarse?
Pero ¿dónde se consigue empleo hoy?
No quisiera tampoco darte pena contándote cómo es mi
situación.
Pero, para salir y hacer esto ya imaginarás lo triste
que es.
Sin embargo, no he subido a pedirte una limosna ni
nada regalado.
No he venido con las manos vacías.
Te ofrezco unos sabrosos productos golosinarios, estos
caramelitos de leche, almendras y miel...
Cada uno a diez céntimos que no te harán pobre a ti ni
rico a mí.
Pero, eso sí, comprándome, siquiera unito, harás que
esta noche haya pan en mi hogar...
4. Salen
a las calles
Quienes se expresan de este modo no sólo son hombres y
mujeres adultos; unos ancianos, jóvenes otros; madres gestantes algunas.
También son adolescentes que han dejado los estudios,
o que siguen persistiendo y asisten a la escuela nocturna.
Pero también lo dicen niños y niñas de toda edad, a
veces subiendo juntos, dos o más, casi siempre hermanitos.
Van cogidos de las manos para darse valor, tocando un
flautín, o una pandereta, o un tambor.
O rascando un envase de lata con un peine. O
simplemente cantando, entre el bullicio de los vehículos que pasan vertiginosos
y rugientes.
Quienes se expresan así no solo son gente desarrapada,
mísera, que cayeron muy hondo en la vida.
También hay personas muy cultivadas, y hasta
profesionales. Hay quienes para afrontar una situación difícil como es una
desgracia, salen a las calles con coraje para tratar de solucionar un problema
imprevisto.
5. Cruzan
entre los autos
Tampoco se presentan estos hechos sólo en Navidad,
sino que el espectáculo es de todos los días del año, sólo que duele sufrirlo
más en esta oportunidad.
Cuando pelean por subir y hacerse sitio entre la
congestión de pasajeros de un vehículo, con su bolsa insomne de caramelos o
chocolates en las manos; una legión de seres humanos como tú y como yo, que
pasan.
¿Cuál será su situación el día de hoy, que es Navidad?
Y ¿cuál será los días que vienen después? ¿Será la misma? ¿Igual? ¿Peor?
A cada instante en la vereda cuentan las monedas que
ganan a costa del desdén o conmiseración de la gente. Pasan las monedas de una
a otra mano haciendo cálculos, pesarosos o ilusionados.
O van palpándolas en el bolsillo, adivinando por el
espesor y el tamaño su valor, y temiendo –por algún detalle– que alguna de
ellas sea falsa. Mirando sin ver, cruzan entre los autos que pasan raudos,
campantes y sintiendo que la verdad les pertenece.
6. La llama
antes de caer
He visto a más de uno de esos niños comprar juguetes
pobres para algún familiar, quizá un hermano o una hermana postrada en un lecho
de inválida.
Un obsequio para su madre enferma. O para un padre
desempleado y sin trabajo.
O para alguna tía hosca que ojalá hoy día se ponga
amable, o para algún amigo mayor que lo alienta, apoya y consuela.
Ellos, que son padres tempranos o precoces, ¿recibirán
algún reconocimiento como homenaje a su coraje y a su valor?
¿Quizá, algún juguete que ya no les corresponda,
porque se les quemó temprano la niñez?
Porque todo se quemó, como arde un fósforo que se
enciende para alumbrar el borde de un abismo, justo en el instante en que
fulgura la llama antes de caer.
7. Dos
cosas caben
Y, ¿cómo recibirías, gentil lector, las tarjetas de
los congresistas que para esta Navidad te hacen llegar con servicios
especiales?
Exornadas ellas de todos los detalles gráficos, en pan
de oro y adulonas en sus textos.
De parlamentarios que recibirán, porque ellos mismos
se han asignado y han promulgado la ley, catorce mil dólares de aguinaldo.
Tarjetas donde te desean Feliz Navidad y un Próspero
Año Nuevo, en donde te anhelan dicha personal y un venturoso año 2016.
¿Qué harías con las tarjetas de los magistrados que
ganan igual y absuelven de un solo plumazo a políticos corruptos?
Cuando la injusticia se expande por doquier. ¿Qué se
creerán? Y es que ahora otra vez están en campaña electoral.
¿Qué cabe hacer? Dos cosas caben: Luchar a brazo
partido por un mundo mejor; y aliviar con el bálsamo de la bondad las llagas y
heridas del mundo actual.
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